Al día siguiente pudimos dormir un poco más porque los sitios a visitar eran mucho más cercanos al campamento que los del día anterior, además de que nuevamente dormiríamos en La Lagunita. Nos levantamos a desayunar y un poco después subimos a los vehículos al igual que el día anterior, sin la camioneta líder. Nos dirigimos al oriente, hasta llegar casi a la frontera con Belice y dejamos los vehículos para caminar un corto trecho por la selva. Así fue como llegamos al sitio de La Línea, llamado así porque el límite entre Belice y Guatemala está a unos cuantos metros, aunque es una franja imaginaria, sin nada que la marque físicamente.
Este sitio fue quizá el más pequeño de todos los que visitamos en el recorrido por la selva. Nos encontramos con una serie de montículos que no mostraban arquitectura en pie, excepto por algunos muros dentro de saqueos. La única pared en pie parecía ser un lateral del cuerpo de un basamento, con piedras bien labradas aunque todas de diferentes tamaños y formas, como formando un Tetris.
Estela en Chochkitam
Al final del recorrido vimos una cancha de juego de pelota cubierta de vegetación y un gran árbol caído, donde me acosté a esperar a que los demás terminaran de fotografiar, ahí empezaron a bromear conque había un jaguar dormido, así que me puse boca abajo como se acomodaría un felino. Poco después íbamos de regreso a las camionetas.
Tomamos rumbo de vuelta al campamento, pero nos desviamos justo antes de llegar, ahí cerca estaba el sitio de Chochkitam, aunque los letreros decían Chosquitan. Este nombre significa "Tripa de pecarí o cerdo salvaje". Llegamos muy cerca del centro del lugar y comenzamos nuestro recorrido. Lo primero que vimos fue una estela con grabados muy bien definidos, aunque pareciera estar incompleta, cerca de ahí vimos los restos de una bóveda.
Caminamos un poco para llegar a la parte sur del sitio y llegamos hasta la estructura XV, la cual podría ser una versión en pequeño de la A3 de Río Azul, ya que es un basamento con tres templos arriba en estilo parecido a los templos de Tikal. En este caso el templo del lado sur ha caído por completo, al igual que los dos que tiene su vecino más al norte; el templo central es el más completo y el del lado norte tiene algunos restos de muros. Eduardo y yo nos adelantamos y fuimos los primeros en llegar por la parte trasera de la estructura, ahí se distingue muy bien la pared trasera del edificio central.
Muro trasero del templo central de la Estructura XV de Chochkitam
Yo le di la vuelta al edificio y subí primero por el lado sur, aunque no vi nada en pie por ahí, así que me dirigí al centro. Nuevamente me encontré con un templo cuya habitación delantera había colapsado, quedando la trasera y apenas un fragmento de su crestería. Pude ingresar en el recinto que permanece en pie, observando que aún queda uno de los dos dinteles originales de madera en su lugar. La bóveda, al igual que en otros sitios que visitamos anteriormente, se extendía hasta la crestería y solo se dividía el cuarto de la parte alta con unas tapas alineadas como techo. Subí por un costado a la crestería, aunque solo quedaban algunas piedras.
Campamento La Lagunita
Caminé un poco al templo del lado norte, pero sólo quedan partes de algunos muros que ya no permiten ver bien la disposición de las habitaciones. El recorrido fue corto pero muy satisfactorio, nuevamente estábamos en un sitio sumamente monumental. Ahí terminamos y regresamos a las camionetas, el camino de regreso fue bastante rápido y sin incidentes. Ya en el campamento, estuve volando el dron y fotografiando la lagunita que da nombre al lugar, Will tendió una lona en el suelo y varios de nosotros pasamos parte del día durmiendo sobre ella, en un concierto de ronquidos. Después alistamos nuestras cosas porque sería la última noche en el campamento de La Lagunita y por la mañana íbamos a recoger las tiendas de campaña. Cuando hubo oscurecido, estuve tratando de fotografiar la Vía Láctea y luego fuimos a cenar. En algún momento a Will le picó un alacrán, de aquellos de color claro que pueden ser muy peligrosos, sin embargo no le causó mayor reacción; al contrario de una abeja que le picó también al día siguiente, cuando tuvo algo de inflamación, incluso en la papada.
