sábado, 11 de mayo de 2024

Viaje por el noreste del Petén. Parte 6: Tzikín Tzakán y Corozal Torre

Torre de Corozal Torre
No paramos en Melchor de Mencos después de salir de Naranjo, seguimos de largo y nos dirigimos al cercano sitio de Tzikín Tzakán, el cual había visitado en 2014. Entramos con la camioneta subiendo el empinado camino de entrada, el cual me pareció más largo que lo que recordaba. Llegamos hasta una plaza con un montículo y yo me dispuse a buscar el palacio que recordaba en el sitio. Marcia vio un camino que descendía un poco antes de continuar hacia una cima más alta que en la que estábamos así que por ahí continuamos a pie, pero yo estaba confuso porque no reconocía aquel lugar. Llegamos a una gran plaza con montículos y encontramos uno que parecía tener todavía algunos restos de muros, pero casi completamente caídos. Recordé que en algún lado había recibido la noticia del colapso del palacio del lugar, pero creí que algo quedaría en pie, sin embargo no había sido capaz de encontrar nada y estaba seguro de que el edificio estaba justo junto al camino de acceso. Con gran contrariedad regresamos a la camioneta y ahí pudimos comprobar que el primer montículo que vimos era la estructura que buscábamos, donde no quedó en pie más que un par de hileras de piedras. Una capa de escombro sobre las raíces de un árbol que crecía en la parte alta me confirmó que ahí ocurrió recientemente un derrumbe. Nada quedó de aquel palacio.

Torre de Corozal Torre
Después de aquella mala impresión, regresamos a la camioneta y nos dirigimos a Corozal Torre, esta vez con un vehículo que podía entrar sin ningún problema en ese camino que fue imposible de accesar con el auto de Julio el día anterior. Avanzamos algunos kilómetros y nos encontramos con un potrero lleno de vacas y toros que luchaban entre sí, frente a ellos vimos los restos de un edificio que es parte de un área que se llama Quemada Corozal, aunque ya estábamos convencidos de que solo era parte del mismo sitio que Corozal Torre; más adelante vimos un corral y detrás algunos manchones de selva. La ubicación que yo llevaba no era exacta, por lo que me dispuse a buscar el sitio con el dron, sin resultados porque la selva cubría todo posible vestigio. Decidí internarme en la selva justo junto a la camioneta, pero no pude encontrar ni un solo montículo, incluso la vegetación tan cerrada me hizo desorientarme y me di cuenta de que en lugar de regresar me estaba internando más. Afortunadamente tenía la brújula y guiado por ella pude volver al punto de inicio en un par de minutos.

Decoraciones de la torre
No quería irme con las manos vacías, por lo que, junto con Will, revisamos imágenes de satélite para ver áreas posibles en donde encontrar el sitio en las cercanías. Identificamos dos zonas sospechosas a unos metros y nos dirigimos ahí. Nuevamente entré a la selva, pero lo que creía era un montículo en las imágenes resultó ser una pequeña depresión, nuevamente regresé sin éxito. Decidimos que el último intento sería al otro lado del corral, por lo que caminamos unos cuantos metros más, ya los otros estaban regresando un poco con la camioneta cuando, sin necesidad de entrar nuevamente entre la vegetación, vi claramente el edificio principal del sitio. Llamamos a todos y regresé al vehículo por mi tripié y mi cámara, no terminaríamos el día con un fracaso.

Torre de Corozal Torre
Al acercarnos nos dimos cuenta de que casi seguramente el sitio tuvo un par de estructuras gemelas, semejantes a las de San Clemente, que parecen templos de Tikal en miniatura, pero aún más pequeñas que las de su cercano vecino, distante menos de 2 km, pero por otro camino. Una de las dos gemelas había colapsado por completo, pero la segunda aún mostraba gran parte de su basamento delgado y alto, y del templo superior, con un friso decorado con mascarones. Estuvimos rodeando el edificio para fotografiarlo por todos los ángulos posibles y tuvimos la duda de si el templo superior tuvo una habitación o no. Yo subí a la parte alta y me encontré que se trataba de un único muro con un acceso simulado, no había espacio ni vestigios de ninguna habitación, en verdad se trataba de una torre y no de un templo.

La visita fue rápida porque no hay más arquitectura expuesta, así que volvimos a la camioneta y paramos para fotografiar los restos de Quemada Corozal, la distancia a la torre apenas era de unos 200 metros, definitivamente formaban parte del mismo sitio. La tarde ya estaba cayendo y nosotros iniciábamos el regreso a Melchor de Mencos triunfantes. No hubo reunión con el equipo completo para cenar, nosotros llegamos a comer tacos cerca del hotel y después vimos que algunos de los demás estaban en una fonda justo junto a donde nos encontrábamos. Finalmente habían llegado los Partida desde Flores aunque se fueron a otro hotel, también arribaron Carlos, Paola, Leonardo y Thomas, que salieron de Chetumal y cruzaron Belice. Marvin, Ernesto y Valeria habían recorrido algunos sitios en el vecino país y Eduardo estuvo escribiendo las guías para sus vídeos de los días siguientes. Finalmente estábamos todos y comenzaríamos el gran recorrido que motivó nuestra presencia en Melchor de Mencos a la mañana siguiente.





sábado, 4 de mayo de 2024

Viaje por el noreste del Petén. Parte 5: Naranjo

Monumentos de Naranjo en el centro de Melchor de Mencos
El 23 de marzo fuimos los primeros en salir del hotel, yendo en la camioneta de Will al centro de Melchor de Mencos. Ahí pudimos ver 3 estelas completas, un fragmento y un monumento provenientes de la gran ciudad de Naranjo, la cual ha sido terriblemente saqueada, aunque en la actualidad cuenta con un destacamento militar que vigila su acceso y ha sido trabajado arqueológicamente por varios años. De regreso pasamos a la tienda a comprar botanas y agua, estábamos cerca del hotel, por lo que Marcia pudo alcanzarnos ahí. 

