lunes, 26 de diciembre de 2016

Viaje a Perú pt. 5. Buscando el sitio de El Faro en Supe Puerto

Como escribí en la entrada anterior, el custodio de Áspero mencionó que en las cercanías había un sitio llamado El Faro pero no nos quiso indicar como llegar. No quisimos quedarnos con la duda, así que sacamos el celular y comenzamos a revisar la vista aérea de Supe Puerto hasta que dimos con lo que estabamos buscando y aunque no teníamos la certeza de encontrar ahí un sitio arqueológico de inmediato nos dirigimos al punto del mapa.
Vista hacia El Faro
Pasamos por el centro del poblado y nos dimos cuenta que ahí podíamos comer, pues había un restaurante, pero nuestra regla era comer al atardecer y aún teníamos tiempo. Salimos de Supe Puerto por una pequeña carretera que serpenteaba entre las dunas hacia la playa, conforme avanzábamos vimos varias casas recién construidas que indudablemente estaban encima de montículos prehispánicos pero no pensamos que aquello fuera lo que buscábamos así que seguimos. Dimos vuelta hacia el mar y caminamos sobre la arena; el entorno era sumamente seco, sin ningún vestigio vegetal en la superficie, sólo arena cubriéndolo todo hacia todas las direcciones; el paisaje bien podría haberse tratado de una fotografía de la superficie de Marte, rojizo y con algunas piedras oscuras, y a pesar de que el sol caía a plomo, el calor no era excesivo, tanto así que vestíamos de negro y manga larga sin sobrecalentarnos.
Observando el horizonte. Fotografía tomada por Ernesto Hernández

Después de subir sobre una loma se presentó ante nosotros una visión que nos dejó boquiabiertos: sobre una lengua de tierra se erguía el faro de Supe Puerto y a cada lado el azul profundo del mar contrastaba con la arena formando una serie de pequeñas bahías donde se alcanzaban a divisar algunos bañistas como puntos móviles. La inmensidad de éste rincón del mundo era ya suficiente para que nuestra caminata valiera la pena y ninguno de los dos había estado en ningún sitio que se le pareciera. Fue entonces cuando comenzamos a notar que bajo la arena había piedras alineadas que sobresalían en la superficie dibujando formas apenas perceptibles, yo estaba todavía escéptico pero Ernesto se convenció casi en seguida de que estábamos en el sitio arqueológico que buscábamos. Lo que pudimos ver ahí eran solo fragmentos muy pequeños y una piedra que claramente tenía una hendidura hecha artificialmente, para mí era muy poco para considerar el sitio como visitado.

Arco natural en la playa del amor
Llegamos hasta el faro y no encontramos nada que pareciera antiguo a su alrededor, pero el mar se enseñoreaba ante nosotros con un horizonte totalmente difuso que hacía difícil saber donde terminaba el agua y empezaba el cielo, ni una nube manchaba el inmaculado azul.

Desde ahí nos dispusimos a caminar de regreso a Supe Puerto por el camino mas corto entre las dunas y bordeando la costa. Lo primero que encontramos en una ladera fue ya inequívoco de que bajo nosotros se encontraba el sitio arqueológico que estábamos rastreando: de cerca solo parecían piedras alineadas que sobresalían levemente de la arena pero desde otra duna que se encontraba directamente de frente se veían plataformas de forma cuadrada o rectangular que se dibujaban claramente. Fue entonces cuando yo también me convencí de que lo habíamos encontrado.
 