De nueva cuenta subimos a las camionetas y emprendimos un trayecto más corto que el anterior. Un poco más de media hora después de comenzar pasamos por el campamento de Ixcanrío, el cual estaba desierto, nos pareció un poco raro porque ese lugar había sido una opción para quedarnos esa noche, pero por la descompostura de la camioneta optamos por mejor regresar a La Lagunita, ya que sería difícil llevar todo el equipaje. Yo sabía que estábamos ya cerca de Río Azul, uno de los platos fuertes del viaje, así que las expectativas iban creciendo a cada momento.
La distancia entre Kinal e Ixcanrío es muy parecida a la que hay entre este último punto y Río Azul, así que no tardamos mucho en llegar a ese gran sitio ubicado tan solo 5 km al sur de la frontera con México. Me pareció que el punto al que llegamos era una calzada o un punto en el que se unían más de una, aunque no pude saberlo a ciencia cierta.
Lado norte de la estructura A3
Miguel nos dijo que la parte principal del sitio se encontraba hacia el sur, pero antes de dirigirnos hacia allá quisimos ir a ver el grupo Norte, donde se encontraron algunas de las tumbas más impresionantes del sitio, las cuales tenían grandes glifos pintados en sus muros y que, por desgracia, fueron saqueadas, exceptuando algunas descubiertas por los arqueólogos.
Lo primero que encontramos fue un gran templo bastante vertical, seguramente en un estilo como el de los templos de Tikal, aunque completamente destruido y visible únicamente como montículo. En su base se encuentra la estela 2, cuyo frente está muy erosionado pero en los costados y en la parte posterior conserva grandes glifos e incluso un poco de pintura. El espacio para apreciar estos lados es bastante estrecho porque hay que entrar a un recinto muy arruinado que la contenía originalmente.
Estela 1 frente a la estructura A3
Seguimos hacia el norte rodeando este edificio y unos metros más adelante vimos otro gran montículo, poco antes de llegar había uno más pequeño con una plancha de cemento cuadrada en su cima; reconocimos el lugar como una de las tumbas excavadas y selladas por los arqueólogos, del otro lado del gran montículo debió haber otra, pero estaba tan cubierto de maleza que no intentamos buscarla. En el edificio grande del centro se encontró la Tumba 1, y pudimos ver que se encontraba al centro y a nivel del suelo, una gigantesca trinchera de saqueo se adentraba en el montículo. Entré y me encontré con una barrera de piedras que alcanzaba más de 3 m de altura, subí y detrás había un abismo de alrededor de 5 m y al fondo una puerta cerrada. Me pareció demasiado arriesgado llegar hasta ahí, por lo que no seguí adelante, pero estaba seguro que tras la puerta y un sello de piedras, se encontraba la tumba.
Restos del templo central de la estructura A3
Mientras los demás observaban la gran trinchera, me adelanté junto con Edgar Partida hacia el grupo B, el cual estaba en un camino hacia el oeste que salía desde la primera estructura, donde encontramos la estela 2. Lo primero que encontramos fue una gran pared que delimitaba un montículo alargado, más allá encontramos otros montículos de menor tamaño y pudimos ver que estábamos caminando sobre una calzada o sacbé. Llegamos hasta una plaza rodeada de pequeños edificios completamente caídos, ahí cerca debía de haberse encontrado otra tumba, pero no identificamos dónde. El camino empezaba a bajar y Edgar siguió tratando de llegar al río que da nombre al sitio, aunque más tarde supe que no lo encontró, yo regresé un poco y tomé un camino que vimos porque supuse que sería más corto entrar por ahí al grupo A que volver hasta las camionetas, no me equivocaba.
Templo lateral
Luego de bajar un poco y volver a ascender, me encontré de frente con una enorme mole, se trataba del edificio A3, el más grande e impresionante de Río Azul, y que se convirtió quizá en mi estructura favorita de todas las que he conocido. Se trata de un enorme complejo que tiene un basamento central más o menos equivalente al Templo 5 de Tikal, con más de 30 m de altura. Al frente hay una serie de plataformas hacia los lados que soportan cuatro templos más (dos por lado) que equivalen en tamaño al Templo 2 y hasta al 3 de Tikal. Toda la arquitectura es del Petén tardío y aún conserva en pie mucho de los templos laterales del lado norte y gran parte del templo central; los del lado sur están ya totalmente caídos. Lo primero que vi fue el lado norte, donde podía ver las paredes de los dos edificios laterales entre la maleza y a una gran altura, mis compañeros ya estaban arriba o ascendiendo por aquel lado.
