jueves, 2 de marzo de 2017

Viaje a Perú pt. 12. Huchuy Qosqo

Huchuy Qosqo
Sabíamos que el siguiente día sería uno de los más pesados del viaje, originalmente íbamos a caminar con nuestras mochilas a cuestas pero después de los recorridos en Tipón, Pucara y Písac decidimos mejor dejarlas en el hotel y regresar más tarde por ellas. 

Salimos muy temprano por la mañana hacia la calle principal de Písac a tomar el transporte público para ir por el valle sagrado solamente dos poblados río abajo. Llegamos muy rápido a Lamay, que es famoso por sus restaurantes que preparan el mejor cuy del valle sagrado según supimos más tarde; este sabroso platillo lo probamos al día siguiente, así que ya lo describiré con mayor detalle; en dicho poblado termina el recorrido de Huchuy Qosqo, el cual varias agencias ofrecen en Cusco y consiste en una caminata de un día por el altiplano para terminar bajando hacia el valle sagrado. Nosotros pensábamos solamente visitar el sitio inca en las alturas de la montaña siguiendo el trayecto contrario.
Alpacas en Huchuy Qosqo

Cruzamos el río Urubamba y vimos frente a nosotros la gran pared que bordea el valle y el camino serpenteante que asciende hacia los viejos vestigios incas que se encuentran en un área plana casi en la cima; en un letrero vimos que nos esperaban 3 km de caminata y rápidamente nos dimos cuenta del tenor que tendría el recorrido: había una terracería ancha sin mucha inclinación pero mucho mas larga que permitía subir autos hasta la mitad de la cuesta y un sendero mas corto pero mucho mas empinado, preferimos el segundo y rápidamente comenzó a hacer mella en nuestras piernas. Conforme ascendíamos se volvía más escarpado y más serpenteante, luego de pasar el segundo kilómetro se convirtió en un paseo tortuoso pues podíamos ver el llano donde se encuentra el sitio arqueológico pero la subida era intensa y terriblemente resbalosa, ya estábamos mas de 500 metros sobre el valle y no quisimos rendirnos entonces.
Vestigios de Huchuy Qosqo

Cuando finalmente vimos los primeros vestigios incas a penas podíamos dar un paso más pero llegamos hasta los andenes agrícolas de la ciudad y subimos bordeándolos; en uno de ellos vimos por primera vez dos alpacas pastando, teníamos curiosidad por ver éstos animales y sus parentes las llamas, así que nos detuvimos un poco a fotografiarlos. Cuando finalmente llegamos a la zona principal de Huchuy Qosqo, nos sentamos dentro de un edificio que tenía techo de paja para proteger sus paredes recubiertas de adobe y descansamos media hora antes de seguir.

Huchuy Qosqo quiere decir "pequeño Cusco", supuestamente porque éste lugar tenía la misma distribución que la capital del Tahuantinsuyo, pero como observamos y más tarde leí no hay ninguna base sólida para afirmar tal cosa. La zona alta era la que contenía la mayoría de los edificios construidos con piedra rojiza que no tenía tallados tan finos como en otros lugares que visitamos. Un poco mas alto se veía la puerta de la ciudad y un riachuelo corría bordeando el lado contrario. La vista era bellísima, pues estábamos en el lugar más alto con respecto al valle que visitamos y las nubes se agolpaban en el horizonte, incluso algunos de los picos más altos en la lejanía lucían cubiertos de nieve mientras que abajo Lamay era un pequeño manchón de casas en un recodo del río.
Casa principal

Nuestras piernas no dieron más y recorrimos solamente el área central del sitio sin subir más hacia algunas edificaciones regadas en los cerros ni bajar a las primeras que observamos al ir ascendiendo. Cuando estábamos a punto de regresar a Lamay nos percatamos de que junto al sitio había unas cuantas casas habitadas, de ahí un hombre salió y nos dijo que había que pagar la entrada, cosa que hicimos antes de marcharnos; junto con él venía un cachorrito bastante simpático que se nos acercó jugando, pero después se convirtió en un problema pues nos persiguió cerca de un kilómetro en la bajada y no parecía querer regresar a su casa, no podíamos llevarlo con nosotros y era peligroso para él llegar a donde estaba la carretera así que comenzamos a planear como dejarlo atrás para que se volviera. Comenzamos a verlo jadear así que le dejé la tapa de nuestra botella llena de agua y corrimos mientras bebía con gran peligro de resbalarnos en el polvoriento y empinado sendero; una vez que nos detuvimos creímos que lo habíamos perdido cuando de pronto apareció entre la maleza... parecía que no podríamos librarnos de él, pero hicimos un segundo intento en el que le dimos la mayor parte de nuestra agua en un hueco de una piedra, ésta vez corrimos por mas tiempo y un poco mas abajo nos encontramos con una señora que subía con dos caballos, entonces nos relajamos pues si el cachorro no regresaba solo por el camino, seguramente seguiria a la mujer y ya no habría problema.

Así pudimos continuar con nuestro descenso a un ritmo mas seguro, aunque gracias a ello el trayecto fue bastante rápido. Regresamos a Písac antes de las 12, hora de entregar la habitación, tomamos nuestras cosas y salimos nuevamente para cruzar el valle sagrado de los incas...

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