lunes, 31 de julio de 2017

Viaje a Yucatán y Campeche pt. 13. Sacbé, un sitio muy elusivo

Estructura principal de Sacbé
Luego de haber encontrado el Aka'na de Yaxcopoil, no había mucho tiempo para ir a algún sitio difícil de encontrar o más lejano que el poblado de Santa Elena; por ello Eduardo nos propuso a Julio y a mí llevarnos al sitio de Sacbé, él ya lo había visitado dos veces así que supuso que sería fácil llegar.

Llegamos a Santa Elena y entramos en una terracería buscando las referencias que Eduardo recordaba para llegar, al principio no estábamos seguros del lugar donde debíamos tomar otra brecha para dirigirnos a Sacbé pero luego de encontrarnos con una pequeña milpa y un apicultivo ya no hubo duda; dejamos el carro en un pequeño claro y caminamos siguiendo el sendero que a partir de ahí se internaba en la selva, aunque sólo unos metros adelante parecía perderse, sin embargo ésto sólamente era porque un árbol caído bloqueaba el paso, pero luego de rodearlo la senda seguía en línea recta.

Estructura destruida
Caminamos algunos metros buscando un árbol marcado desde el cuál se podía subir una loma hasta el sitio, sin embargo no encontrábamos nada sino algunos razguños en un tronco; Eduardo decidió que subiéramos a una loma desde ahí pero llegamos hasta la cima sin encontrar nada. Como ya he mencionado, Lalo ya había estado en Sacbé dos veces, aunque la primera de ellas había equivocado el camino, se separó de él y aún teniendo un gps en su reloj no pudo regresar por donde había entrado y se perdió durante 5 horas en la selva, una experiencia terrible que es una de las peores situaciones que pueden pasarle a alguien que va en búsqueda de sitios arqueológicos mayas como nosotros. Yo también me atreví a salir del camino para ver si encontraba el elusivo Sacbé sin hallar nada más que algunas plataformas y alineaciones de piedras, sin embargo mi apoyo para orientarme probó ser más confiable que un pequeño gps: el sol, usando el mismo método que los cazadores de la región pude volver sin mayor problema al sitio donde Eduardo y Julio se sentaron para esperarme, y se arrepintieron después de no haberme acompañado pues al estar inmóviles sin darse cuenta fueron presa de una gran cantidad de pulgas cuyas picaduras les provocaron una tremenda comezón más tarde aquél mismo día.

Restos de edificio
Volvimos a salir al camino nuevamente siguiendo al sol, no sabíamos como podríamos encontrar solos el sitio así que decidimos no perder tiempo y regresar a Santa Elena para buscar a uno de los guías que ahí viven, pero llegando a su casa nos dijeron que se encontraba en Mérida; entonces Eduardo sugirió buscar a otro guía llamado Narciso, a quién el encontró en el campo y que finalmente lo llevó a Sacbé días después de haberse perdido. Por el nombre nadie nos pudo dar razón de donde encontrarlo, por lo que en el carro fuimos a estacionarnos afuera del restaurante Chac Mool, donde habíamos cenado días antes para conectarnos a su red wifi, de la cual teníamos guardada la contraseña. Vimos el vídeo que Lalo grabó y ahí supimos el apellido de Narciso; con éste dato fue fácil que nos dieran su dirección, unos minutos después lo encontramos afuera de su casa y le pedimos que nos ayudara a dar con Sacbé, cosa que aceptó de buena gana luego de haber reconocido a Eduardo.

Restos de otro edificio
Nuevamente llegamos hasta el punto donde subimos a la loma, pero Narciso siguió de largo y a menos de 100 m más adelante dió vuelta en un camino que iba hacia el lado contrario al que nosotros entramos antes... así nos dimos cuenta que Eduardo nos había llevado justo por donde se había perdido algunos años antes.

El camino subía otra loma y justo al llegar a la parte más alta nos encontramos con los restos de un edificio que conservaba parte de sus muros pero cuyos techos estaban completamente derrumbados, mientras examinaba las habitaciones pude ver entre la maleza la bella estructura que aún está en pie en Sacbé pero antes de dirigirme ahí caminé hasta otro montículo que en su cima también tenía varios restos de muros y habitaciones.

