sábado, 13 de julio de 2024

Viaje por el noreste del Petén. Parte 12: Xmakabatún y Witzná

Fragmentos de estelas en Xmakabatún
El 27 de marzo nos levantamos temprano para levantar el campamento y acomodar nuestras cosas en las camionetas. Después de desayunar salimos hacia el sur, siguiendo el camino a Melchor de Mencos y llegando a una desviación que vi cuando entramos a la selva por primera vez, marcada por ser la entrada a Xmakabatún, un sitio que ha aparecido en un documental sobre el uso de LiDAR en el Petén, aunque ahí lo presentaron como si fuera un descubrimiento reciente, cuando en realidad fue reportado por Sylvanus Morley en la primera mitad del siglo XX. La camioneta líder estaba finalmente arreglada, por lo que esta vez me tocó irme ahí con Miguel, Eduardo y las dos cocineras.

Las camionetas no podían llegar hasta el sitio, al que se accesa por un pequeño sendero que serpentea por la selva, ahí dependimos por completo de la habilidad de Miguel, porque entrar o salir sin conocer el área sería sumamente difícil. Además de él, los trabajadores también entraron con nosotros para limpiar un poco las zonas por las que pasáramos y poder ubicar más rápido la poca arquitectura expuesta del sitio. Varias veces tuvimos que esperar un poco a que ellos se internaran en la selva y luego nos llamaran para seguirlos.

Arco en la Acrópolis
Lo primero que encontramos luego de más de 2 km de marcha fueron algunos fragmentos de estelas y tal vez de altares que todavía mostraban algunos glifos y restos de grabados, aunque en su mayoría no pudimos identificar qué eran. Nos encontrábamos al pie de una gran Acrópolis, un arreglo que encontramos en todos los sitios. Ascendimos y nos encontramos con varios patios rodeados de montículos bajos. Pudimos ver varias paredes, algunas incluso con estuco, en fosas de saqueo, así como una bóveda parcialmente en pie, a la que se podía acceder desde su parte alta, aunque casi arrastrándose sobre el escombro de una sección caída.

Mientras los demás estaban en esa última bóveda, me adelanté un poco y a los pocos metros me encontré con un pequeño patio rodeado de edificios bajos que aún tenían muros con refinada arquitectura y piedras muy bien labradas, destacando un pequeño arco de acceso que daba al talud lateral de la Acrópolis. Concluí que debía ser un acceso que tenía una escalinata pequeña que subía desde la base del edificio, debió ser un espacio muy exclusivo o privado, porque su entrada era bastante restringida.

Arco de Xmakabatún
Esta fue la última parte del sitio que visitamos, así que nos alistamos a regresar y comenzamos la caminata de regreso, para entonces me estaba pesando un poco el trayecto ya que yo era por mucho el más cargado de todos. Llevaba a todas partes mi tripié en su estuche sobre la espalda o cargando sobre el hombro cuando estaba armado, la cámara, el celular y un garrafón de un galón de agua que ataba al estuche de la cámara, de tal modo que de un lado de la cadera llevaba el estuche y del otro lado el galón, para equilibrar. También era por mucho el que más desgaste se llevaba, porque todo el tiempo estaba metiéndome a la selva para buscar rasgos arquitectónicos o adelantándome con Miguel para tener tiempo de fotografiar antes de que hubiera una cola para llegar a cada sección de los sitios. Cuando llegamos a las camionetas ya me dolían los hombros y la espalda, y esperábamos que el siguiente sitio incluyera otra caminata.

Regresamos a las camionetas y nos dirigimos a Witzná, que no distaba demasiado de donde nos encontrábamos. Aunque ya me encontraba repuesto, la caminata fue más corta y no tuve tanto cansancio como al final de Xmakabatún. Este sitio tenía un poco menos de elementos que apreciar y todo el tiempo estuve cerca de Miguel para adelantarme a fotografiar. Hay un dato muy interesante de Witzná y es que aparece en monumentos de naranjo como un sitio que fue arrasado por las fuerzas de dicha ciudad, la fecha en los glifos coincide con los análisis de material arqueológico encontrado en el sitio, que indica un gran incendio justo en ese año.

Subestructura con diseño de petate
Nos encontramos con grandes montículos que tenían algunas paredes visibles en agujeros de saqueo, incluso vimos un conjunto que me recordó bastante a la Acrópolis sur de Tikal, con un gran cuadrángulo de edificios con algunos restos de paredes, y un templo en el centro, aquí había incluso parte del basamento con el muro visible.

En los alrededores nos encontramos con los rasgos arquitectónicos más notables del sitio. En primer lugar, dentro de una trinchera de saqueo, quedó al descubierto una pared con estuco que tenía decoración en forma de petate. Estas fibras son un símbolo de la realeza, ya que sobre petates se sentaba el gobernante, así que este edificio debió ser importante. En una parte había una oquedad cerrada con piedras, ahí la trinchera había entrado en la pared, encontrando algunos muros también cubiertos de estuco liso, entre las piedras sueltas había una con restos de pintura roja.
Habitación con estuco amarillento

En otra sección cercana nos encontramos con un par de cámaras bien conservadas con sus bóvedas, las paredes estaban cubiertas de un estuco amarillo con un color tan uniforme que me hacía dudar de que fueran hongos, posiblemente era pintura. Entrar ahí fue algo arriesgado porque no había llevado cubrebocas y el olor a guano era intenso y picaba la nariz. Intenté respirar lo menos posible y salí de ahí lo más rápido que pude. Ahí terminó mi recorrido y, cuando todos estuvieron listos, emprendimos la corta caminata de regreso a las camionetas. Desde ahí nos dirigimos primero al campamento Yaloch, un lugar muy bonito y mucho más amplio que La Lagunita e Ixcanrío, ahí Miguel bajó a registrarnos y luego seguimos hasta el campamento de Holmul. 

Bajamos nuestro equipaje de los vehículos y nos acomodamos casi todos al centro de un área sin maleza pero con varios árboles grandes, solamente Ernesto, Valeria, Leonardo y Marvin se alejaron hasta el fondo de la zona donde estaban los baños. Antes de que se oscureciera estuve volando el dron para ver el sitio homónimo del campamento a lo lejos y luego monté mi tienda de campaña. Más tarde, cuando estábamos cenando, nos enteramos de que Will había visto una serpiente barba amarilla o nauyaca en el área de regaderas, esta especie es la más venenosa de la selva y nunca me he encontrado de cerca con una, por fortuna.





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