sábado, 15 de junio de 2024

Viaje por el noreste del Petén. Parte 10: Río Azul

Estela 2
De nueva cuenta subimos a las camionetas y emprendimos un trayecto más corto que el anterior. Un poco más de media hora después de comenzar pasamos por el campamento de Ixcanrío, el cual estaba desierto, nos pareció un poco raro porque ese lugar había sido una opción para quedarnos esa noche, pero por la descompostura de la camioneta optamos por mejor regresar a La Lagunita, ya que sería difícil llevar todo el equipaje. Yo sabía que estábamos ya cerca de Río Azul, uno de los platos fuertes del viaje, así que las expectativas iban creciendo a cada momento.

La distancia entre Kinal e Ixcanrío es muy parecida a la que hay entre este último punto y Río Azul, así que no tardamos mucho en llegar a ese gran sitio ubicado tan solo 5 km al sur de la frontera con México. Me pareció que el punto al que llegamos era una calzada o un punto en el que se unían más de una, aunque no pude saberlo a ciencia cierta.

Lado norte de la estructura A3
Miguel nos dijo que la parte principal del sitio se encontraba hacia el sur, pero antes de dirigirnos hacia allá quisimos ir a ver el grupo Norte, donde se encontraron algunas de las tumbas más impresionantes del sitio, las cuales tenían grandes glifos pintados en sus muros y que, por desgracia, fueron saqueadas, exceptuando algunas descubiertas por los arqueólogos.

Lo primero que encontramos fue un gran templo bastante vertical, seguramente en un estilo como el de los templos de Tikal, aunque completamente destruido y visible únicamente como montículo. En su base se encuentra la estela 2, cuyo frente está muy erosionado pero en los costados y en la parte posterior conserva grandes glifos e incluso un poco de pintura. El espacio para apreciar estos lados es bastante estrecho porque hay que entrar a un recinto muy arruinado que la contenía originalmente.

Estela 1 frente a la estructura A3
Seguimos hacia el norte rodeando este edificio y unos metros más adelante vimos otro gran montículo, poco antes de llegar había uno más pequeño con una plancha de cemento cuadrada en su cima; reconocimos el lugar como una de las tumbas excavadas y selladas por los arqueólogos, del otro lado del gran montículo debió haber otra, pero estaba tan cubierto de maleza que no intentamos buscarla. En el edificio grande del centro se encontró la Tumba 1, y pudimos ver que se encontraba al centro y a nivel del suelo, una gigantesca trinchera de saqueo se adentraba en el montículo. Entré y me encontré con una barrera de piedras que alcanzaba más de 3 m de altura, subí y detrás había un abismo de alrededor de 5 m y al fondo una puerta cerrada. Me pareció demasiado arriesgado llegar hasta ahí, por lo que no seguí adelante, pero estaba seguro que tras la puerta y un sello de piedras, se encontraba la tumba.

Restos del templo central de la estructura A3
Mientras los demás observaban la gran trinchera, me adelanté junto con Edgar Partida hacia el grupo B, el cual estaba en un camino hacia el oeste que salía desde la primera estructura, donde encontramos la estela 2. Lo primero que encontramos fue una gran pared que delimitaba un montículo alargado, más allá encontramos otros montículos de menor tamaño y pudimos ver que estábamos caminando sobre una calzada o sacbé. Llegamos hasta una plaza rodeada de pequeños edificios completamente caídos, ahí cerca debía de haberse encontrado otra tumba, pero no identificamos dónde. El camino empezaba a bajar y Edgar siguió tratando de llegar al río que da nombre al sitio, aunque más tarde supe que no lo encontró, yo regresé un poco y tomé un camino que vimos porque supuse que sería más corto entrar por ahí al grupo A que volver hasta las camionetas, no me equivocaba.
Templo lateral

Luego de bajar un poco y volver a ascender, me encontré de frente con una enorme mole, se trataba del edificio A3, el más grande e impresionante de Río Azul, y que se convirtió quizá en mi estructura favorita de todas las que he conocido. Se trata de un enorme complejo que tiene un basamento central más o menos equivalente al Templo 5 de Tikal, con más de 30 m de altura. Al frente hay una serie de plataformas hacia los lados que soportan cuatro templos más (dos por lado) que equivalen en tamaño al Templo 2 y hasta al 3 de Tikal. Toda la arquitectura es del Petén tardío y aún conserva en pie mucho de los templos laterales del lado norte y gran parte del templo central; los del lado sur están ya totalmente caídos. Lo primero que vi fue el lado norte, donde podía ver las paredes de los dos edificios laterales entre la maleza y a una gran altura, mis compañeros ya estaban arriba o ascendiendo por aquel lado.

