miércoles, 28 de febrero de 2018

Viaje a México y Guatemala pt. 12. Vuelta a Nicolás Bravo

Pasaje en la torre
Nuestro siguiente punto a visitar después de Kohunlich fue Nicolás Bravo, yo había estado ahí dias antes con Adriana Leurette, vimos un solo edificio y esperamos a Ernesto para dirigirnos a 20 de noviembre; Carlos también había recorrido el lugar aunque existían aún secciones que no conocía. Ésta vez queríamos recorrer todo lo que fuera posible antes de que el sol se metiera; el sitio es muy disperso al igual que Río Bec, contiene una cantidad enorme de edificios como pudimos comprobar y al parecer estuvo poblado desde inicios del clásico o finales del preclásico y hasta el año 900 o 1000 d.C probablemente. 

A diferencia de otros sitios del estilo regional, aquí pudimos apreciar incluso antes de visitarlo que existían conjuntos de gran tamaño que indicaban arquitectura más propia del estilo del Petén. Yo había visualizado en fotografías de satélite un gran cuadrángulo en la parte norte del lugar y hacia allá nos dirigimos. Pasamos por una carretera secundaria y a ambos lados pudimos distinguir montículos de diversos tamaños que indicaban la presencia de grupos de Nicolás Bravo, incluso algunos fueron partidos al construir el camino y se apreciaba la piedra de relleno. También observamos algunos ranchos que contenían edificios e incluso uno junto a una casa al cual parecía le habían sacado bastante piedra para construcciones modernas.
Cima de la torre

Dimos vuelta en la entrada hacia algún sembradío y dejamos el auto, caminamos por una terracería que indicaba por la vegetación crecida que no se usaba muy seguido. A nuestros lados comenzamos a apreciar las siluetas de estructuras muy grandes reducidas a montones de piedra, más adelante nos encontramos con un campo que parecía abandonado y giramos un poco al norte, ahí yo sabía que estábamos a pocos metros de la esquina del cuadrángulo que había observado pero la selva sumamente cerrada no permitía que vieramos nada. Avanzamos y rodeamos toda un área arbolada que contenía las construcciones visibles en el satélite pero era impenetrable hasta que por fín y cuando estábamos por desistir, encontramos un pequeño sendero que entraba hacia donde debían haber edificios.
Vista desde la torre

La sorpresa fue mayúscula, llegamos a la base de una estructura gigantesca, uno de los mayores montículos que haya visto jamás en algún sitio cerrado al público. Yo me animé a subir hasta su cima y calculé que tenía más de 30 metros de altura pues por más que ascendía parecía no llegar al final. En ninguna parte se distinguía algún resto de muro o arquitectura expuesta pero indudablemente era una estructura prehispánica por el tipo de piedra que la formaba. Desde el punto más alto a penas podía ver entre el follaje de los grandes árboles que cubrían el área, sin embargo pude distinguir al frente y al costado izquierdo de donde me encontraba otras estructuras enormes que incluso podían superar en altura a ésta en la que me encontraba. Del lado derecho era imposible ver algo pero deduje que ahí se encontraba un cuarto edificio que cerraba una plaza de forma rectangular a la que debieron apuntar todas las voluminosas construcciones del área. Debido a la poca visibilidad, aunada a la dificultad para pasar entre la maleza y la falta de restos arquitectónicos, los demás decidieron no subir y nos dirigimos hacia un peculiar edificio que es por mucho el mejor conservado de Nicolás Bravo.

Torre de Nicolás Bravo

Regresamos un poco sobre el camino por el que habíamos llegado hasta que distinguimos una elevación entre una gran cantidad de vegetación sumamente crecida, dejamos el auto y Paola nos esperó ahí. Carlos, Ernesto y yo nos dirigimos al montículo con los dos machetes que llevábamos y a pesar de que la distancia no sería mayor a 50 metros, fue uno de los trayectos más difíciles que haya recorrido. Se trataba de un pequeño llano totalmente cubierto de zacate muy alto, con más de 2 metros y algunos arbustos y plantas espinosas. Carlos y yo nos rotamos al frente para ir cortando pero parecía que al dar un machetazo aún más plantas rebotaban para volver a cubrir el sendero que íbamos abriendo y no dejarnos pasar. Con un gran esfuerzo llegamos a la base de la estructura y notamos que sus piedras de construcción estaban totalmente expuestas, pues sobre él no crecían tantas plantas como alrededor, sin embargo fue un poco decepcionante pues la tremenda inclinación nos imposibilitó trepar y un montón de ramas muy gruesas como para cortarlas con el machete cubrían el único camino que teníamos y también dejaban fuera de nuestro alcance una apertura en el muro que indicaba la presencia de un pasaje interno en el edificio. Tuvimos que bajar y rodear la base para poder intentar subir por otro costado, ésta vez lo logramos pero con gran peligro de resbalar y caer hasta la parte más baja, pues el talud era de vértigo.
Parte alta de la torre

Ya Eduardo nos había dicho antes la naturaleza de ésta estructura: se trataba de una única torre de estilo Río Bec, algo muy extraño que él no había visto en ningún otro lugar, nosotros horas antes ya habíamos observado otra construcción parecida en Mirador Chico. Sin embargo, ésta torre era más alta y mucho más compleja que la anterior, cosa que comprobamos con gran emoción al llegar finalmente a la parte alta.

Tendría esta estructura alrededor de 10 metros de altura, y unos 3 por debajo de la cima nos encontramos con una nueva apertura que daba a una delgada escalinata interna que bajaba, no entramos en ella de inmediato pues queríamos subir al punto más alto, así que trepamos por un costado, fue bastante difícil pero finalmente conseguimos llegar.
Pasaje interno

En la parte alta me encontré con la entrada a otro pasaje que comenzaba justo en la cima y bajaba hasta cubrirse con una bóveda muy delgada, luego de algunos metros descendiendo se unía formando una T a otro pasillo igualmente delgado  que se extendía hacia ambos lados para llegar a dos aperturas en los costados contrarios del edificio. Éste par estaban a la misma altura y llegaban a una especie de pequeña terraza, me asomé y vi que Carlos estaba en algún punto más bajo, supe que había llegado entrando por el segundo pasaje que encontramos al llegar al edificio. Ésta entrada también se encontraba a la altura de la terraza donde yo estaba y pude llegar a ella muy fácilmente, así entré y pude ver que éste llevaba a otra serie de pasadizos que pasaban junto a los anteriores sin comunicarse entre sí por dentro de la torre, bajaba también hasta unirse en forma de cruz con dos pasajes que descendían, uno de ellos bloqueado. Un tercer pasillo llevaba a la entrada más grande de todas las que apreciamos y que era donde Carlos estaba parado cuando lo ví desde arriba. Un gran arco maya se abría hacia la parte externa del edificio y desde ahí un sendero mucho más ligero que lo que habíamos recorrido para subir comenzaba, si ésta era parte de la fachada de la torre, debió ser sumamente impresionante y una vista única entre todas las estructuras mayas conocidas. En lugar de que hubiera una escalinata saliente que llevara a la parte alta, se accedía entrando por esa gran apertura y subiendo por los estrechos pasajes internos.
Torre de Nicolás Bravo entre la maleza

