Fragmentos de estelas en Xmakabatún |
Las camionetas no podían llegar hasta el sitio, al que se accesa por un pequeño sendero que serpentea por la selva, ahí dependimos por completo de la habilidad de Miguel, porque entrar o salir sin conocer el área sería sumamente difícil. Además de él, los trabajadores también entraron con nosotros para limpiar un poco las zonas por las que pasáramos y poder ubicar más rápido la poca arquitectura expuesta del sitio. Varias veces tuvimos que esperar un poco a que ellos se internaran en la selva y luego nos llamaran para seguirlos.
Arco en la Acrópolis |
Mientras los demás estaban en esa última bóveda, me adelanté un poco y a los pocos metros me encontré con un pequeño patio rodeado de edificios bajos que aún tenían muros con refinada arquitectura y piedras muy bien labradas, destacando un pequeño arco de acceso que daba al talud lateral de la Acrópolis. Concluí que debía ser un acceso que tenía una escalinata pequeña que subía desde la base del edificio, debió ser un espacio muy exclusivo o privado, porque su entrada era bastante restringida.
Arco de Xmakabatún |
Regresamos a las camionetas y nos dirigimos a Witzná, que no distaba demasiado de donde nos encontrábamos. Aunque ya me encontraba repuesto, la caminata fue más corta y no tuve tanto cansancio como al final de Xmakabatún. Este sitio tenía un poco menos de elementos que apreciar y todo el tiempo estuve cerca de Miguel para adelantarme a fotografiar. Hay un dato muy interesante de Witzná y es que aparece en monumentos de naranjo como un sitio que fue arrasado por las fuerzas de dicha ciudad, la fecha en los glifos coincide con los análisis de material arqueológico encontrado en el sitio, que indica un gran incendio justo en ese año.
Nos encontramos con grandes montículos que tenían algunas paredes visibles en agujeros de saqueo, incluso vimos un conjunto que me recordó bastante a la Acrópolis sur de Tikal, con un gran cuadrángulo de edificios con algunos restos de paredes, y un templo en el centro, aquí había incluso parte del basamento con el muro visible.
En los alrededores nos encontramos con los rasgos arquitectónicos más notables del sitio. En primer lugar, dentro de una trinchera de saqueo, quedó al descubierto una pared con estuco que tenía decoración en forma de petate. Estas fibras son un símbolo de la realeza, ya que sobre petates se sentaba el gobernante, así que este edificio debió ser importante. En una parte había una oquedad cerrada con piedras, ahí la trinchera había entrado en la pared, encontrando algunos muros también cubiertos de estuco liso, entre las piedras sueltas había una con restos de pintura roja.
En otra sección cercana nos encontramos con un par de cámaras bien conservadas con sus bóvedas, las paredes estaban cubiertas de un estuco amarillo con un color tan uniforme que me hacía dudar de que fueran hongos, posiblemente era pintura. Entrar ahí fue algo arriesgado porque no había llevado cubrebocas y el olor a guano era intenso y picaba la nariz. Intenté respirar lo menos posible y salí de ahí lo más rápido que pude. Ahí terminó mi recorrido y, cuando todos estuvieron listos, emprendimos la corta caminata de regreso a las camionetas. Desde ahí nos dirigimos primero al campamento Yaloch, un lugar muy bonito y mucho más amplio que La Lagunita e Ixcanrío, ahí Miguel bajó a registrarnos y luego seguimos hasta el campamento de Holmul.
Bajamos nuestro equipaje de los vehículos y nos acomodamos casi todos al centro de un área sin maleza pero con varios árboles grandes, solamente Ernesto, Valeria, Leonardo y Marvin se alejaron hasta el fondo de la zona donde estaban los baños. Antes de que se oscureciera estuve volando el dron para ver el sitio homónimo del campamento a lo lejos y luego monté mi tienda de campaña. Más tarde, cuando estábamos cenando, nos enteramos de que Will había visto una serpiente barba amarilla o nauyaca en el área de regaderas, esta especie es la más venenosa de la selva y nunca me he encontrado de cerca con una, por fortuna.
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