miércoles, 19 de junio de 2019

Viaje al Puuc. Pt. 27. Sihó y San Pedro Tetiz, Yucatán

Monolito de Sihó. Izquierda: Teobert Maler, Derecha: Eduardo González
El 3 de enero no fue un día muy pesado, en la mañana Eduardo llevó a Mónica al aeropuerto para que tomara un vuelo de regreso a casa; él estaba bastante lastimado de la rodilla pero quería acompañarnos así que escogimos algunos sitios cercanos a carreteras para que no tuviera que moverse mucho; Adriana tenía ya un vuelo reservado para ese mismo día por la tarde así que el tiempo estaba contado. 

Por fin me tocó subir al jeep "Teoberto Maler" y salimos de Mérida con dirección a Halachó y desde ahí al pequeño poblado de San Antonio Sihó; ahí existió una hacienda del siglo XIX que ahora se encuentra prácticamente en ruinas y que fue construida sobre los restos de una antigua ciudad maya que debió tener proporciones importantes a juzgar por el tamaño de los edificios que ahí se encuentran.
Monolito frente al casco de la hacienda

Al llegar al centro del pueblo vimos de inmediato un gran monolito que se encuentra de pie en uno de los costados de la plaza, se notan las aristas labradas y una gran perforación que va de lado a lado; parece una gran estela pero no se nota ningún grabado por lo que no estamos seguros de que lo fuera.

Estacionamos el jeep muy cerca y bajamos para observar de cerca; Eduardo andaba con mucha dificultad apoyándose en un gran bastón que le habían hecho en alguno de los sitios que visitó antes de reunirse con nosotros, justo después de haberse lastimado de gravedad.

Lo primero que hicimos fue revisar una antigua foto de Teobert Maler de la misma piedra al parecer colocada en el mismo lugar incluso antes de que la hacienda fuera levantada, ahí aparecen dos locales que dan idea de las dimensiones del monolito; Eduardo tomó una fotografía recreando aquella con Julio y yo en el lugar de las personas que ahí aparecen.
Sarteneja y primera estructura de Sihó

Volvimos a subir al jeep y tomamos un camino cercano, en un momento pensé que íbamos en una dirección equivocada así que intenté convencer a Julio de que diera vuelta para tomar otra carretera, cuando saqué mi brújula para mostrar que íbamos al norte cuando debíamos tomar rumbo al oeste otra vez la aguja estaba apuntando mal...

Julio ya había visitado Sihó así que no pasó mucho tiempo cuando se dio cuenta de que no llegábamos al sitio y decidió regresar al centro del poblado; una vez ahí nos dirigimos al sur y luego encontramos la carretera que pasa por el lugar que estábamos buscando.

Luego de poco tiempo pudimos ver algunos montículos pero toda el área estaba bastante cubierta de maleza, temimos que fuera muy complicado llegar a las estructuras del lugar y que Eduardo no pudiera pasar pero de pronto Julio paró y nos indicó un camino que estaba bastante bien marcado y no muy complicado de recorrer.
Palacio en Sihó

Tomé el machete y marché al frente para abrir camino que permitiera a Eduardo moverse sin obstáculos, llegué hasta una intersección y Julio me indicó que los dos caminos que salían de ese punto llevaban a grupos arquitectónicos diferentes del sitio. Tomamos el que seguía más recto y luego de unos 50 metros llegamos a un ligero desnivel y luego a la base de una escalinata donde se encontraba una gran sarteneja; arriba estaba una estructura con varias habitaciones y un muro intermedio casi completo que mostraba la parte trasera de una bóveda escalonada. El estilo era totalmente similar al de Oxkintok, revelando que Sihó es uno de los sitios más antiguos de esa zona del Puuc. Estuve limpiando el acceso porque ahí habían crecido bastantes plantas que complicaban la subida, fue bastante arduo porque el machete había perdido gran parte de su filo y había que golpear más fuerte y más frecuentemente.
Tercer estructura de Sihó

Luego de recorrer el edificio y tomar fotografías regresamos a la intersección para seguir el segundo sendero, ahí había un poco más de maleza pero nada que fuera especialmente difícil de seguir. Llegamos hasta un área arbolada sobre un terreno un tanto más elevado, ahí se veía claramente una gran pared que parecía haber sido restaurada; subimos por un costado y llegamos a lo que parecía una gran plaza donde un costado estaba ocupado por un palacio cuya pared trasera era el muro que vimos antes; se podía apreciar claramente el basamento bajo sobre el que estaban tres habitaciones alineadas sin ningún vestigio de bóvedas y una gran escalinata que llevaba a la plaza. Efectivamente todo el edificio había sido restaurado y los muros parecían haber sido acomodados como si las piedras fueran ladrillos modernos, algo que pocas veces había visto en cualquier otro sitio maya, el estilo de restauración es más propio de la arqueología del centro de México.
Plataforma norte de San Pedro Tetiz

