Bajamos del avión cansados de estar sentados pero a mí me pareció un poco menos pesado de lo que esperaba pues la mayor parte del camino estuvimos conversando de viajes y otras cosas, entre ellas un buen rato que estuve contándole a Ernesto sobre accidentes aéreos... ¡Vaya que soy oportuno!
Pasamos la aduana y rentamos un chip de celular para poder tener internet de datos en la red local, lo cual hoy por hoy es algo que puede resultar de gran ayuda para buscar datos y ubicaciones; y vaya que lo aprovechamos bien durante el viaje. También cambiamos los dólares que traíamos por soles pues ésto fue más económico que intentar cambiar pesos directamente.
Templo central de Huaca Garagay |
Una vez que pasamos la aduana me pareció que era muy caro tomar un taxi del aeropuerto así que salimos de la terminal aérea hasta que nos ofrecieron transporte un poco mas barato aunque más tarde comprobamos que aún así había sido muy caro, no sin ciertas dificultades logramos que nos llevara a la huaca de Garagay, el primer sitio arqueológico que teníamos en nuestra extensa lista.
Atardecer en Garagay |
Garagay es un conjunto en forma de C que está rodeado de la ciudad que se lo fue comiendo con el paso del tiempo, antiguamente debió ser mucho más extenso; sin embargo aún en su terrible destrucción nos dejó profundamente impresionados por el tamaño de su templo central, al cual le calculamos mas de 200 metros de base y 20 o más de altura.
Para nuestra mala suerte no se permite subir a la cima aunque eso no fue tan mala noticia pues supimos que actualmente el lugar tiene custodios que se encargan de mantener en buen estado lo que se conserva del sitio, incluso algunos sectores del sitio mostraban que se están realizando investigaciones arqueológicas en los edificios principales y la explanada.
Edificio lateral |
Nuestro recorrido fue breve debido a la imposibilidad de subir a las estructuras y a que ya comenzaba a caer la noche, así que tomamos otro taxi que por mucho menos que el primero nos llevó a la terminal norte de autobuses de Lima, donde tomamos el primer transporte que encontramos rumbo a la ciudad de Huacho, que resultó un camión algo viejo y sin muchas comodidades, pero eso para nosotros no constituyó ningún impedimento.
Llegamos al último destino del día cerca de las 10 de la noche; yo esperaba que encontraríamos desiertas las calles sabiendo que no es una población tan grande, pero nos llevamos una tremenda sorpresa cuando descubrimos que el lugar tiene una vida nocturna intensa pues está repleto de casinos. También ahí nuestros oídos sufrieron el contínuo golpeteo de las manos de los literalmente cientos de taxistas (convencionales y de mototaxi) contra el cláxon de sus vehículos, lo cual provocaba un terrible escándalo que aún de madrugada no dejaba de sonar, aunado a que nos tocó en suerte que se celebraba el aniversario de la fundación de Huacho, con muchedumbre y concierto en la plaza de armas incluídos.
Nuestro hospedaje estaba a unas cuadras del centro y por primera vez probamos la deliciosa y abundante comida peruana, disculparán los lectores que no pueda recordar todos los nombres de los platillos que degustamos pero soy terriblemente malo para recordar ese tipo de cosas y en su mayoría no los anoté por torpeza, pero puedo afirmar con seguridad que lo que cenamos aquel día era una fusión local con comida asiática que incluía arroz y pollo, todo con un sazón tan agradable que pocas veces he encontrado en otros lugares.
Aquel día nos fuimos a dormir de madrugada y eso se nos hizo costumbre durante todo el viaje. Pero hasta aquí termina el relato de nuestra primera jornada por Perú.
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