Sacbé fue visitado en el siglo XIX por John Lloyd Stephens y Frederick Catherwood, por lo que aparece en el libro "Incidentes de viaje en Yucatán" y posee una litografía del edificio principal, el cual sigue casi igual que como se encontraba entonces, excepto porque una buena parte de su decoración en mosaico de piedra ha caído ya de su fachada; Sacbé también estuvo desubicado muchos años en los que se llegó a creer que había colapsado todo lo que había en pie, pero fue redescubierto hace pocas décadas.

Detalle de la decoración de la estructura principal
Después de ver los dos edificios casi totalmente destruidos finalmente estuve frente a la estructura 1; éste edificio probablemente tuvo tres habitaciones, de las cuales dos siguen en pie y la del lado derecho ha colapsado dejando en su lugar un montón de piedras. En el cuarto de la izquierda tiene una gran grieta que anuncia que será la siguiente en caer a menos que sea rescatada, sin embargo prácticamente no hay trabajo arqueológico en éste sitio.

La parte superior de la fachada está decorada con mosaico de piedra y es uno de los diseños más sobrios y armoniosos que me ha tocado ver, contiene formas de grecas sobre una línea de tamborcillos y alternando los diseños geométricos hay filas de dos mascarones del dios chaac con su nariz curva que sobresale.

Estructura 1 de Sacbé
Cuando terminamos de fotografiar y de admirar el edificio principal ya la luz del sol se tornaba rojiza, así que regresamos al auto y llevamos a Narciso a su casa para luego pasar a cenar nuevamente en el restaurante Chac Mool. Ahí fue cuando primero Eduardo y poco después Julio comenzaron a quejarse de la intensa comezón que los piquetes de las pulgas les producían y tuvieron que aguantar hasta que regresamos al hotel en Mérida para salir a comprar una pomada que les alivió el malestar que por momentos parecía que se tornaba insoportable; yo me salvé de ésto por no haberme detenido en ningún momento mientras estábamos en la selva.


domingo, 23 de julio de 2017

Viaje a Yucatán y Campeche pt. 12. Yaxcopoil, la casa de la oscuridad

Hacienda de Yaxcopoil
No tuvimos mucha suerte en el viaje con los sitios arqueológicos que se ubican dentro de haciendas; el 2 de enero comenzamos nuestro recorrido dirigiéndonos a una que se sumó a Poxilá como un fracaso para nosotros, ésta vez en Hotzuc, donde existe un altar circular con glifos y muchas piezas sueltas mayas empotradas en muros del edificio colonial; Eduardo ya había estado ahí pues un habitante del poblado lo había acompañado pero al buscarlo en su casa no se encontraba y debido a que había varios trabajadores ocupados dentro de la hacienda nos fue imposible conseguir permiso para pasar aunque preguntamos varias veces y estuvimos esperando un rato para ver si aparecía alguien que nos pudiera acompañar.

Elemento arquitectónico en el pequeño museo de Yaxcopoil
La siguiente parada era un viejo conocido para nosotros, Yaxcopoil es un sitio que está también en terrenos que pertenecían a la hacienda del mismo nombre que al igual que Hotzuc se dedicaron a producir fibra de henequén en el siglo XIX, aunque la carretera que va a Muná pasa por en medio de los restos arqueológicos y ya muchos de mis amigos y yo habíamos parado a ver los dos edificios pequeños que están en los acotamientos del camino y que forman parte del grupo Tanmul del gran sitio arqueológico que se extiende por ambos lados y que contiene estructuras mucho mas grandes. Había entre nosotros cierto debate sobre si era válido considerar en nuestra cuenta Yaxcopoil habiendo conocido únicamente esas dos estructuras pero nuestra intención era finalmente terminar con eso visitando el grupo central, el cual hasta entonces solamente nuestro amigo Luis Adrián de Monterrey había podido ver, ni siquiera Eduardo había estado ahí.

Una de las estructuras junto a la carretera
Lo primero que hicimos fue entrar a la hacienda, la cual actualmente está abierta a su visita pública, aunque nosotros únicamente queríamos ver una habitación habilitada como museo que contiene varias piezas arqueológicas de la antigua ciudad maya de Yaxcopoil ("lugar de los álamos verdes"), la mayoría de ellas se encontraban en un edificio llamado Aka'na "casa de la oscuridad". Entre las piezas que vimos se encontraban columnas con figuras de gobernantes, dos planchas de estuco que tenían tres rostros sencillos en el canto de su parte frontal, fragmentos de estelas y decoraciones de edificios, además de algunas piezas completas de cerámica; en una pared en un cuarto contiguo había también una piedra con un diseño geométrico que estaba empotrada directamente en el muro de la hacienda.

