sábado, 8 de febrero de 2025

Estancia arqueológica en Campeche. Parte 8. Chichén Itzá, Yucatán

Templo de los Jaguares, juego de pelota
Me levanté temprano el sábado 30 de noviembre, habíamos fijado la cita a las 7 de la mañana en el lobby del hotel donde Juan y su hijo estaban hospedados, unas cuadras al norte de la catedral de Mérida. Estaba listo mucho antes porque debía cruzar todo el centro para llegar ahí. Me tomé todo con calma porque por mensajes ví que los Williams llegarían un poco tarde y Leonardo no contestaba desde la noche anterior. La caminata de un poco más de un kilómetro me sirvió para soltar las piernas, que habían amanecido algo pesadas por el largo trayecto en autobús del día anterior y por el recorrido en Uxmal. 

Me encontré con Juan en la esquina de su hotel, estaba agripado y buscando algún lugar abierto para tomar un desayuno o al menos café, pero había un evento llamado "la noche blanca", donde hubo eventos callejeros y conciertos (cerca de mi hostal había un gran escenario, pero yo nunca salí a ver), gracias a que los comercios estuvieron funcionando durante gran parte de la noche, abrirían tarde por la mañana, la búsqueda era inútil.

Arco de entrada a Chichén Viejo
Estuvimos platicando un rato, tanto ellos como los Williams habían viajado hasta Copán desde que los vi, recorriendo también una parte de Guatemala y cruzando por Belice. Leonardo seguía sin dar señal de vida cuando los demás llegaron por nosotros en su camioneta, decidimos que era hora de irnos y pararíamos en una gasolinera en las afueras de la ciudad. Ahí Juan aprovechó para comprar su café y, en el último momento, Leonardo finalmente mandó mensaje. Le dimos la opción de alcanzarnos en Chichén Itzá yéndose en camión, o que pidiera un taxi de inmediato y llegara a la gasolinera. No estaba demasiado lejos de nosotros, por lo que escogió la segunda opción. Aprovechamos para unirnos a Juan, yo me compré un frappé bastante azucarado. Luego de media hora llegó el último de nosotros, totalmente crudo. Subimos a la camioneta y tomamos la carretera hacia Valladolid, tomando hacia Kantunil, Libre Unión y, por último, Pisté, donde paramos a desayunar panuchos, salbutes y algunos otros platos regionales. Estábamos justo junto a la iglesia del pueblo, que tiene en sus muros varias piezas provenientes del cercano Chichén Itzá, incluyendo cabezas de serpiente que sobresalen en algunas partes altas.

Templo de la Serie Inicial, Chichén Viejo
Llegamos al sitio ya casi a las 10 am, la cita que tenía Juan para todos era a las 11, por lo que nos quedaba un poco de tiempo. Decidimos entrar para pasar ese tiempo recorriendo, aunque únicamente alcanzamos a dar la vuelta por el enorme juego de pelota principal, el más grande que se conoce, con sus templos en las cabeceras, paneles en los taludes, aros de piedra y el Templo del Jaguar en su lado oriental. Regresamos a la entrada, nos dirigiríamos a la única razón que me hizo volver hasta ahí, el conjunto de Chichén Viejo, recientemente abierto al público mediante cita o con cupo limitado. Desde 2012 había tenido como propósito no volver hasta poder entrar ahí, ya que me desagrada bastante la gestión del lugar, que lleva años convertido en un tianguis, donde los vendedores no dan descanso al visitante y, por si fuera poco, siempre lleno de gente. Para mi satisfacción, los turistas no tienen ni la menor idea de que existe ese conjunto arquitectónico, así que éramos los únicos que entrarían, por supuesto tampoco hay vendedores.

Plataforma de la Tortuga
Recorrimos un camino de más de 1 km, que fue abierto casi de manera improvisada porque el antiguo cruzaba terrenos privados por los que los dueños no quisieron dar permiso de paso. Luego de unos 15 minutos llegamos ante el gran arco de entrada al grupo. Desde ahí comenzamos a apreciar que la arquitectura es muy parecida a la del área central, aunque más pequeña, y muestra una mezcla entre el estilo del Puuc y elementos del centro de México. Por todos lados había decoraciones en relieve, tanto en frisos como en columnas, fachadas y piedras sueltas que fueron reutilizadas. Al inicio nos encontramos con una rareza: la plataforma de la Tortuga, la cual tenía dos accesos con escalinatas, cuyas alfardas eran patas de reptil, por un lado se veía una cola y por el otro la cabeza de la tortuga. La superficie alta estaba curveada, como un caparazón. Más allá nos encontramos con el Templo de la Serie Inicial, que muestra al menos dos de sus cuatro etapas constructivas.

Palacio de los Falos y de los Caracoles
La parte más lejana era la más impresionante también, ahí estaba el Palacio de los Falos, unido con el de los Caracoles, edificios muy complejos y llenos de recintos con columnatas internas. Todos los frisos estaban decorados. En uno de sus costados estaba la plaza más bella del conjunto, con varios templos pequeños en sus costados, incluyendo el Templo de los Búhos, un edificio muy sobrio y elegante, con representaciones de estas aves en su friso, cuyas cabezas sobresalían como esculturas empotradas, además de que las molduras tienen pequeñas tortugas de piedra. Hay varias plataformas y edificios que se encuentran en el recinto, al menos por dos de los lados hay una muralla o muro de piedra burda, mientras que en otro hay un bajo que delimita el lugar.