Todavía quedaba el pasaje más largo por explorar, era el último de los cuatro que formaban la cruz por la que pasé, no me atreví a entrar cuando lo ví pues era un pasillo que seguía descendiendo en total oscuridad y yo no traía conmigo ninguna lámpara, tuve que ir detrás de Carlos para poder bajar por ahí. Luego de recorrer algunos metros, giramos a la derecha y pudimos ver que ahí estaba la primer entrada que vimos y a la que no llegamos debido a que estaba obstruida por gran cantidad de ramas, aún el pasillo giraba a la derecha y seguía descendiendo ya cerca del nivel del suelo, pero fue imposible saber hasta donde llevaría pues en ésta parte se encontraba totalmente derrumbado y cubierto de escombro.

Volvimos a salir al gran arco y bajamos por el sendero que ahí comenzaba, dimos un último vistazo a la impresionante estructura que habíamos visitado, el edificio era uno de los más sorprendentes que habíamos podido recorrer y estábamos sumamente satisfechos por haber podido explorarlo.
Estructura tipo Río Bec en el centro de Nicolás Bravo

El regreso al auto fue infinitamente más sencillo que la llegada, el sendero que seguimos daba vuelta y llegaba totalmente limpio hasta el camino justo frente a donde nos esperaba Paola, pero no lo vimos en un principio porque su entrada estaba tapada por carrizos de gran tamaño.

Regresamos al centro del poblado de Nicolás Bravo y ahí nos despedimos de Carlos y de Paola, pues ellos regresarían a Chetumal. Quedamos muy agradecidos con ellos por habernos llevado a cuatro sitios, aunque Carlos aún nos hizo otro favor mostrándonos el camino para otro sitio que visitamos al día siguiente, nuevamente había conocido en persona a un apasionado de los sitios mayas como yo y eso me causa una gran alegría.

Cuando Ernesto y yo nos quedamos solos y antes de volver a Xpujil, donde teníamos ya pagada la noche de hotel, fuimos nuevamente a la estructura a la que había ido con Adriana el día que dejamos al grupo, la cual es un palacio típico del estilo Río Bec, con sus dos torres en los costados. Finalmente tuvimos que tomar taxi pues no encontramos otro transporte y pasamos a cenar antes de retirarnos a descansar. Era ya 30 de enero, al siguiente día recorreríamos los últimos sitios del año.

sábado, 24 de febrero de 2018

Viaje a México y Guatemala pt. 11. Kohunlich

Estructura "El Rey"
Después de Chakanbakán, seguimos con rumbo a Chetumal y pasando Nicolás Bravo nos desviamos hacia Kohunlich; éste sitio había sido muy elusivo para mí pues nunca había podido visitarlo a pesar de haber pasado varias veces por sus cercanías: falta de tiempo, inundaciones y hasta un derrumbe me impidieron llegar hasta ahí. Ahora finalmente y gracias a Carlos y a Ernesto, que me permitieron incluirlo en el recorrido a pesar de que ya lo conocían, llegué a él y pude recorrerlo.

Carlos pensaba ir con su novia a Kinichná y luego regresar, así que nos dejó a Ernesto y a mí en la caseta de ingreso y así comenzamos con bastante calma el camino por el sitio. Kohunlich es raro hasta en el nombre, puesto que deriva del inglés y no del maya; al parecer es una forma viciada de decir "Cahun Ridge" o lomerío de corozos.
Acrópolis

Llegamos primero a una amplia explanada y a nuestra derecha vimos una gran estructura llamada "el rey", a nuestra izquierda había una unidad residencial y la acrópolis del sitio, la cual es una gran plataforma que soporta una serie de palacios. Desde ahí ya pudimos apreciar la extraña arquitectura del lugar, pues no se parece a ningún otro sitio que haya visitado y tiene su estilo propio; el único razgo familiar que pude observar fueron unas columnas empotradas a las jambas de las entradas, de un tipo que había visto solamente en fotografías que me había mostrado mi amigo Eduardo de un remoto sitio llamado Channá, en el sur de Campeche. Aquí las estructuras tenían escalinatas con poca inclinación, más parecidas a rampas, puertas muy anchas y con las mencionadas columnas empotradas y habitaciones amplias, cosas que no se encuentran en las cercanías.
Palacio de las estelas

La acrópolis tiene un patio en la parte superior, a donde convergen las habitaciones de los palacios que sostiene, ahora que no tienen techo y únicamente conservan parte de los muros, forman una traza que parece un laberinto. La planta del edificio es irregular y únicamente tiene acceso al sur, en todos los demás lados únicamente hay un gran muro de contensión casi totalmente vertical que se eleva desde la plaza principal del lugar.

Después de bajar de ahí, rodeamos el muro y llegamos a un patio muy extenso que en su lado norte tiene un edificio con parte del techo en su lugar y es llamado el palacio de las estelas, éste tiene al igual que la acrópolis unas puertas muy anchas y también muestra una sección de crestería bastante tosca y maciza sobre su techo que se ve parecida a las que se encuentran en Tikal, aunque la amplitud de espacios aparenta formar una combinación imposible, pues no parece que los muros puedan sostener algo tan masivo.
Templo de los mascarones

Frente al templo y al centro de su pequeña escalinata se encuentran tres estelas en pie y alineadas; la piedra en las tres se ve muy irregular, por lo que parece que están sumamente deterioradas, tenían un recubrimiento de estuco que ha desaparecido o eran monumentos muy rudos que más bien parecen estalagmitas; ninguna figura labrada se distingue en ellas.

