miércoles, 8 de marzo de 2017

Viaje a Perú pt.13. Ollantaytambo y Aguas Calientes

Ollantaytambo desde la zona arqueológica
Después de regresar a Písac bastante cansados por nuestro ascenso a Huchuy Qosqo volvimos a regresar por el mismo camino hacia el siguiente poblado río abajo: Calca. Una vez ahí cambiamos de transporte por otro que iba hacia Urubamba; nuestro plan original era parar en Yucay para ver algunos restos incas en el centro del poblado actual pero la hora nos presionaba y decidimos seguir de largo. 

En Urubamba tuvimos problemas para abordar una camioneta hacia Ollantaytambo, pues a pesar de que éstas salían muy frecuentemente era demasiada la gente que esperaba y no había orden alguno en el ascenso puesto que en cuanto una camioneta se colocaba en posición para abordarla, un montón de gente arrojaba dentro cosas para apartar algún lugar y nosotros no estuvimos dispuestos a entrar a ese caos de empujones y menos viendo que la mayoría de las personas eran mujeres y algunas con niños. Decidimos salir a buscar un taxi pero nuevamente nos fue imposible por la escasa cantidad de éstos vehículos; tuvimos que regresar a intentar subir al transporte público hasta que finalmente lo conseguimos.
Templo del sol de Ollantaytambo

En poco tiempo llegamos finalmente a Ollantaytambo y sin detenernos nos dirigimos a la zona arqueológica del mismo nombre. Una vez que comenzamos a subir por las terrazas hacia la zona ritual del sitio pudimos ver la belleza del poblado que se ubica en la confluencia de tres valles rodeados de escarpadas montañas que tienen edificaciones que parecen colgar en los acantilados a una altura de vértigo, con inclinaciones que parecían aún mayores que las que vimos en Písac. En la parte intermedia del sitio encontramos las finas piedras talladas del estilo imperial inca y un poco más allá el templo del sol con los megalitos mas grandes que habíamos visto hasta ese momento, todo con sus juntas perfectamente alineadas. 
Inca Huatana

Más allá pudimos ver una muralla que rodeaba el área central del sitio, evaluamos la condición de nuestras piernas y finalmente nos animamos a seguir a la parte más alta donde nos encontramos con la casa del inca o Inca Huatana, una construcción de la que queda una pared en pie con cuatro nichos alargados que domina la vista hacia el poblado actual de Ollantaytambo. Una vez que bajamos rodeamos la zona ritual y pasamos a la zona militar del sitio; bordeando la montaña nos encontramos con más y más edificaciones y podíamos imaginarnos ésta fortaleza cuando los incas la defendieron de las tropas de Francisco Pizarro y me sorprendía bastante como pudo éste último tomar la población tan formidablemente construida. 
Fuente Ceremonial

Finalmente llegamos a la parte baja del sitio justo en el nivel del valle; aquí parecía haber existido una serie de palacios y lo más interesante de todo eran los canales de agua aún funcionales que pasaban por fuentes ceremoniales y templos, formando pintorescas caídas y dividiendo su caudal varias veces para aumentar la complejidad de los edificios y obras hidráulicas. Algunas alpacas y llamas pastaban en la zona y gran cantidad de gente pasaba de un lado a otro, era la primera vez en el viaje que nos encontrábamos con tanto turismo, eso nos anunciaba que estábamos en el área más visitada de Perú y aún nos faltaba ir a donde encontraríamos aún mas gente.

Una vez que salimos de la zona arqueológica compramos una bolsa de hojas de coca para el día siguiente y caminamos poco mas de un kilómetro hasta la estación del ferrocarril pues teníamos ya nuestra reservación para ir a Aguas Calientes y faltaba poco menos de una hora para salir con ese rumbo.

Templo del agua
Debo decir que no estuvimos nada satisfechos con el recorrido en tren, pues nos pareció un completo robo. Las únicas formas de llegar a Aguas Calientes son caminar, dar un rodeo larguísimo por las montañas y perder dos días en ello, realizar el trekking del camino inca o la que escogimos nosotros por no tener opciones viables; el boleto redondo nos costó más que los vuelos Lima-Cusco y Cusco-Lima juntos, la estación en Ollantaytambo ni siquiera tenía mas que 20 o 30 asientos para esperar, no se puede abordar con mas de 10 kg de peso en equipaje, tan solo dan una galleta y té para comer algo y en total sólo es un trayecto de 2 horas y media. Sin embargo y a pesar de todo al caer la noche estábamos llegando al hostal que reservamos para quedarnos esa noche (el único que apartamos de antemano en todo el viaje) y poco despues salimos a buscar donde cenar pues estábamos completamente hambrientos después de tan tremendo día.

Cuy
Ahí recordamos el Cuy: realmente es el roedor que en México conocemos como cuyo, asado en un horno de piedra; desde que supimos de su existencia quisimos probarlo y finalmente lo hicimos en Aguascalientes por un precio que no nos pareció para nada excesivo a pesar de ser un pueblo completamente turístico. A mucha gente no le gusta la apariencia del cuy ni saber que es un roedor, pero a nosotros nos pareció el platillo mas rico que habíamos probado hasta entonces en el país y realmente la cocina peruana es de las mejores del mundo, tan solo quedaron los huesos completamente limpios. 

Cuando terminabamos de cenar comenzó una gran tormenta y el pueblo completo quedó en tinieblas al cortarse la energía eléctrica; temíamos no poder recargar nuestros celulares y cámaras aunque no nos preocupaba mucho pues ambos teníamos baterías de repuesto y de emergencia; sin embargo la energía se restableció mientras nos preparábamos para dormir, al día siguiente nos esperaba el recorrido más ansiado del viaje...


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