Del otro lado de ésta segunda duna dimos con un lugar que en el mapa estaba indicado como "la playa del amor", lo que nos dió algo de gracia, pero al asomarnos sobre la cresta arenosa vimos que del otro lado de ésta playa había un arco natural excavado por el mar bajo la roca, cosa que de inmediato quise ver de cerca. El arco es de forma circular con tal vez 10 o 15 metros de diámetro y bajo él pasa un pequeño canal que comunica la playa del amor con el puerto de Supe.
Cédula del sitio arqueológico

Ya teníamos la población a la vista, por lo que seguimos hacia ella sobre la elevación que contiene el arco, los suburbios no parecían muy bonitos así que guardé la cámara y empezamos a buscar por donde bajar de la loma donde nos encontrábamos, pero no teníamos ningún sendero a la vista por lo que decidimos desviarnos hacia la zona por donde habíamos llegado... y entonces apareció frente a nosotros el gran letrero que indicaba que el sitio arqueológico de El Faro estaba ahí. La última confirmación que necesitábamos, unos metros adelante vimos las mismas casas por las que pasamos al llegar... desde el principio estábamos en el sitio arqueológico "El Faro".

Una vez que regresamos a la plaza de armas en el centro de Supe Puerto nos preocupamos un poco al ver que el restaurante que vimos estaba totalmente vacío, pensamos que ya no había servicio pero entramos a preguntar. Los dueños salieron al instante y nos invitaron a sentarnos; como entrada nos sirvieron canchita (maíz tostado), fue la primera vez que la probamos y desde ahí fue nuestra botana favorita en el país. Pudimos notar que aún no hay mucho turismo que pare en Supe Puerto, porque cuando los dueños del restaurante supieron que veníamos desde México se emocionaron mucho e incluso nos pidieron tomarse una foto con nosotros para ponerla en facebook. La comida fue excelente, abundante y barata; al final incluso nos dieron mas canchita en una bolsa para que nos la lleváramos. 
Restos de estructura bajo las casas

Tomamos un mototaxi hacia el cercano poblado de Supe (no es el mismo que el puerto), y ahí nos hospedamos en un hotel que está justo frente a la plaza de armas. Cuando bajamos del transporte pude escuchar a alguien gritando números al azar, y unos pasos más adelante comprobé que la causa de aquello era un grupo de gente jugando bingo a una cuadra del hotel. Lo último que hicimos aquel día fue imprimir el pase de abordar que usaríamos dos días mas tarde rumbo a Cusco.





sábado, 24 de diciembre de 2016

Viaje a Perú pt. 4. Vichama y Áspero

Estructura con anfiteatro circular en Vichama
Llegamos a Végueta en a penas media hora desde Huacho, de pronto miramos a nuestra izquierda la entrada a la zona arqueológica de Vichama y comprendimos que nos habíamos pasado de donde debíamos bajar; sin embargo unos metros más adelante comenzamos a caminar para entrar al sitio, no hay ninguna barda o cerca que lo delimite así que caminamos entre casas que están asentadas dentro del área arqueológica para acercarnos a los edificios que podíamos ver cerca de nosotros. Cuando estábamos a punto de llegar al primero una encargada del sitio se acercó a nosotros para indicarnos que fuéramos al centro de visitantes porque el recorrido nuevamente tenía que ser acompañados de un guía.
Edificio en Vichama

Pagamos la entrada y dejamos nuestras mochilas en el mostrador, nuestro guía fue un joven que tenía una forma algo peculiar de hablar, tenía poco de trabajar en Vichama pero ya conocía bastantes datos del lugar. 

Lo primero que vimos fue una réplica de un anfiteatro circular, éstas estructuras son típicas de la cultura Caral, que tiene 5000 años de antigüedad, y que ya habíamos podido ver en Bandurria. Vichama cuenta con varios edificios con anfiteatro, y pudimos ver claramente dos: Uno de ellos sobre una loma y el otro en la parte más baja del sitio arqueológico.

Estructura principal de Vichama
El recorrido incluye varias estructuras ceremoniales y residenciales que se extienden en las suaves laderas de los lomeríos al sur de Végueta. Desde los puntos más altos se puede ver el mar, cuya costa se extiende a alrededor de 1 km de distancia en línea recta desde Vichama. 

Fué ahí donde por primera vez nos encontramos con otra característica de las construcciones de la cultura de Caral: el uso de las llamadas "Chicras", que son unas redes en forma de bolsa construidas con fibras vegetales bastante fuertes y que contienen piedras en su interior, éstas chicras se colocan una sobre otra en los núcleos de los edificios y permiten que éstos resistan la fuerza de los terremotos ya que las piedras en su interior pueden moverse mientras que la red mantiene la estabilidad de la construcción.