Glifos en la crestería del primer templo hacia el norte
Decidí no subir aún y fui hacia el frente de la estructura, que mira hacia el poniente. Ahí pude ver restos de la gran escalinata que llevaba al templo central, en su parte más baja hubo un recinto pequeño muy parecido al de la estela 2, solo que aquí se encontraba la estela 1, muy temprana y que también mostraba unos enormes glifos bien conservados. Del lado sur hay una escalera de madera que permite subir, por lo que me dirigí ahí, ascendiendo a las plataformas que sostienen los templos laterales, el más sureño no tenía ya más que un montículo en la cima, mientras que el siguiente yendo hacia el centro mostraba apenas algunos vestigios de muro, detrás estaba la escalinata hacia el templo central y una pared con decoraciones geométricas que me recordaron mucho a las que vi en Naranjo, que forman juegos de luz y sombras muy peculiares y que no había visto nunca antes de este viaje. Pude ver que al centro había una colosal trinchera de saqueo que llegaba hasta el nivel de la plaza y cortaba el edificio hasta su centro, dividiendo también la escalinata central. A partir de ahí había una escalera de madera que subía a la cima y a un mirador sobre el templo superior, pero estaba tan podrida que nadie se atrevió a subir por ahí. excepto por una pequeña sección casi hasta arriba.
Vista trasera de la crestería del primer templo lateral
Subí por un espacio bastante empinado a un costado de la escalinata y llegué hasta el templo superior, ahí permanecen en pie las paredes más o menos hasta la mitad de su altura original, por lo que se puede ver que habían tres habitaciones muy estrechas, con muros anchos que debieron sostener una enorme crestería, ya caída en su totalidad. Fui hacia un costado y pude ver que los lados externos del templo están bien conservados, le di toda la vuelta, aunque el paso ahí era peligroso porque solo había un estrecho pasillo entre las paredes y el abismo.
La bajada fue más complicada, pero sin incidentes, una vez en la plataforma intermedia me dirigí al lado sur, donde se encuentra el templo mejor conservado, el más central de los dos del norte. Este tiene al centro la enorme trinchera de saqueo que llegaba hasta el suelo, su habitación delantera ya está caída pero la trasera y la crestería se mantienen casi por completo en pie, es un bello edificio que sin su cuarto frontal se ve sumamente esbelto y vertical, en el costado de la crestería se ve un panel con glifos, uno de ellos el glifo emblema de Río Azul, mientras que en la parte trasera aún hay algunos adornos de estuco.
Interior de la crestería del primer templo lateral
Estuve subiendo y bajando por empinadas laderas con plantas para poder fotografiar el edificio por todos los ángulos posibles, incluso me golpeé la cabeza en un árbol, pero no podía dejar de buscar formas de tomar imágenes que hicieran justicia a lo que estaba viendo frente a mí. Esto me dejó agotado. Incluso subí por el costado más bajo para ver que la crestería es hueca y tiene una bóveda con tres accesos pequeños. Mientras estaba ahí llegó Eduardo y Marcia, el celular de él había fallado y ella le prestó el suyo para grabar su video del sitio, ya días atrás había tenido problemas para cargar, pero ahora la pantalla no respondía. Además, el de Marcia se había quedado sin batería, por lo que me pidió que lo grabara con el mío para incluir algunos clips en su edición. A pesar del cansancio, regresé con él al templo superior y luego volvimos a bajar al lateral. Después él y Marcia descendieron y yo me dirigí al último edificio, el más norteño.
Ese último edificio aún tiene gran parte de su pared trasera en pie, aunque al frente ha caído casi por completo, desde ahí me percaté de que el templo que había visitado antes tenía también un poco de restos de pintura y más adornos en estuco en su lado norte, ya que todo lo demás que había visto estaba en el sur.
