sábado, 24 de marzo de 2018

Viaje a México y Guatemala pt. 19 y final. La Tortuga

Caminando por la selva rumbo a La Tortuga
Es muy inusual que cierre un viaje con un recorrido fuerte, normalmente el último día hay algún sitio sencillo o ninguno pero en ésta ocasión fue muy diferente; el viaje comenzó de una manera muy complicada y terminó igual aunque por muy diferentes circunstancias. 

El último día de viaje fue el 2 de enero, despertamos un poco más tarde que otras veces pues solamente teníamos un recorrido ya decidido. Días antes, Eduardo había contactado a Ezequiel Cahuich en 20 de Noviembre para que le avisara a quien sería nuestro guía (un chiclero que vive ahí mismo y a quien todos llaman Eli) que estuviera disponible para llevarnos a un sitio que hacía alrededor de 10 años que nadie había pisado, el cual tampoco había sido muy visitado desde su descubrimiento relativamente reciente. Eli había reubicado el lugar durante su temporada de trabajo en la extracción de chicle de los árboles de chicozapote en los meses pasados y ésta era la principal razón para que Eduardo hubiera hecho el viaje hasta la zona de Xpujil: quería visitar el sitio de la Tortuga.
Restos de habitación sobrepuesta

Desayunamos en el hotel donde estaba Eduardo, dejamos nuestras cosas en su habitación pues ya no pasaríamos otra noche en nuesto hotel y luego tomamos un taxi al poblado que nos sirvió de base para visitar Río Bec días antes; en poco tiempo llegamos y nos encontramos con Eli, a quien Eduardo ya conocía pero que Ernesto y yo tan sólo habíamos oído nombrar. No había vehículos para llevarnos, así que nuestro guía nos pidió que lo esperáramos en lo que intentaba conseguir alguno; nos sentamos afuera de un pequeño recinto que solía ser el museo del poblado, que ahora fungía como biblioteca y como no teníamos nada mejor que hacer, nos entretuvimos arrojando pequeñas piedras hacia una mucho más grande, compitiendo entre nosotros para ver quién podía atinarle más veces seguidas, Eduardo ganó por mucho y yo estuve en el segundo lugar un rato hasta que Ernesto pudo rebasarme y así terminamos pues no pude alcanzarlos. 

Luego de un buen rato de espera, Eli apareció diciendo que no pudo conseguir ningún auto o camioneta, que quizá podríamos ir en bicicleta pero que las que había no estaban muy bien de los frenos; nosotros sin dudar sugerimos caminar y aunque nuestro guía estaba en un principio renuente a ello, finalmente fue la única opción que nos quedó y salimos andando nuevamente por la brecha que lleva a Río Bec.
Restos de la torre norte

El camino fue bastante largo pero la primera parte bastante tranquila, Eli jamás paraba de platicar y así recorrimos una buena parte de la senda que habíamos recorrido días antes en camioneta hasta que finalmente nos desviamos con dirección al sur. Durante todo ese tiempo, que fue de casi dos horas tuvimos noticias de varios sitios arqueológicos perdidos de la zona y del proceso de extracción del chicle, para lo cual se hacen unos cortes en zig zag a lo largo de la corteza de los árboles de chicozapote, colocando un recipiente en la parte baja que recoge la sabia que resbala por las incisiones, produciendo hasta 3 o 4 litros por vez, aunque es habitual obtener menos y algunas personas afirman haber conseguido hasta el doble de eso. La actual temporada no había sido buena por la poca lluvia que cayó en la zona.

En ésto estábamos cuando llegamos junto a una aguada, que se veía como una depresión con menos árboles grandes y gran cantidad de maleza a nuestra derecha, ahí nuestro guía nos indicó que debíamos dejar la brecha e ingresar a un pequeño sendero en la selva, así que nos internamos entre la vegetación, avanzando 200 o 300 metros, luego de ello vimos desde una pequeña elevación otro camino muy ancho y desde ahí Eli pareció extrañarse pues no debíamos encontrar nada como eso; nosotros no podíamos ubicarnos por lo cerrado de los árboles, la falta de una buena visión de la posición del sol y porque giramos varias veces en el sendero.
Crestería con mascarón estilizado

Nos dirigimos al camino grande y entonces Eduardo con un tono de broma le reclamó a Eli que no tenía que hacernos perder el rumbo porque nosotros no podríamos llevar a nadie a La Tortuga sin él, pero nuestro guía estaba firme en que algo extraño pasaba pues de alguna forma debimos haber regresado al camino por el que veníamos en otro punto diferente, así que su intención era regresar junto a la aguada, nos decía que fuéramos hacia la izquierda aunque nosotros creíamos que nuestro punto de inicio era hacia el otro lado. En esa parte vimos montículos de mediano tamaño entre la selva y eso nos hizo creer que íbamos en buena dirección y nuestro guía no quería que nos aprendiéramos la ruta, por lo que no le creímos que se había desorientado hasta recorrer 2 kilómetros, cuando Eli se convenció de que habíamos caminado mucho más que lo que se necesitaba para regresar al lugar donde entramos a la selva y llegamos a una segunda aguada diferente a la que vimos primero. Emprendimos el regreso y cuando llegamos a donde estaban los montículos, entramos un poco en la selva para ver lo que había ahí, pues nos pareció distinguir una pared, sin embargo todo estaba muy destruido y solamente se veían algunas piedras alineadas que mostraban la existencia de un muro que a penas se asomaba entre la tierra y el verdor. Éste lugar no tiene nombre y más tarde al buscarlo en mis mapas, encontré que está designado por los arqueólogos como G-24.
Las torres entre la selva

Seguimos por el camino y ninguno de nosotros estaba seguro de a dónde nos llevaría, por lo que los siguientes metros fueron un poco tensos hasta que finalmente vimos la primer aguada, Eli tuvo razón al creer que extrañamente habíamos vuelto al camino pero se equivocó de dirección para volver a comenzar la búsqueda del sendero a La Tortuga. 