Más allá nos encontramos con un patio que estaba bajo el nivel de las plazas que habíamos pasado, en sus lados no parecía haber ningún resto de edificios, otro razgo muy extraño que me hizo pensar que si había ahí construcciones debieron ser de madera y techo de palma. Siguiendo hacia el norte comienza un talud natural que está cubierto en parte de árboles, y al acercarnos pudimos ver la estructura más importante de Kohunlich en la parte más alta.
Mascarones del lado este

Nuevamente tuve una sensación de extrañeza, pues siempre me imaginé el templo de los mascarones como un edificio enorme, sin embargo es bastante más pequeño que lo que yo pensaba y no se ve tan impresionante cuando se lo tiene en frente. Lo que si es sumamente impactante son sus grandes mascarones, los cuales tienen aún algunos restos de color (sobre todo rojo) y están casi perfectamente conservados. Se pueden apreciar bien cuatro de ellos de grandes dimensiones y uno más reducido, otro pequeño está cubierto por un muro que colocaron los arqueólogos para protegerlo y al parecer existieron otros dos en el cuerpo más bajo del edificio. Todos están en pares a ambos lados de la escalinata que da acceso al templo superior y representan el rostro estrábico del dios solar K'inich Ahau.

Estuvimos ahí un buen rato yendo de un costado a otro de la escalinata para fotografiar y apreciar los detalles de éstas bellas muestras del arte maya. De pronto nos encontramos con Carlos y su novia Paola, pues desistieron de ir a Kinichná y decidieron mejor entrar a recorrer Kohunlich. Se sorprendieron un poco de que nuestro ritmo había sido muy lento hasta entonces pero a partir de ahí apretamos un poco el paso pues las nubes comenzaban a cerrarse sobre nosotros y parecía que en cualquier momento un aguacero se desataría, lo cual afortunadamente no pasó.
Templo de los mascarones

Bajamos por un costado de la loma donde nos encontrábamos y pasamos por un juego de pelota cuyos taludes no tenían mucho de particular pero si su cancha, que es una de las más anchas que haya visto en cualquier sitio arqueológico.

Más adelante llegamos a la plaza Merwin, la cual está rodeada de palacios, uno de ellos con una escalinata muy larga con grandes escalones, asimismo hay estructuras muy reducidas y con muros casi verticales que parecen cubos con una escalinata que llega a su parte superior, otro razgo bastante peculiar que no había visto en otros lugares exceptuando quizá el grupo Lothrop de Xelhá, muy al norte de donde nos encontrábamos. Seguimos nuestro camino en zig-zag ahora hacia el norte y llegamos a una gran plataforma habitacional.
Estructura en el conjunto de los 27 escalones

El conjunto donde nos encontrábamos lleva por nombre Pixa'an, y es un gran palacio que contiene muchos cuartos que al igual que la acrópolis parecen un laberinto que converge a un patio central. Desde ahí nuevamente giramos hacia el sur y luego a un camino que se alejaba hacia el este; siguiéndolo llegamos al grupo más alejado que está abierto al público: el de los 27 escalones. En un principio nos pareció que el nombre no era correcto pues la escalinata que lleva a lo alto de la plataforma que lo sostiene tiene menos peldaños, pero contando unos muy grandes que más bien parecen rampas sucesivas sumamos los que faltaban.

Éste conjunto también es una serie de palacios que rodean patios y está dividido en dos: el primero sobre una plataforma con aproximadamente 2 metros de alto parece el más importante pues su tamaño es mucho mayor que el del segundo, que se encuentra por debajo del nivel y un poco retirado.

Así terminamos el recorrido y caminamos de regreso a la entrada, yo todavía subí a la estructura "el rey" mientras que Ernesto se adelantaba. La vista desde ahí era muy bella, con algunos edificios sobresaliendo entre las palmas de corozo que dan el nombre al sitio y sobre el pasto que cubre las plazas. Me dirigí a buscar a los demás y ahí se rieron un poco de mí puesto que mi memoria para los autos es pésima y pasé frente al de Carlos, donde ya estaban todos, sin darme cuenta que eran ellos...

miércoles, 21 de febrero de 2018

Viaje a México y Guatemala pt. 10. Mirador Chico

Torre de Mirador Chico entre la maleza
Antes de irnos a dormir cuando dejamos a Adriana tomando un taxi rumbo a Chetumal, nos contactamos con Carlos Uc May, quien nos alcanzaría en Xpujil al día siguiente, por lo que al levantarnos esperamos un poco su llegada.

Yo sabía de Carlos por tenerlo de contacto en facebook, pero al igual que Ernesto no lo había conocido en persona, a pesar de ello nos reconocimos fácilmente cuando bajó de su auto frente a nuestro hotel, con él estaba su novia Paola y nos dirigimos a desayunar empanadas en el lugar donde cenamos la noche anterior.

Luego de platicar un poco, armamos un recorrido para el día, pues no teníamos un plan anteriormente. El primer punto a visitar estaba a penas a 3 o 4 kilómetros de donde nos encontrábamos, por lo que llegar ahí luego de cargar gasolina, comprar agua y algunas galletas fue muy rápido.
Pared de la torre

Comparado con otros amigos que visitan sitios, Carlos lleva poco tiempo desde que comenzó sus recorridos, además de que es ligeramente más jóven que yo; no obstante su ritmo es altísimo y en poco tiempo llegó a más de 100 en su cuenta personal, además conoce bastante bien la región en la que nos encontrábamos y gracias a sus datos pudimos llegar a algunos puntos del viaje que teníamos contemplados pero sin saber su ubicación precisa previamente. Además nos propuso visitar Mirador Chico, un lugar del que no teníamos ninguna noticia y ya que había intentado llegar ahí antes, tenía mucha idea de como encontrarlo. Más tarde buscando información me enteré de que éste sitio también fue llamado en algún momento microondas, por haber estado cerca de una antena de aquel tipo.
Entrada al pasaje interior de la torre

El acceso donde dejamos el carro está en un punto peligroso de la carretera, pero entramos sin problemas a pesar de que también es algo inclinado; de ahí llegamos caminando a una pequeña planicie totalmente cubierta de plantas. Por fortuna Carlos traía un buen machete y me prestó una lima que pudo mejorar el filo del mío, por lo que pudimos pasar aunque con bastante trabajo.

Nos tomó quizá media hora cruzar aquel campo. Al llegar a la parte más elevada de una suave pendiente nos percatamos de que estábamos sobre algunos montículos bajos, claramente se apreciaban las piedras de relleno, por lo que quizá era un área habitacional, frente a nosotros había un manchón de árboles y a la izquierda se veía un pequeño cerrito del que sospeché en un principio pero no estábamos lo suficientemente cerca como para verificar si era natural o no.