Cruzamos la plaza y nos encontramos con un gran montículo piramidal totalmente destruido, subí a la cima pero no pude apreciar nada en los alrededores por la cantidad de árboles que había en la zona. Luego de bajar por el lado contrario vi un tercer edificio en pie que parecía menos restaurado que los anteriores, tenía aún habitaciones con bóveda pero no me acerqué todavía ahí y crucé una segunda plaza, llegando a más montículos bajos sin ningún muro expuesto, únicamente pude ver un segmento de piedra labrada tirado en el suelo.

Cuando regresé al tercer edificio en pie, mis compañeros ya se encontraban ahí. La estructura estaba sumamente cubierta de maleza y fue imposible limpiar más que en uno de los costados; al parecer el edificio tenía tres habitaciones y al menos dos de ellas aún estaban en pie: una al centro y la otra a un costado. Entramos a esta última y pudimos ver que el muro exterior había sido restituido en su lugar por las piedras numeradas que usaron los arqueólogos, no habían muchos detalles que apreciar pero al parecer se trataba de otra estructura antigua, contemporánea de Oxkintok.
Estructura colonial entre la maleza

Terminamos la visita a Sihó a pesar de que aún quedaba una estela en pie en algún grupo arquitectónico en los alrededores; decidimos visitar un pequeño sitio más cercano a Mérida llamado San Pedro Tetiz y por ello tomamos rumbo hacia Umán y luego rodeamos la capital yucateca para llegar a la carretera que va rumbo a Celestún. Sin mucha dificultad encontramos el camino de acceso al sitio y llegamos hasta un punto donde sabíamos que había un pequeño juego de pelota.

En el oriente de Yucatán se han encontrado recientemente numerosos sitios pequeños que datan del preclásico medio y están formados generalmente por una cancha de juego de pelota y una plataforma baja; se trata de una manifestación de éste tipo de conjuntos entre las más antiguas que se conocen. 

No pudimos apreciar gran cosa porque la maleza estaba muy crecida y los taludes del edificio eran muy bajos, hubiéramos tardado bastante en limpiar lo suficiente. Salimos a la carretera y buscamos la plataforma norte del sitio, vimos una estructura entre la maleza y por ello bajamos a buscarla, yo marché nuevamente al frente y al llegar hasta ahí me di cuenta de que era un edificio colonial abandonado; regresé para avisarles a los demás y a unos pasos de donde ellos estaban nos encontramos con un edificio muy pequeño en forma de T que tenía dos cuerpos bastante bajos, fue lo único que pudimos documentar de San Pedro Tetiz.

Regresamos ya un poco apresurados a Mérida y llevamos directamente al aeropuerto a Adriana; luego de ello Julio regresó con su familia y Eduardo me ofreció quedarme en su hotel pues su habitación tenía dos camas y Mónica ya se había ido; yo preferí regresar al hostal porque quería tener un rato para pasear a solas donde yo quisiera, había terminado mi labor de guía con Adriana y estaba bastante relajado. Salí a buscar marquesitas para comer, recorrí algunas librerías y busqué piezas prehispánicas sueltas en las calles cercanas. Más tarde cené con Ernesto y Gaby, quienes llegaron a Mérida luego de haber recorrido el Puuc y así terminó mi último día en Yucatán pues a la mañana siguiente emprenderíamos el camino de regreso,

lunes, 17 de junio de 2019

Viaje al Puuc Pt. 26. Xpambehaltún, Campeche

Primera estructura de Xpambehaltún
El siguiente sitio que visitamos aquel día fue sumamente problemático; lo primero que hicimos fue buscar el camino de acceso en el borde de Cumpich, yo no estaba seguro de nuestra posición luego de habernos desviado al cementerio y eso complicó todo de inicio. Una serie de hechos extraños casi nos imposibilita realizar cualquier visita a algún sitio por el resto del día.