Comenzamos el trayecto al sitio que queríamos visitar, por lo que tomamos una serie de caminos de terracería que pasaban entre potreros y campos de cultivo. Después de casi una hora llegamos finalmente al parque nacional Yaxhá-Nakum-Naranjo; por fin iba a completar la visita de esos tres sitios, ya que Yaxhá lo había recorrido ya tres veces en 2013, 2017 y 2023, y Nakum lo conocí con los mismos compañeros en 2023. 

Estructura con decoraciones geométricas
Llegamos primero al destacamento militar, donde nos registramos y seguimos un pequeño trecho hasta el centro del sitio. Ya en ese camino nos dimos cuenta de la gran monumentalidad de Naranjo, estaba lleno de grandes montículos por todas partes. Nos estacionamos en el área destinada para eso, aunque la caseta de los custodios estaba vacía. 

Iniciamos nuestro recorrido por la Acrópolis del poniente o grupo A. Ahí se ha excavado y restaurado parte de un par de patios, con edificios palaciegos. Destaca la subestructura de uno de los edificios, la cual tiene unas raras decoraciones muy geométricas que algunos afirman que son mascarones de Tláloc por la presencia de dos círculos que parecen anteojeras y un par de colmillos estilizados; yo no concuerdo, me parece que es una interpretación muy a la ligera. Si bien los elementos decorativos pueden ser mascarones geométricos, afirmar que se trata de la deidad de la lluvia del centro de México es excesivo. En esta acrópolis Julio y yo nos quedamos atrás fotografiando, mientras los otros avanzaban hacia la plaza central del sitio.

Acrópolis central
Luego de un rato, bajamos de ahí y subimos por un par de plazas escalonadas, pasando junto a un gran edificio que mostraba una estructura palaciega en el borde de su parte alta, se trataba de la enorme Acrópolis central, que forma parte del Grupo B, en el centro de Naranjo. Subimos por un costado por unas escaleras de madera habilitadas para la visita y llegamos al gran patio principal, ahí se puede observar el basamento que corona esta Acrópolis, situado en el oeste y al centro de la gran mole. Antes de ir ahí, recorrí el patio frente al basamento, además de otro más pequeño al norte, donde se encuentra un área residencial con edificios de pequeño tamaño. Luego de recorrer sus casi laberínticos pasillos y algunos pasajes sumamente pequeños y estrechos, subí al basamento central o estructura B-15, la cual tenía varios recintos en el frente, dando hacia el patio. En la parte alta pude ver una escalinata embebida, es decir, bajo el nivel de los cuerpos del edificio, algo que he visto en sitios del Preclásico, además de que la cima es triádica.

Cima de la Acrópolis central
Cuando bajé de ahí ocurrió un hecho extraño: al llegar había visto que se llevan a cabo trabajos arqueológicos en el área, aunque por ser semana santa no estaba presente ningún trabajador; encontramos un área donde se molía piedra caliza y se quemaba para obtener cal para la restauración, cuando bajé de la estructura B-15 me llegó un olor a quemado y me encontré con un tronco relativamente grande que estaba a punto de quemarse y sobre hojas secas. Temí que esto provocara un incendio. Julio me dijo que también lo vio y creyó que lo había apagado, pero el viento parecía haber avivado las brazas en la parte interna de la madera, yo opté por subirlo en una acumulación de cenizas y lo cubrí con ellas; me pareció que se había extinguido el conato de fuego, pero todavía le avisé a los demás para que lo revisaran cuando pasaran por ahí.

Cuerpo superior de la Estructura B-24
Bajé del gran edificio y pasé junto al grupo E del centro del sitio, aunque lo dejé para después, así que me dirigí hacia una alta estructura que es denominada B-24. Ahí se puede ascender por otra escalera de madera, por lo que subí para encontrarme con decoraciones raras y muy geométricas en el cuerpo superior del edificio. Nuevamente esto era algo que nunca había visto, aunque ni por asomo parecían mascarones. Me pareció que el estilo decorativo de Naranjo debió ser este patrón geométrico característico, con piedras en distintos niveles que logran un efecto interesante de luz y sombra. Estos adornos se repetían en todas las caras del edificio, estuve rodeando el cuerpo superior y tratando de fotografiarlo en el estrecho espacio, a unos cm de una caída bastante alta, por fortuna no tuve ningún problema para regresar a la plaza sin incidentes. Una vez ahí me dirigí al sureste para ver unas palapas que había observado desde lo alto, sin embargo se trataba de un área de trabajo de los restauradores del sitio, por lo que regresé pensando ver el grupo E, aunque desviándome un poco hacia el Este, una sección que no había recorrido.