Mientras estábamos ahí, llegaron tres visitantes con un arqueólogo guía, eran dos mujeres maduras y un hombre. Nos pareció extraño encontrarlos y que no hubieran ingresado con nosotros en la visita del día. Vimos que tenían intenciones de entrar a los palacios de los Caracoles y de los Falos, áreas restringidas para su visita y escuchamos que el que los llevaba les dijo que no podían pasar si nosotros los veíamos. Will sugirió quedarnos ahí para evitar su paso, nosotros no teníamos ninguna objeción. Esperamos hasta que se fueron. Días más tarde nos enteramos de que el hombre era el expresidente Aznar, de España, una de las mujeres era su esposa. Nos vanagloriamos más entonces de habernos quedado ahí, a ninguno de nosotros nos gusta ver que haya gente con privilegios especiales por su posición.

Chichanchob
Regresamos a la entrada del sitio y proseguimos con nuestro recorrido, pasamos por la plaza principal y caminamos hacia el sur, para llegar al segundo juego de pelota y la Casa Colorada o Chichanchob, un conjunto muy sobrio que se completa con el Templo del Venado. A un costado se encuentra el famoso Caracol, edificio muy peculiar por tener cuerpos rectangulares que no están alineados entre sí, además de un templo circular con dos niveles unidos por una escalera interna en espiral. Cuenta con varias puertas y ventanas que parecen alinearse con la salida y puesta de astros, por lo que se cree que era un observatorio.

Un poco más lejos llegamos hasta la Casa de Las Monjas, un edificio muy vertical e imponente que cuenta con decoraciones geométricas. En uno de sus costados tiene un anexo ricamente ornamentado con mascarones del monstruo de la tierra. Esta ala colinda con una pequeña estructura llamada La Iglesia, tal vez la mejor conservada del sitio, totalmente decorada. Solamente es una habitación sin basamento, pero el friso y la crestería son muy altos, dando una apariencia casi completamente vertical. Frente a este pequeño pero hermoso conjunto se encuentra un camino que lleva al Akab Dzib, otro edificio muy sobrio, pero está en terrenos privados y ya ni siquiera lo encontramos en los mapas del sitio.
El Caracol

Emprendimos el regreso a la plaza principal, a partir de ahí me separé del grupo porque quería terminar mi vídeo del lugar y faltaban algunos conjuntos. Ya estaba haciéndose tarde y debía darme algo de prisa. Caminé rápidamente por el conjunto de las Mil Columnas, anteriormente había podido entrar al "Mercado", un cuadrángulo con las columnatas más altas de todo el sitio, pero ya es imposible pasar, está prohibido, uno no se puede acercar a menos de dos metros de cualquier edificio. De ahí me acerqué al Castillo, el edificio principal y más conocido de Chichén Itzá, que no necesita ninguna descripción, es sumamente conocido. 

Pasé también por el Templo de los Guerreros, que estaba recibiendo retoques, por lo que habían trabajadores en sus costados, este edificio siempre me ha parecido muy interesante por sus ricos ornamentos, el chac mool en la entrada de su templo, las columnas con personajes, las paredes con relieves, entre otros. A su lado se observa el Templo de las Mesas, que ni siquiera estaba excavado la primera vez que estuve ahí, en el 2000. Ahora luce completamente liberado de escombro.
Anexo de Las Monjas y La Iglesia

Caminé por el sacbé al cenote sagrado, tenía muy mal recuerdo de este trayecto, ya que en 2012 estaba completamente cubierto de puestos callejeros y los vendedores nunca dejaron de acosarme. Esta vez no había ninguna diferencia, pero por la hora ya muchos comerciantes se estaban retirando, por lo que pude tener un poco de tranquilidad. El gran cenote me pareció más grande que lo que recordaba, además de ver mucho mejor la plataforma construida que está en un costado. Ahí escuché algún turista que tontamente se disponía a tirar una moneda y grabarlo para ponerlo en alguna red social... por algo me disgustan las multitudes.

Regresé a la plaza para observar por última vez la cara principal del Castillo, que mira al norte. También fui pasando por las plataformas de Venus y la de las Águilas y los Jaguares, muy parecidas entre si, pero con relieves diferentes. La primera con estrellas y personajes, la segunda con animales. El último edificio que recorrí fue el Tzompantli, plataforma cuyas paredes están completamente adornadas con cráneos de piedra. Ya los demás me esperaban, así que emprendimos la retirada y el regreso hacia Mérida. Juan había empeorado de su gripe, Leonardo ya no parecía tener molestias de la cruda. 

El Castillo y el Templo de los Guerreros
Todavía intentamos visitar el sitio de Ikil pero, al parecer, el sendero que lleva al edificio del lugar se cerró, encontramos otro que parecía ir al mismo punto, pero era ya muy tarde y había caído la noche. Aunque verificamos con el dron que efectivamente el gran basamento se encontraba cerca de nosotros, luego de caminar había que abrirse paso macheteando, sería peligroso y muy complicado en la penumbra, así que desistimos. Regresamos a buscar donde comer, lo cual no fue fácil porque continuaba el evento de la "Noche Blanca" y habían muchas calles cerradas. Terminamos por casualidad en un restaurante de carne, algo caro pero bueno. De ahí pasamos a dejar a Juan y luego a mí en mi hostal. Los Williams y Leonardo se fueron juntos, al día siguiente volveríamos a salir a un par de sitios.

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