Hice dos intentos por ubicarnos y al segundo tomamos el camino más sureño que conducía a las inmediaciones de Xcucsuc, un sitio poco conocido que había podido ver en los vídeos inéditos de mi amigo Eduardo; solo unos metros adelante vimos que la brecha era terrible, comenzaba a ascender para pasar por el costado de una colina y estaba totalmente cubierta de piedras irregulares, algo imposible de pasar con el auto. Tomamos rumbo al norte para buscar un segundo camino alternativo pero de pronto vi que mi brújula indicaba que estábamos en una dirección equivocada, ahí me di cuenta de que en los anteriores intentos por ubicarnos había pasado lo mismo y por eso estaba teniendo problemas.
Primera estructura

A partir de ahí supimos que algo extraño sucedía, Julio y yo reconocíamos aquella carretera porque habíamos pasado por ella tiempo atrás cuando visitamos el sitio de Haltunchón, según el mapa era imposible girar tanto como para no dirigirse casi directamente al norte y sin embargo la brújula decía otra cosa. Decidí ignorar mi instrumento y dimos vuelta al poniente directamente hacia el sitio ¡mi sorpresa fue mayúscula al ver que la brújula ahora indicaba que nos dirigíamos al norte! el misterio fue creciendo, me imaginé que estábamos de alguna manera cerca de algún yacimiento de hierro o de una antena que generaba un fuerte magnetismo pero es prácticamente imposible encontrar hierro en la piedra caliza de la península de Yucatán y no se veía por ninguna parte algún indicio de instalaciones de transmisión o algo parecido, pedí a mis compañeros que revisaran la dirección en sus celulares y ambos indicaban erróneamente el norte, igual que la mía.
Restos de habitación

Le pedí el mapa a Adriana y lo coloqué sobre el volante, iba muy despacio revisando cada rasgo de la carretera contra la fotografía de satélite con la que contaba; no había duda, íbamos hacia el oeste por el camino correcto y las brújulas seguían apuntando en dirección del oeste en lugar del norte. Aún más sorprendente fue mirar claramente como al rodear un cerro la aguja de mi instrumento dio un giro de más de 360° para detenerse finalmente apuntando al verdadero norte.

Un poco más adelante llegamos a la entrada de un rancho, tuve dudas sobre la ubicación de Xcucsuc pero sabía que estábamos muy cerca. Mis compañeros se quedaron en el auto y yo caminé por los terrenos cercanos para buscar estructuras en pie. Encontré numerosos montículos y algunos pocos restos de muro pero ningún edificio medianamente conservado, incluso pasé por toda la parte trasera del rancho sin encontrar nada.
La decoración inusual del segundo edificio

Regresé al auto y decidimos avanzar un poco más para seguir buscando, un local que pasaba sumamente acalorado nos indicó que había unas ruinas más adelante aunque sus instrucciones fueron bastante vagas para ser de mucha ayuda; llegamos hasta un lugar donde el camino comenzaba a serpentear al pie de varios cerros y decidimos no seguir más allá, ya de regreso vi un llano con milpas y unos montículos bastante sugerentes, estábamos a punto de pasarnos pero decidí parar y echar un vistazo.

Así bajé nuevamente dejando a mis compañeros en el auto, ya llevaba cerca de hora y media caminando bajo un sol inclemente y me encontraba sumamente cansado pero no quería marcharme sin encontrar nada. Crucé un campo y llegué a la base totalmente enmontada de la colina más grande, la cual tendría 6 o 7 metros de altura; con dificultad subí a su parte alta y ahí me encontré con un gran chultún, justo en la cima había indicios de que alguna vez hubo una construcción pero nada más.
Bóveda en el segundo edificio.

Ya casi me rendía pero al mirar en dirección a donde el carro se encontraba, vi en una pequeña colina cercana un muro que se dibujaba a penas entre la maleza, hice señas a mis compañeros y me dirigí hacia ahí; luego de un rato nos reunimos todos en ese punto y pudimos ver un edificio bastante dañado pero que conservaba parte de las bóvedas de dos habitaciones, una detrás de otra y su acceso en el centro de la fachada frontal. Julio se puso a limpiar la maleza pero el machete ya estaba perdiendo filo, por ello fue algo tardado y difícil.