Mirador en el Grupo C
En este lado del sitio, me encontré con un conjunto triádico no muy grande, aunque detrás de él pude ver un gran edificio sumamente vertical que seguramente tuvo arquitectura parecida a la de los templos de Tikal. A un lado de esa estructura había una sascabera con una pequeña cueva y más adelante me encontré con otra acrópolis coronada por tres grandes edificios que me recordaron a la Acrópolis Norte de Yaxhá, aunque sin excavar. Todo ese conjunto es el Grupo C de Naranjo. La estructura más grande se encuentra al este, con una al sur y otra al norte de menor tamaño. Me percaté que la última tenía una escalera de madera para subir y en su cima había un puesto de observación con una delgada escalera que subía sobre la copa de un árbol alto. Subí al ver que se encontraba en buenas condiciones, aunque la vista desde ahí solo dejaba apreciar la selva hacia el suroeste del sitio. Bajé con alguna dificultad, pero finalmente me dispuse a regresar a la plaza central y terminar mi recorrido con el conjunto de tipo Grupo E que ahí se encuentra.

Estructura B-18
Había visto el conjunto al que me dirigía y también un edificio triádico, normalmente estos complejos con edificios de esos tipos incluyen un juego de pelota, y justamente fue lo que encontré en mi camino. La cancha era cerrada y de buen tamaño, además estaba sobre una plataforma. Finalmente llegué a la estructura B-18, que era un edificio radial con escalinatas en sus cuatro lados. La B-20, en su lado oriente complementaba el conjunto de Grupo E, pues era una plataforma alargada con tres templos en su cima, aunque no cuenta con arquitectura visible. La B-18 está casi totalmente liberada y muestra un templo superior complejo con bóvedas muy altas, además se aprecia que fue modificado en tiempos tardíos, cubriendo o destruyendo parcialmente las escalinatas de algunos de los lados.

Julio se quedó atrás, por lo que me dio tiempo de ir a la camioneta y volar el dron. Aunque Naranjo tiene grandes edificios me fue difícil encontrarlos entre el mar de árboles, pero pude realizar algunas buenas tomas de vídeo.

Después de varias horas finalizamos nuestra visita, aunque aún pensábamos ir a otro par de sitios, por lo que subimos a la camioneta y emprendimos el regreso hacia Melchor de Mencos.



sábado, 27 de abril de 2024

Viaje por el noreste del Petén. Parte 4: Holtún y La Blanca

Mascarón de Hultún
Comenzamos nuestro recorrido hacia Melchor de Mencos, que sería el punto de reunión del grupo completo antes de comenzar el recorrido por la selva para el que estábamos ahí. Antes de llegar habríamos de hacer algunas paradas. En primer lugar pensábamos ir al sitio de Corozal Torre, un sitio que solo Eduardo conocía y que está cerca de San Clemente, este último lo visité en 2013, pero en el carro sería imposible de alcanzar por el mal estado de la terracería que lleva a él; Corozal Torre tenía pinta de ser más fácil, pero tampoco pudimos tomar ese camino porque en el entronque con la carretera en la que íbamos, había un gran escalón que hubiera sido imposible de pasar en un compacto.

Decidimos seguir hasta la aldea de La Máquina, donde se encuentra la entrada al sitio de Holtún "Cabeza de piedra", que también había visitado en 2013. Llegamos hasta la caseta del custodio y a partir de ahí caminamos un largo sendero hasta el sitio. Parecía que la subida que lleva ahí nunca terminaba y fue algo ardua por el intenso calor que hacía. Aún así, mientras mis compañeros se quedaron en la estructura principal, yo me di cuenta de que había letreros que decían que el sitio continuaba; decidí recorrer hasta el final del sendero, ya que antes no lo había hecho nunca. 

Palacio de La Blanca
Ese camino fue agotador, llegué hasta 6 plazas que no había visitado, todas con montículos y sin ningún rastro de arquitectura visible, únicamente con un chultún de doble boca en una de las primeras. Me pareció eterna la caminata, ya que no veía el final. Regresé casi corriendo porque pensaba que me había llevado demasiado tiempo, pero todavía tuve la oportunidad de fotografiar el mascarón que da nombre al sitio, en la estructura principal, dentro de una enorme trinchera de saqueo que dejó al descubierto una subestructura. Quise ver el otro lado de la estructura, pero fue algo peligroso porque pasé por un talud sumamente empinado por el que podía caer en cualquier momento si me distraía, sin embargo pude ver algunos fragmentos de muro que dejó visible el enorme saqueo, que pasó de lado a lado del edificio, aunque en ese último lado fue cerrado con piedras.

