sábado, 11 de enero de 2025

Estancia arqueológica en Campeche. Parte 4. Maxcanú, Yucatán

Iglesia en Maxcanú
Comencé mi trabajo de laboratorio tomando fotografías a los materiales, así estuve toda la primer semana. Recordé la existencia de un juego de pelota en la Universidad Tecnológica del Poniente, que se encuentra en Maxcanú. Pensando que el final del semestre estaba cerca, decidí ir a visitar este lugar antes de que finalizaran las clases, así que no dejé que terminara la semana y el mismo jueves me dirigí al centro de Campeche para tomar una combi a Calkiní. Podía irme directamente en camión, pero ya sabía que tardaba muchas horas y quería regresar a trabajar un rato en el laboratorio por la tarde. En cambio, solo tuve que esperar 15 minutos para salir y en dos horas estaba en mi primer destino, ahí podía ir a preguntar si otras combis a Mérida pasaban por Maxcanú, pero decidí tomar el autobús que para en cada pueblo, ese fue un error, ya que tardó en pasar una hora. Abordé y pasé por Bécal y Halachó, después de media hora más estaba llegando a Maxcanú, ya en Yucatán. Sabía que en la entrada norte del poblado hay un edificio maya, pero estoy seguro de que fue reubicado y ya lo había visto antes, por lo que no me dirigí ahí en esta ocasión.

Juego de Pelota
La Universidad está en la orilla de Maxcanú, y tuve que caminar más de 1 km para llegar hasta ahí, cruzando primero por la iglesia principal del lugar. Crucé algunos campos deportivos y después de un rato arribé a la entrada de la UTP. Al principio me pareció que podía pasar libremente, ya que solamente vi estudiantes, pero de inmediato me salió al paso un vigilante. Mi apariencia era claramente de alguien de fuera, ya que casi nadie usa barba y se viste como arqueólogo ni ahí ni en ninguna otra parte de Yucatán o Campeche, por ello era lógico que me identificaran como un extraño. Mi condición de arqueólogo me abrió las puertas, únicamente tuve que presentarme y mostrar mi credencial del posgrado. El vigilante me llevó a la dirección y, aunque no estaba el rector, el encargado que se encontraba ahí me ofreció café amablemente y llamó a un señor de mantenimiento que había estado en la excavación del juego de pelota que se encontró en las instalaciones. Le pidió que me guiara y me explicara lo que sabía del lugar.

Juego de Pelota
El señor me llevó a la parte trasera de la universidad, donde estaban las canchas deportivas, me dijo que cuando estaban construyendo una de basquet bol, aparecieron unas paredes y luego excavaron para dejar al descubierto un muro lateral y después la cancha completa de pelota, la cual habilitaron para ser visitada por los estudiantes y por la gente que quisiera, aunque ya era muy raro que alguien entrara. Le pregunté si había otros vestigios, por lo que me enseñó un montículo bajo, el cual parecía solamente una plataforma habitacional. Me pareció muy extraño que una cancha así estuviera alejada de cualquier edificio monumental, pero el señor únicamente me dijo que había algunos montículos bajos en los alrededores.  

La visita fue muy rápida, solamente pude ver una sarteneja tirada sobre la plataforma cercana y una piedra labrada que estaba en el edificio principal de la universidad, junto a la rectoría. Regresé a dar las gracias y a despedirme y caminé de regreso al centro. Ahí esperé solo 15 minutos al autobús de regreso a Calkiní, nuevamente podía seguir hasta Campeche pero preferí tomar la combi de regreso, ahorrando al menos 3 horas. Llegué a comer y fui a trabajar un rato, seguí con mi tarea de registro hasta el día siguiente, cuando incluso tenía que hacer una presentación en línea. El sábado me esperaba un largo recorrido a pie.



