sábado, 3 de mayo de 2025

Estancia arqueológica en Campeche. Parte 15. Labná, Yucatán

Palacio de Labná
Aunque ya tenía algo de cansancio acumulado, el trayecto de terracería entre Huntichmul y Labná fue suficiente para reponerme un poco. Sugerí visitar este último porque la única vez que lo había recorrido, en 2012, había olvidado grabar vídeo y mis fotografías no eran muy buenas. Estuve bastante apresurado y había mucha gente. Esta vez teníamos un poco más de una hora antes de que cerrara y esperábamos que quedara poco aforo. Por otro lado, Leonardo no conocía el sitio. Llegamos poco antes de las 4 de la tarde, nos encontramos con una improvisada caseta de custodia, toda la entrada estaba en obra. Nos registramos y pasamos de inmediato, llegando a la gran explanada del sitio.

Lo primero que se puede visitar es el gran palacio. A pesar de que Labná es un sitio relativamente menor, cuenta con esta estructura con dos pisos, además de numerosos cuartos. Algunos de ellos son más antiguos, como un ala saliente perpendicular al resto, que tiene fachada con moldura rota en estilo Puuc Temprano, mientras que el resto de construcciones son de Puuc Clásico de mosaico, más tardío.

Palacio de las columnas
Estuvimos fotografiando detalles arquitectónicos, que incluyen decoraciones de grecas, grandes mascarones con glifos, dobles "T", columnillas y otros diseños. Desde ahí parte un sacbé que llega al grupo más al sur, aunque a la mitad del camino hay un sendero al este que lleva al palacio de las columnas, un sobrio y elegante edificio en forma de "L", con fachada lisa, friso y molduras con columnillas. 

De vuelta al sacbé, llegamos hasta un par de salientes sobre una plataforma. Estos cuadrados no tienen una restauración adecuada pero, según datos que Tomás Gallareta le dijo a Will, se trataba de un par de torres emblema (como las de Nocuchich), por lo que no solamente hay edificios de este tipo en los Chenes, sino también en la huasteca (la torre de la Rosa) y en el Puuc. Todos son territorios donde se hablaban lenguas mayenses, lo que actualmente conocemos zona maya comprende una multitud de pueblos con idiomas emparentados entre sí y que forman una familia lingüística. No hay un solo rasgo que defina a "los mayas", ni su vestimenta, ni su arquitectura prehispánica, ni su escritura antigua, ni su patrón de asentamiento, ni una autoadscripción de sus poblaciones actuales. Todos esos elementos tienen variantes regionales, están ausentes de algunas áreas o son construcciones modernas; la excepción es su código de comunicación, todos hablan una lengua de la familia mayense, por tanto los Tenek o Huastecos son mayas. Esto es algo incontrovertible, o los mayas son mayas por su habla o lo maya no existe, pues es una denominación impuesta. El único grupo humano que se llama a sí mismo maya desde épocas antiguas es el yucateco, los demás tienen sus propias formas de llamarse a sí mismos.

Arco de Labná y El Mirador en la parte trasera
A un costado de estas construcciones extrañas se encuentra el edificio principal de Labná, "El Mirador", un basamento que tenía un templo con tres entradas y una gran crestería calada en su muro frontal, ahí tuvo una serie de esculturas que reposaban sobre piedras salientes, aunque solo queda en pie una de las puertas y una de estas estatuas de un personaje roto en el torso. Tanto a Will como a mí nos llama la atención que los dibujos reconstructivos de esta estructura la muestran siempre con una enorme escalinata y cuerpos lisos pero, al verla de frente, claramente se ve un recinto a mitad del basamento que pudo tener un gemelo del otro lado del acceso. La única posibilidad de que el edificio se viera como en los dibujos es que estos cuartos bajos fueran parte de una subestructura que quedó al descubierto al derrumbarse la pared externa del basamento, pero la cantidad de escombro no parece ser suficiente, a menos de que se haya retirado en parte al poner el sitio en valor para su visita. Frente al edificio se encuentra una plataforma circular con un altar grabado.

Palacio desde el Sacbé
Un poco al oeste se encuentra el rasgo más icónico de Labná y uno de los edificios más conocidos del área maya: un arco que da entrada a un conjunto palaciego con bellas decoraciones en estilo Puuc de Mosaico. La entrada está bellamente ornamentada con representaciones de grecas, chanchimez chozas, mascarones, dobles "T" y cresterías caladas. Por fin pude fotografiar esta estructura sin gente, algo que no había podido hacer en 2012. El recorrido culmina ahí, aunque hay dos estructuras sobre un pequeño cerro que se conocen como "Las Gemelas", que están más al sur y que no se encuentran abiertas al público. Regresamos a la entrada con una bella vista del palacio ya durante la llamada "hora dorada", cuando la luz se empieza a ver amarillenta antes del atardecer, y emprendimos el regreso a Mérida.

Al igual que la semana anterior, me dejaron en la terminal de autobuses con un poco más de media hora de holgura para tomar el transporte a Campeche, el cual se retrasó más de 10 minutos. Me despedí de Leonardo, que al día siguiente volvería a la Ciudad de México. Esperaba que al siguiente fin de semana el recorrido fuera nuevamente con los Williams, pero ese día fue el último en que los vi durante este viaje. Regresé a Campeche casi a las 10 pm, esta vez no tenía tanta hambre como otras veces, así que me contenté con cenar una marquesita en un puesto que aún estaba abierto en las ya desiertas calles.

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