Volvimos a meternos en la selva unos metros atrás de donde intentamos la primera vez, yo llevaba mi brújula en la mano tratando de verificar que no camináramos en círculo nuevamente, sin embargo luego de rodear una loma muy pequeña me fue imposible determinar en qué dirección nos habíamos movido, ¡así de difícil es moverse en una selva tan cerrada como la de la reserva de la biósfera de Calakmul!.
Restos de habitación con estuco

Eli pareció desorientado un momento y nos indicó que lo esperáramos, se internó en la selva y luego de unos minutos escuchamos su llamado en forma de grito agudo, que es la forma en la que se comunican unos con otros los chicleros y los monteros así que le respondimos y caminamos hacia donde creíamos que el sonido provenía. Así encontramos finalmente el sendero que rodeaba una tercer aguada y que Eli reconocía como el que conducía a La Tortuga.

Caminamos casi 2 kilómetros por entre la selva cuando nuevamente Eli se adelantó para buscar el edificio prehispánico del sitio, poco después nos volvió a llamar aunque ésta vez fue un poco difícil seguir el sonido y tuvo que regresar por nosotros algunos metros para luego comenzar a subir por una elevación natural hasta que a nuestra derecha vimos entre los árboles la silueta fantasmal de un gran edificio maya; después de 17 km de caminta, finalmente habíamos llegado a La Tortuga.
Restos de pintura

Lo primero que pudimos apreciar es que todo el edificio estaba sobre una gran plataforma alargada y en la parte superior se notaban claramente dos torres de estilo Río Bec y una pared que debía pertenecer al palacio que había entre ellas. 

Ésta estructura de La Tortuga debía parecerse un poco al edificio II de Hormiguero, pues al rodear un poco vimos que había una hilera de habitaciones a los lados aunque debajo de la plataforma principal, a nivel del piso; debía haber existido una escalinata que llevara a la planta alta pero no quedaban rastros de ella. El edificio se extendía de norte a sur y en ese sentido fue nuestro recorrido; lo primero que vimos fue una parte del techo de la habitación baja que sobresalía de ese lado aunque casi en su totalidad era ahora solamente un montículo, notamos que los cuartos en ese costado habían sido construidos después que el cuerpo principal del edificio pues la bóveda se veía sobrepuesta al talud de la plataforma.
Pintura mural azul

Rodeamos todo el lado norte de la estructura hacia el lado contrario al que llegamos, parecía que por ahí era el acceso al edificio y subimos por la parte central que posiblemente era donde alguna vez estuvo la escalinata para ascender, aunque ahora era imposible decirlo por la gran destrucción que había en ésta sección, todo estaba cubierto de plantas y una gruesa capa de tierra que no dejaban ver ningún detalle.

Una vez arriba y sobre la gran plataforma, se veían claramente las dos torres y en sus costados que miraban al centro del edificio se veían los restos del techo de una sola habitación que conservaba gran parte de su muro trasero; ahí estaba el primer detalle extraño que nos llamó mucho la atención pues claramente se dibujaba una entrada que había sido completamente sellada, lo que nos hizo dudar de si el frente del edificio había sido por donde subimos o alguna vez estuvo del otro lado y llegaba a la puerta clausurada.
Muro con estuco y restos pictóricos

Eduardo se adelantó junto con Eli hacia la torre sur y nos llamó pocos segundos después; llegamos hasta donde estaban ellos, la elevación de ese lado mostraba gran parte de su muro externo en buenas condiciones, tanto que se veían los cuerpos que simulaban los taludes de un templo real, parecía que ahí llegaba la plataforma pues había una pendiente bastante pronunciada más atrás, pero a menos de un metro al sur de la pared de la torre se alzaba un muro calado que tenía lo que parecía un mascarón estilizado, éste era sin duda parte de una gran crestería que estaba sobre las habitaciones bajas del lado sur, por lo que quizá, si el edificio era simétrico, los primeros cuartos que vimos del lado norte también tuvieron un remate parecido, ésto era muy extraño pues no se parecía a ningún edificio del estilo que hubiéramos visto; Eli dijo que el sitio se llamaba La Tortuga porque en ésta parte se había encontrado una especie de escultura de dicho animal aunque ya no estaba ahí. Al parecer el edificio completo era una plataforma con habitaciones rematadas con cresterías a cada lado y en su parte superior un pequeño palacio tipo Río Bec con sus dos torres empinadísimas.
Habitación de las pinturas

Pasamos entre la torre y el muro calado y bajamos por lo que parecían ser los escombros de una habitación, desde ahí se podía apreciar muy bien las paredes perfectamente expuestas de esa parte de la estructura. Ernesto y yo estuvimos ahí un rato quitando ramas que estorbaban la vista y tomando fotografías mientras que Eduardo prosiguió con la inspección del lugar; nuevamente escuchamos su llamado emocionado y nos dirigimos a la parte más baja del lado sur, donde vimos restos de otra habitación que estaba detrás de la derrumbada, el muro entre ellas era el que sostenía la crestería. Aquí había estuco bien conservado aunque de un color muy grisáceo y mostraba algunos detalles decorativos; del lado pegado a la plataforma principal había una abertura y desde ahí pude ver que llevaba a una habitación con estuco completamente blanco, y Eduardo estaba ahí dentro.
Orificio cuadrado en la torre norte

Fui el último en pasar pues dejé todas mis cosas junto a la entrada y entonces mis compañeros me indicaron que mirara las paredes: justo a mi izquierda había una esquina pintada con una franja roja y en los muros del fondo había figuras en tonos azules, amarillos y también rojos, por desgracia había secciones de muro muy dañadas y ya no se podía distinguir exactamente lo que representaban los coloridos trazos. 

Para terminar de observar todo el edificio, salimos de ésta sorprendente habitación y rodeamos hacia el lado por el que llegamos pero que aún no habíamos observado de cerca; ahí había una pared vertical que parecía elevarse desde el suelo hasta las torres y el palacio central aunque todo lo que se apreciaba eran burdas rocas que formaban el relleno del edificio, ningún recubrimiento quedaba en su sitio. Por aquel lado no había ningún indicio de escalinatas y podíamos ver la misteriosa entrada cerrada muy por encima del nivel del suelo donde nos encontrábamos, yo me imaginé que si había habido escaleras ahí seguramente fueron simuladas, Eduardo en cambio sugirió que quizá había recintos bajo la rampa de subida que colapsaron y dejaron el aspecto que veíamos, era imposible decirlo sin un estudio profundo del lugar.
Vista del edificio desde la entrada de la habitación de las pinturas

Así llegamos a las primeras habitaciones que vimos en el lado norte, Eli y yo quisimos subir a la torre de ese lado, pues parecía ser más accesible que la otra, así que trepamos usando los árboles que crecían por todas partes como apoyo y ascendimos casi hasta la parte más alta, que estaba cubierta por gruesas ramas llenas de espinas.