Escalinata volada en edificio de Yaxcopoil
Verdaderamente encontrar el Aka'na fue un capítulo oscuro del viaje, nos costó muchas horas perdidas e incluso estuvimos a punto de abandonar la búsqueda. En la hacienda preguntamos si había alguien que pudiera servirnos como guía y la respuesta fue que el único que conocía la zona estaba fuera y probablemente le encontraríamos limpiando la hierba a los lados de un camino en el actual poblado; salimos con el carro y dimos varias vueltas por todas las calles que estaban hacia la zona donde nos indicaron que buscáramos pero nunca dimos con la persona indicada. Por viejas fotografías sabíamos aproximadamente en que área de la selva se encontraba el grupo central de Yaxcopoil, así que decidimos dirigirnos ahí y ver si encontrábamos alguien que nos ayudara pero en el camino no había ni un alma. En una terracería dejamos a Julio con el auto esperando por si algún lugareño pasaba mientras Eduardo y yo caminábamos para ver si hallábamos el Aka'na, y aunque vimos algunos montículos de piedras nada indicaba que el edificio estuviera por ahí.

Aka'na
Regresamos a la carretera y visitamos los edificios que ahí se encuentran, buscamos caminos que entraran a la selva detrás de ellos pero no vimos nada de interés, ahí encontramos a un señor que nos dijo que en una tienda cercana quizá sabrían del resto de edificios arqueológicos pero ahí nos dijeron que no había ninguna zona arqueológica en el poblado ¡a pesar de que los edificios de la carretera estaban a menos de 100 metros adelante!

Finalmente estábamos en la disyuntiva de si seguir adelante a otro sitio o hacer un último intento regresando a la hacienda, pero creíamos que perderíamos demasiado tiempo en vano, así que contactamos a nuestro amigo el arqueólogo Miguel Covarrubias, quien nos dijo que sería difícil que encontraramos el edificio solos; también llamamos a Luis Adrián, el nos dió una descripción del camino que lleva al Aka'na, y reconocí que lo que nos describía era la misma terracería que habíamos recorrido pero en el sentido contrario, del otro lado de la carretera donde nos detuvimos; decidimos ir allá y justo cuando nos deteníamos para buscar el grupo central, un lugareño en bicicleta pasó y nos confirmó que por ahí se entraba, incluso se ofreció a llevarnos, cosa que aceptamos con gusto.

El interior muy dañado del Aka'na
Caminamos por un trecho no muy largo y finalmente reconocimos una serie de grandes montículos a los que ascendía el sendero, llegamos a una plataforma amplia después de bajar del más grande y pocos metros a la izquierda encontramos los restos de un arco maya que sobresalía de un montón de escombros, ahí abajo había un pasillo alargado en buenas condiciones y una vez que rodeamos el montículo vimos que ese corredor terminaba igualmente saliendo por el lado contrario del edificio, una especie de rampa se veía encima así que pudimos verificar que se trataba de una "escalinata volada", es decir que la escalera que iba a la cima de éste edificio pasaba sobre el corredor que la atravezaba por debajo, por lo cual su base no era sólida sino que se apoyaba en el arco que observamos.

Decoraciones en la subestructura del Aka'na
Desde el montículo de la escalinata volada pude ver la silueta de un edificio en pie, finalmente ahí estaba la casa de la oscuridad Aka'na. Una vez que llegué frente a él me di cuenta que quizá lo que parecía la entrada era la parte trasera, aunque el edificio está tan dañado que es difícil decir donde estaban los accesos a sus tres o cuatro habitaciones que forman una "T". La parte más conservada es una sola habitación que está pegada a una línea de dos o tres que están casi completamente caídas. Hay un gran hueco al centro de la pared de ésta única habitación del inicio, probablemente era una puerta aunque ya no tiene forma; adentro también hay grandes agujeros en los muros que podrían haberse formado todos de la misma forma al caer los dinteles y las jambas de cada entrada y dejando únicamente grandes huecos de forma semicircular. El nombre de éste edificio seguramente le fue dado porque antes de que se cayeran gran parte de los muros, en las habitaciones centrales debió reinar una casi completa penumbra.

Restos de pintura roja en la subestructura del Aka'na
La mayor sorpresa que encontramos en éste edificio fue que al llegar a la pared del fondo de la primera habitación pude ver que ésta fue un añadido tardío pues se encontraba unida a la fachada de las habitaciones casi derrumbadas, el muro que cubrió antes de que fuera construida era la entrada al edificio y estaba decorado con bellos colores entre los cuales pude distinguir rojo y azul maya; aún se podían ver adornos geométricos hechos en estuco muy bien conservados en el espacio que quedaba entre ésta fachada antigua y el muro que la cubrió después, que en esa parte está dañado y deja ver lo que hay detrás.