Entramos al área de selva y nuestro paso se complicó por la cantidad de vegetación. Carlos marcaba el rumbo con su GPS y tuvimos que corregir dos o tres veces; de pronto nos detuvimos para verificar la dirección, miré al mismo cerrito que se divisaba más atrás, que ahora era visible porque salimos del manchón vegetal y de inmediato reconocí una gran pared que era indudablemente artificial, por ello nos alegramos mucho y tomamos un camino recto hacia ahí, cortando con nuestros machetes la vegetación que tenía una altura de aproximadamente 2 metros o más en partes.
Torre de Mirador Chico

Así llegamos a la orilla de la edificación, era sumamente inclinada y no parecía que tuviera otros restos a su alrededor, por lo que en un principio pensamos que era un basamento piramidal con unos 5 o 6 metros de altura, sin embargo nos costó tanto subir que comenzamos a pensar que era una torre del estilo Río Bec, pues una gran pared parecía indicar que era así. Para poder apreciar mejor rodeamos un poco la estructura con gran peligro de rodar hacia la base, que ya estaba 2 o 3 metros debajo de nosotros, era muy difícil pisar en las pocas salientes que encontrábamos y teníamos que sostenernos de los troncos de árboles que nacían del edificio, aunque en su mayoría fueran delgados y no ofrecieran gran seguridad. Fue imposible rodear por ahí la estructura, pues había una sección muy lisa y sin troncos, así que tuvimos que regresar al costado por el que subimos en un principio y continuar el ascenso por aquel lado.
Cámara dentro de la torre

Un poco más arriba y alrededor de dos metros debajo de la cima nos encontramos con una apertura en el muro y de inmediato reconocimos uno de aquellos pasajes que son comunes en las torres Río Bec, por lo que confirmamos con ello que ésta era una de aquellas peculiares estructuras. Para entonces únicamente había visto éste tipo de conductos en Xpuhil, Hormiguero y el que ya fue clausurado en el grupo A de Río Bec, estaba bastante limpio el paso así que me sorprendió bastante ver algo así en un sitio tan perdido como éste; se trata de un pasillo con a penas un metro de ancho y quizá metro y medio de altura con una pequeña bóveda falsa seccionada conforme iba bajando, tenía una escalera pequeñita que bajaba tres o cuatro escalones y daba a una abertura que tendría menos de un metro de altura pero que continuaba dentro del edificio; desde su entrada solo se apreciaba hasta ahí y una abertura a la izquierda que salía en otro costado de la torre. De inmediato me animé a pasar el estrecho conducto, le pedí a Ernesto que me prestara su regla y con ella estuve revolviendo las hojas secas que cubrían el suelo para asegurar no encontrarme con víboras o con otros animales dañinos, dejé mi mochila en la entrada y pasé por el pasillo casi a pechotierra, a mi izquierda pude ver de cerca la abertura que ya he mencionado y al frente habían nuevamente escaleras hacia arriba, prácticamente simétricas a las del otro lado.

Escalinata interna
Ahí el techo volvía a tomar altura suficiente para ponerme en pie y al hacerlo volaron varios murciélagos, algunos rozándome con sus delgadas alas. No necesitaba una linterna pues desde arriba me llegaba luz aunque aún no podía ver de dónde provenía y así subí los escalones de aquél lado hasta que topé con un muro que me impedía seguir unos metros más adelante, a mi izquierda caían las largas raíces de algún árbol en el exterior y al alzar la cabeza pude ver que dos metros arriba de mí estaba el piso de pequeña cámara que estuvo cerrada, pero ya no había escalones para subir y no encontré ningún punto seguro para trepar por lo que decidí no entrar ahí, además de que podía ver prácticamente toda la extensión de la reducida habitación. Era casi un cubo con techo en bóveda falsa, había varios murciélagos colgando del techo y en una esquina tenía una gran grieta que era por donde el sol pasaba y me permitía ver en el pasaje donde estaba.

Al estar ahí parado, noté que había una corriente de aire fresco que contrastaba con el calor en el resto del conducto, ésto era porque había un pequeño hueco cuadrado que llegaba al exterior, al parecer hecho a propósito, como también pude ver en otras torres del estilo de ésta. Desde ahí regresé a la única salida por la que se podía pasar, que era la misma entrada, Ernesto y Carlos me preguntaron por lo que había encontrado pero no se animaron a pasar. 
Cima de la torre

Todavía le di la vuelta a la estructura y subí hasta su cima, ahí pude apreciar lo que fue el arranque del templo simulado que coronaba la torre y donde comenzaba la escalinata impracticable que llegaba hasta él. De inmediato me llamó la atención no ver restos de estructuras alrededor, por lo que no parecía haber un palacio ni una torre gemela a ésta, aunque un manchón de árboles podía cubrir restos de algunas habitaciones que no observé por lo cerrado de la vegetación, sin embargo lo que si era casi seguro era la ausencia de otra torre, por lo que el edificio era muy peculiar, únicamente sé de otra estructura así en Nicolás Bravo.

Salimos muy satisfechos con lo que pudimos apreciar en el sitio, no teníamos idea de lo que encontraríamos. La salida fue difícil y perdimos el rumbo pero finalmente dimos con el camino que abrimos para llegar y nos dirigimos a Chakanbakán, un sitio para el cual conseguí un permiso del centro Inah Quintana Roo, gracias a su directora, la arqueóloga Adriana Velázquez, pero como el lugar está en investigación no hablaré de él hasta que el proyecto arqueológico en el lugar termine. 

sábado, 17 de febrero de 2018

Viaje a México y Guatemala pt. 9. Kajtún y El Ramonal

Montículo en Kajtún
Al salir de Río Bec, nuestro guía Samuel me dijo que podía llevarnos a otro sitio que tenía estelas, de inmediato supe que se refería a Kajtún, que a diferencia de los grupos del sitio que acabábamos de dejar al parecer fue construido de la forma convencional por un gobernante que contaba con una gran fuerza de trabajo y es un lugar más antiguo que lo demás que se encuentra en el área. Sin dudar le pedimos que nos mostrara el sitio y entonces seguimos el camino de regreso hasta que nos detuvimos junto a un pequeño sendero que se adentraba en la selva. 

Un poco antes, cuando salíamos de Río Bec, nos encontramos con jeep que era una patrulla con policías, lo que nos pareció muy extraño en aquel lugar tan apartado, pero nos saludaron amistosamente y más tarde, al encontrarlos de nueva cuenta en el poblado de Xpujil, supimos que una de sus funciones es evitar el saqueo de sitios arqueológicos, lo que nos pareció muy bien.
Estela en Kajtún

Volviendo a nuestro camino, Samuel no conocía Kajtún, el lugar fue descubierto originalmente por un chiclero a quien llaman Eli y que más tarde fue nuestro guía en otro lugar, él se lo había mostrado a Ezequiel y a su vez éste último había instruído a su hermano para poder llegar, aunque no aseguraba que encontráramos las estelas grabadas que se encuentran ahí, por lo que íbamos con la idea de buscarlas lo mejor que pudiéramos en la selva.