Ahí, aunque había mucha destrucción, se podía distinguir un poco que el templo simulado superior seguía en su lugar a pesar de haber perdido todas sus piedras de recubrimiento pues se notaba la pequeña plataforma que lo sostenía (era donde estábamos parados) y las esbeltas paredes laterales. Incluso pude ver un orificio cuadrado que pasaba de lado a lado, desconozco para qué se usaban éstos conductos pero los había visto en las torres de Río Bec y de Mirador Chico.
Torre sur y crestería

Así terminamos el recorrido por éste sorprendente lugar, estábamos sumamente contentos por haber llegado e intrigados por las extrañas características del edificio. Emprendimos el regreso, con lo que la caminata llegó a los 30 km totales, una distancia bastante considerable en la selva. Sin embargo cada kilómetro lo intentábamos recorrer en el menor tiempo posible y terminamos caminando a un ritmo fuertísimo, lo cual nos dejó cansados y con la necesidad de estirar los músculos al llegar a 20 de noviembre para podernos mover luego de parar. 

Eli nos buscó quién nos llevara de regreso a Xpujil y ésta vez tuvimos mejor suerte que en la mañana, nos despedimos de nuestro guía y nos fuimos a cenar en el mismo lugar que las noches anteriores, a penas podíamos caminar por el dolor muscular pero al terminar Eduardo nos permitió bañarnos y dormir un poco en su habitación pues Ernesto y yo debíamos tomar el camión de regreso a la 1 de la mañana, supuestamente la corrida era a las 2 pero nos advirtieron que llegáramos antes pues podía adelantarse.
Ya entrando la madrugada nos despedimos de nuestro amigo que se quedaba algunos días más y penosamente (por los músculos agotados) caminamos hasta la terminal de camiones, ahí vimos un autobús de la marca TRT, misma que nos llevaría a Villahermosa. Nos sorprendió mucho que fuera nuestro autobús y nos alegramos por un momento de no tener que esperar, la felicidad duró muy poco... Subimos con nuestras cosas y nos dimos cuenta de que no quedaba ningún lugar libre, además de ello me molestó ver que muchos asientos estaban ocupados por niños muy pequeños que bien podían ser llevados en brazos de sus madres, quienes ni se inmutaron al ver que tendríamos que viajar de pie. El panorama era horrible: eran 7 horas hasta nuestro primer destino y estábamos sumamente cansados, sin embargo una hora después alguien bajó (era una corrida de segunda, que para en todas partes) y dejé que Ernesto se sentara. Yo aún permanecí de pie hasta una hora después, cuando arribamos a la ciudad de Escárcega y gran parte de los pasajeros bajaron.

A partir de ahí nos quedamos dormidos casi todo el camino hasta que llegamos a la terminal de Villahermosa; tuvimos que esperar 4 horas hasta la salida del otro autobús que nos llevaría al término del viaje aunque teníamos la fortuna de que el mismo paraba en Puebla; ahí Ernesto se quedaría, así que podíamos seguir conversando los momentos en que estuvimos despiertos. Al medio día salimos finalmente con rumbo al centro del país y todo parecía ir muy bien hasta que quedamos atrapados en el tráfico llegando a Córdoba, Veracruz. Ernesto llegó a Puebla a las 10 pm y yo arribé a la Ciudad de México pasando la media noche. Terminó así un viaje muy accidentado pero que acabó siendo muy interesante.

Únicamente me queda agradecer muchísimo a Neftalí, quien además de haber ayudado a organizar éste recorrido (y fue nuestro último trabajo juntos), me enseñó mucho durante el tiempo en que lo conocí, aunque nunca volveré a viajar físicamente con él, permanecerá en mi memoria siempre... por otro lado también agradezco a Fernando y Quintín, quienes hicieron un buen esfuerzo para lograr sacar adelante el recorrido en grupo, a pesar de nuestras diferencias en la ejecución del mismo; así como a las personas que asistieron, en especial a Adriana porque me ayudó a sobrellevar mi frustración con tantos problemas de viaje; a Ernesto, pues gracias a él y a su ayuda pude completar todo el viaje, además de que es un excelente compañero de exploración; finalmente a Eduardo, a Carlos Uc May y su novia Paola, pues por su intervención pudimos llegar a una buena parte de los sitios del final del recorrido sin problemas y a Adriana Velázquez Morlet por el permiso para accesar a Chakanbakán. Por otro lado también debo agradecer a nuestros guías Samuel Cahuich, Eli, don Wenceslao Hernández Lázaro, y el joven de Eugenio Castellot cuyo nombre se escapa a mi memoria, también a Reyes Estuardo de León, quien nos salvó en Yaxhá de una cruenta caminata y la destrucción de una mochila de turista... (jajaja)

miércoles, 21 de marzo de 2018

Viaje a México y Guatemala pt. 18. Hormiguero

Estructura II
Después de Dos Lagunas, regresamos en el taxi a Xpujil, pero seguimos de largo algunos kilómetros hacia el sur hasta el poblado de Eugenio Castellot II, donde comienza un camino que lleva hasta el sitio arqueológico de Hormiguero. Éste lugar está abierto al público y los tres ya lo habíamos visitado antes pero lo incluimos en el recorrido ya que es un sitio muy bello y poco frecuentado, algo que nos gusta bastante.

El camino ha sido pavimentado en parte aunque los últimos kilómetros siguen siendo de terracería y en época de lluvias se vuelven bastante difíciles de transitar en un automóvil o en taxi. No había llovido mucho en días pasados así que no tuvimos ningún problema para llegar; el taxista se quedó en el estacionamiento para esperarnos y nosotros pasamos a registrarnos en la caseta de ingreso; se puede accesar gratuitamente, lo cual sin embargo no ha revertido la poca afluencia turística que hay.
Estructura II

Desde antes de entrar al sitio ya se pueden observar montículos, incluso uno de ellos en la entrada tiene la típica forma de un palacio de estilo Río Bec, con torres en los extremos, aunque está totalmente derrumbado y se convirtió en un montículo con una silueta peculiar. 