Me dispuse a rodear el edificio y lo que ví fueron restos de muros y grandes pedazos de bóveda caidos hacia el centro de las habitaciones, por lo que en gran parte el paso a las demás en su mayoría estaba bloqueado.

Aka'na de Yaxcopoil
Una vez que regresé frente a la primera habitación que ví, estuve un rato contemplando el edificio que está en los últimos años de su existencia pues poco a poco se va cayendo a pedazos y quedando poco que lo sostenga, además hay un gran árbol creciendo en su costado y cuyas raíces se han colado en los poros abiertos del muro, creando una escena pintoresca y melancólica que hace que la estructura cobre un poco de vida en sus últimos años, pues cuando el árbol se seque y muera se llevará con él gran parte del Aka'na, al que ha unido a su destino con sus raíces tan profundamente incrustadas en la roca.

Detrás de éste edificio continúan los montículos formando plazas, que en algunas partes aún conservan restos visibles, pero de los cuales no ví gran cosa cuando me separé de mis compañeros y me puse a cruzar las áreas enselvadas para poder ver lo más que podía del sitio arqueológico de Yaxcopoil.

Regresamos al auto y era algo tarde para seguir así que sólo nos quedaba visitar un sitio más, nuevamente fue bastante difícil, pero eso quedará para el siguiente capítulo.


martes, 18 de julio de 2017

Viaje a Yucatán y Campeche pt. 11. Otro sitio con nombre dudoso: K'uch / Kakáab, visita a Xuelén

Edificio en K'uch / Kakáab
Una vez que salimos de Kuxub, creíamos que nos dirigíamos sólo unos metros más allá a un nuevo grupo del mismo sitio, sin embargo pasaban los minutos en la camioneta y no llegábamos a ninguna parte. Por el tiempo transcurrido calculo que recorrimos de 4 a 5 km en terracería hasta que llegamos a una especie de marco hecho con troncos y bajamos para internarnos en la selva. 

La distancia ya nos hablaba de que éste era un lugar diferente y preguntamos el nombre: Kakáab, respondió nuestro guía; al parecer así se le conoce en la zona donde él habita. Sin embargo desde el primer momento nos pareció una denominación un tanto extraña y sospechamos que el registro arqueológico estaría de otra forma. Tuvieron que pasar 7 meses para saberlo con certeza pues con la ubicación, nuestro amigo Stephan Merk nos informó que el nombre registrado para éste sitio es K'uch, ésto ocurrió hace 3 días a la fecha en la que escribo.

Bóveda de edificio en K'uch / Kakáab
Luego de que entramos a la selva no pasó mucho tiempo para que encontráramos vestigios prehispánicos: pudimos ver que estábamos subiendo a una plataforma y había un edificio casi tapado por la vegetación frente a nosotros, era sumamente difícil avanzar pues todo estaba lleno de enredaderas y arbustos espinosos, a pesar de contar con machetes el avance era muy lento. Yo me dí cuenta que del lado izquierdo se abría una habitación con la mitad del techo caída así que quise ir hacia allá mientras los demás rodeaban por la derecha. Llegamos al otro lado casi al mismo tiempo pero me arrepentí de mi elección pues en ninguna otra parte del viaje me había razguñado tanto con las espinas y antes de reunirme con ellos quedé atrapado en una espesura impasable hasta que me alcanzaron un machete para abrir un espacio.

Edificio con bóveda arcaica en K'uch / Kakáab
El lado por donde ellos habían llegado tenía restos de otra habitación con un pedazo de bóveda completa pero en su interior había un panal de avispas y eso impidió acercarnos mucho, además volvió peligroso pasar por ahí aunque era la zona menos poblada de espinas. Cuando vieron la gran habitación con media bóveda que yo quise alcanzar también se acercaron y Julio se pasó bastante rato cortando hierbas para liberarlo pero al final lo tuvimos casi completamente limpio para fotografiarlo. Mientras eso ocurría yo avancé más por lo que parecía una plaza rodeada por 4 montículos y fue bastante fructífero pues en cada lado del cuadrángulo formado había restos arquitectónicos y eran de diferentes temporalidades.