De regreso a la entrada, Julio ya estaba sumamente cansado, el camino fue algo lento por esto, pero aún así quería visitar un último sitio. Decidimos que yo manejaría, la primera vez que lo haría en Guatemala, para que él descansara; así que por primera vez en el viaje me tocó estar al volante y continuar el camino hacia Melchor de Mencos, nos desviamos por otra terracería hacia el suroeste y avanzamos por ahí cerca de una hora. Así llegamos a otro sitio que yo ya conocía: La Blanca. Este lugar ha sido trabajado continuamente por arqueólogos españoles, por lo que encontramos detalles que no vi antes, entre ellos grandes secciones de muros junto al palacio, que tiene unas enormes bóvedas sobre sus habitaciones.
Estructura en La Blanca

En La Blanca, el custodio nos acompañó a recorrer el sitio, primero el palacio, donde Eduardo estuvo buscando un grafiti de un visitante del siglo XVIII, pero no pudo ubicarlo. Después de eso fuimos a un grupo alejado que en mi anterior visita me costó mucho trabajo de ubicar. Se trata de un pequeño edificio muy interesante que tiene algunos restos de estuco en lo poco que queda de su templo.

Una vez que terminamos el recorrido por este sitio de pequeña extensión pero impresionante arquitectura, volvimos a subir al auto y yo continué manejando de regreso a la carretera principal y después a Melchor de Mencos, llegando al hotel en el que nos quedaríamos dos noches. Ahí nos encontramos con Marcia, de Argentina, quien ya había llegado. Después nos enteramos que los Partida de Chiapas, que habíamos visto en la frontera, no llegarían esa noche. Fuimos a bañarnos y a descansar un poco y luego fuimos a cenar. Ahí nos reunimos nuevamente con Marcia y llegó Marvin, de Guatemala, además de Will y William, quienes llegaron de Mérida y luego pasaron a Palenque a recoger a Juan, de Laredo, luego de que tuvo un trayecto accidentado en avión. Nos pusimos de acuerdo para el día siguiente: los Williams, Juan, Julio y yo iríamos a Naranjo; Ernesto, Marvin y Valeria cruzarían a Belice y Eduardo se quedaría a descansar en Melchor de Mencos, Marcia se uniría a nuestro grupo al día siguiente.



sábado, 20 de abril de 2024

Viaje por el noreste del Petén. Parte 3: Sacpetén y El Chal

Laguna Sacpetén
Por la mañana salimos a un pequeño recorrido apenas a 3 km de nuestro hotel, nuestro objetivo era recorrer el enigmático sitio de Sacpetén, del cual Julio y yo habíamos leído bastante, sin saber a ciencia cierta lo que se podría encontrar ahí. Fuimos en el carro y decidimos no llevar nuestro equipaje para tener menos peso. El camino no era tan bueno como el día anterior, se trataba de una terracería con muchas subidas y bajadas; sobre todo al final, nos encontramos con descensos tan fuertes que temimos que el auto no pudiera subirlas en el retorno. Decidimos bajarnos y Julio hizo la maniobra de regresar en reversa hasta una sección relativamente plana.

Tuvimos que regresar por esa gran subida para bajar agua del carro, y yo también necesitaba la cámara y el dron. Caminamos el último tramo y nos encontramos con una reja que impedía el paso a una sección que es propiedad de un hotel, mientras que al otro lado se encuentra un parque municipal que consiste en una serie de senderos entre la selva.

Estela lisa en Sacpetén
El sitio arqueológico de Sacpetén estuvo ocupado principalmente en el Posclásico y en la época de contacto, ya que la región no fue conquistada sino hasta 1697 y luego fue abandonada. Se trata de una península en la laguna del mismo nombre, la cual cuenta con dos pequeños cuerpos de agua y con un itzmo estrecho que la comunica con tierra; ahí se construyó un foso y una serie de grandes muros defensivos que impedían el libre paso al antiguo asentamiento.

De dichos muros ya no queda arquitectura visible, subimos sobre ellos con dificultad por la pendiente, pero de inmediato llegamos a un montículo de regular tamaño. Nada se veía que indicara la forma del edificio, por lo que seguimos adelante. Ascendimos por un par de plazas escalonadas que también tenían otros edificios arruinados por completo y en la parte más alta de la península nos encontramos con una plaza que tenía alrededor unos montículos alargados que en lugares parecidos han sido identificados como casa del consejo, un lugar donde se reunían quienes estaban a cargo del asentamiento, ya que en tiempos tardíos no había un gobernante que tomara todas las decisiones. Estas construcciones no conservaban piedras de revestimiento, pero la forma de los montículos aún dejaba ver que tenían dos cuerpos y unas anchas escalinatas.

Estructura circular en Sacpetén
Ya de bajada, pensando que no habríamos de encontrar ningún vestigio de arquitectura en pie, estuve revisando un poco más los conjuntos que pasábamos, por ello pude encontrar una estela lisa en un grupo intermedio. Finalmente, al llegar a los muros defensivos de la entrada, pudimos encontrar un paso menos difícil en el lado poniente, donde tal vez estuvo el acceso original, ya que la pendiente era mucho menor. En un costado de esa especie de rampa que pudo ser anteriormente una escalinata, encontramos una rara edificación que estaba sobre una pequeña plataforma bien visible sobre el talud. Al centro tenía un recinto pequeño y de forma circular, con una hilera de piedras en su base, como formando la boca de un pozo. No pudimos identificar la función de esta estructura y Eduardo y yo tuvimos un primer debate sobre si era arquitectura maya o no, yo argumentaba a favor porque me parecía muy poco probable que los españoles hubieran construido algo en ese lugar y Eduardo en contra porque nunca había visto algo como eso. Antes de irnos volé el dron, obteniendo unas tomas sumamente bellas de la laguna y la península con sus ojos de agua. Finalmente regresamos al auto, nuevamente caminando por el empinado camino, esto más tarde haría mella, sobre todo en Julio.