A partir de la caseta de entrada comienza el sendero para llegar a los edificios de Hormiguero, recuerdo que la primera vez que estuve ahí la humedad hacía que pareciera que caminara sobre hielo y estuve cerca de caer varias veces; ahora era diferente, el ambiente estaba un poco cargado de agua pero el suelo estaba seco; avanzamos 100 o 150 metros y luego de rodear un pequeño montículo, llegamos al edificio principal del lugar: la estructura II.
Portada zoomorfa de la estructura II

Éste es un gran palacio de tipo Río Bec y también es uno de los más bellos que se conservan hasta ahora, descansa sobre una plataforma que tiene entre 2 y 3 metros de altura que al centro tiene una ancha escalinata que da acceso. Tiene dos torres con accesos falsos y algunos restos de un templo simulado en la cima de cada una, sin embargo no se encuentran exactamente en los extremos del edificio, flanquean los cuartos centrales que tienen una entrada con la portada zoomorfa más grande que haya visto, representa un gran monstruo que con las fauces abiertas rodea toda la gran puerta central que da acceso a un par de cuartos alineados que tuvieron una enorme bóveda que se conserva parcialmente. Hacia los lados externos de las torres había también dos pares de habitaciones que ahora ya no tienen techo, pero a ambos lados, en el rincón más oculto de los cuartos traseros, hay pasajes muy bajos que dan a cámaras internas, la del lado izquierdo incluso tiene un pasaje vertical que llega a otro espacio abovedado encima del primero. Abajo, rodeando la escalinata, había también cuartos de los que queda muy poco en pie y en la parte trasera había un pórtico con enormes columnas de las que no queda mucho.
Cámara interna en la estructura II

El cielo tenía unas bellas nubes delgadas, por lo que estuve un largo rato fotografiando el edificio, después de ello entré junto con Eduardo en los pasajes internos que conducen a las dos cámaras, una sobre la otra, del lado izquierdo de la estructura. Ahí estaba sumamente oscuro y una buena cantidad de murciélagos dormían, los cuales comenzaron a volar hacia afuera cuando entramos; para ingresar en la primera habitación había que pasar gateando por un pasillo muy bajo que daba vuelta hacia la izquierda y llegaba al recinto abovedado que permitía ponerse en pie, hasta el fondo estaba un conducto hacia arriba, tuvimos que trepar por las salientes de las piedras y llegamos a la segunda cámara, la cual era igual a la de abajo.

Una vez terminamos de recorrer éste edificio, caminamos unos cuantos metros y llegamos a otro que tiene una serie de cuartos alineados, una sola torre lo bordea del lado derecho de la fachada y ésta sostiene un templo real con un solo cuarto que está decorado con otra bella portada zoomorfa. Ésta es la estructura V y tenía una escalinata para llegar a lo alto de la "torre" aunque ahora ya no tiene escalones, por lo que hay que trepar por un costado para llegar hasta la cima. Alrededor de ésta estructura hay varios montículos y en ésta ocasión, cuando subí al templo pude ver que habían trabajos arqueológicos en dos edificios aledaños.
Estructura V

Luego de pasar un rato sentados enfrente del mascarón zoomorfo de la estructura V, bajé para ver lo que se estaba excavando en el sitio. La vez anterior me había adentrado en la selva y encontré restos de palacios e incluso un pasaje interno que descendía a las entrañas de un gran montículo. Ahora pude ver que se estaba explorando un templo de tipo Río Bec de reducido tamaño, tan sólo parecía tener un par de habitaciones con sus dos torres mucho más pequeñas que las de la estructura II en cada costado. El terreno se encontraba marcado con estacas, claramente estaba en proceso la excavación, aunque por la fecha (1 de enero), seguramente los trabajadores estaban de vacaciones. Unos metros adelante estaba una plataforma recién terminada de restaurar, la cual sostenía un solo cuarto que no tenía ya techo, pero las paredes habían sido restituidas en su lugar.
Palacio con trabajos en proceso.

Debido a que habíamos ido a aquel sitio para relajarnos y pasar un rato tranquilo, ésta vez no volví a meterme a la selva para buscar edificios, Hormiguero era mucho más extenso que lo que se puede apreciar abierto al público; todo alrededor está cubierto de montículos, algunos de buen tamaño y muy interesantes como el mencionado de la escalinata interna, en el cual caí por uno de sus taludes cuando subí en el 2014, aunque sin ninguna consecuencia, afortunadamente.

Estuvimos un rato sentados contemplando la belleza del lugar y finalmente regresamos al taxi, emprendimos el retorno a Xpujil y de ahí pasamos a la terminal de autobuses pues Ernesto y yo íbamos a comprar nuestro boleto de regreso a la ciudad, aunque mi compañero se quedaría unos días más en Puebla y Eduardo permanecería en Chetumal.
Edificio recién excavado

Tuvimos problemas pues nos tomó por sorpresa que había gran cantidad de gente en el poblado, no había pasaje directo ni a Puebla ni a la Ciudad de México hasta varios días más tarde, entonces tuvimos que conformarnos con tomar un autobús de segunda a Villahermosa y transbordar ahí al que nos llevara de regreso. No teníamos suficiente efectivo, por lo que Eduardo nos prestó dinero y tuvimos que ir a un cajero automático en el centro del lugar para pagarle. Ahí nos encontramos con los policías que habíamos visto cuando visitamos Río Bec, nos reconocieron y platicamos un poco con ellos, enterándonos que una de sus misiones era evitar el saqueo de sitios arqueológicos, cosa que no esperábamos escuchar pero que es una buena señal de que se comienza a cuidar mejor la gran riqueza cultural del área en la que nos encontrábamos.

Portada zoomorfa de la estructura V
Después de eso fuimos a bañarnos a nuestros respectivos hoteles y más tarde nos juntamos nuevamente a cenar en el restaurante del día anterior, otra vez cenamos muy bien, aunque a mí me tardaron en servir bastante y ya el hambre me estaba torturando. Fue el último día que pagamos con montones de monedas, pues ya se estaban terminando. Al finalizar la cena, nos fuimos a dormir, el siguiente día cerraríamos el viaje con el recorrido más largo y extraordinario de todos los que hicimos en ésta ocasión.

sábado, 17 de marzo de 2018

Viaje a México y Guatemala pt. 17. Halaltún y Dos Lagunas

Estructura en Halaltún
Comenzamos el 2018 igual que como terminamos el 2017, saliendo temprano para buscar un taxi. Ésta vez Eduardo iba con nosotros y era quien conocía los lugares que visitaríamos. Al parecer los taxistas querían cobrar más ahora pero luego de negociar, nuestro amigo consiguió un precio igual al del día anterior. Salimos otra vez con rumbo norte aunque llegamos algo más lejos, el primer sitio a visitar era Halaltún, que se encuentra en el centro de un pequeño poblado a pie de carretera.

