Blog de viajes por los antiguos focos civilizatorios de América Latina: Zonas arqueológicas y bellezas naturales
sábado, 10 de mayo de 2025
Estancia arqueológica en Campeche. Parte 16. Xpuhil
Estructura principal del Grupo XXV entre la selva
Toda la semana del 9 al 13 de diciembre estuve indeciso sobre lo que haría el último fin de semana del viaje, además de trabajar en la base de datos de los materiales que ya había terminado de catalogar. Ya días atrás había pensado en cerrar con Payán, un sitio que muchos de mis compañeros habían visitado antes y que sería sumamente fácil de alcanzar incluso yo solo, con una caminata de 10 km en total. Tenía también pendiente ir a la torre de Chanchén, aunque para ello necesitaba un guía con vehículo; tenía los datos de uno pero no fue posible que me llevara, por lo que este sitio quedó pendiente para otro viaje. Estuve en contacto con Will, que no sabía si estaría libre para hacer algún recorrido y que, al último momento, me dijo que no podría. Mi plan fue algo bastante cansado y largo, pero también muy viable de realizar en solitario, en menos de una hora quedó arreglado: Saldría a las 8 de la mañana de la terminal SUR de Campeche, para viajar por alrededor de 7 horas hasta Xpujil, donde visitaría lo que pudiera mientras durara la luz del día. Me quedaría en una cabaña y, al día siguiente, saldría a primera hora a visitar Payán para regresar a la carretera y tomar el camión de vuelta, que pasaría alrededor de las 11 am.
Panel en el grupo XXV
El horario de salida era perfecto para no tener que desvelarme y salir tranquilamente hacia la terminal, por lo que me fui en camión guardando fuerzas, que ya había gastado un poco el día anterior en que caminé al centro para visitar el Museo del Baluarte de la Soledad, que ya conocía anteriormente, y para comer queso relleno a sugerencia de Ángeles. El autobús de segunda salió puntualmente y me acomodé lo mejor que podía para el largo trayecto. Paramos muchas veces en casi todos los poblados que pasamos, pero principalmente en las terminales de Seybaplaya, Champotón y Escárcega. El último tramo por la carretera que va a Chetumal me pareció eterno. Casi a las 3 de la tarde estaba bajando en Xpujil. Ahí se encuentra un extenso sitio cuyo nombre en las fuentes se escribe como Xpuhil, y es el que más veces he visitado, incluso más que los de la Ciudad de México. Este poblado ha sido punto de paso en mis viajes en muchas ocasiones y casi siempre visito al menos uno de sus múltiples conjuntos arquitectónicos.
Cámara lateral abierta por saqueadores
Sabía que a las 5 ya estaría comenzando a oscurecer, por lo que solo tendría tiempo de visitar un solo grupo, ya tenía decidido con anticipación el que sería: el número XXV, reportado recientemente por Phillip Nondédéo, el cual no conocía. Me dirigí al sur desde la terminal y crucé todo el pueblo para llegar a su borde, ahí aún hay cerros cubiertos de selva. El camino estaba sumamente lodoso y resbaloso, por lo que tuve que tener mucho cuidado para no caerme. Me interné hacia lo alto de un cerro, entrando a la vegetación sin sendero, aunque no tuve ningún problema en encontrar montículos y restos de paredes, se trataba de un edificio muy destruido pero que aún mostraba parte de una bóveda. En uno de sus costados estaba la estructura principal, la razón por la que había ido hasta ahí. Es un edificio con dos habitaciones, una detrás de otra. Los costados de los cuartos aún muestran partes de las bóvedas, aunque el centro ya colapsó en ambos casos. En uno de los extremos hay un hueco hecho por saqueadores que deja ver una pequeña cámara lateral. La fachada tiene paneles como nichos rectangulares que tenían piedras salientes en su parte alta, probablemente para sostener esculturas. Es una construcción elegante y refinada, aunque es difícil de apreciar en su totalidad entre toda la vegetación.
