miércoles, 19 de junio de 2019

Viaje al Puuc. Pt. 27. Sihó y San Pedro Tetiz, Yucatán

Monolito de Sihó. Izquierda: Teobert Maler, Derecha: Eduardo González
El 3 de enero no fue un día muy pesado, en la mañana Eduardo llevó a Mónica al aeropuerto para que tomara un vuelo de regreso a casa; él estaba bastante lastimado de la rodilla pero quería acompañarnos así que escogimos algunos sitios cercanos a carreteras para que no tuviera que moverse mucho; Adriana tenía ya un vuelo reservado para ese mismo día por la tarde así que el tiempo estaba contado. 

Por fin me tocó subir al jeep "Teoberto Maler" y salimos de Mérida con dirección a Halachó y desde ahí al pequeño poblado de San Antonio Sihó; ahí existió una hacienda del siglo XIX que ahora se encuentra prácticamente en ruinas y que fue construida sobre los restos de una antigua ciudad maya que debió tener proporciones importantes a juzgar por el tamaño de los edificios que ahí se encuentran.
Monolito frente al casco de la hacienda

Al llegar al centro del pueblo vimos de inmediato un gran monolito que se encuentra de pie en uno de los costados de la plaza, se notan las aristas labradas y una gran perforación que va de lado a lado; parece una gran estela pero no se nota ningún grabado por lo que no estamos seguros de que lo fuera.

Estacionamos el jeep muy cerca y bajamos para observar de cerca; Eduardo andaba con mucha dificultad apoyándose en un gran bastón que le habían hecho en alguno de los sitios que visitó antes de reunirse con nosotros, justo después de haberse lastimado de gravedad.

Lo primero que hicimos fue revisar una antigua foto de Teobert Maler de la misma piedra al parecer colocada en el mismo lugar incluso antes de que la hacienda fuera levantada, ahí aparecen dos locales que dan idea de las dimensiones del monolito; Eduardo tomó una fotografía recreando aquella con Julio y yo en el lugar de las personas que ahí aparecen.
Sarteneja y primera estructura de Sihó

Volvimos a subir al jeep y tomamos un camino cercano, en un momento pensé que íbamos en una dirección equivocada así que intenté convencer a Julio de que diera vuelta para tomar otra carretera, cuando saqué mi brújula para mostrar que íbamos al norte cuando debíamos tomar rumbo al oeste otra vez la aguja estaba apuntando mal...

Julio ya había visitado Sihó así que no pasó mucho tiempo cuando se dio cuenta de que no llegábamos al sitio y decidió regresar al centro del poblado; una vez ahí nos dirigimos al sur y luego encontramos la carretera que pasa por el lugar que estábamos buscando.

Luego de poco tiempo pudimos ver algunos montículos pero toda el área estaba bastante cubierta de maleza, temimos que fuera muy complicado llegar a las estructuras del lugar y que Eduardo no pudiera pasar pero de pronto Julio paró y nos indicó un camino que estaba bastante bien marcado y no muy complicado de recorrer.
Palacio en Sihó

Tomé el machete y marché al frente para abrir camino que permitiera a Eduardo moverse sin obstáculos, llegué hasta una intersección y Julio me indicó que los dos caminos que salían de ese punto llevaban a grupos arquitectónicos diferentes del sitio. Tomamos el que seguía más recto y luego de unos 50 metros llegamos a un ligero desnivel y luego a la base de una escalinata donde se encontraba una gran sarteneja; arriba estaba una estructura con varias habitaciones y un muro intermedio casi completo que mostraba la parte trasera de una bóveda escalonada. El estilo era totalmente similar al de Oxkintok, revelando que Sihó es uno de los sitios más antiguos de esa zona del Puuc. Estuve limpiando el acceso porque ahí habían crecido bastantes plantas que complicaban la subida, fue bastante arduo porque el machete había perdido gran parte de su filo y había que golpear más fuerte y más frecuentemente.
Tercer estructura de Sihó