Estela 4, no terminada
La mayoría del grupo ya se había ido hacia las camionetas, yo bajé y me encontré nuevamente con Eduardo y Marcia en el frente de la estructura A3, Ernesto, Valeria, Marvin, Leonardo y nuestro guía Miguel aún estaban arriba. Yo me encontraba sumamente cansado y el calor era brutal, por lo que me abrí la camisa y estuve tirado en el suelo hasta que los demás bajaron, me sentía sumamente satisfecho de estar ahí, Río Azul se convirtió de inmediato en uno de mis sitios favoritos. Cuando los demás descendieron nos dirigimos a la salida.
Mientras caminábamos escuchábamos a lo lejos a Thomas, quien gritaba que ya se quería ir, la prisa de mis compañeros me molestó porque normalmente yo voy al frente y siempre los voy esperando, esta vez iba al final y no querían esperarme, además de que ya no quedaba nada más que hacer, excepto regresar a dormir. Eduardo y Miguel me dijeron que ahí cerca estaba otro par de estelas que no había visto, así que fui rápidamente a fotografiarlas, una de ellas era un monumento sumamente tardío que solo fue esgrafiado, sin tallarse nunca, un monumento trazado pero incompleto, algo que nunca habíamos visto.
Templos laterales de la Estructura A3
Fui el primero del grupo final que llegó a las camionetas, Juan estaba reclamando la tardanza y yo que ya estaba molesto por escuchar sus gritos lo encaré, sin embargo la discusión duró poco y en cinco minutos estábamos bromeando nuevamente en la camioneta de Will, ya emprendiendo el regreso con la última luz del día. Por un buen rato fuimos al frente de la caravana a pesar de que era la primera vez que estábamos ahí, pero Will recordaba bien el camino y Julio estuvo revisando la distancia en su celular, aún cuando no tenía marcada la ruta. Los demás creyeron que seguíamos un GPS, cuando todo fue por intuición. Más o menos a medio trayecto vimos un gran animal al centro del camino, lo veíamos desde atrás, por lo que en un principio no distinguimos lo que era, luego giró un poco y dio una vuelta brusca para escapar hacia la selva del lado izquierdo; su trompa no daba lugar a dudas, habíamos visto una enorme danta o tapir. Más adelante pasamos por un área donde el camino tenía grandes surcos y aún tenía un poco de lodo debajo de una costra seca, ahí Will no salió a tiempo y nos atascamos.
De inmediato otra de las camionetas se puso al frente y sacaron un lazo para remolcar, pero no aguantó y se reventó dando un latigazo que por fortuna no golpeó a nadie. Will sacó una cuerda que traía, bastante mas resistente, y sin mucho problema pudieron sacarnos del atasco, tan solo faltaban unos pocos kilómetros para el campamento. Unos cuantos minutos después estábamos de regreso, nos sentamos a cenar y finalmente nos retiramos a dormir después de un largo y sumamente satisfactorio día.
El 25 de marzo despertamos temprano y salimos directo a las camionetas, pensando en desayunar en el camino, ya que nos dirigíamos a los sitios más lejanos de todo el recorrido. La camioneta del frente seguía sin ser arreglada del todo ya que se había agujerado una manguera de combustible, introduciendo aire que debía ser purgado de la línea con cuidado para que pudiera funcionar. Nuevamente me tocó ir en la camioneta de Will, junto con William, Juan y Julio. El camino estaba en condiciones un poco más difíciles que las del día anterior, sin embargo no era nada demasiado complicado, excepto por los árboles caídos que impedían nuestro avance, pero que eran retirados con gran velocidad por los trabajadores que nos acompañaban.
Pasaron un par de horas en las que incluso hubo tramos en que el camino tenía que rodear grandes árboles que representaban un auténtico problema aún con las motosierras, ya que pesaban demasiado como para mover sus pedazos; en algún momento fue más rápido abrir brecha rodeando que retirar un tronco muy grande, aunque todos estos casos eran de tiempo atrás, nosotros no tuvimos que hacer eso.
Pasajes internos en la estructura 38
Luego de un buen rato, nos encontramos con la entrada de Kinal, sitio junto al camino por el que íbamos. Bajamos de las camionetas y entramos por una gran calzada que corría paralela al borde de una gran Acrópolis que aún tenía muros de gran tamaño en su borde; esto parece ser parte de una serie de elementos defensivos. Rodeamos toda esta mole y llegamos a una plaza que estaba en un nivel más bajo de terreno y contaba con montículos más o menos grandes. Mientras todos veían unos muros que aún estaban en pie en este conjunto, Miguel me indicó que más adelante, rodeando por completo la Acrópolis, estaba un saqueo con un mascarón, así que me adelanté para buscarlo con algunos de mis compañeros.
