Camino a la cueva del Gallo |
Una semana estuvimos insistiendo a nuestro profesor y al arqueólogo Jorge Linares para que nos llevaran a más vestigios arqueológicos, finalmente accedieron a realizar un nuevo recorrido hacia la Cueva del Gallo. Esta vez no iría el grupo completo sino únicamente los que quisieran hacerlo, así nuestro grupo se redujo a 10. El profesor Fabio nos llevó en su camioneta hasta la entrada en la parte baja del cerro del Tlatoani, sin embargo no cabíamos todos en el vehículo, por lo que Gustavo y yo tuvimos que subirnos cada uno en un costado y agarrarnos de un pasamanos sobre el toldo.
El inicio del ascenso fue exactamente igual que en el recorrido anterior, la única diferencia fue un perro que nos estuvo siguiendo todo el tiempo. Al llegar a un espacio que por un lado lleva a la cima y por el otro conduce a la ladera contraria, tomamos el segundo y comenzamos a bajar por un largo rato, el camino era un poco resbaloso y en partes muy empinado, sin embargo no tuvimos problemas para pasar.
El grupo en la barranca de Tepecapa |
Finalmente llegamos a una gran cañada y Jorge nos dijo que estábamos en la barranca de Tepecapa, ahí podíamos escuchar que corría un hilo de agua y luego de cambiar de dirección y seguir el descenso nos encontramos con un riachuelo de agua transparente.
Un poco más abajo cruzamos el pequeño cauce y luego de subir un poco por la ladera contraria vimos una grieta sobre una gran roca, de la fisura surgía agua cristalina que podía beberse directamente, algunos subimos a la piedra para ver más de cerca pero la mayoría se quedaron en la parte baja donde el agua formaba una pequeña poza que luego escurría para unirse al riachuelo que corría más abajo. Ahí permanecimos por algún rato y rellenamos nuestras botellas de líquido, ya que habíamos traído poco peso sabiendo que haríamos una parada ahí.
Cueva del Gallo |
Regresamos hasta el punto donde habíamos cambiado de dirección y seguimos de largo hacia el lado contrario al que tomamos antes, más arriba se notaba que el pequeño riachuelo solía crecer bastante pues el cauce de la barranca era mucho más ancho y tenía numerosas caídas que durante una lluvia torrencial seguramente formaban cascadas con 2 o 3 metros de altura.
Muchas veces nos costó mucho trabajo subir por entre las rocas de estas caídas, íbamos zigzagueando entre las paredes de los lados hasta llegar a un punto donde el sendero se metía entre mucha vegetación, lo cual me recordó bastante a la selva. Más adelante había una poza de agua estancada que apestaba y tenía un color nauseabundo, era un gran contraste con el agua limpia que fluía más abajo, filtrada a su paso por las grandes rocas.
Croquis de la cueva del Gallo |
Luego de pasar por ahí, subimos por una de las laderas en un camino sinuoso y muy empinado, después de algunos minutos Jorge me señaló una mancha blanca sobre la pared de piedra, se trataba de una luna menguante dibujada directamente sobre la pared, por su orientación y con mucha imaginación podía dar la impresión de tratarse de un gallo y le da nombre al lugar.
La Cueva del gallo es un abrigo rocoso no muy profundo rodeado de acantilados verticales impracticables, su parte más profunda está delimitada por un tecorral de piedras que al parecer son diferentes a las del cerro, por lo que fueron subidas hasta ahí por los antiguos habitantes de los alrededores ya que no parece que alguien viviera ahí permanentemente. A lo largo y ancho de la pared del fondo, sobre el abrigo y a los lados se ven numerosos trazos blancos que no han sido estudiados a fondo pero que se cree por el estilo que pertenecen al periodo posclásico.
Figura de luna interpretada como un gallo que da nombre al sitio |
El sitio resulta de sumo interés debido a la abundancia de figuras animales entre las que destaca una serie de cuadrúpedos como posibles perros y tlacuaches; así como un mono que danza, éste último animal nos resultó intrigante pues entre nuestros colaboradores recopilamos una serie de rumores e historias sobre la existencia de primates en el corredor natural, a pesar de que no se considera su existencia por creerlos extintos de la región.
Las pinturas de la cueva del gallo en general miden entre 5 y 60 cm aproximadamente. mientras estuvimos ahí estuve registrando todas las figuras que pude en fotografía y en unos dibujos muy esquemáticos, también realicé un pequeño croquis muy básico de la distribución de las pinturas; el tiempo fue algo limitado así que el trabajo no fue el mejor, además de que mis habilidades como dibujante son bastante deficientes.
Cuadrúpedo |
Emprendimos el regreso, el cual fue por el mismo camino en el que habíamos llegado, la diferencia con el recorrido al cerro del Tlatoani fue muy notable: el descenso fue rápido y poco accidentado, excepto por algunos tropezones menores. Luego ascendimos por la primera bajada que habíamos recorrido, ahí fue mucho más exigente la caminata aunque nadie se quedó demasiado atrás. Los que estábamos más adelante prácticamente íbamos compitiendo para ser los primeros en llegar arriba pero el ritmo fue tan fuerte que tuve que parar a descansar un poco mientras que mis compañeros de equipo Andreas y Fernando lograron llegar en un solo esfuerzo (a mi favor diré que mi edad es mayor que la de los demás prácticamente por una década). Así regresamos hasta la camioneta en mucho mejores condiciones y con un tiempo mucho menor que el previsto, la diferencia con el primer recorrido de la práctica fue muy marcada. Llegamos justo a tiempo para comer y regresar a descansar por la tarde.