Llegando dejamos al taxista esperándonos en la primer calle que encontramos y subimos a una colina de suave pendiente, de inmediato vimos que en la parte alta había un terreno plano rodeado de montículos; al centro había gran cantidad de maleza, por lo que lamenté haber dejado el machete en el taxi pero Eduardo me dijo que no era necesario, pues las estructuras estaban libres.
Interior de una estructura de Halaltún

Todos los edificios de Halaltún están hoy completamente destruidos y tan solo lucen como montículos de escombros, sin embargo luego de subir al primero y descender por el lado contrario al que llegamos, nos encontramos con una entrada que al parecer había sido expuesta en un intento de saqueo. Adentro había un pasaje que pasaba de lado a lado la estructura y que por el arco que tenía era sin duda prehispánico, junto a éste pasillo había un hueco rudamente excavado que llevaba a una cámara muy dañada, ahí probablemente fue donde los saqueadores habían accedido.

Luego de recorrer éstos estrechos pasadizos salimos de nuevo al exterior, Eduardo nos dijo que el lugar había sido descubierto por Teobert Maler, quien recorrió gran parte del mundo maya pero que en ésta región no llegó más al sur que aquél punto.
Pasaje en Halaltún

Todas las estructuras rodeaban una plaza que era el espacio lleno de maleza, sin embargo en ningún otro montículo pudimos observar arquitectura expuesta, el lado poniente ya no existía pues la construcción de la carretera había abierto un tremendo boquete a través de la colina donde se encuentra el sitio, seguramente ahí era donde se encontraban las estructuras que cerraban el espacio y pudieron haber más, pues desde ahí podíamos ver el otro lado y se distinguían algunos montículos.

Estuvimos hablando sobre el significado del nombre maya y al parecer se forma de Halal-carrizo y tún-piedra, por lo que podría ser carrizo de piedra o carrizo en la piedra. Así terminamos el breve recorrido y volvimos al taxi para seguir aún más al norte unos pocos kilómetros.
Plaza principal de Dos Lagunas

El siguiente punto era otro pequeño sitio llamado Dos Lagunas. Eduardo nos dijo que ahí había menos pero se podía ver más; lo que quería decir lo descubrimos en cuanto llegamos.

Entramos en un poblado también muy pequeño, pasamos por algunas de sus calles de tierra y piedras y pudimos observar varios montículos entre las casas, finalmente paramos junto a una estructura que al parecer había sido dañada al construir el camino y por ello mostraba parte de un muro aunque eran muy pocos los detalles que se podían distinguir. 
Restos de muro en Dos Lagunas

Subimos por un costado de éste montículo y pudimos ver que accedíamos a una plaza elevada que tenía una estructura en cada uno de sus cuatro lados, todas eran alargadas y bajas pero una en particular llamaba la atención pues en su cima tenía dos protuberancias gemelas, lo que daba lugar a muchas conjeturas pues podría ser un par de edificios mellizos o quizá si dejábamos volar la imaginación sería un palacio tipo Río Bec aunque más pequeño que todos los demás que habíamos visto hasta entonces.

Toda ésta plaza parecía bien cuidada por los lugareños pues la hierba estaba muy bien cortada y formaba un tapete verde que hacía que la vista fuera agradable y se distinguieran mucho mejor las formas de los montículos, a eso se refería Eduardo, pues había menos arquitectura expuesta, pero más detalles que ver que en Halaltún.
Estructuras gemelas de Dos Lagunas

Nuevamente fue un breve recorrido, regresamos al taxi por el mismo camino por el que habíamos llegado y regresamos hacia Xpujil, aunque seguimos de largo hacia el sur. 

Habíamos terminado con los sitios nuevos del día (para Ernesto y para mí, Eduardo ya conocía los dos), y terminaríamos el día en un lugar que ya todos conocíamos pero que bien valía la pena por ser sumamente bello.



miércoles, 14 de marzo de 2018

Viaje a México y Guatemala pt. 16. Xpuhil

Estructura excavada en el grupo Kitam
Cuando llegamos a Xpujil, aprovechamos que el colectivo entró por una calle a dejar a un par de turistas frente a su hotel para bajarnos ahí y caminar hacia dos grupos del sitio de Xpuhil, el cual es muy disperso al igual que otros de la zona, el conjunto I está abierto al público y tiene un famoso edificio con tres torres de tipo Río Bec, pero ésta vez no lo visitamos; el grupo III estaba a unas cuadras de nuestro hotel pero todo su contorno había sido cercado pues notamos que estaba en medio de un proyecto de excavación que ha durado varios años pero que se ha intensificado, pues de ser únicamente montículos en 2012 cuando lo ví por primera vez y tener un solo edificio excavado en 2014 que pasé nuevamente por ahí, ahora prácticamente todos los edificios estaban total o parcialmente visibles aunque algunos aún se notaba que estaban en proceso.
Estructura con cámara interna

El primer conjunto que recorrimos lleva por nombre "El Kitam" y está en la cima de una colina rodeada de casas, una de sus estructuras está excavada pero no pudimos acercarnos pues cuando caminamos hacia ella un grupo de perros corrió hacia nosotros agresivamente y preferimos evitarlos aunque yo ya había estado en aquella estructura en el 2014 y sabía que tiene algunas decoraciones en páneles junto a las puertas de sus habitaciones que ya no conservan los techos. 

Algo que no había visto y que mi amigo Luis Adrián de Monterrey me había dicho es que en uno de los montículos de ese grupo había una cámara interna completa con su techo de arco falso; nos dedicamos a observar las estructuras hasta que finalmente dimos con lo que buscábamos: era a penas un orificio donde podíamos meter la cabeza pero en el interior estaba un cuarto completo con su acceso al lado izquierdo.
Cámara interna en el grupo Kitam

Bajamos por el sur de la colina y nuevamente caminamos entre las calles del poblado actual, llegando hasta su borde para ir al grupo II, el cual había visitado en 2014 y que Ernesto también había podido ver un año más tarde aunque con gran dificultad para encontrarlo. 