Decidimos pasar a comprar helados y agua a la tienda cercana al hotel y seguir de largo hacia El Chal. Este es un importante sitio a 60 km de distancia desde El Remate, donde nos encontrábamos. Llegamos hasta el poblado del mismo nombre y tomamos algunas calles, en parte sin pavimentar, hasta llegar a la cercanía del sitio arqueológico, inmediatamente al sur de las casas actuales. Primero equivocamos el rumbo porque no sabíamos dónde era la entrada, pero luego de regresar un poco, nos encontramos con el acceso,

Estela en El Chal
El recorrido es un circuito, pasando primero por la plaza principal, ahí se encuentran varias estelas y altares erosionados pero que aún muestran algunos grabados. La número 4 está de pie y todavía se alcanzan a distinguir levemente los personajes que fueron plasmados en sus dos caras principales, además de glifos laterales. Al sur hay una gran acrópolis que recorrí sorprendido por la monumentalidad inesperada de este sitio. Me encontré con dos plataformas masivas con numerosos edificios, aunque no encontré más que una pequeña sección de muro en pie. Días más tarde nos dijeron que ahí había restos de una bóveda al menos, pero no pude verla por ningún lado.

Bajé por otra plaza al suroeste, ahí habían algunos fragmentos de estelas borradas y montículos. Finalmente regresamos al principio; yo quise encontrar el juego de pelota pero estaba en una sección muy llena de maleza. Julio tardó tomando fotografías, por lo que tuve tiempo de regresar a un costado de la Acrópolis para encontrar otra estela tirada, aunque tampoco mostraba relieves visibles

Después de que todos llegamos de nuevo al punto de inicio, nos apresuramos a regresar a El Remate, porque se acercaba el tiempo de entregar la habitación de nuestro hotel. En el camino un motociclista se atravesó en un cruce sin mirar, estuvo a punto de golpear el auto de Julio o, aún peor, un tráiler que pasaba por el otro carril. Estuvo muy cerca de ser una tragedia, pero milagrosamente el imprudente conductor de la motocicleta no tocó a nadie. Con ese susto llegamos a El Remate, entregamos las llaves de la habitación un poco tarde y cargamos nuestro equipaje, aún faltaba un par de visitas en el día.




sábado, 13 de abril de 2024

Viaje por el noreste del Petén. Parte 2: La Joyanca

Palacio en La Joyanca

En la tienda de Naranjo preguntamos por información del camino a la Joyanca pero, por lo que vimos, probablemente casi nadie ahí sabía de la existencia de ese sitio arqueológico; teníamos dudas del estado de la terracería debido a que debíamos entrar en el carro de Julio. En cambio, nuestros compañeros, los Partida, tenían una camioneta 4x4, por lo que no tendrían ninguna dificultad. Para nuestra suerte, el camino era bastante bueno y pudimos avanzar por un buen rato, tomando algunas otras brechas sin señal alguna, pero yo tenía bien marcada la ruta en mi celular. Avanzamos muy bien hasta encontrarnos bajo una colina donde debía estar el sitio que buscábamos, ahí había camino hacia ambos lados. Nos decidimos por la izquierda, donde se ascendía bastante. La pendiente poco a poco iba haciéndose más pronunciada, llegando el momento que el carro de Julio no pudo subir con nosotros a bordo. Eduardo y yo nos adelantamos a ver si encontrábamos la entrada de La Joyanca, mi primer intento no fue exitoso, pero a la segunda, tanto él como yo llegamos a la caseta de los custodios del lugar.

Estructura principal de La Joyanca
Regresamos a avisarle a los demás que habíamos llegado y Julio pudo llevar su carro hasta la cima de la subida, donde lo dejó estacionado. Así comenzamos nuestra visita, La Joyanca es un sitio del que me enteré estando en el primer semestre de la carrera de Antropología; acudí a la biblioteca central de la UNAM y me dio curiosidad ver algunos libros de arqueología que ahí habían, uno de ellos trataba por completo de este sitio antes desconocido para mí; supe que algún día estaría ahí, y ahora era ese día.

Pudimos ver varios paneles con información y luego me adelanté a fotografiar. Caminé por alrededor de 300 m y llegué a la parte trasera de un par de grandes edificios que bordeaban la plaza central del sitio. A mi izquierda me encontré primero con un gran palacio alargado. Sus escalinatas tenían escalones con huella muy grande y tuvo quizá 7 habitaciones en línea. Junto a esta estructura pude ver un montículo más alto que en su lado izquierdo muestra una subestructura con una rara crestería formada por triángulos; solo uno está visible, pero debió tener más que ahora están debajo de otra etapa constructiva. Ahí dentro pude ver los restos de al menos dos habitaciones que tenían unas raras ventanas rectangulares y alargadas.