Sólo habíamos caminado unos cuantos metros cuando vimos montículos de buen tamaño que parecían haber sido templos piramidales, y luego de subir a una plataforma rodeada por algunos de ellos, dimos de frente con un monumento tirado en el suelo que tenía árboles creciendo sobre y alrededor de él, sus glifos laterales sin embargo estaban muy claros a pesar de estar cubiertos de musgo fino.

Estela en Kajtún
Al ver ésta piedra inscrita, Adriana dió un grito de sorpresa, Ernesto y yo permanecimos en silencio, pero igualmente estábamos emocionados de encontrarnos algo así entre tanta vegetación. Luego de tomar fotografías comenzamos la búsqueda del resto de monumentos. Comenzamos a avanzar por el sitio, pasando junto a una buena cantidad de montículos y cruzando algunas plazas, Samuel iba al frente buscando pero yo también colaboré metiéndome a la selva en los puntos donde se veían plazas rodeadas de edificios, pues éstas son los lugares donde suelen estar las estelas, les pedía en cada incursión a mis compañeros que aguardaran en el sendero y estuvieran atentos para que me orientaran si perdía la dirección, aunque ésto no fue necesario. Cruzamos tal vez casi todo el sitio y no encontrábamos nada más que montículos, de pronto vimos uno más alto que los demás y supimos que era la estructura principal, del otro lado Samuel nos llamó pues frente a lo que fue su escalinata y que ahora era únicamente un montón de piedras se encontraban otras 3 o 4 estelas.
Estela 1 de Kajtún

Ahí pudimos ver que todas estaban muy dañadas y no se podía apreciar nada de sus grabados, exceptuando la principal, que estaba en pie frente al montículo y que en la base de una de sus caras parecía mostrar un monstruo de la tierra, aunque muy erosionado; sin embargo en sus costados tenía hileras dobles de glifos muy bien conservados  e incluso pude apreciar un glifo emblema en la parte baja, lo que definitivamente indica que en Kajtún hubo un gobernante con el poder sufieciente para levantar edificios de mayor tamaño que los grupos reducidos de Río Bec, además de perpetuar su nombre en piedra, cosa que no ocurrió con sus vecinos.

Nuevamente nos ocupamos en fotografiar éstos monumentos y finalmente regresamos a la camioneta sumamente satisfechos, yo le pedí a Samuel que nos llevara a algún otro lugar en el camino de regreso y ofreció pasar a El Ramonal, el cual yo ya había visitado en el 2014 pero que mis compañeros no conocían, así que lo aceptamos y hacia ahí nos dirigimos.

El Ramonal se encuentra muy cerca de 20 de noviembre, por lo que prácticamente estábamos ya de regreso cuando nos desviamos para llegar ahí, incluso la vez que yo lo visité antes caminé muy poco tiempo para llegar.
Pared trasera de un edificio de El Ramonal

Ahí nos encontramos con una enorme pared trasera de un edificio, éste muro tiene solamente una orilla de columnillas como decoración, todo alrededor de él estaba cubierto completamente de vegetación, aunque menos crecida que cuando estuve ahí antes. Unos metros más adelante y formando un ángulo de 90 grados con ésta pared, se encuentra otro edificio del que también se puede observar el muro trasero, pero éste tiene más ornamentos, entre los que destacan motivos en forma de cruz, que nos recordaban al logo de cierta marca de automóviles y bromeamos bastante por ello.

Luego de contemplar el edificio y de tomar fotografías, subimos a una plataforma detrás de él por uno de sus costados, así llegamos a una plaza que en dos de sus lados está delimitada por las estructuras que vimos desde el otro lado.
Segundo edificio de El Ramonal

El frente de éstos edificios al parecer era muy parecido, con dos habitaciones, una detrás de otra, aunque sus fachadas están totalmente caidas y sólo se pueden apreciar restos de los techos de dichos cuartos. En los lados restantes de la plaza hay otros edificios que también están muy destruidos pero de los que no quedan visibles tampoco los muros traseros como los primeros que vimos. 

Más tarde supe de Eduardo que El Ramonal tiene otros grupos en los campos cercanos, incluso uno de ellos conserva una estela, sin embargo en éste viaje no tuvimos la oportunidad de conocerlos.

Así regresamos a 20 de Noviembre y ahí recogimos nuestras cosas, pues aquella misma tarde Adriana debía regresar a Chetumal para hospedarse ahí y tomar un vuelo a la ciudad de México en la mañana, pues al día siguiente estaría en una boda y no podía faltar.
Estructura destruida en El Ramonal

Yo aún tenía algo de malestar en el estómago, por lo que me tendí en una hamaca que era de nuestro anfitrión Ezequiel, esperábamos algún taxi que llegara al poblado para tomarlo e ir a Xpujil pero ninguno llegaba, Adriana estaba impaciente aunque yo no quería ni moverme. Después de una hora decidí ir con Ernesto a la carretera, distante 6 km para tener mejor posibilidad de encontrar transporte, pero eso no pasó pues una familia con su camioneta pasó y aceptaron llevarnos.

En Xpujil fuimos a comer empanadas que Carlos Uc May, conocido de internet de nosotros pero no en persona hasta ese momento, le había recomendado a Adriana; luego de ello fuimos a acompañarla a tomar un taxi, ella llegó a la capital de Quintana Roo y el mismo Carlos que ahí vive, la llevó a buscar hotel. Mientras tanto Ernesto y yo nos hospedamos en el hotel Calakmul y ahí fuimos a descansar para continuar con el viaje al día siguiente.


 

miércoles, 14 de febrero de 2018

Viaje a México y Guatemala pt. 8. Río Bec

Estructura 5N-1, Grupo A
Por la mañana Ezequiel pasó a decirnos que todo estaba listo para la visita del día y nos presentó a su hermano Samuel Cahuich, quien nos serviría de guía para ir a Río Bec, un importante sitio que da nombre a una región entera y que Adriana, Ernesto y yo deseábamos bastante recorrer puesto que era el plato fuerte del viaje para los días en que estuviéramos ya solos y el único para el cuál hicimos preparativos antes de salir. Yo estuve mandando correos para conseguir una camioneta y un guía para que tuviéramos la oportunidad de recorrer otros sitios además de él durante el día.

