Blog de viajes por los antiguos focos civilizatorios de América Latina: Zonas arqueológicas y bellezas naturales
sábado, 1 de marzo de 2025
Estancia arqueológica en Campeche. Parte 10. Tunkuyí, Campeche y Lázaro Cárdenas, Yucatán
Tunkuyí
Salimos de Xkampon de regreso a Santa Elena, íbamos a retomar lo que dejamos pendiente dos fines de semana atrás. Solo daría tiempo de un sitio más por el rumbo, así que fuimos a la segura a Tunkuyí, ya habíamos llegado hasta el pie del sitio, ahora éramos más y teníamos un par de horas extra para abrirnos paso. Tomamos rumbo a Bolonchén, pero antes de llegar ahí dimos vuelta en la misma terracería por la que visitamos Kansah antes y tomamos la misma desviación que pasamos aquella vez. Dejamos la camioneta en el mismo punto y caminamos por la milpa, subiendo por un montículo. Estuve revisando el suelo para ver si encontraba el filtro y la tapa que había perdido 15 días antes, pero no había ni rastro de ellos. Cruzamos otro tramo de milpa y llegamos hasta la orilla del campo, ahí ya no habíamos pasado y esperábamos tener que buscar un punto de acceso para abrirnos camino a machetazos, sin embargo, unos pocos metros al norte nos encontramos con un sendero completamente abierto.
Tunkuyí
Caminamos unos 50 metros y llegamos directamente hasta la estructura principal de Tunkuyí, un edificio en estilo Puuc Temprano, que tiene una moldura rota, es decir, una línea de piedras salientes que divide la fachada del friso y que sube formando un rectángulo sobre las puertas, aunque en este caso sube en las entradas laterales, una de ellas ya colapsada, y luego vuelve a subir en la central, algo muy poco común. Estos tres accesos daban paso a una sola habitación, también habían dos cuartos laterales que debieron tener otras dos puertas, quizá con su propia moldura rota, aunque ya están caídas. Solo tuvimos que limpiar un poco de maleza para tomar las fotografías de mejor manera y nos encontramos con vestigios de que alguien había estado ahí recientemente. Días más tarde me dijo mi amigo Balta Castro que en ese sitio hay un guardián que vive al pie del sitio, aunque no lo encontramos en esta ocasión.
Lázaro Cárdenas
A pesar de que sabemos que hay algunas cosas más que ver en el sitio, la maleza crecida impedía que buscáramos en los alrededores, así que terminamos la visita con esta única estructura y regresamos a la camioneta. Emprendimos el regreso, el único que tenía hora de llegada era yo, ya que debía tomar el camión a Campeche a las 7:30 pm, eran las 4, así que decidimos pasar a un sitio más en el camino de regreso. Escogimos Lázaro Cárdenas, uno que había intentado años atrás con Eduardo y Julio, pero nos equivocamos de camino y no pudimos llegar a pesar de que Lalo ya lo había visitado, a mi regreso de ese viaje estuve revisando la zona y marqué una posible ubicación que le di a Will, quien comprobó que era correcta. Era mi turno de visitarlo.
Llegamos hasta Santa Elena y nos desviamos a Ticul, nuevamente entramos a una terracería y avanzamos mucho más que la vez que estuve ahí infructuosamente, casi llegamos hasta el sitio en la camioneta, únicamente caminamos un centenar de metros.
Habitación con pintura azul
Llegamos hasta el único edificio en pie, este tiene un basamento bajo, que apenas alcanza los 4 m de altura. En la parte alta se encuentra un templo con dos cuartos, uno detrás del otro, construidos con piedra muy burda y en un estilo muy temprano, al parecer es un sitio más antiguo que otros en el Puuc. Lo más sorprendente es que aún se puede ver restos de pintura con un bonito azul maya en las paredes de la habitación frontal (al menos), no pudimos revisar la trasera porque estaba lleno de panales de avispas, a pesar de que estaba anocheciendo y, en teoría, los insectos estarían inactivos, algunos se movían y volaban, por lo que nadie se atrevió a intentar el paso.
Fue una visita muy rápida, por lo que al poco tiempo estábamos nuevamente en la camioneta, regresando por Ticul hasta Muna y luego tomando el mismo camino por el que habíamos llegado. Arribamos a la central de autobuses con media hora de anticipación y Will se fue a llevar a los demás donde estaban hospedados. Yo me quedé a esperar un poco el autobús, que salió muy puntual. Llegué a Campeche después de las 9:30 pm. Las calles estaban casi desiertas, pero aún así decidí caminar hasta el departamento, únicamente distante dos km de la central de ADO. Pasé a comprar mi cena en uno de los pocos locales que vi abiertos y llegué a descansar, me esperaba otra semana de catalogar materiales en el laboratorio, también ese miércoles me tocó presentar una ponencia dentro de un seminario del Instituto de Investigaciones Antropológicas y el jueves vi a Ángeles, a quien había conocido cuando estuve en Campeche, en 2019, para un curso de cultura y lengua maya, fuimos a cenar y estuvimos conversando hasta casi media noche, a pesar de que el viernes me esperaba un largo día.
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