Estela en La Joyanca
Continué hacia el otro lado de la plaza, donde había un montículo elevado, me llamó la atención que en el lado más lejano había una terraza con un edificio palaciego que conservaba las partes bajas de sus paredes. Más adelante, caminé por una calzada otros 30 m, llegando a otro grupo arquitectónico más al este. Nuevamente me sorprendió que hubiera ahí otro palacio con arquitectura visible, este tenía forma de "L" y había un edificio más pequeño en su extremo abierto. Un poco más adelante vi un pequeño basamento piramidal y una estela tirada, la cual aún mostraba algunos glifos en su costado

Cuando fui a buscar la entrada del sitio olvidé sacar mi agua del auto, y en este punto del recorrido ya tenía una fuerte sed, por lo que decidí regresar a la plaza central. Mis compañeros quisieron ir a buscar la estela cuando les conté lo que había visto más adelante y yo me tendí en el suelo a descansar un poco, y a tratar de evitar sudar más y perder más agua.

Mono araña en La Joyanca
Después de un rato que me pareció muy largo por las condiciones en las que me encontraba, pude ver algunos monos araña que estaban pasando sobre donde yo estaba. Me entretuve un rato mirándolos, pero después comencé a cansarme de esperar, los demás demoraban. Cuando finalmente aparecieron, nos dirigimos a la casa de los custodios, donde firmamos el libro de registros y nos enteramos que éramos los primeros visitantes en alrededor de 3 meses.

Finalmente salimos del sitio y tomamos el trayecto de regreso a la carretera que va a La Libertad, cortando algo de camino, ya que no regresamos de la misma forma en que llegamos. Los Partida se separaron de nosotros una vez en la ruta pavimentada porque querían hospedarse en Flores, mientras que nosotros íbamos para El Remate. Habíamos pensado pasar a otro sitio más, pero para entonces ya estaba oscureciendo. Pasamos La Libertad, pero después el hambre nos hizo detenernos a cenar en San Benito, a orillas de Flores. Ya era de noche y tardamos en llegar a nuestro hotel, que ya estaba cerrado a esa hora, por fortuna nos estaban esperando porque avisé que llegaríamos tarde; no así a Ernesto y Valeria, quienes se hospedaron al otro lado de la calle, pero donde nadie les abrió. Por fortuna nuestra hospedera pudo contactar al dueño de su hotel y pudieron entrar minutos más tarde. Terminaba el largo trayecto desde la Ciudad de México, al día siguiente iríamos a nuestro lugar de reunión con todos los demás compañeros: Melchor de Mencos, en la frontera con Belice.


sábado, 6 de abril de 2024

Viaje por el noreste del Petén. Parte 1: De la ciudad de México a La Florida-Naaman

Frontera El Ceibo
El 20 de marzo por la tarde salí de mi casa con rumbo a la central de autobuses del norte, donde me encontraría con Eduardo y con Julio para salir a un nuevo recorrido por el Petén guatemalteco. Cruzar la ciudad fue una auténtica pesadilla, la hora pico hubiera provocado que un viaje en taxi fuera sumamente caro, por lo que decidí llegar por trolebús, ya que podía ir de terminal en terminal, de forma que no tuviera problemas para ascender o descender. Fui primero al estadio de Ciudad Universitaria y luego a Taxqueña. En este punto las ruedas de mi maleta saltaron de su lugar y me percaté que su soporte estaba roto, por ello tendría que cargarla cada vez que me moviera de lugar; iba bastante pesada por los implementos para acampar y una reserva de dinero en monedas, fue algo cansado, pero no representó un problema mayor. Resultó mucho más molesto el hecho de que no había llegado ni a la mitad de mi trayecto cuando ya había gastado 2 horas. Tomé el trolebús de eje central y completé casi 3 horas y media, siendo el último de los tres en llegar.

Subimos al auto de Julio y comenzamos el trayecto hacia la autopista a Puebla, paramos cerca de Santa Martha y esperamos a Ernesto y Valeria; luego de un rato el auto ya estaba lleno y todo listo para viajar toda la noche hasta la frontera de El Ceibo, límite de México y Guatemala. Para llegar ahí seguimos hacia Puebla, luego a Córdoba; más allá tomamos la desviación al sureste hasta Coatzacoalcos y luego a Villahermosa. Seguimos con rumbo a Escárcega, pero desviándonos en Emiliano Zapata y llegando a Tenosique. Más allá de las 9 de la mañana arribamos al puesto fronterizo, donde nos encontramos a Gabriel, Edgar y Jaime, quienes salieron de Chiapas para unirse a este viaje. El cruce fue lento porque nadie quiso pagar un gestor, esto obligó a que camináramos a sacar copias y depositar un impuesto en el pueblo de El Ceibo.

Monumentos en la cancha de futbol
Cuando finalmente logramos cruzar, unos minutos después que nuestros compañeros de Chiapas, todos juntos nos dirigimos a la aldea de Naranjo, a poca distancia de donde nos encontrábamos. Ahí llegamos a su parque central y giramos hacia una vieja pista de aterrizaje que parece ya no ser usada en la actualidad. Entre casas y en áreas verdes pudimos ver los grandes montículos del sitio arqueológico de La Florida-Naaman. Lo primero que fuimos a buscar fue una cancha de futbol, la cual encontramos con gran facilidad, aunque era más pequeña que el tamaño estándar de los terrenos donde se practica ese deporte. Lo primero que notamos fue que esa cancha estaba en una plaza prehispánica, rodeada de edificios que no mostraban arquitectura, ahora son solo montículos; pero lo más sorprendente fue que a un lado de una de las porterías encontramos restos de monumentos con grabados, tirados al aire libre. No pudimos identificar las figuras pero las líneas se observaban claramente, a unos metros habían más fragmentos y del otro lado del campo yacían estelas sin grabado, tal vez ya erosionadas.