Friso de barro en Vichama.
El mayor hallazgo en Vichama es un friso de barro donde aparecen una serie de personajes en posiciones que parecen de baile o de nado, también hay algunas figuras de peces, de personajes cadavéricos y un sapo en la parte superior. Éste friso está en el edificio principal que se ubica a pocos metros de la carretera que lleva al centro de Végueta, el cual también posee dos anfiteatros circulares: Uno que apunta al oriente y que posteriormente fue clausurado y otro más grande hacia el norte.

Luego de terminar el recorrido, nos recomendaron tomar cualquier transporte que viniera de Végueta y bajarnos en la carretera panamericana para poder seguir desde ahí nuestro recorrido hasta Supe Puerto, el siguiente poblado en nuestra lista. Nos interesaba llegar ahí antes de las 4 de la tarde y lo hicimos sin ningún problema pues al rededor de las 2:30 ya habíamos llegado. Nada más bajar de la camioneta donde viajábamos nos ofrecieron el servicio de un mototaxi para llegar a la entrada de la zona arqueológica de Áspero.

Letrero en el centro de visitantes de Áspero
El Áspero fue uno de los últimos sitios que encontramos en nuestras investigaciones para el viaje y valió mucho la pena visitarlo. A penas comenzó a investigarse en el año de 2007, fue un puerto que comerciaba con Caral y tiene arquitectura monumental que comenzó a construirse en el 3000 a.C. 

Lo primero que notamos es el empeño que están dedicando a éste sitio para volverlo un punto turístico, pues en el terreno donde se ubica se encontraba anteriormente un basurero que ya fue limpiado en su totalidad. Se ha construido un centro interpretativo con cédulas y algunas piezas muy interesantes, asimismo ya se están preparando para albergar tiendas de artesanías y otros servicios, para lo cual han construido una serie de locales con ramas de madera barnizadas que tienen un aspecto realmente bonito.

Pirámide de los ídolos con el mar en el fondo
Desde la zona de recepción se sube a un lomerío de arena desde el que se domina el sitio y al fondo se aprecia la costa, lo que hace que Áspero sea quizá el sitio más pintoresco abierto al público de la zona de Supe. 

La estructura principal es la pirámide de los ídolos, la cual es bastante impresionante con sus cuerpos escalonados y varias etapas constructivas visibles, además de su anfiteatro circular que actualmente está muy dañado. Junto a ella se encontraba otra estructura mas grande que por desgracia fue parcialmente destruida por haber sido dinamitada en el pasado.

Pirámide de los ídolos
En las partes más bajas del sitio hay unidades habitacionales donde se han encontrado puntos para secado de peces, anteriormente el mar llegaba hasta el pie del asentamiento y ahí llegaban directamente los pescadores con el fruto de su trabajo. También hay cavidades circulares que funcionaron como almacenes e incluso estructuras identificadas como cocinas, donde se pueden apreciar grandes cantidades de conchas que resultaron del desecho al preparar mariscos.

Un poco más abajo de donde se ubica la pirámide de los ídolos se ubica la pirámide de los sacrificios, hasta ahí llega la delimitación del sitio y pasa un canal de irrigación justo a los pies del edificio prehispánico.

Pirámide de los sacrificios
Por tercera ocasión en el día el recorrido debió ser en compañía de un guía local, y cuando Ernesto conversaba con él nos indicó que cerca de ahí se ubicaba otro sitio arqueológico completamente cubierto llamado "El Faro", a pesar de que no quiso decirnos como llegar, nosotros investigamos de inmediato en internet y aunque tampoco encontramos ninguna información decidimos dirigirnos al punto donde sospechábamos que se encontraba, pero eso lo dejo para otra entrada del blog, y ya que es 24 de diciembre... ¡Feliz navidad a todos!


jueves, 22 de diciembre de 2016

Viaje a Perú pt. 3. Los huacos de Hualmay y Bandurria

La primera noche que pasamos en Perú fue terrible debido al tremendo escándalo que llegaba desde la calle repleta de taxis con las bocinas que no dejaban de sonar, pero aún así nos levantamos muy temprano para llegar caminando a otro sitio arqueológico que está muy dañado pero que aún sobrevive en la zona de Hualmay, un distrito adjunto a Huacho. 


