Como escribí en la entrada anterior, el custodio de Áspero mencionó que en las cercanías había un sitio llamado El Faro pero no nos quiso indicar como llegar. No quisimos quedarnos con la duda, así que sacamos el celular y comenzamos a revisar la vista aérea de Supe Puerto hasta que dimos con lo que estabamos buscando y aunque no teníamos la certeza de encontrar ahí un sitio arqueológico de inmediato nos dirigimos al punto del mapa.
Vista hacia El Faro |
Pasamos por el centro del poblado y nos dimos cuenta que ahí podíamos comer, pues había un restaurante, pero nuestra regla era comer al atardecer y aún teníamos tiempo. Salimos de Supe Puerto por una pequeña carretera que serpenteaba entre las dunas hacia la playa, conforme avanzábamos vimos varias casas recién construidas que indudablemente estaban encima de montículos prehispánicos pero no pensamos que aquello fuera lo que buscábamos así que seguimos. Dimos vuelta hacia el mar y caminamos sobre la arena; el entorno era sumamente seco, sin ningún vestigio vegetal en la superficie, sólo arena cubriéndolo todo hacia todas las direcciones; el paisaje bien podría haberse tratado de una fotografía de la superficie de Marte, rojizo y con algunas piedras oscuras, y a pesar de que el sol caía a plomo, el calor no era excesivo, tanto así que vestíamos de negro y manga larga sin sobrecalentarnos.
Observando el horizonte. Fotografía tomada por Ernesto Hernández |
Después de subir sobre una loma se presentó ante nosotros una visión que nos dejó boquiabiertos: sobre una lengua de tierra se erguía el faro de Supe Puerto y a cada lado el azul profundo del mar contrastaba con la arena formando una serie de pequeñas bahías donde se alcanzaban a divisar algunos bañistas como puntos móviles. La inmensidad de éste rincón del mundo era ya suficiente para que nuestra caminata valiera la pena y ninguno de los dos había estado en ningún sitio que se le pareciera. Fue entonces cuando comenzamos a notar que bajo la arena había piedras alineadas que sobresalían en la superficie dibujando formas apenas perceptibles, yo estaba todavía escéptico pero Ernesto se convenció casi en seguida de que estábamos en el sitio arqueológico que buscábamos. Lo que pudimos ver ahí eran solo fragmentos muy pequeños y una piedra que claramente tenía una hendidura hecha artificialmente, para mí era muy poco para considerar el sitio como visitado.
Arco natural en la playa del amor |
Llegamos hasta el faro y no encontramos nada que pareciera antiguo a su alrededor, pero el mar se enseñoreaba ante nosotros con un horizonte totalmente difuso que hacía difícil saber donde terminaba el agua y empezaba el cielo, ni una nube manchaba el inmaculado azul.
Desde ahí nos dispusimos a caminar de regreso a Supe Puerto por el camino mas corto entre las dunas y bordeando la costa. Lo primero que encontramos en una ladera fue ya inequívoco de que bajo nosotros se encontraba el sitio arqueológico que estábamos rastreando: de cerca solo parecían piedras alineadas que sobresalían levemente de la arena pero desde otra duna que se encontraba directamente de frente se veían plataformas de forma cuadrada o rectangular que se dibujaban claramente. Fue entonces cuando yo también me convencí de que lo habíamos encontrado.
Del otro lado de ésta segunda duna dimos con un lugar que en el mapa estaba indicado como "la playa del amor", lo que nos dió algo de gracia, pero al asomarnos sobre la cresta arenosa vimos que del otro lado de ésta playa había un arco natural excavado por el mar bajo la roca, cosa que de inmediato quise ver de cerca. El arco es de forma circular con tal vez 10 o 15 metros de diámetro y bajo él pasa un pequeño canal que comunica la playa del amor con el puerto de Supe.
Cédula del sitio arqueológico |
Ya teníamos la población a la vista, por lo que seguimos hacia ella sobre la elevación que contiene el arco, los suburbios no parecían muy bonitos así que guardé la cámara y empezamos a buscar por donde bajar de la loma donde nos encontrábamos, pero no teníamos ningún sendero a la vista por lo que decidimos desviarnos hacia la zona por donde habíamos llegado... y entonces apareció frente a nosotros el gran letrero que indicaba que el sitio arqueológico de El Faro estaba ahí. La última confirmación que necesitábamos, unos metros adelante vimos las mismas casas por las que pasamos al llegar... desde el principio estábamos en el sitio arqueológico "El Faro".
Una vez que regresamos a la plaza de armas en el centro de Supe Puerto nos preocupamos un poco al ver que el restaurante que vimos estaba totalmente vacío, pensamos que ya no había servicio pero entramos a preguntar. Los dueños salieron al instante y nos invitaron a sentarnos; como entrada nos sirvieron canchita (maíz tostado), fue la primera vez que la probamos y desde ahí fue nuestra botana favorita en el país. Pudimos notar que aún no hay mucho turismo que pare en Supe Puerto, porque cuando los dueños del restaurante supieron que veníamos desde México se emocionaron mucho e incluso nos pidieron tomarse una foto con nosotros para ponerla en facebook. La comida fue excelente, abundante y barata; al final incluso nos dieron mas canchita en una bolsa para que nos la lleváramos.
Tomamos un mototaxi hacia el cercano poblado de Supe (no es el mismo que el puerto), y ahí nos hospedamos en un hotel que está justo frente a la plaza de armas. Cuando bajamos del transporte pude escuchar a alguien gritando números al azar, y unos pasos más adelante comprobé que la causa de aquello era un grupo de gente jugando bingo a una cuadra del hotel. Lo último que hicimos aquel día fue imprimir el pase de abordar que usaríamos dos días mas tarde rumbo a Cusco.