La camioneta era de las que tienen la caja abierta, así que Adriana subió a la cabina junto con Samuel, detrás íbamos Ernesto y yo en unas sillas que nos pusieron en la para ir más cómodos, habían machetes y una motosierra por si encontrábamos árboles caidos en el camino de terracería, pero por suerte no los requerimos.
Detalle de la decoración de la estructura 5N-1 del grupo A

Algo del día anterior nos cayó mal a Ernesto y a mí, por lo que íbamos con dolor de estómago y a mí me duró bastante tiempo; decíamos que era culpa de unas cervezas que compró Adriana aunque pudieron haber sido los panuchos o la combinación de ambos. Sin embargo el dolor no impidió que desfrutáramos todo el recorrido y la visita al sitio, pues llenó todas nuestras expectativas.

Después de recorrer 16 kilómetros en los que hubo varias desviaciones, Samuel nos preguntó si queríamos visitar el sitio siguiendo el orden alfabético, pues a pesar de que hay una infinidad de grupos arquitectónicos, iríamos a los que están designados de la A a la D y nosotros aceptamos hacerlo de esa manera, por lo que nos dirigimos al primero de ellos, el cual estaba un poco más alejado que el resto y sobre un camino diferente.
Lado trasero de la estructura 5N-1

Las estructuras de Río Bec tienen nombres como 5N-1, 6N-1, 6N-2 o 7N-1; yo no sabía en aquel momento el motivo de ello pero más tarde pude ver un mapa y me percaté que la zona fue dividida en cuadrantes cuyas coordenadas son letras para la longitud y números para la latitud, por lo que 5N, 6N y 7N son áreas alineadas de norte a sur y el número que sigue al guión es el que se le asignó a los edificios específicos según se descubrieron o siguiendo su jerarquía. Aclarado ésto, la estructura visible del grupo A es la 5N-1, por lo que podemos darnos cuenta de que comenzamos en el cuadrángulo más al norte de los 3 que he nombrado y que son en los que se encuentran los grupos que visitamos.
Estructura 6N-1, grupo B

La 5N-1 es la mayor estructura que vimos en todo el recorrido y se compone de un gran palacio que en sus extremos tiene las dos torres que caracterizan el estilo arquitectónico que lleva el nombre de Río Bec; éstas son macizas, con escalinatas que no se pueden subir por lo pequeños que son los escalones y templos simulados que no poseen ninguna habitación sino tan solo huecos que aparentan ser puertas. En los muros frontales posee páneles con decoraciones geométricas y al centro de su parte trasera hay un basamento piramidal que llega a la misma altura que las torres frontales, pero queda oculto por los cuartos del frente y se cree que era para ceremonias privadas. Es tal la cantidad de grupos dispersos en el lugar sin una planeación aparente que se cree que éstos conjuntos los construyeron grupos pequeños o familiares, a diferencia de otros sitios mayas donde un gobernante mandaba a su pueblo a erigir grandes templos.
Torre en la estructura 6N-1

En una de las torres de este gran palacio había un pasaje interno que llevaba a su cumbre, sin embargo fue clausurado recientemente por los arqueólogos que han trabajado en el sitio (principalmente franceses), así que sólo pudimos apreciar el hueco en el que se encuentra, recorrimos las habitaciones y terminamos de apreciar el edificio rodeándolo y subiendo al basamento trasero; desde aquí no hay un gran panorama de la selva pues ningún edificio de Río Bec es más alto que los árboles circundantes, pero a pesar de la ausencia de edificios voluminosos es un lugar sumamente interesante.

Subimos de nueva cuenta a la camioneta y tomamos otra desviación hacia el sur para llegar al grupo B, poco después vimos un edificio a nuestra izquierda y restos de otros a la derecha, paramos y frente a nosotros se asomaba entre la selva la estructura más bella de Río Bec: la 6N-1, la cual incluso estuvo perdida para los arqueólogos por más de medio siglo pero que ahora se puede apreciar casi en el mismo estado en que se encontró y es el prototipo de las construcciones de su estilo. Aún se puede ver la doble crestería que corona sus habitaciones, páneles decorados con cuadros y columnillas en relieve a los lados de la entrada frontal y de las otras dos puertas que tiene en cada costado, la gran pared sin entradas que delimita su parte trasera y sobre todo ello las hermosas torres que flanquean su fachada, las cuales sobresalen sobre el techo; tienen escalinatas impracticables que muestran un mascarón pequeñito sobre los últimos peldaños; finalmente los dos templos simulados que en sus costados tienen decorados en forma de cruces, la puerta falsa y sobre ella un rostro hecho en mosaico de piedra; además dichos templos falsos tienen doble vista, pues la parte de atrás muestra los mismos detalles.
Costado de la estructura 6N-1

Mis compañeros estuvieron observando cada detalle de éste edificio; yo estuve más activo, pues también me di tiempo de ir a ver los demás que se encontraban cerca y que pertenecen también al grupo B. Primero le dí toda la vuelta al 6N-1, entrando a sus habitaciones, examinando los detalles de sus decoraciones y sobre todo de las torres, además de notar que varios cuartos tenían banquetas muy altas y nichos en sus paredes. Después caminé unos metros a la derecha y me encontré con los restos de la estructura 6N-2, que posiblemente fue muy parecida a la primera, pues sus plantas se parecen mucho, pero de ésta solamente quedan arranques de muros y algunos detalles como las banquetas que había en sus habitaciones traseras.
Estructura principal del grupo C

Un poco más atrás estaba la estructura 6N-4, la cual es una pequeña habitación rectangular sin detalles en lo que queda de sus muros; siguiendo el camino por el que llegamos me encontré con el primer edificio que vimos, que era también una habitación, aunque más grande y con algunos restos de columnillas decorativas, ésta era la 6N-5 y detrás de ella se encontraba la 6N-6, otro cuarto pequeño. Regresé a la 6N-1, donde mis compañeros seguían y por un rato el dolor en el estómago fue intenso, por lo que me tiré al suelo y estuve ahí acostado algunos minutos, sin embargo la sensación no era del todo desagradable, pues tenía frente a mí la mejor vista de aquel edificio que no podía dejar de mirar, comparado con otros que he visitado era muy pequeño, pero sin embargo es uno de los más memorables y que seguramente jamás olvidaré mientras viva, y seguramente volveré a estar ahí alguna vez.
Estructura 7N-1 en el grupo D

Desde ese punto caminamos un poco hasta encontrarnos con un montículo de buen tamaño y bastante largo, estaba rodeado de otras estructuras derrumbadas y finalmente llegamos a un extremo que aún estaba en pie aunque era solamente un muro que tenía grandes columnillas decorativas, las cuales eran más anchas que las que he visto en otros lugares. No conozco la nomenclatura de aquel edificio, sin embargo sé que es el principal del grupo C. 