Río San Pedro en la aldea de Naranjo
Ya de inicio teníamos sorpresas que no esperábamos encontrar, estuvimos un rato fotografiando y buscando en los edificios circundantes, aunque solo pude identificar algunas piedras que debieron pertenecer a una escalinata pero que ya estaban algo desordenadas. Al no encontrar nada más, preguntamos a una señora que pasaba por el destacamento militar, ya que sabíamos que cerca de ahí había algo más qué ver. Amablemente nos dijo el camino que debíamos tomar, el cual era muy corto ya que estábamos a tres o cuatro cuadras únicamente. Antes de llegar ahí vimos el río San Pedro, el cual discurre por la orilla del poblado y nos acercamos a su orilla para tomar fotografías. Después de eso, llegamos a la entrada del destacamento, donde vimos un gran montículo y varios monumentos que estaban cubiertos de cal. Hablamos con los guardias, quienes no sabían nada de la procedencia prehispánica de esas piedras y tampoco podían permitirnos pasar sin un permiso especial. A unos cuantos pasos, muy cerca de un pequeño meandro del río, vimos un techo de lámina que cubría varias estelas rotas y una de ellas completa.

Monumentos de La Florida-Naaman
Esta estela muestra un gobernante que mira hacia la izquierda, en una pose estándar, con una mano extendida que sostiene algo no muy claro frente a él y la otra con un bastón de mando casi pegado al cuerpo. Sobre la cabeza lleva un gran tocado y a los lados tiene cartuchos con glifos. Los otros fragmentos también tienen inscripciones; gracias a estos monumentos se ha identificado el nombre de la dinastía que gobernó este lugar, el cual es Naaman. 

Mientras todos tomaban fotografías, caminé unos pasos al río para mojarme un poco la cabeza, el calor era muy intenso y ya estaba cercano a los 40°C; por eso mismo después de nuestro corto recorrido nos dirigimos a la primera tienda que vimos para comprar paletas heladas. El primer sitio del viaje resultó ser bastante grande y con las primeras sorpresas, comenzábamos muy bien.



martes, 15 de agosto de 2023

Trekking a El Mirador. Parte 11: San Claudio y regreso a casa.

 
Estructura principal de San Claudio
No tuve que romperme la cabeza ni hacer recorridos largos para llegar hasta la frontera y regresar a México. Al anochecer del sábado santo, la última noche que pasé en Flores, William me mandó mensaje disculpándose por no haberme avisado de su recorrido del día y me dijo que por algunos problemas tendría que regresar al día siguiente hacia Mérida. Le pregunté si era posible que me fuera con ellos hasta Tenosique y me dijo que no había problema. Hice algunas compras y me preparé para salir al medio día siguiente.

Por la mañana, acompañé a Adriana, a quien Jorge recogería en el mismo lugar donde nos había dejado el transporte de Carmelita. Estando ahí nos encontramos con Carlos, quien había tenido que ir a Melchor de Mencos, frontera con Belice, para encontrarse con su novia, quien venía desde Chetumal en auto para acompañarlo, pasaron a Yaxhá y ahora se dirigirían a Tikal. También estaba ahí Valeria, quien había llegado con Ernesto, pero él se fue a Chetumal el día anterior y se había quedado sola, pensando en regresar por su cuenta. Jorge le ofreció que ocupara el lugar que tenía yo en el viaje de ida, así que se unió a ellos y emprendieron el viaje de regreso, llegando a la ciudad por la madrugada del lunes.

Estructura principal de San Claudio

Yo regresé al hotel y mandé mensaje a William. Me avisó que estaban a punto de cruzar el lago con la camioneta en ferry, así que me apresuré para alcanzarlos en el muelle, el cual estaba cerca de donde me encontraba. Alcancé a llegar justo cuando estaban a punto de atracar en la orilla; con él venía su padre, Juan y Thomas, con la intención de ir al mercado, así que nos dirigimos hacia allá.

Encontramos muchos puestos cerrados, por lo que no compramos nada interesante. Decidimos ir al centro comercial para comprar botellas de ron y nos encontramos con una ginebra que tenía una botella preciosa con una máscara de jade de Tikal y una serie de glifos mayas. Casi todos terminamos comprando una de esas.

Nos despedimos de Juan, quien tomaría un vuelo a Cancún desde ahí y el resto de nosotros nos fuimos en la camioneta con rumbo a El Ceibo. El camino fue mucho más ligero que cuando arribé días antes, no teníamos el peso de las largas horas de carretera del rumbo contrario. Ya cerca de la frontera nos debatimos entre tratar de visitar un sitio en el lado guatemalteco o ir a San Claudio, ya en Tabasco. Decidimos ir a la segura del lado mexicano y cruzamos la frontera sin ningún problema, con un trámite bastante rápido para cruzar el vehículo.