Me pareció que todo había cambiado bastante pues había construcciones nuevas y senderos que no recordaba, sin embargo no tuvimos mayor problema para internarnos en la selva y dar de frente con el gran palacio que se encuentra ahí y que tiene grandes secciones de crestería calada sobre su techo, la cual le da nombre al edificio.

Ahí había bastante humedad así que tuvimos los mismos problemas que cuando estuvimos en Puerto Rico el día anterior: los filtros en los lentes de nuestras cámaras se empañaban y tuvimos que quitarlos para tomar bien las fotos.
Palacio de Xpuhil II entre la selva

A pesar de que había mucha maleza, estaba menos crecida que la vez anterior que estuve ahí, además entonces estaba oscuro y ahora por fín podía apreciar éste bello edificio con mucha luz diurna.

El palacio de la crestería es una construcción alargada con dos hileras de habitaciones, de la frontal quedan pocos vestigios a parte de algunos muros divisorios pero la trasera aún conserva varios cuartos, incluso algunos casi completos, la crestería superior al parecer formaba triángulos o semicírculos sobre los accesos del edificio y aún se pueden apreciar varios puntos en los que sobresale aunque también amplias secciones del techo están desplomadas.
Palacio de la crestería

Recorrimos el edificio y lo rodeamos para apreciar lo más posible, también en su parte central despejé un poco con el machete para tener mejor vista. Luego de ello volvimos hacia el poblado de Xpujil y dimos por terminados los recorridos de todo el año de 2017.

Nos fuimos a descansar a la cabaña por un rato hasta que recibimos mensaje de Eduardo, quien había llegado y se había hospedado en un lugar cercano. Ya era de noche y aún nuestro amigo iría a bañarse después del largo trayecto que había recorrido y que le tomó todo el día completo. 

Finalmente cuando ya desfallecíamos por el hambre, nos juntamos los 3 en el restaurante de nuestro hotel, ahí pasamos largo rato conversando sobre nuestros recorridos, también Eduardo había tenido éxito con varios sitios en el área cercana a Yaxhá. 
Cuarto colapsado con restos de crestería a los lados

Terminamos el año temprano, pues a eso de las 9 de la noche ya estábamos cenando espléndidamente en comparación con los días anteriores y la plática se extendió hasta las 11, cuando ya vencidos por el sueño y el cansancio nos fuimos a dormir sin esperar a que entrara el año nuevo, otra vez hicimos sufrir a los encargados del hotel con montones de monedas que usamos para pagar. Había terminado un año tumultuoso que en exploraciones había sido bastante bueno, pero que se llevó consigo a un buen amigo, eso no lo pudimos olvidar... sin embargo a nosotros todavía nos esperaban tres días de viaje (y unos cuantos más en el caso de Eduardo).

sábado, 10 de marzo de 2018

Viaje a México y Guatemala pt. 15. Manos Rojas

Silueta del palacio de Manos Rojas A entre la maleza
Bajamos del taxi que nos había llevado a Zoh Laguna sur y Puerto Rico y caminamos un poco por la calle principal de Xpujil; ahí nos encontramos con Samuel Cahuich, quien nos había llevado a Río Bec y luego de conversar un poco llegamos a la pequeña terminal de camiones del poblado. Justo entonces había un autobús que iba con rumbo a Campeche que estaba a punto de partir, por lo que aprovechamos para subir y salir rumbo al cercano pueblito de Eugenio Castellot de forma más económica que en taxi, también habíamos visto que teníamos poco menos de dos horas para volver a la carretera y tomar el camión de regreso, pues no habría otro hasta ya entrada la noche.
Manos Rojas A

Llegamos rápidamente a nuestro destino y bajamos del autobús; no conocíamos exactamente la ubicación de Manos Rojas, el sitio que habíamos ido a buscar, pero sabíamos que el lugar era disperso y había varios conjuntos. Nuestra intención fue preguntar a los lugareños y primero lo hicimos en una tienda en la entrada al pueblo, nos indicaron que giraramos en una calle más adelante y eso hicimos. Luego de caminar una o dos cuadras alcanzamos a un señor entrado en años a quien saludamos y consultamos sobre las ruinas cercanas. Él nos dijo que su nombre es Wenceslao Hernández Lázaro y que conocía Manos Rojas a pesar de que un dolor de rodillas le impedía subir a observar más de cerca, justamente iba para su casa que quedaba hacia ese rumbo y podía indicarnos el camino. A partir de ahí conversamos con él y pareció muy contento de poder contarnos varias anécdotas de sus casi 90 años de vida. 
Entrada al pasaje interno de la torre

Pasamos por la casa de una hija suya y sus nietos salieron a saludarlo, eran niños muy pequeños y al vernos le preguntaron: ¿qué haces con esos señores tan feos? lo que nos arrancó una carcajada. Dimos vuelta en algunas calles pues el camino directo había sido cerrado, según nos explicó don Wenceslao, cuando el gobierno había reubicado no mucho tiempo antes a varias personas y tomaron el terreno por el que pasaba la brecha. Nuestro guía nos dijo que él era nativo de Cárdenas, Tabasco y que ahí conoció más ruinas (probablemente Comalcalco), tenía varios hijos y estuvo casado dos veces, aunque ambas esposas habían fallecido ya tiempo atrás. Así decidió llevarnos hasta el pie del sitio arqueológico para hacer un poco de ejercicio, pues decía que estuvo en cama algún tiempo sin poder moverse pero gracias a una medicina ahora podía salir a dar la vuelta un poco. Subimos una ligera cuesta y entonces vimos la silueta de un gran edificio prehispánico, sin duda era un palacio tipo Río Bec, pues distinguíamos claramente las dos torres en cada uno de sus extremos, don Wenceslao pareció estar contento con nuestra reacción al llegar y ver aquella mole entre la maleza, aún estuvo algunos minutos conversando con nosotros y luego de despedirnos varias veces le vimos alejarse lentamente por donde habíamos llegado, quedamos muy agradecidos con él y fue un trayecto muy agradable e interesante.
Entrada superior del pasaje

Estábamos en la base de un talud bastante dañado pero al pasar entre los árboles circundantes nos encontramos con el palacio que mostraba varias secciones de muros y otras tantas muy destruidas pero que conservaban su forma. En los extremos estaban las dos torres y en la del lado izquierdo de donde entramos se veía una gran pared que formaba parte de una habitación cuyo techo colapsó y que tenía una entrada que en la parte superior conservaba un dintel de madera, al acercarnos comprobamos que era original, bastante frágil y picado pero aún en su sitio. Entramos en el pasaje que comenzaba ahí y vimos que era un estrecho pasillo plano que daba vuelta a la izquierda y avanzaba algunos metros antes de girar de nuevo, ahí comenzaba una escalera interna que sin embargo estaba bloqueada por un derrumbe, así que no pudimos llegar más lejos. Había bastantes murciélagos y a nuestro paso un fino polvo se levantó llenando el ambiente, por lo que salimos rápidamente tratando de no respirar pues en aquellos ambientes se desarrolla el hongo de la endoplasmosis, una enfermedad que puede ser peligrosa si no se trata a tiempo. 