Estuvimos viendo los grandes muros que también aparecieron del otro lado de la Acrópolis, pero no encontrábamos nada que pareciera tener un mascarón. Llegamos hasta una gran subida, donde únicamente yo me animé a subir, diciéndole a los demás que me esperaran abajo. Llegué a la parte alta de la gran Acrópolis, encontrándome con numerosos montículos bajos y algunos restos de muro. Luego de pasar una pequeña plaza, pude ver la entrada a un pasaje interno y aunque dudé un poco en entrar, al final me arrastré con el pecho pegado a la tierra para pasar por la puerta casi enterrada. Adentro había varias cámaras y otra entrada.
Mascarón en subestructura
Era un edificio muy interesante que me llamó mucho la atención, pero ahí no se encontraba el mascarón, por lo que salí y seguí de largo aunque terminé regresando donde estaban las camionetas luego de bajar de la Acrópolis, regresé rodeando por el lado en el que había dejado a mis compañeros, aunque ya no los encontré en el mismo lugar. Caminé regresando por donde habíamos pasado y los encontré en una gran plaza, haciendo cola en un montículo bastante alto que en su parte media tenía un pequeño agujero de saqueo. Ahí le dije a algunos que había localizado algunos pasajes internos, pero no sabía si era buena idea llevar a todo el grupo por lo difícil del ascenso hacia la Acrópolis. Eduardo estaba buscando un recinto abovedado en la estructura 38 que tenía un antiguo grafiti con carácter homosexual y me mostró algunas fotografías que correspondían con lo que yo acababa de ver, por lo que de inmediato quiso ir a ver.
Arco en la estructura 38
Yo lo hice esperar un poco porque quedé bastante atrás en la cola que iba a ver el interior de ese hueco de saqueo, por lo que tuve que esperar un rato para entrar. Finalmente pude pasar y casi de inmediato, a mi izquierda, me encontré con un mascarón algo reducido, hecho con estuco muy blanco, y que muestra un personaje con tocado y pectoral, con un rostro bastante raro, por lo que parece que se hizo sin una técnica artística refinada.
Una vez que salí, volví a dirigirme a la Acrópolis con Eduardo y algunos de los demás compañeros, llegando nuevamente a la estructura con pasajes internos, que ya sin duda identificamos como la número 38, ya que vimos un arco maya que aparecía en las fotografías. Estuvimos buscando en las paredes el grafiti antiguo, pero no pudimos encontrarlo, yo salí a buscar en el montículo y pude encontrar varios accesos a otras cámaras bajo el nivel del suelo. Algunas de ellas debieron conectarse con las primeras y otras estaban quizá en otros pisos de la estructura. Me pareció que se trataba de un laberinto, tal como los que hay en Oxkintok, Toniná, Yaxchilán y Nueva Jerusalén, pero por su estado es difícil tener una idea de su distribución. En algunas de esas entradas casi me colgué de cabeza buscando paredes con estuco, pero era imposible entrar por lo estrecho o por la falta de puntos de apoyo, por lo que solo pude ver desde afuera.
Ahí terminamos nuestro recorrido y regresamos a las camionetas, donde nos esperaban con el desayuno, estábamos por salir hacia uno de los sitios más grandes e impresionantes de todo el viaje.
En aproximadamente una hora después de dejar el campamento de La Lagunita llegamos al sitio arqueológico de La Honradez, el primero de los sitios por los que se organizó este gran recorrido. Desde un inicio nos dimos una idea de la magnitud y la belleza de estos lugares en el noreste del Petén guatemalteco. Estacionaron las camionetas directamente junto a un edificio llamado el "Templo del Rey Jaguar", el cual parecía ser un gran basamento muy vertical en estilo Petén del Clásico Tardío, aunque los saqueos habían dejado al descubierto secciones de arquitectura que eran difíciles de comprender. Todos mis compañeros se quedaron ahí mientras que yo me adelanté un poco para evitar la cola que se había formado. A los pocos metros me encontré con uno de los edificios que más tenía ganas de conocer en todo el recorrido: El complejo triádico o edificio de las tres torres de La Honradez.