Letrero del sitio de los Huacos en el centro de Hualmay
Los huacos fue alguna vez un lugar enorme con una gran cantidad de estructuras de gran tamaño, pero ahora cuenta con unos cuantos montículos rodeados de sembradíos, la mayoría de lo que pudimos apreciar poca idea podía dar de lo que fue la antigua ciudad que se asentaba en aquellos campos.

Podíamos ver adobes enormes junto al camino que recorríamos, los cuales apreciamos después en otros lugares y justo cuando llegamos al primer basamento vimos a algunos agricultores que nos miraron como preguntándose que hacíamos nosotros ahí, pero al ver que subíamos a la estructura prefirieron ignorarnos. Solo algunos pequeños sectores parecían haber sido excavados por arqueólogos y se podían mirar algunos arranques de muros, pero en general la destrucción era mayor.
Montículo entre los sembradíos

Rodeamos la zona de Hualmay pasando por tres estructuras a las que subimos sin encontrar más vestigios visibles y nos dispusimos a regresar al hotel en Huacho por otro camino, algo que me llamó la atención fue la pasividad de los perros que descansaban en las calles y frente a las puertas de las casas, pues no nos ladraron ni parecieron notarnos al pasar; otra cosa que pudimos notar no sin algo de pesar fueron las colonias que se han asentado justo junto al asentamiento prehispánico, consistentes en una multitud de casitas de apariencia paupérrima, algunas de ellas construídas con una especie de tejido vegetal del que yo no había leído ni escuchado nada, pero que Ernesto identificó como algo típico de Perú; a cada paso podíamos apreciar la pobreza en la que vive la gente que ocupa aquellos asentamientos muy probablemente irregulares, y por desgracia eso no nos es ajeno en México.
Restos de un muro en los huacos.

Nuestra caminata de regreso al hotel fue corta, nuestra siguiente parada sería un sitio abierto al público por lo que investigamos la hora en que abriría, como sería hasta las 9 de la mañana y no pasábamos aún las 8 desayunamos algunas galletas y esperamos un rato antes de salir.

Casi en la entrada del hotel tomamos un taxi para ir hasta Bandurria, uno de los sitios arqueológicos más antiguos de América. A las 9 en punto estábamos en la entrada pero nos encontramos con un candado cerrando el paso. Decidimos esperar, y aunque fueron menos de 20 minutos el tiempo parecía correr más lento y llegamos a considerar saltarnos la barda si no llegaban los custodios pronto. El paisaje que nos rodeaba es uno de los más secos que haya visto, la arena se extendía por todos lados y ninguna planta era visible sobre la superficie exceptuando algunas zonas bajas donde se veía un poco de verde. 
El viejo anfiteatro


A lo lejos vimos acercarse un automóvil que dejaba tras de sí una polvadera y llegó hasta donde el taxi estaba estacionado, entonces nos dijeron que los siguiéramos, llegando hasta el inicio de un sendero bien señalizado que es la ruta de visita de Bandurria. Los custodios eran dos muchachitas que a la vista me pareció que fueran hermanas, una de ellas cobró la entrada y la otra nos guió por el sitio arqueológico. Ni a Ernesto ni a mí nos gusta la idea de recorrer sitios con guía, pero al parecer en la costa de Perú es la regla general.

Anfiteatro mas reciente
Bandurria se empezó a investigar por una gran inundación que barrió una parte del sitio arqueológico dejando al descubierto una serie de tumbas, está dividido en un área habitacional y otra ceremonial, ésta última recientemente excavada y preparada para su visita parcialmente. Se pueden apreciar tres edificios en línea, dos de los cuales tienen un anfiteatro circular frente a su escalinata principal, el primero y más pequeño es un poco irregular y con poca altura en sus paredes, el segundo es más profundo y presenta un círculo perfecto; fue construido después del primero que se clausuró al contar con un recinto nuevo. 

Finalmente pudimos apreciar el humedal que limita el lado poniente del sitio arqueológico, pues se encuentra justo junto al mar, ahí hay una pequeña laguna de poca profundidad y luego una playa arenosa. En éste hábitat se podía encontrar un ave llamada Bandurria que dio su nombre al sitio, el ave a su vez tomó éste nombre de un instrumento de cuerda antiguo; por desgracia ya no se encuentra ésta especie en la zona.

Laguna y mar junto a Bandurria
Luego de terminar el recorrido volvimos al taxi y nos llevó de regreso a Huacho exactamente al punto donde lo habíamos abordado. Juntamos nuestras cosas en el hotel y salimos de inmediato a buscar transporte que nos llevara a Végueta, donde continuaríamos el recorrido del día. No tardamos mucho en dar con unas camionetas que pasaban por nuestro destino y poco después dejábamos Huacho.







lunes, 19 de diciembre de 2016

Viaje a perú pt. 2. Huaca Garagay / Llegada a Huacho

Bajamos del avión cansados de estar sentados pero a mí me pareció un poco menos pesado de lo que esperaba pues la mayor parte del camino estuvimos conversando de viajes y otras cosas, entre ellas un buen rato que estuve contándole a Ernesto sobre accidentes aéreos... ¡Vaya que soy oportuno!

Pasamos la aduana y rentamos un chip de celular para poder tener internet de datos en la red local, lo cual hoy por hoy es algo que puede resultar de gran ayuda para buscar datos y ubicaciones; y vaya que lo aprovechamos bien durante el viaje. También cambiamos los dólares que traíamos por soles pues ésto fue más económico que intentar cambiar pesos directamente. 

Templo central de Huaca Garagay
Una vez que pasamos la aduana me pareció que era muy caro tomar un taxi del aeropuerto así que salimos de la terminal aérea hasta que nos ofrecieron transporte un poco mas barato aunque más tarde comprobamos que aún así había sido muy caro, no sin ciertas dificultades logramos que nos llevara a la huaca de Garagay, el primer sitio arqueológico que teníamos en nuestra extensa lista.
Atardecer en Garagay










Garagay es un conjunto en forma de C que está rodeado de la ciudad que se lo fue comiendo con el paso del tiempo, antiguamente debió ser mucho más extenso; sin embargo aún en su terrible destrucción nos dejó profundamente impresionados por el tamaño de su templo central, al cual le calculamos mas de 200 metros de base y 20 o más de altura. 

Para nuestra mala suerte no se permite subir a la cima aunque eso no fue tan mala noticia pues supimos que actualmente el lugar tiene custodios que se encargan de mantener en buen estado lo que se conserva del sitio, incluso algunos sectores del sitio mostraban que se están realizando investigaciones arqueológicas en los edificios principales y la explanada.
Edificio lateral

Nuestro recorrido fue breve debido a la imposibilidad de subir a las estructuras y a que ya comenzaba a caer la noche, así que tomamos otro taxi que por mucho menos que el primero nos llevó a la terminal norte de autobuses de Lima, donde tomamos el primer transporte que encontramos rumbo a la ciudad de Huacho, que resultó un camión algo viejo y sin muchas comodidades, pero eso para nosotros no constituyó ningún impedimento.

Llegamos al último destino del día cerca de las 10 de la noche; yo esperaba que encontraríamos desiertas las calles sabiendo que no es una población tan grande, pero nos llevamos una tremenda sorpresa cuando descubrimos que el lugar tiene una vida nocturna intensa pues está repleto de casinos. También ahí nuestros oídos sufrieron el contínuo golpeteo de las manos de los literalmente cientos de taxistas (convencionales y de mototaxi) contra el cláxon de sus vehículos, lo cual provocaba un terrible escándalo que aún de madrugada no dejaba de sonar, aunado a que nos tocó en suerte que se celebraba el aniversario de la fundación de Huacho, con muchedumbre y concierto en la plaza de armas incluídos.

Nuestro hospedaje estaba a unas cuadras del centro y por primera vez probamos la deliciosa y abundante comida peruana, disculparán los lectores que no pueda recordar todos los nombres de los platillos que degustamos pero soy terriblemente malo para recordar ese tipo de cosas y en su mayoría no los anoté por torpeza, pero puedo afirmar con seguridad que lo que cenamos aquel día era una fusión local con comida asiática que incluía arroz y pollo, todo con un sazón tan agradable que pocas veces he encontrado en otros lugares.

Aquel día nos fuimos a dormir de madrugada y eso se nos hizo costumbre durante todo el viaje. Pero hasta aquí termina el relato de nuestra primera jornada por Perú.


lunes, 12 de diciembre de 2016

Viaje a Perú, Noviembre de 2016. Parte 1

Planeando un viaje internacional

Hace tiempo que tenía blogger bastante abandonado, ya ni siquiera aparecen las imágenes de mi blog anterior... así que vengo a resucitarlo de nuevo con los diarios de viaje y algunas reseñas que he venido juntando con los recorridos que he realizado a cuenta mía. Los que me conocen sabrán que colaboro en Visitas Arqueológicas de México, actualmente se está reestructurando todo por ahí pero seguiré publicando todo lo que sea de dicho proyecto por allá, aquí no se encontrarán descripciones de las actividades del grupo, quizá ocasionalmente haga algún anuncio de viajes por venir pero nada más.

¿Y qué me trae nuevamente por aquí? La respuesta es muy grata para mí: finalmente pude realizar una de mis más grandes metas viajeras que era conocer Perú y todos los sitios arqueológicos andinos que pudiera. Así que comienzo compartiendo mis experiencias en ése sentido y esperando que éstas sirvan como apoyo a otros viajeros o futuros viajeros que las lean para animarse o para tener sugerencias no solo para recorrer Perú sino cualquier lugar que deseen. 

Para comenzar, aclaro que yo jamás viajo en tour ni de la forma más sencilla o cómoda; viajar así está bien, pero no es mi estilo. 

Entrando ya en materia, fue una casualidad que realizara el viaje a Perú éste año, simplemente la oportunidad llegó y la tomé: me enteré que interjet estaba abriendo una nueva ruta a Lima, y por ser nueva el precio de arranque era bastante accesible comparado con otras compañías; así que no lo pensé dos veces y compré mi pasaje ida y vuelta con mucha anticipación pues era abril y el viaje lo realicé en noviembre. 

Vista desde el vuelo México-Lima

Siempre es divertido viajar solo, uno tiene la libertad de hacer lo que desee, dirigirse a donde quiera y detenerse cuando lo desee, pero viajar en compañía tiene también sus ventajas, pues se comparten experiencias, es mas seguro, se dividen costos... No me hubiera importado ir a Perú solo pero invité a algunos amigos, de los cuales sólo Ernesto estuvo disponible. Así se convirtió en un recorrido compartido con alguien que está tan o más loco por los sitios arqueológicos que yo... ya les contaré más adelante lo que de eso resultó.

Así de fácil fue comenzar a armar el recorrido... no hace falta planear paso por paso pero tuvimos tanto tiempo de anticipación que investigamos tantos lugares que recorrer que hubiera sido imposible pisarlos todos en los 9 días que tendríamos.

Cabe mencionar que la única precaución que requerimos antes de viajar fue comprar boletos para volar de Lima a Cusco y viceversa, pues es un recorrido que puede durar más de 24 horas en camión; además de comprar el boleto de ingreso a Macchu Picchu y del tren que lleva a Aguas Calientes, base para visitar éste lugar tan famoso. Es tan recurrido que si no se reserva con tiempo puede ser aún mas caro de lo que ya es (considero lo que cobran un atraco descarado) o simplemente imposible.

Como ya estoy alargando mucho esta entrada, los detalles de todo ésto los iré relatando en su momento.