martes, 1 de octubre de 2019

Práctica de campo en Tlayacapan pt. 1. Cerro del Tlatoani, Morelos

Parroquia de Nuestra Señora del Tránsito y jagüey
Este diario de viaje será diferente a los demás porque no fue un recorrido como los que acostumbro hacer por mi cuenta sino que se trató de una práctica de campo, la primera que me toca realizar en la carrera de Antropología en la UNAM. Fueron 15 días en Tlayacapan, Morelos, donde realizamos trabajo etnográfico relacionado a la percepción de la fauna en el lugar; en mi caso me tocó buscar en el monte y área de cultivo, por lo que junto a mi equipo, formado también por Fabiola, Yaelín, Fernando y Andreas, realizamos algunas entrevistas con habitantes locales y recorrimos la sierra que rodea el poblado, visitando varios sitios arqueológicos. Como mi temática son estos últimos, aquí únicamente relataré los recorridos que hicimos ya que el trabajo etnográfico quedó registrado en un informe final que es harina de otro costal.

La práctica comenzó el 27 de mayo de 2019 y nos instalamos en una casa al sur del pueblo, era un lugar bastante cómodo sobre todo para los hombres, ya que eramos solamente 8 en una gran habitación, las mujeres eran casi 20 en un lugar más pequeño pero no quisieron intercambiar porque su cuarto tenía baño y el nuestro no. Además había una terraza sobre el cuarto de ellas y un jardín.
Único paso entre las rocas

Al día siguiente fue nuestro primer recorrido, el único que realizó el grupo completo por el monte. El destino era la zona arqueológica del Cerro del Tlatoani, yo ya lo conocía pero igualmente tenía muchas ganas de regresar por la gran belleza del sitio. El arqueólogo Jorge Linares fue nuestro guía al igual que la primera vez que estuve ahí.

Salimos un poco tarde y caminamos por las calles de Tlayacapan, así pasamos frente a la parroquia de Nuestra Señora del Tránsito que forma una bonita postal por la presencia de un jagüey a un costado de ella. Íbamos bastante lento y me fue un poco difícil adoptar ese paso, me sorprendió que muchos no quisieran caminar ni subir al cerro, eso era algo que no me esperaba en una práctica de campo puesto que no había pasado ni siquiera años antes con un grupo de turistas. No fue el mejor de los recorridos pero sabía que valdría la pena para tomar mejores fotografías que las que tenía.
Vista desde lo alto del cerro del Tlatoani

Llegamos hasta la entrada que el comisariado ejidal tiene en la parte baja del cerro, ahí nos tocó hacer tequio cargando bolsas de material para restauración. Yo pedí una un poco más grande que las que les dieron a la mayoría por sentirme con buena condición pero luego lo sufrí un poco porque no cabía en mi pequeña mochila y se rompió varias veces, por lo que tuve que hacer malabares para no tirar todo el material.

El camino de ascenso no es muy largo pero es estrecho y sinuoso, en algunas partes incluso pasa entre grietas de las piedras y por un pasaje cerrado que era el único acceso a la cima. Por ello este sitio sirvió como fortaleza durante la etapa de conquista de la región. Díaz del Castillo describe una batalla acontecida ahí en su Historia Verdadera de la conquista de la Nueva España: "Llegamos a un llano adonde había unas fuentes de muy poca agua, en una parte estaba un gran peñol con una fuerza muy mala de ganar [...] Cortés nos mandó que les fuésemos entrando y subiendo [...] y como encomenzamos a subir por el peñol arriba, echan los indios guerreros que en él estaban tanta de piedras muy grandes y peñascos, que fue cosa espantosa cómo se venían despeñando y saltando, que fue milagro que no nos matasen a todos [...] y se acordó que para otro día que desde otro peñol que estaba cerca del grande fuesen todos los ballesteros y escopeteros y que subiesen en el que había subida, aunque no buena, para que desde aquél alcanzarían las ballestas y escopetas al otro peñol fuerte, y podríanle combatir [...] y quiso Nuestro Señor Dios que acordaron de ser dar de paz, y fue por causa que no tenían agua ninguna, questaba mucha gente arriba en el peñol".
Terrazas superiores del cerro del Tlatoani

Justo antes de llegar a la parte alta pasamos sobre unas grietas muy profundas, ahí Fabiola entró en pánico, algo que después pareció un poco extraño ya que estuvo en mi equipo y recorrimos muchos lugares altos.

Así, después de varias horas alcanzamos la base de las terrazas, las cuales constituyen la parte baja del sitio arqueológico; ahí Jorge nos explicó como habían encontrado algunos entierros y un poco del proceso de excavación y restauración del lugar. Además durante el terremoto del 19 de septiembre de 2017 hubo daños en algunas partes y tuvieron que ser reparadas, aunque algunas aún estaban sueltas.

Seguimos subiendo hasta alcanzar la cima, ahí vimos una gran escalinata monumental que en mi primer visita estaba siendo trabajada por lo que era la primera vez que la podía ver, tuve que esperar a que todo el grupo se moviera para fotografiarla pero valió la pena.
Escalinata monumental de acceso al templo superior

Vimos también el pequeño conjunto superior con edificios de estilo teotihuacano, la vista fue mucho más extensa que en mi primer ascenso pues en aquella ocasión había mucha neblina.

Así completamos el recorrido y comenzamos a descender, yo iba hasta atrás para seguir tomando fotos y por momentos me adelantaba hasta el frente del grupo para volver a pasar hacia la retaguardia. Así estuve hasta que llegamos abajo y regresamos por el mismo camino a Tlayacapan.

Cruzamos todo el poblado, muchos del grupo estaban bastante cansados y nos dispersamos bastante, así llegamos hasta la casa donde nos darían de comer todos los días de nuestra estancia, los platillos eran de buen tamaño y sazón, pero a algunos no les gustaba o no acostumbraban comer algo y muchas veces me tocó repetir comiéndome parte de lo que le tocaba a algún(a) compañero(a). 
Templo superior

Regresamos al "campamento base" y ya no hicimos nada ese día. Luego de eso comenzó el trabajo etnográfico, recorrimos todo el poblado y registramos una buena parte de sus capillas coloniales, fuimos al archivo municipal y a los campos nopaleros. Al principio me pareció que muchos de mis compañeros se quejaban demasiado a pesar de que para mí nos encontrábamos demasiado cómodos, algunos de ellos tuvieron dificultades con sus temas de trabajo, el profesor estuvo ausente casi siempre... así una parte de la primera semana fue un tanto incómoda para mí, incluso alguna vez discutí con compañeros por su abierta molestia y por las complicaciones para ponernos de acuerdo sobre el aseo del lugar pero una vez superados en parte esos temas también comprendí que tenían razón en quejarse sobre la rigidez de la investigación y las complicaciones que algunos tenían para realizar el trabajo pues, o no los dejaban por no tener la carta de presentación a tiempo o no encontraban datos... Así pasados unos días la convivencia se hizo más amena y la práctica comenzó a ser agradable. 

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