sábado, 4 de enero de 2025

Estancia arqueológica en Campeche. Parte 3. Kansah

Kansah
Abandonamos el intento de llegar a Barcohaltún de las dos Cruces pensando en ir a dos sitios más que se encuentran algunos minutos más adelante, por lo que regresamos a la carretera. Avanzamos un poco y volvimos a entrar a terracería. Algo extraño pasó con mi aplicación de mapas, porque la marca de Kansah, el siguiente sitio a visitar, desapareció de pronto y estaba dirigiéndome a Tunkuyí, que habíamos dejado para después. Debido a esa falla, le tocó a Will guiar con su celular, dando vuelta en un par de caminos. Cuando ya estábamos cerca nos encontramos de frente con una vista preciosa: el edificio en pie del sitio estaba en una ladera, resplandeciendo al sol con su decoración de columnillas en el friso, rodeado de hierba y enredaderas y dominando el valle que estaba lleno de cultivos de maíz. Paramos para que Will volara su dron, yo traía el mío en el equipaje pero recordaba que no lo había cargado y sería un desperdicio de tiempo sacar todo para no poder volarlo, así que me limité a tomar fotografías con mi cámara.

Estructura de Kansah
Luego de un rato, buscamos camino a pie, pero terminamos cruzando la milpa entre las plantas, por fortuna esto era mucho más fácil que pasar entre hierba y enredaderas, sin embargo, al llegar a la base de la ladera en la que está el edificio, el sendero se cubría de plantas y tuvimos que abrirnos paso como pudimos, la distancia era muy corta pero estaba lleno de pega pega y semillas que se adhieren a la ropa, dejando pelillos que irritan la piel. Llevaba puestos mis guantes pero quedaron inservibles con tanta semilla pegada, al final los deseché. También nuestras viboreras se tapizaron, lo que fue bastante incómodo. A pesar de todo llegamos hasta el edificio y abrimos algo de espacio con los machetes para fotografiar. Fue imposible pasar a los costados y la pared trasera.

El edificio pudo haber tenido tres habitaciones, de las que solo queda en pie la central, fue reforzada su jamba derecha con concreto ya que seguramente estuvo en grave peligro de colapso. Con lo que queda visible se aprecia que era una estructura sumamente sobria y bonita con friso liso, molduras y frisos con columnillas, todos estos rasgos del estilo Puuc Clásico, de los años 900 a 1000 d.C.

Vista de dron, foto de Will
Luego de tomar fotografías, decidimos regresar a la camioneta para intentar llegar a Tunkuyí, quedaba poco tiempo porque yo tenía que tomar el autobús hacia Campeche, desde Mérida a las 5:30 pm, para ello teníamos que emprender el regreso a más tardar a las 3. Regresamos por la misma ruta pero nos desviamos para intentar llegar a ese último sitio cruzando por un cerro cercano, sin embargo fue imposible pasar. Todavía probamos rodeando por caminos en la camioneta, llegando a más campos de maíz. Entramos en vehículo hasta donde pudimos y luego a pie, vimos una pequeña loma al otro lado de un campo, pero decidimos no seguir, se agotaba el tiempo y no sabíamos si habría sendero. Para colmo se le cayó la tapa al lente de mi cámara, con todo y un filtro polarizado que había comprado pero no intenté buscarlo, ya planeábamos regresar el siguiente fin de semana.

Emprendimos el regreso y llegamos sin problemas hasta la terminal de autobuses, 15 minutos antes de que saliera la corrida, había llovido y estaba lleno de goteras, algo que parecía bastante decepcionante, ya que esta central fue remodelada recientemente. Antes de tres horas ya estaba en Campeche y salí a tomar un taxi para que me llevara al departamento, ahí le hablé a la dueña para que me entregara las llaves y luego de 5 minutos ya me encontraba descansando en el que sería mi refugio por cinco semanas. Al día siguiente iría a la UACAM a encontrarme con quien me daría las llaves del laboratorio, donde estaría trabajando en solitario porque no había nadie más, analizando la lítica que fui a estudiar.