Luego de revisar el edificio, concluí que no se trataba del que había visto en el vídeo de Eduardo así que me dispuse a buscar en la parte trasera, ahí parecía haber un pequeño patio y del otro lado otro montículo. Fue difícil acercarme hasta ahí pero bien valió la pena pues esa segunda estructura estaba mejor conservada que la primera.
Polluelos de zopilote

Lo primero que pude ver fue un muro parcialmente expuesto bajo un montón de escombro, se trataba de un friso con una decoración bastante extraña de líneas verticales, no lo supe entonces pero en una de ellas existe incluso un glifo pintado. Al rodear el edificio vi un fragmento de bóveda aún en pie que tenía un hueco en su parte baja, me acerqué y noté un olor desagradable que provenía del interior, aún así entré para encontrarme con una habitación prácticamente completa; mis ojos se estaban acostumbrando a la oscuridad que ahí reinaba cuando empecé a escuchar un sonido extraño como de gruñido, temí encontrarme con algún animal agresivo pero no podía moverme demasiado, un momento después pude ver dos pequeños polluelos cubiertos de plumilla blanca y con la cabeza casi desnuda y negra, se trataba de crías de zopilote. Decidí no molestarlas y salí por el mismo hueco, afuera vi que su madre estaba posada en un árbol y por momentos graznaba y volaba de un lugar a otro amenazante.
Xpambehaltún entre la maleza

Julio y Adriana llegaron hasta ahí un rato después y luego de tomar fotografías decidimos regresar al auto, pasamos por un tercer montículo que no parecía tener arquitectura en pie pero que si tenía tres oquedades extrañas casi cuadradas en su parte alta, no pude saber la razón de su existencia porque estaban casi completamente cubiertas de escombro.

Ninguna de las dos estructuras era alguna de las que había visto así que concluimos que estábamos en otro grupo arquitectónico y que Xcucsuc era bastante extenso y disperso. Me intrigaba que Julio afirmaba muy seguro de ello que la decoración en líneas verticales la había visto en una publicación de Eduardo pero yo no vi nada parecido en el vídeo. Varios meses después pude saber la realidad del sitio en el que estuvimos: en realidad se llamaba Xpambehaltún y no formaba parte de Xcucsuc. 

Ahí terminaron nuestros recorridos del día, habíamos tardado demasiado, quería pasar a Bécal a comprar un sombrero para mi amigo Carlos, cosa que hice y acabé comprando otro para mí; debíamos llegar a Mérida a encontrarnos con Eduardo y Mónica; una vez ahí vimos que nuestro amigo estaba un poco mejor y ahora tenía unas muletas para ayudarse a caminar, más tarde nos reunimos con Balta y Nubia para cenar y terminamos todos en lugares diferentes: Julio se hospedó con su familia, Eduardo ya se encontraba en otro hospedaje, Adriana consiguió cuarto en un tercer hotel y yo ya tenía reservado un lugar en el hostal del primer día.

sábado, 15 de junio de 2019

Viaje al Puuc Pt. 25. Ichmac, Campeche

Restos de edificio en Ichmac
Empezamos el 2 de enero saliendo de Santa Elena y tomando el mismo rumbo con el que terminamos el día anterior, en lugar de dirigirnos a Ch'eeneb Ch'eel llegamos hasta el poblado de Cumpich; a partir de ahí tomamos una terracería que cruzaba una serie de campos de cultivo y luego serpenteaba entre algunas colinas, complicándose bastante nuestro paso aunque aún con eso avanzamos todo el tiempo sobre el vehículo.

Luego de varios kilómetros de trayecto, llegamos a una gran planicie cubierta de milpas, las plantas de maíz estaban bastante altas y eso complicó mucho llegar a nuestro destino pues esperábamos poder ver las estructuras prehispánicas en la distancia y eso fue completamente imposible. Para estar seguro del camino a tomar, además de revisar el odómetro del auto, nos pasamos a propósito de la distancia esperada para regresar con cuidado y volver a verificar cada sendero que pudiera llevarnos a nuestro destino.
Fragmento de bóveda

La estrategia dio buen resultado, dejamos el auto y caminamos por un camino bastante ancho y bien marcado, luego de poco tiempo pudimos ver el extremo de las milpas y ahí alcanzamos a distinguir los restos de un edificio maya, habíamos llegado a Ichmac.