Interior de la habitación trasera
Me encontré con un basamento completamente cubierto de escombro y maleza, con una escalera de madera para ascender, en la parte alta pude ver claramente las tres "torres", aunque un vistazo más cercano me hizo entender que en realidad se trataba solamente de las cresterías de los tres templos que coronaban el edificio, los cuales estaban comunicados por una habitación central que ya había caído y que era donde yo estaba parado. En la parte baja del edificio central, cubierta parcialmente de vegetación, se encuentra una entrada que era en realidad el paso de la habitación derrumbada a una trasera, ahí se conservaba el dintel original de madera, apuntalado para que no se cayera. Entré y pude ver que la bóveda que cubría este cuarto era enorme, ya que abarcaba también toda la crestería, solo unas tapas separaban el espacio inferior del superior, pero estaban caídas en su mayoría.
El templo de la derecha ya tenía gran parte de la crestería caída y dejaba ver un hueco muy profundo que era un pequeño recinto y la parte que seguía en pie de dicha crestería. Ahora era peligroso acercarse, ya que la profundidad superaba los 3 m.
Templo lateral del complejo triádico
En el lado izquierdo, el pequeño templo lateral se encontraba prácticamente completo aunque en el centro del edificio se encontraba enterrado parcialmente por el escombro de la habitación central caída. Decidí bajar porque era muy difícil intentar ver las fachadas externas de los templos, las cuales se podían apreciar desde abajo del edificio. Uno de los guías me dijo que se podía llegar al templo lateral completo rodeando por un montículo que se juntaba con el templo triádico. Me ayudó a abrirme paso con su machete y me encontré con la pintoresca y espectacular fachada con una entrada que daba acceso al templito por ese lado.
Claramente se observa la fachada con el acceso formando una saliente, una moldura sencilla e inclinada y la alta y esbelta crestería, también con una saliente que sigue la silueta de la fachada, en el lado izquierdo se ve el edificio central con su crestería y su moldura muy similares, aunque de mayor tamaño. Estos edificios parecían versiones en miniatura de los templos de Tikal.
Crestería de una subestructura en el Templo del Rey Jaguar
Bajé entre la maleza para ver el ángulo trasero del edificio entre la selva y di un rodeo completo para apreciarlo. Busqué a Will y le pedí las llaves de su camioneta para volver por el dron y lo estuve volando un rato para tratar de hacer tomas de vídeo del edificio triádico. Me costó mucho trabajo ubicarlo entre la vegetación, pero pude hacer que se vieran las cresterías. Nuevamente fui corriendo a la camioneta a guardar al pequeño jaguacóptero-01 y aproveché para subir al Templo del Rey Jaguar, ahora que los demás ya habían avanzado al edificio triádico.
La subida a ese edificio era bastante empinada, con tierra suelta y un árbol caído que había que esquivar. Una vez arriba, en un hueco de saqueo pude apreciar un mascarón algo extraño en un gran muro, no pude identificar qué parte de la arquitectura de una subestructura era, más tarde Eduardo me aclaró que se trataba de una crestería, al igual que las más pequeñas del conjunto triádico tenía una saliente al centro, por lo que puedo imaginarme que todas estas construcciones debieron tener decoraciones similares.
Estela 6
Para entonces yo ya iba muy atrás del grupo, por lo que tuve que ir investigando poco a poco lo que ellos habían recorrido, de esa manera vi en algunos pozos de saqueo un muro con una franja de pintura roja sobre estuco en muy buen estado y un par de estelas con grabados bien conservados. Al final entré a una tumba que fue partida por completo por saqueadores, pero que aún tenía en su interior algunos fragmentos de huesos, pude identificar un húmero y algunas costillas.
Fui el último en llegar a las camionetas, pero me dio tiempo para recorrer todo lo que los demás habían visto. Las idas y vueltas para volar el dron me dejaron muy cansado, pero el recorrido fue sumamente interesante y satisfactorio. Volvimos a subir a las camionetas y regresamos al campamento de La Lagunita para montar nuestras tiendas de campaña y cenar. El primer día de recorrido había cerrado fuerte.