Estructura principal de San Claudio
Poco después llegamos hasta San Claudio y paramos para hacer una breve visita. El sitio se veía diferente a cuando lo conocí, una década antes. La hierba estaba mejor cortada, pero había áreas llenas de maleza que antes estaban libres de ella. Vimos la estructura principal y Thomas caminó por un sendero que se perdía entre arbustos, regresó para decirnos que teníamos que ir ahí y nos encontramos con una hermosa vista del lago que está junto al sitio.

Regresamos a la camioneta y llegamos a Tenosique, ahí Thomas estuvo buscando sin éxito una quesería abierta. Finalmente desistió y me dijeron que seguirían el camino hacia Mérida, por lo que les pedí que me dejaran en Emiliano Zapata, ya más cerca de Villahermosa y donde podría encontrar más opciones de transporte. Luego de algunos kilómetros encontramos puestos con el ansiado queso, ahí pude comprobar el porqué de la insistencia de buscarlo, el sabor era extraordinario, aunque decidí no comprar para no cargar más, pero fue una difícil elección.

Llegamos a Emiliano Zapata pasando las 7 de la noche y me dejaron en la terminal de autobuses. Los demás fueron a cenar en algún lugar cerca y yo entré a comprar mi boleto a Villahermosa, encontrando solamente una corrida que salía entre 8:30 y 9 pm. Los demás regresaron para regalarme una torta de carne al pastor y finalmente nos despedimos; más tarde me enteré de continuaron hasta Mérida, llegando a la mañana siguiente.

Laguna de San Claudio
Mi idea inicial era visitar un par de sitios en Orizaba y luego otros en Puebla, sin embargo, empecé a revisar por internet las opciones de autobuses en Villahermosa y no pude encontrar ni una sola con lugar ni a Orizaba, ni a Córdoba, ni a Puebla, incluso no había ninguna para la Ciudad de México. En este dilema estaba cuando llegó mi autobús, ya sobre las 9 de la noche. En el camino recordé que Lizbeth estaba haciendo trabajo de campo en Veracruz. Le mandé mensaje y me dijo que saldría de regreso a la ciudad por la mañana pero que podía cambiar la hora de su boleto. Conseguí uno de los últimos lugares disponibles para dirigirme donde ella estaba, en una corrida que saldría a las 2 de la mañana y le pedí que me comprara un boleto en el mismo camión que ella con una transferencia que le mandé. Por casualidad terminamos regresando juntos a la ciudad, pero aún me faltaba un largo camino para llegar con ella.

Laguna de San Claudio
Llegué a Villahermosa por una terminal que no conocía y que estaba al otro lado de la avenida principal. Eran más de las 10 de la noche y tuve que caminar varias cuadras para llegar a donde tomaría el autobús de ADO. Esto no me gustó nada porque esa ciudad nunca me ha dado buena espina y ahí tuve una experiencia muy desagradable años atrás. La terminal estaba a reventar, ni siquiera podía pasar a la sala de espera, no había tiendas abiertas ni baño en la parte externa donde tuve que esperar, yo tenía mucha sed, pero tuve que aguantar casi 3 horas así. Media hora antes de la salida por fin me dejaron pasar, por lo que aproveché para comprar algo para el camino. El autobús salió casi a tiempo, sin embargo, y a pesar de que se suponía que era una corrida de lujo (que nunca uso porque me parece un desperdicio de dinero, ya que no hay mucha diferencia con las corridas regulares), el camión olía fuertemente a orina, algo que tuve que soportar toda la madrugada y parte de la mañana, hasta que llegué a Veracruz, pasadas las 8 am.

Laguna de San Claudio
Lizbeth ya me estaba esperando, aunque los boletos que consiguió eran para las 11 de la mañana y no eran asientos juntos. Incluso los camiones de segunda estaban completamente llenos.  Si en Guatemala tenía el problema de que no trabajaban los transportistas, en México tuve uno casi contrario, había muchas corridas, pero la cantidad de usuarios las sobrepasaba, nunca me había encontrado tanta gente en cualquiera de las terminales que pasamos.

Estuvimos sentados en el suelo y platicando por un buen rato, cuando la hora de salir se acercaba fuimos a la puerta de la sala de espera, aunque nos dijeron que nuestro autobús salía al otro lado de la manzana. Caminamos hasta ahí y media hora después habíamos abordado. Este era un autobús de segunda, que no tomaría la autopista directa, así que el viaje sería largo, aunque sin malos olores y en condiciones mucho más limpias que el de "lujo" anterior. Además, la señora que originalmente iba junto a mí aceptó cambiar su lugar con Lizbeth, por lo que nos fuimos juntos y pudimos platicar todo el camino.

La ruta que siguió el autobús fue por Cardel, con una parada, luego rodeó hacia el norte para llegar a Perote, donde hizo una segunda escala. De ahí cruzó las llanuras de Puebla y se desvió hacia Huamantla y Apizaco. Más adelante tomó la carretera hacia Calpulalpan y de ahí a Texcoco. Arribamos a la ciudad por el Peñón de los Baños y llegamos a la terminal TAPO alrededor de las 6:30 pm. Subimos al metro de la línea B (la 1 no funcionaba), y fuimos a Balderas. Mi último transporte fue un taxi, llegando a mi casa cerca de las 8 pm, varios días antes de lo planeado, pero con mucho menos cansancio que el previsto. Así terminó el viaje más esperado desde que inicié mis recorridos por el área maya, finalmente había conocido El Mirador.