Finalmente regresamos al grupo B y tomamos otro camino que nos llevó hasta una plaza rodeada de edificios que mostraban parte de sus muros aunque todos los techos estaban caidos, el principal de ellos está sobre una plataforma con dos cuerpos y tiene una escalinata de acceso en el centro, únicamente tiene un recinto con dos habitaciones, una detrás de otra y su puerta a los lados tiene unos bellos páneles adornados geométricamente. Éste es el grupo D y la estructura principal es la 7N-1, ahí terminamos el recorrido por los cuatro conjuntos que visitamos, pero aún nos faltaba visitar otros dos interesantes sitios en el camino de vuelta, uno de ellos nuevo para mí...

domingo, 11 de febrero de 2018

Viaje a México y Guatemala pt. 7. Dzibanché y Nicolás Bravo

Templo de los dinteles
El último día que estuve con el grupo salimos un poco tarde por aprovechar el desayuno gratis que teníamos en el hostal, pero nuevamente se acumularon retrazos pues nos detuvimos cerca de un banco para que varios del grupo pudieran sacar dinero; cierto es que yo le dejé la dirección del grupo a Quintín y ya iba como un pasajero más, pues estaba bastante desgastado y el día anterior él no había estado; por otro lado Fernando no salió con nosotros, quedándose en Chetumal; Quintín decidió que fuéramos a dejar a una de las chicas a la terminal de autobuses pues debía regresar a la ciudad, sin embargo fuimos a dar al aeropuerto y tuvimos que regresar un poco, después estuvimos esperando un rato pues el padre de la chica la fue a dejar, pero regresaría al autobús para seguir el recorrido. Así salimos rumbo a Dzibanché, pero nuevamente dimos un rodeo pues el autobús tomó el rumbo de Bacalar cuando había que ir hacia Escárcega.
Estructura en la plaza Gann

Finalmente dimos vuelta en la desviación hacia el pueblo de Morocoy y ahí Quintín, quien ha trabajado arqueológicamente en el sitio y los alrededores, bajó a buscar a un señor conocido suyo cuyo nombre se me ha olvidado, que conocía muy bien el lugar y había participado en muchas temporadas de campo pero no lo encontró, por lo que continuamos hacia la entrada de Dzibanché. Éste sitio es enorme y muy importante, estaba conformado por varios grupos de edificios distintos que se encontraban dispersos, los principales son el Dzibanché (donde nos dirigíamos), Kinichná (también abierto al público), Lamay y Tutil. 

Cuando estábamos en la entrada del sitio, el señor que Quintín había ido a buscar nos alcanzó en su camioneta y se ofreció para dar la guía del lugar. Viendo ésto y que el día anterior guié solo en Xunantunich, me sentí libre de recorrer el sitio adelantándome para que no hubiera mucha gente en las fotos, así que me separé del grupo y únicamente Adriana me acompañó pues Ernesto se había quedado en Chetumal para ir a los sitios de Limones, Chacchoben y Oxtankah.
Restos de mascarón en el edificio de los cautivos

Éste lugar lo había querido recorrer desde hacía mucho tiempo, por lo que por fín llegar ahí me puso muy contento; llegamos primero frente al edificio de los dinteles, que fue el que le dio el nombre al lugar, pues Dzibanché significa "escritura en madera" precisamente porque un dintel de chicozapote de ésta estructura tenía una inscripción jeroglífica.

Subimos a la cima de ésta estructura y pude ver que sus cuerpos parecen tener influencia teotihuacana, pues tienen el típico talud-tablero con que se construía en la gran metrópoli del centro de México. También cabe señalar que se cree que en Dzibanché estuvo instalada la importante y poderosa dinastía Kaan (cabeza de serpiente), quienes derrotaron a Tikal a mediados del clásico y que más tarde se mudaron a Calakmul.
Templo de los Cormoranes

Bajamos de éste templo y nos dirigimos a la plaza Gann, nombrada así en honor al descubridor del lugar, el médico Tomas Gann, quien recorrió la zona y gran parte de Belice a inicios del siglo XX. 

En ésta parte del sitio hay una serie de edificios bajos, sin embargo es muy importante pues en uno de ellos se encontró una escalinata jeroglífica que representaba varios cautivos atados y entre las inscripciones se pudo identificar el glifo emblema de los Kanul, lo que confirmó la presencia de la dinastía en Dzibanché. En éste mismo edificio pudimos ver los restos de un mascarón de estuco, aunque muy deteriorado. A los lados hay plataformas que al parecer tenían arriba construcciones palaciegas y del otro lado de la plaza se encuentra el gran templo de los cormoranes, que se llama así por un vaso que se encontró que tenía pintadas aves de ése tipo. 
Costado del templo de los cormoranes

Éste edificio es bastante alto y su arquitectura es peculiar, pues tiene tres arcos que sobresalen en su escalinata de acceso, la cual es muy alta; los cuerpos están construidos en talud-tablero y en uno de sus costados tiene restos de un gran friso estucado y con color que cubría todo el edificio; lo que da una idea de la belleza y complejidad iconográfica que debió haber tenido en sus tiempos de esplendor.

Estuve tomando varias fotos en ésta plaza e incluso el grupo nos alcanzó, aunque nuevamente nos separamos yendo hacia la plaza central o Xibalbá, la cual se encuentra detrás del templo de los cormoranes. Ahí de inmediato pude ver el edificio más famoso del sitio: el llamado templo del Búho, que si no me equivoco tomó su nombre de un plato que ahí se encontró. Dentro de su estructura se encontró una tumba que tenía una escalinata interna que llevaba a ella, lo cual es muy parecido a su contraparte más famosa construida por Pakal en Palenque.
Templo del Búho

Ahí podíamos subir también, así que sin dudarlo ascendimos a la cima. El cielo estaba cargado de nubes pintorescas que hacían que el panorama fuera sumamente bello, nuevamente estaba en un sitio arqueológico cubierto por un cielo hermoso, como ya se había hecho costumbre en otros lugares como La Quemada, Tehuacán Viejo o Ciudad Vieja.

Descendimos a la plaza cuando el grupo nos alcanzaba, pero por tercera vez los dejamos atrás cuando fuimos a la plaza detrás de éste último templo, ahí se encuentra la acrópolis del sitio pero está cerrada al público, por lo que no pudimos subir y únicamente rodeamos la plataforma sobre la cual se ubica. Cuando ya íbamos a dirigirnos a la salida, escuchamos que el señor que iba guiando había conseguido permiso para que pasáramos a la plaza Pom, la cual está en un costado de la dicha acrópolis, así que nos juntamos nuevamente con los demás para ir a ver.
Vista desde el templo del Búho

Ésta plaza es más pequeña que las demás y está rodeada de edificios residenciales con una maraña de habitaciones, una de ellas con restos de decoración pintada en estuco; cuando estábamos ahí unos cuantos monos aulladores estuvieron en un árbol sobre nosotros, por lo que pasamos un rato fotografiándolos mientras se balanceaban de una rama a otra.