Al centro de las dos torres habían restos del palacio central que parecía tener dos pisos con habitaciones, el primero de ellos totalmente destruido y el segundo con una pared intermedia entre habitaciones aún de pie y con una puerta que comunicaba dos cuartos a penas visible entre los restos.
Vista desde una de las torres

La segunda torre no tenía en ese lado ningún rastro de arquitectura visible, únicamente las piedras de relleno que habían perdido su recubrimiento. Subimos hasta el piso de arriba del palacio y en un costado de la primer torre encontramos una entrada que probablemente llevaba al pasaje bloqueado, aunque el derrumbe era mayor en ésta parte y no había forma de comprobarlo. Yo aún ascendí a la cima de ese lado y justo cuando llegaba ahí pude ver una gran serpiente que se deslizaba en dirección a donde yo me encontraba, me aferré a mi machete dispuesto a defenderme si el animal se lanzaba sobre mí pero en un instante pude tranquilizarme pues me dí cuenta de que en realidad estaba introduciéndose en un hueco entre las rocas, observando mejor pude ver que aquel reptil tenía unas bellas escamas lustrosas que formaban rombos y por ello, por el tamaño y mis pocos conocimientos de herpetología me pareció identificarla como un pitón relativamente jóven, pues en su edad adulta éstas serpientes son enormes.
Muro divisorio en el palacio central

Descendí de nuevo y recorrimos la parte alta del palacio central, intentábamos descender por el lado contrario pero todas las opciones parecían muy peligrosas pues el talud de ese lado era pronunciado, estuvimos rodeando hasta que nos decidimos por un sendero que tenía suficientes árboles para sostenernos y no rodar hasta el fondo, además aún estaba un poco impresionado por la serpiente, me parecía que podría encontrar más y por ello estuve un poco más cauteloso que de costumbre.

Finalmente llegamos a la parte baja y pudimos ver que ahí había más restos claros de habitaciones, algunas de ellas con secciones completas de bóvedas aún en pie. Un poco por encima del nivel del suelo pudimos ver un estrecho hueco que llevaba a uno de éstos cuartos, dentro se observaba estuco prístino completamente blanco que parecía como si se hubiera puesto hacía unas horas y no mil años antes.
Habitación de las avispas, con manos rojas

Los restos de derrumbe cubrían gran parte de la habitación y bajaban en diagonal, dejando ver cada vez más del muro, justo sobre la línea de escombros estaban dos impresiones que dan nombre a todo el sitio: manos rojas muy vívidas impresas directamente sobre el estuco. De inmediato quise entrar a observar todo lo que se podía, sin embargo la emoción me hizo olvidar lo que debía haber aprendido en Zoh Laguna Sur: revisar el techo siempre. Desde el ángulo de la entrada no era posible verlo pero una vez que pasé arrastrándome boca arriba por el estrecho hueco y ya teniendo todo el cuerpo en la oquedad, quedando solo mi cabeza afuera; ví que varios insectos salían caminando sobre el borde del hueco, estaban tan cerca de mi cara que en un principio no pude enfocar su imagen pero después quedé petrificado al comprobar que eran avispas y que había un panal a escasos centímetros de mí. Sin embargo los insectos no parecían estar alterados y comencé a moverme lo más lento que pude para salir de ahí.

Segunda habitación con impresiones
El corazón me latía fuertemente y sentía el impulso de salir corriendo pero pude contenerme y arrastrarme con mucho cuidado hasta estar afuera, en ése momento me creí a salvo y corrí para alejarme pero una avispa voló y me picó en el reverso de la mano izquierda, dejándome un intenso dolor que duró varios minutos.
Ya no quería acercarme a ninguna habitación, pero todavía al rodear una saliente que probablemente fue la escalinata que llevaba a la parte superior del edificio, nos encontramos con otro cuarto que tenía la entrada más libre de escombro y que también conservaba el estuco intacto en una parte. Ahí pudimos comprobar que no había panales y entramos, quedando sorprendidos por la blancura del recubrimiento en las paredes, también había manos rojas impresas, pero su color más pálido y unos extraños trazos en la parte baja de la pared que no parecían prehispánicos nos hicieron tener dudas de la autenticidad al menos de lo que estaba en aquél cuarto.
Segundo cuarto en Manos Rojas A

Ahí terminamos nuestro recorrido pues no vimos otros edificios en las inmediaciones, únicamente montículos en distintas partes del camino que recorrimos para llegar. En ese momento no estábamos seguros de cuál conjunto del sitio de Manos Rojas era el que acabábamos de ver pero más tarde pude comprobar que era el designado con la letra "A".

Volvimos hasta la carretera siguiendo primero el mismo camino y después una calle que nos dejaba más directamente que cuando llegamos. Ya junto a la carretera nos dispusimos a esperar al camión de regreso, que según nuestros cálculos debía pasar pronto si no se nos había adelantado. En la parada a la que llegamos habían varios hombres mas o menos de nuestra edad sentados, uno de ellos se nos acercó y nos preguntó si estábamos ahí para ver ruinas y luego de contestarle afirmativamente nos dijo que él conocía unas muy cerca de ahí y nos ofrecía llevarnos, aunque dudamos un momento por el cansancio y la posibilidad de perder el camión, no pudimos negarnos.

Caminamos por la orilla de la carretera algunos metros y luego nos internamos un poco hacia la selva, así llegamos a otro montículo que al rodearlo un poco nos dejó muy impresionados pues en una esquina mostraba un mascarón del dios Tláloc formado con mosaico de piedra aún en su lugar.
Pasaje en Manos Rojas B

Ya más de cerca pudimos ver que ésta construcción era un palacio con dos pisos, había muchas piedras con dibujos labrados que indicaban que tuvo fachadas bellamente decoradas con mascarones, tenía habitaciones a cada lado y se veía claramente la escalinata aunque no tuviera ya los escalones en su sitio.