Estructura saqueada
En una pequeña plataforma en un punto más bajo me encontré con un muro megalítico y una plataforma saqueada. Ahí me puse a reflexionar sobre el saqueo, un tema que durante el año había estado en boga, como siempre, ya que es una actividad que nunca se acaba. Esta vez por comentarios de algunos compañeros durante viajes anteriores, que me disgustó escuchar: afirmaron que había múltiples descubrimientos arqueológicos que habían sido realizados gracias al saqueo; según ellos, aunque sea una actividad negativa, tiene la ventaja de que permite saber de la existencia de tumbas y objetos que de otra manera no se conocerían. Pero esto no es más que estractivismo y una mentalidad digna del siglo XIX, en la que la única razón para explorar sitios arqueológicos era tomar fotografías, competir con otros exploradores y buscar objetos que no servían para otra cosa que ornamentar casas ricas y museos. Eso no es arqueología y es una visión muy limitada. Hay mucho más en estos lugares que solo objetos bonitos y edificios suntuosos, su estudio cuidadoso permite reconstruir en parte la vida de los habitantes de los tiempos en que los sitios estuvieron poblados, e incluso de antes y después de ello. Lo que en verdad importa recuperar no son los objetos en sí, sino la información que guardan, la cual es mucho más valiosa que lo que pueda pagar un coleccionista. El saqueo destruye esa información y jamás se podrá recuperar, por lo que es un crimen cultural y contra la humanidad misma. Bien sé que la pobreza es la que impulsa a los locales a buscar "tesoros" que puedan vender, son los coleccionistas los culpables de que esto ocurra. Nunca podría afirmar que el saqueo tiene algo de positivo, no hay nada de bueno en algo que ha sido destruido para siempre y que ha perdido casi toda la información que pudo contener.
Bóvedas en la ladera
Por otro lado, hay quienes afirman que no se debe difundir la existencia de sitios arqueológicos no abiertos al público porque se alienta al saqueo. Debido a todo lo anterior que he dicho, comprendo muy bien por qué esto es algo que muchos especialistas defienden. En realidad, a mí nunca nadie de ellos me lo ha dicho directamente, pero tampoco estoy de acuerdo en llegar a ese extremo. El trabajo arqueológico debe difundirse, porque no es algo que pertenezca a los arqueólogos, toda la ciencia es patrimonio de la humanidad, y quien se apropia para si mismo de los resultados de un proyecto arqueológico es tan criminal como los saqueadores, porque está saqueando el conocimiento. Es algo distinto con sitios no trabajados, aún así no se puede proteger algo que no se conoce, el público en general jamás se va a interesar por cuidar un montón de yacimientos que no sabe siquiera que existen, los arqueólogos somos demasiado pocos como para ocuparnos del cuidado de tantos sitios. Por otro lado, y aunque sea doloroso admitirlo como parte de un gremio, los saqueadores nos llevan muchísima ventaja. He recorrido más de 600 sitios arqueológicos monumentales y otros tantos mucho más discretos, y prácticamente nunca he visto uno que no tenga algún rastro de saqueo. Aunque no sean difundidos, aunque se encuentren en medio de la nada, ya todos los sitios están saqueados. Pretender que ocultarlos los va a proteger es algo sumamente ingenuo. A pesar de que creo firmemente en todo esto, me veo obligado a nunca revelar las ubicaciones de sitios que no están habilitados para su visita; pretendo que se sepa que existen, pero no puedo dar esa información a cualquiera, estaría poniendo en bandeja de plata los sitios a personas que no conozco. Cada que alguien me pregunta por esos datos en mis videos y redes nunca les contesto y espero que me disculpen por ello.
Terminé mi recorrido bajando por la ladera norte del cerro, ahí vi algo sumamente raro: había chultunes y cámaras abovedadas que parecían comunicarse entre ellos. Todo ese lado estaba lleno de huecos, muchos de ellos estucados. Sería imposible decir para qué servían o por qué estaban distribuidos de esa manera sin una excavación cuidadosa. Por lo pronto es un enigma y algo que nunca había visto en otro sitio. Espero que el saqueo no lo destruya. Finalmente fui a comer, aunque ahora Xpujil es un pueblo donde todo está muy caro, ignoro si es culpa del tren maya o de los turistas que vienen de la costa, pero el lugar ha crecido desordenadamente, hay lugares como las cabañas en las que me quedé que, a pesar de que son muy simples y están llenas de moquitos, ahora cobran en dólares. Es sorprendente como la gentrificación está avanzando a pasos agigantados, otro problema que particularmente me molesta bastante.
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