Así terminó el recorrido por el grupo Dzibanché, por lo que regresamos a la entrada pasando por detrás del templo de los dinteles. 

Volvimos a subir al autobús y nos dirigimos al grupo Kinichná, distante pocos km de donde estábamos, yo quería ver el grupo Lamay, que se encuentra a un lado del camino al pasar, pero me equivoqué de lado en el asiento y a penas alcancé a dar un pequeño vistazo a aquél conjunto, que está muy cubierto de árboles, pero se distinguen algunas paredes de edificios.
Edificios de la plaza Pom

Cuando llegamos a Kinichná, nuevamente hicimos lo mismo que en Dzibanché; Adriana y yo nos adelantamos al grupo y nos encontramos rápidamente frente a la enorme base de la acrópolis que es el único edificio que se puede visitar en ésta área. 

En la parte baja hay una escalinata muy ancha que tiene escalones altos y gruesos, por lo que es cansado subir, en la parte más alta se encuentra el templo superior, junto con dos pequeños templitos a cada lado que miran hacia el centro, un poco más abajo se forma una explanada que al centro tiene el conjunto más alto y también a cada lado hay plataformas que soportan cada una un templo más grande que los laterales altos pero más pequeño que el superior y al igual que éste último miran hacia el frente del edificio.
Acrópolis de Kinichná

Subimos recorriendo cada nivel de la estructura, el cielo seguía espectacular, por lo que me deleité tomando fotografías; éste edificio era el que más quería visitar en la zona, por lo que en el fondo me encontraba sumamente contento, así llegamos hasta el templo superior y lo rodeamos para ver en su pared trasera una figura de estuco que ahora está ya muy dañada pero que representaba al dios solar K'inich Ahau, lo que dio nombre a éste conjunto arquitectónico, que significa "casa del sol".

Luego de ésta visita, bajamos y pudimos ver que a los lados de la base del edificio también existieron dos grandes mascarones pero ahora es poco lo que se puede apreciar de ellos. Ahí terminamos con la visita del sitio, el itinerario decía que aquél día también iríamos a Kohunlich y Quintín tenía la idea de ir, pero como de costumbre todo fue muy lento y eso no fue posible, era ya bastante tarde para ello y decidimos mejor ir a comer al cercano poblado de Nicolás Bravo.
Vista desde la acrópolis de Kinichná

No tardamos mucho en llegar a destino, pero si tuvimos algunos problemas para encontrar donde comer, pues un lugar donde vendían pollo ya no tenía suficiente para el grupo, después encontramos otra pequeña fonda que servía caldos y tamales, consultamos al grupo y aceptaron aquel menú, por lo que luego de comprar el poco pollo que quedaba, se dirigieron al segundo lugar.

Mientras ésto sucedía, Adriana y yo aprovechamos para caminar unas pocas cuadras y conocer una estructura maya que se encuentra dentro del poblado: se trata de un edificio tipo Río Bec, bastante cubierto de vegetación y rodeado por una malla metálica, pero aún se pueden apreciar las paredes de dos torres que flanquean a una serie de habitaciones colapsadas, de las que quedan solamente los muros traseros. 
Base de la acrópolis de Kinichná

En los alrededores hay muchas más estructuras pero no las visitamos aquel día pues esperábamos a Ernesto, así que alcanzamos a los demás para comer, Fernando había llegado también; al terminar fuimos al autobús por nuestras cosas y para despedirnos; Adriana y yo habíamos de quedarnos ahí, pues seguiríamos nuestro recorrido con Ernesto mientras que el resto del grupo pasaba los días restantes en la laguna de Bacalar y en la playa de Mahahual; ahí ya no se requería de un guía para los sitios arqueológicos, así que antes de comenzar el recorrido ya estaba decidido que en éste punto nos separaríamos. Así terminaba de mi parte aquel viaje en grupo que tantos meses antes habíamos imaginado Neftalí, Fernando y yo, por un momento tuve sentimientos encontrados, se logró hacer el trayecto aún con todos los problemas que pasamos y la ausencia de Nefta, Fernando hizo un buen trabajo con la logística del transporte y los hoteles y junto con Quintín también lograron juntar suficiente gente, gracias a lo cual seguimos adelante, pero por otro lado un itinerario que era perfectamente realizable que diseñé con Neftalí pensando en no ser muy cargado no se había cumplido para nada por los motivos más diversos.
Estructura maya en Nicolás Bravo

Ningún día se había completado, en Palenque no fuimos al museo, la pifia de Yaxchilán con los costros extra en Bonampak, una visita apresuradísima en Aguateca, la mitad del grupo no conoció Yaxhá y los otros no estuvieron en el Remate y no habíamos ido a Altún Ha ni a Kohunlich. Únicamente en Tikal, Dzibanché y Xunantunich habíamos tenido visitas sin apresurarnos y no hubo día en que no pasara disgustos por ver como se iba el tiempo y se imposibilitaba completar lo programado, además de los problemas con los cajeros de Flores y la estresante navidad que pasamos... cosa que jamás antes había pasado en ningún viaje en el que hubiera participado, por lo cual todo el tiempo tuve una sensación desagradable que no desapareció hasta que aquella tarde junto con Adriana bajamos del autobús, entramos a una tienda que estaba en frente y compré un machete, pues de ahora en adelante los sitios a visitar eran mucho más complicados. Vimos al grupo alejarse mientras nosotros tranquilamente nos sentábamos en una especie de parada junto a la carretera a esperar a Ernesto, quien llegó ya cuando había anochecido, ahí estuvimos platicando mientras yo intentaba afilar mi reciente adquisición, cosa que fue imposible pues como después supe, al ser nuevo tenía un recubrimiento muy duro que no dejaba actuar la lima que usaba para tal efecto.

Una vez estuvimos los tres, tomamos un taxi hacia la comunidad de 20 de noviembre, ahí yo había contactado al guía Ezequiel Cahuich, que había hecho arreglos para que al siguiente día llegaramos a un importante sitio cercano. Una vez en el poblado, nos dieron lugar en una casita casi desocupada para poner nuestras tiendas de campaña, también nos prepararon panuchos para la cena y brindamos un poco pues nos esperaba un gran recorrido y después de todo, ya habíamos llegado hasta ahí...