Del lado izquierdo de la escalera había un pasaje que pasaba de lado a lado el edificio y bajo la rampa saliente había uno más, entramos a los dos mientras nuestro guía (que no paraba de hablar jamás) nos contaba historias de duendes y apariciones en ese mismo lugar, era un tanto curioso escucharlo, pues mezclaba datos que eran claramente procedentes de las investigaciones arqueológicas de la región con otros que no podían ser más que fantasía.
Mascarón de Chaac en Manos Rojas B

Subimos al piso superior que no mostraba muchos restos visibles y desde ahí escuché que pasaba el camión que habíamos estado esperando, pero por el momento no importaba. Bajamos al lado contrario y también ahí habían restos de habitaciones con las orillas de las bóvedas en su lugar pero sin decoraciones y sin fachadas en pie. Frente al edificio, finalmente, pudimos ver una gran nariz que parecía pertenecer a alguna portada zoomorfa que pudo haber estado en el templo superior de éste palacio, por lo que en sus días de esplendor debió ser sumamente vistoso y estar decorado por todas partes. Después de mi regreso a casa supe que éste edificio era el grupo B de Manos Rojas.

Terminamos ahí la exploración y regresamos muy satisfechos a la parada de autobuses, sin embargo ya más bien esperábamos un taxi. Estuvimos ahí por espacio de media hora sin que pasara ninguno y luego nos sorprendimos bastante pues llegó un colectivo desde Calakmul al que pudimos subir, más tarde supimos que salían cada cierto tiempo a raíz de que la popularidad de aquél sitio patrimonio mixto de la humanidad había subido.


miércoles, 7 de marzo de 2018

Viaje a México y Guatemala pt. 14. Puerto Rico

Montículo junto al camino
Salimos de Zoh Laguna Sur y nos dirigimos al norte para luego girar hacia el este. Nuestro siguiente destino era Puerto Rico, un sitio que contiene una torre única. En un principio no sabíamos a ciencia cierta la ubicación del lugar y nuestro plan había sido ir a buscar un guía, pero gracias a Carlos Uc May ahora sabíamos el camino y ésta visita sería especial pues se convertiría en el 200 en la lista de los sitios mayas que he visitado, me parecía que no hacía mucho tiempo que había estado en Quintana Roo cuando llegué al número 100 en San Francisco (Chenchomac) tres años y medio antes. Además me encontraba contento de poder llegar a tal cifra justo antes de cerrar el año, aunque aún había un sitio más planeado para entonces.

Avanzamos por una carretera secundaria unos cuantos kilómetros y finalmente llegamos a una terracería que debía llegar al sitio luego de 2000 metros. El taxista decidió esperarnos ahí y caminamos el último tramo.
Restos de muro en una fosa de saqueo

El camino era para autos, por lo que no presentaba ninguna dificultad, tan solo tuvimos que revisar que la ruta fuera la correcta ya que había algunos puntos donde se bifurcaba. Supimos que estábamos cerca al encontrarnos con montículos bajos pero luego nos sorprendimos al topar de frente con uno mucho mayor, el cual tenía más de 6 metros de alto y era sumamente alargado, ahí el camino giraba y pasaba por todo su borde inferior; nosotros seguimos de largo un poco para ver que podíamos encontrar en esa estructura de la cual no teníamos noticia alguna y luego de inspeccionar todo lo que pudimos, solamente encontramos un agujero de saqueo que dejaba ver una pared expuesta y un hueco que no se distinguía si era parte de la trinchera o del edificio en sí.

Regresamos al camino y seguimos por él alrededor de 200 metros; seguíamos viendo montículos, nosotros únicamente esperábamos encontrar la torre, pero éste lugar tuvo mucha más arquitectura que empequeñecía dicha construcción. 

De pronto a la derecha de la terracería y entre maleza baja pude ver lo que estábamos buscando y con gran gusto nos acercamos ahí. La hierba tenía cerca de un metro de altura en algunas partes por lo que usé un poco el machete para despejar la vista y finalmente teníamos frente a nosotros la torre circular de Puerto Rico.
Costado circular

Aquella construcción no se parece a otras de la zona maya, se le llama torre emblema pues es maciza y no presenta forma de subir. En el área de los Chenes se encuentran edificaciones parecidas en Tabasqueño, Nocuchich y Chanchén, aunque éstas son cuadradas mientras que la de Puerto Rico es circular. La estructura está sobre un pequeño basamento cuadrado con dos escalones en cada uno de sus cuatro lados y luego tiene un solo cuerpo cilíndrico que es macizo y liso, exceptuando una serie de pequeñas aperturas cuadradas que la atraviezan de lado a lado. Recuerda a un pequeño fortín pero no hay manera de entrar en él ni de llegar a la parte superior. Al frente de uno de los escalones bajos se encuentra una especie de pequeña pileta de piedra a ras de suelo y el conjunto completo alcanza una altura de 5 o 6 metros.
Torre de Puerto Rico

La noche anterior había llovido en la zona y ésto lo notamos bastante en la hierba que permanecía llena de rocío, al recargarme en un árbol descargó sobre mí una gran cantidad de gotas de agua y en el mismo aire se respiraba una tremenda humedad; ésto nos complicó bastante documentar la torre puesto que los filtros en los lentes de las cámaras se empañaban y nos vimos obligados a quitarlos para tomar fotografías más claras aunque temíamos que el vapor se colara en los mismos lentes o en los cuerpos de los aparatos y nos diera mayores dificultades, sin embargo aquello no pasó para fortuna nuestra.

Estuvimos rodeando la torre para apreciarla desde todos los ángulos y nos parecía una estructura enigmática y extraña, yo caminé un poco por un sendero que salía de su parte trasera y me encontré con otro montículo, lo que seguía confirmando que Puerto Rico tuvo muchas más estructuras.
La torre entre la maleza

No encontramos ningún otro resto arquitectónico visible, pero estábamos satisfechos y luego de nuestro recorrido regresamos por el mismo camino hasta el taxi. Desde ahí nos dirigimos de nuevo a Xpujil; el último sitio del año no estaba en la misma ruta y por tanto podíamos prescindir de nuestro transporte, llegando a nuestro destino final pagamos el viaje y nos dirigimos a la pequeña terminal de camiones para terminar el día con un recorrido más.