Estela 1 de San Diego Buenavista |
Después de la gran sorpresa de Chacchob, emprendimos un recorrido muy largo por el peor camino que habíamos tomado desde que iniciamos el viaje, la carretera estaba llena de baches y por si fuera poco una parte estaba en reparación y habían levantado el asfalto dejando descubierta la tierra roja y húmeda que había debajo, la cual dejó el auto completamente sucio.
Estábamos ya cerca de la esquina de Yucatán cuando llegamos a San Diego Buenavista, sitio que está en un poblado actual por lo que llegamos directamente a pedir permiso para visitarlo; el primer habitante que encontramos se ofreció a llevarnos y salió junto con su pequeño hijo a mostrarnos el camino: lo primero que vimos fue un fragmento de estela muy bien conservado que muestra a un personaje vestido como guerrero y con un gran cinturón, sus brazos parecen cadavéricos y falta la cabeza. Éste monumento es muy extraño y dificilmente se encuentra alguno que se le parezca. A pocos metros se veían los montículos que quedaron de los viejos edificios derrumbados. Pudimos ver 3 plazas pero nada de la arquitectura quedaba en pie, incluso la estructura principal que tenía una altura cerca de los 20 metros se encontraba completamente en ruinas, eso nos decepcionó un poco pues habíamos leído el nombre de éste lugar en un reporte de sitios con estilo chenes en el sur de Yucatán y dicho estilo suele tener fachadas elaboradamente decoradas.
Estela 2 de San Diego Buenavista |
Lo que no nos quedó a deber fue la presencia de monumentos esculpidos, además de la primer estela pudimos apreciar otras dos muy borrosas pero con personajes y tiras glíficas. También encontramos restos de otras esculturas y un pequeño altar circular. Por fortuna los habitantes del lugar saben de su existencia y las han respetado convirtiéndose en los custodios del sitio que está muy cerca de sus hogares.
Después de recorrer San Diego Buenavista nos esperaba el trayecto más complicado del viaje. Aún teníamos la intención de visitar un sitio llamado San Francisco al norte de Peto así que regresamos primero por donde habíamos venido.
Llegamos a un cruce de caminos y dimos vuelta tal y como Julio tenía indicado para llegar, unos metros más adelante estaba la entrada de terracería donde debía estar el sitio, dejamos el auto y nos apresuramos a caminar pues ya nos quedaba poco tiempo de luz, todo pintaba muy bien pues a los pocos metros nos encontramos con montículos prehispánicos pero todos completamente destruidos y sin rastro alguno de arquitectura expuesta, estaban reducidos a ser solamente un montón de piedras.
San Diego Buenavista |
En cada montículo que encontrábamos nos metíamos un poco a la selva para buscar un edificio en pie que sabíamos queda ahí, uno tras otro los íbamos rodeando y no podíamos encontrar nada. El camino era ancho pero entre más avanzábamos se veía más descuidado hasta llegar al punto en que la hierba crecía tanto que dificultaba el paso. Incluso en alguna de las incursiones entre la maleza sentí que algo jaló mi camisa, era un gran nopal que había rozado y una gran cantidad de espinas quedaron prendidas a la tela, al principio no las sentí pero poco a poco comenzaron a generarme una gran molestia pues las sentía arañar mi brazo y clavarse de repente, quitarme la camisa no era una buena idea pues por todos lados había plantas espinosas y puntas de magueyes por lo que todo el tiempo estaba sintiendo piquetes cada vez que rozaba con algo, la mitad de la búsqueda fue muy penosa para mí.
Iglesia de Peto |
Al final del camino había un apiario completamente abandonado y deshaciéndose, pues la madera que lo formaba estaba ya pudriéndose, hacía tiempo que nadie trabajaba ahí. El regreso fue exactamente igual; vimos 15 o 20 montículos pero del edificio en pie ni rastro por lo que al oscurecer regresamos al auto.
De inmediato me quité la camisa y pude ver que me había convertido en un alfiletero humano, pasé un buen rato quitando espinas, además después de entrar tanto a la selva las garrapatas nos habían atacado y las traíamos escondidas entre la ropa, podía verlas aparecer sobre los asientos y pasar por el suelo del auto, maté todas las que pude y otras las arrojé por la ventanilla.
Carretera de Nenelá a Cantamayec |
Ya estaba completamente oscuro cuando emprendimos nuestro camino a Izamal, casi todo el recorrido transcurrió en carreteras secundarias que aunque eran muy estrechas en general estaban en buenas condiciones y pasamos por varios poblados mayas muy pequeños. El primero fue Nenelá, desde ahí seguimos hasta Cantamayec, fue uno de los trayectos más pintorescos que he recorrido en auto pues alrededor de la carretera las plantas crecían muy alto y en muchos tramos se cerraban por encima formando un túnel verde del que solo podíamos ver lo que estaba inmediatamente frente a nosotros pues más allá y en la parte de atrás reinaba por completo la oscuridad.
Cantamayec |
En Cantamayec paramos para comprar botanas y bocadillos pues en todo el día no habíamos probado bocado, pasamos el tiempo en carretera y caminando en la selva y no nos percatamos de que pasaban las horas hasta que el estómago nos lo recordó rugiendo fieramente.
El siguiente poblado que pasamos fue Sotuta, después Tibolón y Holcá, donde llegamos a la carretera que une Mérida con Valladolid, por fín habíamos tomado un camino principal y de ahí llegamos hasta Kantunil para tomar el desvío hacia Izamal.
Iglesia de Sotuta |
Todavía pasamos por Xanabá y Sudzal y finalmente llegamos a la ciudad de las tres culturas: Izamal.
Hacía mucho tiempo que no estaba en aquel lugar, la última vez que pasé por ahí fue en el 2012 y me gustó mucho, nunca lo había visto de noche así que parecía como si todo fuera nuevo para mí. Tenía la esperanza de que las estructuras mayas estuvieran iluminadas y pudiera verlas desde la calle pero donde se encuentran no podía ver mas que manchas completamente oscuras. Cenamos en el centro y luego nos fuimos al hotel, donde nos dieron una habitación muy amplia de aspecto totalmente colonial. Ya casi llegaba a su fín el recorrido por Yucatán, pero quedaban algunas cosas que hacer todavía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario