miércoles, 6 de noviembre de 2019

Práctica de campo en Tlayacapan, pt. 3. El monte al sur del poblado

Cima de "La encumbre"
En las últimas dos semanas de la práctica de campo salimos varias veces a caminar y a subir a los montes al sur del poblado; también estuvimos jugando futbol varias tardes y donde se encontraban las canchas pudimos encontrar numerosos restos de obsidiana y algunos fragmentos de navajillas. 

Un día después de regresar de comer, Andreas me dijo que quería subir al cerro de "la ventanilla", el cual estaba muy cerca de la casa donde nos quedábamos. Algunos del grupo nos animamos a ir y justo antes del anochecer ascendimos por un camino que llegaba a un tanque de agua a la altura de medio cerro; nos topamos con una ladera recién quemada y mucho lodo por lo que fue bastante difícil pasar y la mayoría terminamos sumamente sucios y con la ropa manchada de carbón. Un poco más arriba llegamos a una saliente que no era la cima pero que estaba coronada por una cruz y tenía una gran vista hacia Tlayacapan. Estuvimos ahí hasta que la noche ya había caído e hicimos señales a nuestros compañeros del campamento con las luces que teníamos entre lámparas y celulares, ellos nos respondieron y pudimos verlos sin problema.
Pequeño montículo en la cima de "La encumbre"

Poco después, de nuevo Andreas junto con Fernando me sugirieron intentar llegar hasta el Huixtlaltzin, un gran cerro frente al Tlatoani. Invitamos a varios compañeros pero nadie quiso unirse a ese recorrido. Nos fijamos una mañana para subir y nos levantamos bastante temprano; no salimos de inmediato pues el clima era pésimo: había neblina y llovía intermitentemente. Pasamos un buen rato dudando si era mejor posponer nuestro propósito pero al final decidimos hacer el recorrido de todos modos ya que comenzó a despejarse un poco.

Decidimos recorrer las cumbres de los cerros que formaban una cadena desde La Ventanilla hasta el Huixtlaltzin, pasando por El Sombrerito y La Encumbre. Así comenzamos subiendo nuevamente al primer cerro pero en lugar de detenernos en la cruz donde habíamos llegado anteriormente, tomamos un camino que seguía bordeando el cerro y luego subía a la parte más alta. 
Vista desde la Encumbre

Solamente por unos instantes las nubes nos permitieron ver Tlayacapan pero luego la neblina comenzó a cerrarse nuevamente, avanzar en la subida era un poco complicado por la gran humedad que hacía todo más resbaloso. Por todo el sendero había bastantes milpies de buen tamaño que al parecer salen cuando llueve.

Llegamos hasta una gran pared de piedra donde el camino se bifurcaba, seguimos hacia el poniente para no desviarnos de nuestro rumbo y gracias a la poca visibilidad nunca nos dimos cuenta que acabábamos de pasar junto al cerro del sombrerito, llegando a la siguiente elevación llamada "la encumbre", pero nosotros creíamos que aún no llegábamos a ese último cerro.

La parte alta era bastante plana, con una leve inclinación hacia ambos lados de la cima. Al aproximarnos a la zona más alta comencé a notar la presencia de terrazas muy destruidas y cubiertas de pastos y hierbas. En un punto nos encontramos con una plataforma cuadrada con dos cuerpos que incluso mostraba parte de una escalinata de acceso. Se trataba de un pequeño sitio que no figuraba en los que conocíamos por boca de los arqueólogos de la zona.
Terraza en el Huixtlaltzin

A unos metros de la plataforma encontramos una cruz de metal pero no pudimos ver nada hacia el pueblo por la bruma. Escuchábamos voces de jóvenes más abajo pero no podíamos ver de dónde provenían. 

Más adelante nos encontramos con una gran bajada y comenzó a despejarse, por lo que pudimos darnos cuenta de que el camino llegaba a un paso bajo y luego ascendía de nueva cuenta, casi sin ninguna duda el cerro que seguía era el Huixtlaltzin, el cual era nuestra meta y que tiene restos prehispánicos ya explorados en su cima.

En el paso bajo al que llegamos nos encontramos con varios jóvenes que pasaban ahí el rato, luego de platicar con ellos nos indicaron por dónde subir al Huixtlaltzin y supimos que ellos formaban parte de varios proyectos colectivos además de tocar música juntos. Al final les pedimos sus datos y días más tarde los invitamos a participar como un grupo focal en nuestro proyecto de la práctica.
El Tlatoani y el Zihuapapalotzin desde el Huixtlaltzin

El último ascenso también fue algo complicado porque había que rodear riscos muy escarpados pero al poco tiempo alcanzamos la cima. La bruma se había disipado lo suficiente como para poder apreciar la belleza del lugar. Ahí podía verse el cerro del Tlatoani con el Zihuapapalotzin detrás, además de la barranca de Tepecapa, por donde habíamos pasado tiempo antes para llegar a la cueva del gallo.

Nos encontramos con varias terrazas y restos de pequeñas plataformas pero todo muy destruido y poco visible, aún menos que la estructura de la encumbre. Ahí pudimos identificar un lugar desde el cual los españoles intentaron tirar con arcabuses hacia la cima del Tlatoani cuando los habitantes locales se atrincheraron en dicho sitio de forma que fue imposible para los conquistadores ascender, decidiendo intentar el ataque desde el cerro cercano, en el que nos encontrábamos.

Bajamos por el mismo camino que tomamos para subir, puesto que el resto de caras del cerro eran riscos verticales imposibles de pasar. Luego de algunos minutos llegamos hasta el camino que seguimos varias veces antes para llegar a las nopaleras y a la base del cerro del Tlatoani. Desde ahí llegamos justo a tiempo para ir a comer y descansar. Se trató del recorrido más largo que hicimos en toda nuestra estancia y el que tuvo las vistas más hermosas de toda la práctica.