Luego de recorrer el edificio y tomar fotografías regresamos a la intersección para seguir el segundo sendero, ahí había un poco más de maleza pero nada que fuera especialmente difícil de seguir. Llegamos hasta un área arbolada sobre un terreno un tanto más elevado, ahí se veía claramente una gran pared que parecía haber sido restaurada; subimos por un costado y llegamos a lo que parecía una gran plaza donde un costado estaba ocupado por un palacio cuya pared trasera era el muro que vimos antes; se podía apreciar claramente el basamento bajo sobre el que estaban tres habitaciones alineadas sin ningún vestigio de bóvedas y una gran escalinata que llevaba a la plaza. Efectivamente todo el edificio había sido restaurado y los muros parecían haber sido acomodados como si las piedras fueran ladrillos modernos, algo que pocas veces había visto en cualquier otro sitio maya, el estilo de restauración es más propio de la arqueología del centro de México.
Plataforma norte de San Pedro Tetiz

Cruzamos la plaza y nos encontramos con un gran montículo piramidal totalmente destruido, subí a la cima pero no pude apreciar nada en los alrededores por la cantidad de árboles que había en la zona. Luego de bajar por el lado contrario vi un tercer edificio en pie que parecía menos restaurado que los anteriores, tenía aún habitaciones con bóveda pero no me acerqué todavía ahí y crucé una segunda plaza, llegando a más montículos bajos sin ningún muro expuesto, únicamente pude ver un segmento de piedra labrada tirado en el suelo.

Cuando regresé al tercer edificio en pie, mis compañeros ya se encontraban ahí. La estructura estaba sumamente cubierta de maleza y fue imposible limpiar más que en uno de los costados; al parecer el edificio tenía tres habitaciones y al menos dos de ellas aún estaban en pie: una al centro y la otra a un costado. Entramos a esta última y pudimos ver que el muro exterior había sido restituido en su lugar por las piedras numeradas que usaron los arqueólogos, no habían muchos detalles que apreciar pero al parecer se trataba de otra estructura antigua, contemporánea de Oxkintok.
Estructura colonial entre la maleza

Terminamos la visita a Sihó a pesar de que aún quedaba una estela en pie en algún grupo arquitectónico en los alrededores; decidimos visitar un pequeño sitio más cercano a Mérida llamado San Pedro Tetiz y por ello tomamos rumbo hacia Umán y luego rodeamos la capital yucateca para llegar a la carretera que va rumbo a Celestún. Sin mucha dificultad encontramos el camino de acceso al sitio y llegamos hasta un punto donde sabíamos que había un pequeño juego de pelota.

En el oriente de Yucatán se han encontrado recientemente numerosos sitios pequeños que datan del preclásico medio y están formados generalmente por una cancha de juego de pelota y una plataforma baja; se trata de una manifestación de éste tipo de conjuntos entre las más antiguas que se conocen. 

No pudimos apreciar gran cosa porque la maleza estaba muy crecida y los taludes del edificio eran muy bajos, hubiéramos tardado bastante en limpiar lo suficiente. Salimos a la carretera y buscamos la plataforma norte del sitio, vimos una estructura entre la maleza y por ello bajamos a buscarla, yo marché nuevamente al frente y al llegar hasta ahí me di cuenta de que era un edificio colonial abandonado; regresé para avisarles a los demás y a unos pasos de donde ellos estaban nos encontramos con un edificio muy pequeño en forma de T que tenía dos cuerpos bastante bajos, fue lo único que pudimos documentar de San Pedro Tetiz.

Regresamos ya un poco apresurados a Mérida y llevamos directamente al aeropuerto a Adriana; luego de ello Julio regresó con su familia y Eduardo me ofreció quedarme en su hotel pues su habitación tenía dos camas y Mónica ya se había ido; yo preferí regresar al hostal porque quería tener un rato para pasear a solas donde yo quisiera, había terminado mi labor de guía con Adriana y estaba bastante relajado. Salí a buscar marquesitas para comer, recorrí algunas librerías y busqué piezas prehispánicas sueltas en las calles cercanas. Más tarde cené con Ernesto y Gaby, quienes llegaron a Mérida luego de haber recorrido el Puuc y así terminó mi último día en Yucatán pues a la mañana siguiente emprenderíamos el camino de regreso,

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