Dejamos el camino y cruzamos entre el maíz hasta llegar al pie de un montículo muy enmontado, con ciertas dificultades subimos y nos encontramos con los restos de dos o quizá más habitaciones, quedaban partes de un muro divisorio y se podía ver claramente las bóvedas; en un momento me dí cuenta de que una gran roca sobre la que estaba parado era en realidad el dintel del acceso a un cuarto aunque estaba tan cubierto de escombros que a penas sobresalía de la superficie de fragmentos deshechos. Estuve buscando alrededor de las paredes y de inmediato me dí cuenta de que no estábamos en el edificio principal, el cual es bastante más grande.
El palacio entre la maleza

Anduve por un rato sobre un montículo alargado y luego de pasar hacia el lado contrario del mismo pude ver lo que en realidad buscábamos: ahí, entre una maleza tremenda se veía el costado del palacio, distinguí una escalinata volada y una o dos habitaciones con un bello estilo puuc, la fachada completamente lisa y su friso adornado sobriamente con hileras de columnillas.

Adriana y Julio me siguieron luego de un momento, tomé el machete y con gran dificultad me fui abriendo camino por lo que parecía ser una antigua plaza; por momentos era casi imposible avanzar a pesar de ir cortando una y otra vez pero luego de un rato en el que el calor por momentos parecía sofocante logramos llegar hasta la base de las habitaciones que pudimos ver anteriormente; nuestra primera impresión fue un tanto decepcionante porque queríamos ver las pinturas que hay en el interior de algunas habitaciones y todas las entradas estaban selladas con una puerta de malla que estaba totalmente sujeta a los muros con argamasa, imposible pasar sin dañar el edificio.
Lado norte de la escalinata

Aún con ello pudimos ver la gran belleza del edificio, había una larga hilera de habitaciones que se extendía a ambos lados de la escalinata aunque no todas estaban en pie. Nos acercamos al costado de la escalera y ahí también había sobrias decoraciones de columnillas; un estrecho pasillo dejaba pasar al otro lado y luego de ello nos encontramos con una habitación cuya entrada endeble estaba sostenida por un gran palo; el dintel tenía aún las marcas cuadradas de lo que fueron cartuchos glíficos que ya eran casi completamente invisibles.

Un poco más allá el edificio había colapsado por completo, ahí encontré un sendero que subía sobre los escombros a la parte alta; llegué arriba y me encontré con Julio, quien había ascendido por la escalinata a pesar de que el paso era muy complicado porque estaba totalmente cubierta de plantas.
Lado sur de la escalinata

Arriba se veían los muros de una hilera de habitaciones aunque únicamente llegaban hasta aproximadamente 1 metro de altura, sin quedar ya nada de las bóvedas ni de los dinteles de las puertas. Intenté despejar un poco con el machete pero en un momento me dí cuenta de que había una infinidad de avispas que salían de un hueco del muro. 

Cuando estaba a punto de bajar sobre los escombros del lado contrario del edificio al que había usado para subir, Julio le pidió a Adriana que le llevara su agua, la cual había dejado al pie de la escalinata pues ella no había subido. Le grité a ella que era fácil subir por el lado donde yo me encontraba pero no me hizo caso y decidió aventar la botella mientras Julio intentaba atraparla recostado boca abajo en el borde del primer piso. Claramente vi como mi compañero resbalaba y, temiendo que cayera de cabeza desde esa altura cercana a los 3 metros, intenté correr hacia donde se encontraba para sostenerlo pero mi pie de apoyo resbaló y caí torciéndome la muñeca izquierda contra una piedra. Por fortuna en realidad Julio se había acercado al borde sin deslizarse y no estuvo en peligro real de caer.
Habitaciones colapsadas al sur de la escalinata

Finalmente volvimos a estar en el punto donde llegamos al edificio y desde ahí regresamos por el mismo camino a la milpa; abajo encontramos algunos campesinos y hablamos un poco con ellos. Regresamos al auto con un gran calor y tomamos la terracería de regreso a Cumpich. Una vez ahí pasamos a ver el panteón porque en mi anterior visita al lugar, acompañado por Wilberth, nos dimos cuenta de que dicho punto parecía estar sobre un montículo y sus muros podían ser restos de un edificio prehispánico o colonial. Julio y yo concluimos que se trataba de paredes coloniales.

Desde ahí pretendimos ir a otro sitio cercano, no teníamos idea de las dificultades que tendríamos y de los hechos extraños que nos ocurrirían.

martes, 11 de junio de 2019

Viaje al Puuc Pt. 24 Ch'eeneb Ch'eel, Campeche

Estructura arruinada
Después de Halal tomamos rumbo a Hecelchakán para visitar un último sitio antes del anochecer. Ch'eeneb Ch'eel es bastante pequeño y está muy cerca de una carretera pero para nosotros era un enigma pues Eduardo lo había visitado tiempo atrás con Stephan Merk y no tenían un nombre para el lugar, por ello le llamaban km. 17. El desaparecido Arvin estuvo ahí y cuando me mandó fotos creí que podía ser parte de Xcalumkín; más tarde estuve ahí con Wilberth creyendo lo mismo aunque mi compañero estaba convencido de que era un sitio a parte. Observando mapas concluimos que no podía ser un grupo de otro sitio pues estaba bastante distante y así pasamos un buen rato sin tener dato alguno del asentamiento; excepto por la seguridad de que había sido trabajado arqueológicamente y seguramente a manos de Antonio Benavides pues el tipo de restauración que encontramos en su edificio principal prácticamente lleva su firma. En esta segunda visita la situación era la misma hasta que publiqué mi vídeo del lugar y Cristian Dehara me facilitó un documento sobre alineaciones astronómicas de sitios mayas donde se indicaba que al menos los locales conocen al sitio como Ch'eeneb Ch'eel.
Vista desde el edificio principal

Llegamos a una brecha donde dejamos el auto y claramente podíamos ver restos de edificios en el valle junto a la carretera pero el pasto y la hierba eran tan altos que alcanzaban una altura mayor a la de cualquiera de nosotros, ese tipo de vegetación es una pesadilla porque aunque se corte con el machete parece volver a crecer cuando las partes que aún no caen cubren el lugar de lo ya cortado; por otro lado no puede verse bien el suelo y se corre mucho peligro de encontrar serpientes o incluso de caer en un chultún.

Julio subió por el lado poniente del sitio mientras que Adriana y yo rodeábamos por el sur y encontramos un sendero que se dirigía al costado este, el sendero no llegaba a los edificios principales así que tuve que meterme a la maleza para intentar llegar a ellos; Adriana no quiso seguir pues además del pasto, cuyos costados llegan a cortar la piel, había bastantes plantas urticantes.
Montículos y muros entre la maleza

No podía ver a mi alrededor, escuchaba a Julio en las cercanías, nos hablábamos para buscarnos pero era imposible ver más allá de unos metros. Finalmente llegué a la pared de un edificio casi completamente colapsado, solamente un fragmento de muro seguía en pie. Subí un poco y pude ver el techo del único edificio ya restaurado así que con mucha dificultad llegué hasta ahí. Una vez arriba pude ver a Julio al otro lado de una plaza, había llegado a una tercer estructura con muros; a los costados del patio rectangular se veían montículos y algunos restos; también por el lado donde estaba Adriana se encontraba un buen pedazo de muro que parecía formar parte de otro cuadrángulo.

Julio se dirigió a donde yo me encontraba y yo caminé en el sentido contrario para observar el punto de donde él venía. En mi anterior visita no había apreciado casi nada a parte de la estructura restaurada pero ahora me sorprendió encontrar al menos 6 o 7 estructuras distribuidas en al menos dos grupos.
Estructura principal

Regresé a la estructura principal y estuve un rato observando el atardecer, ya el cielo estaba teñido en rojo. Adriana estuvo tomando fotografías desde el punto en el que se quedó y Julio seguía observando los restos de otros edificios.

Finalmente mi compañero y yo pasamos al frente de la estructura restaurada y estuvimos cortando y aplastando el pasto que cubría por completo la única entrada. En el interior había muchas avispas por lo que no entramos; luego de un buen rato por fin pudimos fotografiar la sencilla fachada que era totalmente plana con una única moldura muy sencilla y un friso seguramente reconstruido que no tenía ninguna piedra de su recubrimiento, mucho menos de decoración. Únicamente tenía una habitación y está casi completo excepto por un gran hueco en el techo justo en la esquina izquierda.
Atardecer en Ch'eeneb Ch'eel

Salimos de la maleza justo por donde Adriana nos estaba esperando y todavía pasamos a revisar el muro que se veía unos metros detrás de ella, ahí únicamente estaba el relleno del muro pues las piedras de recubrimiento parecían haber sido arrancadas en su totalidad, dejando únicamente huecos en la argamasa que alguna vez los sostuvo.

Así terminamos el 1 de enero del 2019, subimos de nuevo al auto y regresamos directamente a Santa Elena; Adriana y yo por primera vez dejamos nuestra base en Oxkutzcab para pasar la noche en el mismo lugar que Julio, al día siguiente planeábamos un gran recorrido con varios sitios otra vez en el norte de Campeche.