La gran habitación con media bóveda de K'uch / Kakáab
Pudimos observar que una de las bóvedas estaba hecha de manera muy rústica, con piedras salientes y muchas cuñas rellenando espacios entre ellas, características típicas de la etapa en que Oxkintok dominaba la región en el clásico temprano y medio. Los demás edificios tenían techos con piedra bien labrada y ajustada, de tiempos más tardíos en el periodo llamado Puuc clásico o floreciente; seguramente las decoraciones de sus fachadas estaban hechas en mosaico de piedra y pudieron haber incluido grecas, columnillas y mascarones de Chaac, mientras que la más antigua quizá estuvo recubierta de estuco con algunos razgos de escultura, por desgracia todo ésto solamente está en nuestra imaginación pues en el lugar ya se ha perdido.

Estructura 1 de Xuelén
Cuando terminamos de documentar todo regresamos a la camioneta, aunque junto con el nombre de K'uch, Stephan también nos reveló que hay otros dos grupos de edificios en el sitio y cuentan con arquitectura en pie, aunque no los vimos por no saber de ellos entonces.

Regresamos a la casa de nuestro guía y como era año nuevo nos invitó a comer del recalentado de la cena de la noche anterior que consistió en un guíso de carne de venado; yo nunca la había probado así que despertó de inmediato mi curiosidad aunque el sabor no me pareció tan exótico pues es algo parecido al de la ternera. Era el último día que Wilberth nos acompañaría en Yucatán, aunque más tarde recorrí con él varios sitios campechanos, así que nos pidió que lo dejáramos en la ciudad de Calkiní.

Lateral de la estructura 1 de Xuelén
Era algo tarde pero decidimos ir a un sitio que Julio y yo ya conocíamos y que tiene pintura mural: Xuelén. Nunca en mi vida había manejado tan rápido, mientras todos dormían íbamos por la carretera Mérida-Campeche y me apresuraba para llegar al sitio antes de que el sol cayera. Cuando finalmente reconocí el punto para entrar a la selva quedaba solo media hora de luz, aunque teníamos lámparas era imperioso encontrar el edificio principal pues de no hacerlo sería prácticamente imposible en la total oscuridad aún con la luz de la linterna. Fallé por menos de 20 metros el camino y eso costó que no viéramos nada por un buen rato; estuve dando vueltas en la zona donde se supone debíamos pasar para encontrar Xuelén pero no veía nada, cuando finalmente decidí volver con los demás me costó algo de trabajo y tuvimos que guiarnos por chiflidos y gritos agudos que viajan mejor por la selva; entonces Wilberth, que caminó hacia el lado contario que yo nos llamó pues el edificio estaba ahí.

Estructura 2 de Xuelén
Aprovechamos los últimos rayos de luz para fotografiar los exteriores de las dos estructuras que hay en Xuelén, la segunda de ellas conserva solo muros con medias bóvedas mientras que la primera tiene cuatro habitaciones que miran a cada punto cardinal, tres están completas y también conserva su crestería.

Dentro de las habitaciones completas hay adornos de estuco tirados por el suelo y en todas existen restos de pintura en las partes altas. En el más grande aún se pueden distinguir algunos de los motivos pintados que son aves en su mayoría aunque también hay un venado que es cargado por una mujer.

Fragmento de mural que muestra un ave
Utilizamos todas las lámparas que llevábamos para iluminar el interior y pudimos tomar algunas fotografías bastante buenas de los murales que aunque están muy borrados y dañados por la humedad, aún dan una idea del gran colorido que poseían en su tiempo. 

El tiempo de retirarnos nos alcanzó en completa oscuridad, así que se volvió más complicado caminar por la selva y peor aún cuando después de varios metros nos dimos cuenta de que dejé el machete en la entrada del edificio principal y tuvimos que volver por él, desorientándonos un momento; finalmente regresamos por donde íbamos y sin mayor problema alcanzamos la carretera nuevamente.

Desde ahí llegamos hasta Hecelchakán, donde dejamos a Wilberth para que fuera hacia Campeche con la promesa de que yo lo alcanzaría ahí mismo días después cuando Julio y Eduardo ya estuvieran de regreso en la ciudad de México.

Los que quedábamos nos dirigimos de vuelta a Mérida en el mismo hotel en el que habíamos estado anteriormente y donde aún nos hospedaríamos la noche siguiente. 


martes, 11 de julio de 2017

Viaje a Yucatán y Campeche pt. 10. Kuxub, el sitio que creímos que era Xburrotunich

Vista desde la estructura principal de Kuxub
Iniciamos el 2017 levantándonos muy temprano ya que teníamos cita en el pueblo de Opichén con un nuevo guía pero antes queríamos hacer un intento de visitar Poxilá, un sitio que en el 2013 Julio y yo intentamos ver pero no pudimos debido a que se encuentra dentro de una hacienda y los dueños no permiten la entrada; sin embargo ni con el carisma de Eduardo pudimos conseguir el permiso y terminamos sin nada mas que una vista lejana del edificio principal que alcanzamos a divisar desde montículo que nos permitió subir un poco sobre el borde de la barda perimetral de la hacienda.

Aproximadamente media hora después y con un ligero retraso llegamos a casa de nuestro guía y luego de una plática sobre los vestigios de la región nos ofreció llevarnos a dos o tres sitios en su camioneta, dejando el tzuru que para entonces ya teníamos bastante sucio y maltratado. Eduardo subió en la cabina mientras Julio, Wilberth y yo nos fuimos parados en la caja, primero nos detuvimos en un terreno de nuestro anfitrión pues tenía que pasar a dar de comer a sus animales, que incluían varios borregos y guajolotes. 

Muro en pie de una estructura de Kuxub
Poco después salimos hacia Calcehtok, poblado muy cercano al gran sitio de Oxkintok, abierto al público y entramos a terracerías que en algunas partes tenían piedras tan grandes que difícilmente el auto hubiera pasado. Luego de varios kilómetros bajamos junto a un campo de cultivo y entramos un poco en la selva, observando algunos montículos que nuestro guía designó como el sitio de "el rancho". Ahí no había elementos arquitectónicos visibles así que terminamos pronto; subimos a la camioneta y unos metros mas adelante vimos más estructuras, nuestro anfitrión nos dijo que estábamos en Xburrotunich, sitio del que tenemos algunos datos, por la cercanía supimos que el rancho era parte del mismo. Incluso se nos narró la historia del nombre que significa "burro de piedra": Había un campesino que tenía su milpa en ése lugar pero los animales se comían su cocecha, entonces fue con un sacerdote y éste le dio un burro de piedra con la instrucción de que debía ponerle de comer una gota de sangre cada día y éste se encargaría de auyentar la fauna nociva por las noches. Así el burro cobraba vida nocturna y las cocechas se fueron dando hasta que el hombre dejó de alimentar al animal con la gota de sangre ordenada, por lo que el hambre orilló al burro a comerse a las personas que pasaban; luego de varias desapariciones los lugareños encontraron la figura del animal cuando de día era de piedra y la hicieron pedazos, quedando solamente un pedazo de su miembro viril tirado en el campo. 

Muro central de estructura de Kuxub
En verdad nuestro guía creía que el sitio era Xburrotunich y luego de buscar por un rato entre el maizal vimos la escultura fragmentada que habría motivado tal nombre. Sin embargo y luego de nuestro regreso Julio buscó en su amplio acervo y descubrió que era muy improbable que el lugar donde estuvimos fuera Xburrotunich, pero en cambio tenía toda la pinta de ser otro sitio llamado Kuxub, por lo que con ése último nombre lo incluímos en nuestras listas de sitios. La razón principal de darse cuenta de ello fue que en medio de los campos de cultivo se elevaba una gran estructura piramidal que subimos y tenía unos cuantos restos de piedras alineadas del templo en su cima. Mientras estábamos ahí arriba con una gran vista de los campos cercanos, Wilberth, con su cámara que tiene un gran zoom observó una mancha negra con un árbol encima que crecía sobre un montículo y nos dijo que ahí había un muro de piedra, sin embargo ninguno de nosotros le creyó, pues creíamos que sólo era un montón de hierba.

Estructura de Kuxub
Regresamos a la camioneta y por casualidad el camino pasaba junto al montículo que había señalado Wilberth, ya cerca pudimos comprobar que lo que el decía era verdad, en la cima había una estructura en pie, o al menos parcialmente.

Bajamos rápidamentede la camioneta, ni nuestro guía había estado en ese montículo así que teníamos mucha curiosidad sobre lo que encontraríamos y fue una postal bellísima y melancólica: justo en la parte más alta de aquél montículo o pequeño cerro estaba una sección del muro central de un edificio, el cual dividía dos habitaciones que estaban conectadas por una puerta central; el lado derecho desde el que creímos que era el frente estaba casi completo, pero el dintel y todo el muro izquierdo además del resto de las habitaciones habían caído, a pesar de eso las bases de las jambas que delimitaban los lados de la puerta seguían en su lugar y una gran parte de los arranques de cada muro mostraban todavía como estaban distribuídas sus habitaciones, por lo que vimos que hubo más además de las 2 que observamos en un principio. Sobre el muro que permanecía en pie crecía una planta de henequén bastante raquítica, con las pencas colgando y coronado por una gran rama saliente que poco antes debió de soportar las flores que ésta planta desarrolla para reproducirse y luego de ello secarse; junto a ella un arbusto casi totalmente seco elevaba las ramas desnudas hacia el cielo completamente azul que se encontraba poblado de pintorescas nubes blanquísimas. No podíamos dejar de fotografiar ésta bella postal y de felicitar a Wilberth por su gran vista; unos metros más abajo vimos también algunos arranques de muro que indicaban otra estructura ya derrumbada por completo.

martes, 4 de julio de 2017

Viaje a Yucatán y Campeche pt. 9. Una experiencia extraña en Chunjabín y año nuevo.

Camino a Chunjabín
En Dzilam González nos dieron indicaciones para llegar a un área llamada Chunjabín, ahí se encuentran dos sitios arqueológicos con algunas estructuras visibles. Teníamos el mapa para llegar por dos caminos y a sugerencia de nuestro informante en el pueblo tomamos el primero y más largo debido a que el otro parecía estar muy cubierto de maleza.                                                    
Nunca nos imaginamos que éste recorrido sería uno de los más extraños que hayamos seguido. Avanzamos en el auto unos pocos kilómetros por carretera y luego entramos a una terracería muy pedregosa; el avance era muy lento pues en muchos lugares el carro pegaba con salientes del camino, todo el tiempo la hierba crecida se escuchaba como cepillando debajo de nuestros pies y en algunos tramos incluso teníamos que bajar para pasar trechos especialmente difíciles. El camino se mantenía en buena parte recto, con algunas curvas y muchos desniveles ligeros.

Cerca de Chunjabín
Justo después de una curva de 90° nos encontramos con una puerta abierta que servía para cerrar el paso a todo el camino, tenía una cadena con candado y frente a ella una motocicleta estacionada; sospechamos que el dueño de ésta última era el poseedor de la llave y mientras avanzábamos esperábamos verle para informarle de nuestra presencia y evitar que cerrara el paso dejándonos atrapados dentro, poco a poco fuimos alejándonos pero no hubo rastro de nadie y finalmente lo olvidamos.
Aproximadamente a un kilómetro y medio de nuestro objetivo el camino se puso tan malo que tuvimos que dejar el carro a un lado de la terracería y continuar el resto a pie. Íbamos a una zona que en la vista de satélite mostraba cuadrados de construcciones y teníamos algo de ansias por llegar para observar si eran prehispánicas; todo comenzaba de forma prometedora pues encontramos un altar formado de piedras sueltas y que contenía veladoras entre ellas, mostrando que en el lugar se llevan a cabo ritos religiosos pero al final todo fue completamente decepcionante pues en el punto que tanto buscábamos había tan sólo un pequeño montículo de piedras totalmente destruido y una serie de corrales ganaderos que formaban los rectángulos que se veían borrosos en el mapa.

Intentamos encontrar algo más entre la selva, así que tomamos el machete y tratamos de entrar en todos los senderos que encontramos pero el tiempo transcurría y no hallábamos nada, finalmente hice un esfuerzo tremendo para atravezar un área enselvada y encontré las bocas de varios chultunes pero nada más. Cuando regresaba con los demás una rama con grandes espinas se balanceó y la ví acercarse hacia mi frente como en cámara lenta, una de sus afiladas salientes atravezó mi sombrero de tela y se clavó justo donde inicia el cabello a un costado de la ceja derecha y aunque hice muchos esfuerzos por sacar la espina fue imposible y únicamente me deshice de ella mas de un mes después cuando fue expulsada naturalmente al cicatrizar la herida. 

La noche en Chunjabín
Una vez que volví con los demás, decidimos rendirnos pues la luz era ya muy poca para seguir y el cielo estaba totalmente pintado de rojo. Habíamos tardado hora y media en llegar hasta ahí por la terracería y saldríamos ya completamente a oscuras. Caminamos de regreso a donde dejamos el auto y decidimos seguir a pie mientras Julio manejaba para que no golpeara tanto con el suelo pedregoso. La noche ya era completa cuando de pronto los faros iluminaron la puerta que tenía el candado ¡y estaba cerrada!; recordamos los temores que habíamos tenido de que ésto sucediera al no encontrar al dueño de la motocicleta y comenzamos a revisar buscando la forma de salir de ahí. Lo primero que se nos ocurrió fue sacar la estaca que fijaba un lado de la puerta con todas nuestras fuerzas para luego volverla a poner en su lugar pero era sumamente pesada y no encontrábamos forma de lograrlo. Luego alguien de nosotros recordó que teníamos la lima para afilar el machete, entonces podíamos cortar con ella un eslabón de la cadena y quitarla para pasar, luego dejaríamos un poco de dinero en el lugar para que la arreglaran; el lograr ésto llevó algún tiempo pero luego de estar poco menos de media hora parados ahí finalmente limamos suficiente para que el golpe de una piedra grande botara la pieza. Al final del proceso me aljeé un poco del área que los faros del auto iluminaban y pude ver uno de los cielos más hermosos y llenos de estrellas que pude haberme imaginado, lejos de ciudades grandes y completamente en el centro de un área de campos de cultivo.

Cuando finalmente pudimos subir al auto llevábamos más de 45 minutos, de los cuales menos de 20 habíamos avanzado. Íbamos hablando de supersticiones y cosas sin explicación que suceden en lugares remotos y yo les decía a los demás que jamás había pasado por nada de eso y que no creía que aquello fuera posible aunque me gustaría vivir algo sobrenatural; finalizando con una frase que no le gusta para nada a algunos de los que me han acompañado en recorridos como ese: "si se va a aparecer el diablo que se aparezca de una vez". De pronto Wilberth dijo que sacaría su cámara pues había visto un pájaro llamado tapacaminos, el cual es nocturno y difícil de capturar en fotografía; se sabe de su presencia porque se para en medio de las carreteras y sus ojos reflejan la luz de los faros. Varias veces Wilberth vio pasar pares de luces, pero comenzó a dudar que fuera por el paso de éstas aves y Julio nos dijo que llevaba un rato viendo como aquellos puntos blancos y luminosos cruzaban el camino. Yo les dije que seguramente eran murciélagos o coatíes que habíamos visto a nuestro paso, sin embargo yo mismo pude ver el fenómeno y por la forma de moverse rápidamente y en línea recta mas de un metro sobre el camino era imposible que fueran los ojos de éstos animales reflejando la luz. Al final todos estábamos totalmente atentos para tratar de ver cualquier cosa que pasara y entonces vimos además de las luces blancas un par de rojas; unos segundos después nos dimos cuenta que éstas últimas eran un auto y que habíamos llegado a la carretera asfaltada.

Nuestra sorpresa fue grande pues no llevábamos más que alrededor de media hora de avanzar por el camino, no había forma de tomar otro ni que hubiéramos ido tan rápido; además, a excepción de las últimas luces, todas las anteriores no podían ser de autos pues había desniveles en el camino y curvas que harían imposible ver desde tan lejos la carretera. El desconcierto fue aún mayor cuando Eduardo, quien había estado contando los kilómetros avanzados en su GPS nos dijo que ahí marcaba que faltaba distancia por recorrer. Ni entonces ni ahora pudimos explicar lo que pasó pero se convirtió en mi primer y única (hasta ahora) experiencia extraña en cualquiera de mis viajes.

Una vez en la carretera nos dirigimos directamente hacia Mérida y llegamos poco antes de las 10 de la noche, suficiente para ir al centro a buscar algún lugar donde recibir el año nuevo. Fue un gran problema pues todos los lugares conocidos estaban abarrotados o tenían menús especiales muy caros. Estuvimos deambulando un buen rato con demasiada hambre, así que para calmarla compramos algunas marquesitas (especie de barquillo cilíndrico al que le ponen queso holandés en su centro o algún otro ingrediente como nutella o fruta). Más allá de las 11 pm decidimos volver al hotel por el auto y dirigirnos al paseo montejo a una taquería; la encontramos también llena aunque conseguimos mesa justo cuando se escuchaban a lo lejos los fuegos artificiales que anunciaban las 12 de la noche, así que el año nos alcanzó sin haber pedido la cena y a penas sentándonos a la mesa. La espera no fue en vano pues la comida fue muy buena y ya entrada la madrugada regresamos al hotel a dormir un rato pues al día siguiente teníamos cita con un nuevo guía que nos llevaría a algunos sitios poco conocidos al sur del estado.