Glifos en la crestería del primer templo hacia el norte
Decidí no subir aún y fui hacia el frente de la estructura, que mira hacia el poniente. Ahí pude ver restos de la gran escalinata que llevaba al templo central, en su parte más baja hubo un recinto pequeño muy parecido al de la estela 2, solo que aquí se encontraba la estela 1, muy temprana y que también mostraba unos enormes glifos bien conservados. Del lado sur hay una escalera de madera que permite subir, por lo que me dirigí ahí, ascendiendo a las plataformas que sostienen los templos laterales, el más sureño no tenía ya más que un montículo en la cima, mientras que el siguiente yendo hacia el centro mostraba apenas algunos vestigios de muro, detrás estaba la escalinata hacia el templo central y una pared con decoraciones geométricas que me recordaron mucho a las que vi en Naranjo, que forman juegos de luz y sombras muy peculiares y que no había visto nunca antes de este viaje. Pude ver que al centro había una colosal trinchera de saqueo que llegaba hasta el nivel de la plaza y cortaba el edificio hasta su centro, dividiendo también la escalinata central. A partir de ahí había una escalera de madera que subía a la cima y a un mirador sobre el templo superior, pero estaba tan podrida que nadie se atrevió a subir por ahí. excepto por una pequeña sección casi hasta arriba.
Vista trasera de la crestería del primer templo lateral

Subí por un espacio bastante empinado a un costado de la escalinata y llegué hasta el templo superior, ahí permanecen en pie las paredes más o menos hasta la mitad de su altura original, por lo que se puede ver que habían tres habitaciones muy estrechas, con muros anchos que debieron sostener una enorme crestería, ya caída en su totalidad. Fui hacia un costado y pude ver que los lados externos del templo están bien conservados, le di toda la vuelta, aunque el paso ahí era peligroso porque solo había un estrecho pasillo entre las paredes y el abismo.

La bajada fue más complicada, pero sin incidentes, una vez en la plataforma intermedia me dirigí al lado sur, donde se encuentra el templo mejor conservado, el más central de los dos del norte. Este tiene al centro la enorme trinchera de saqueo que llegaba hasta el suelo, su habitación delantera ya está caída pero la trasera y la crestería se mantienen casi por completo en pie, es un bello edificio que sin su cuarto frontal se ve sumamente esbelto y vertical, en el costado de la crestería se ve un panel con glifos, uno de ellos el glifo emblema de Río Azul, mientras que en la parte trasera aún hay algunos adornos de estuco.

Interior de la crestería del primer templo lateral
Estuve subiendo y bajando por empinadas laderas con plantas para poder fotografiar el edificio por todos los ángulos posibles, incluso me golpeé la cabeza en un árbol, pero no podía dejar de buscar formas de tomar imágenes que hicieran justicia a lo que estaba viendo frente a mí. Esto me dejó agotado. Incluso subí por el costado más bajo para ver que la crestería es hueca y tiene una bóveda con tres accesos pequeños. Mientras estaba ahí llegó Eduardo y Marcia, el celular de él había fallado y ella le prestó el suyo para grabar su video del sitio, ya días atrás había tenido problemas para cargar, pero ahora la pantalla no respondía. Además, el de Marcia se había quedado sin batería, por lo que me pidió que lo grabara con el mío para incluir algunos clips en su edición. A pesar del cansancio, regresé con él al templo superior y luego volvimos a bajar al lateral. Después él y Marcia descendieron y yo me dirigí al último edificio, el más norteño. 

Ese último edificio aún tiene gran parte de su pared trasera en pie, aunque al frente ha caído casi por completo, desde ahí me percaté de que el templo que había visitado antes tenía también un poco de restos de pintura y más adornos en estuco en su lado norte, ya que todo lo demás que había visto estaba en el sur.

Estela 4, no terminada
La mayoría del grupo ya se había ido hacia las camionetas, yo bajé y me encontré nuevamente con Eduardo y Marcia en el frente de la estructura A3, Ernesto, Valeria, Marvin, Leonardo y nuestro guía Miguel aún estaban arriba. Yo me encontraba sumamente cansado y el calor era brutal, por lo que me abrí la camisa y estuve tirado en el suelo hasta que los demás bajaron, me sentía sumamente satisfecho de estar ahí, Río Azul se convirtió de inmediato en uno de mis sitios favoritos. Cuando los demás descendieron nos dirigimos a la salida.

Mientras caminábamos escuchábamos a lo lejos a Thomas, quien gritaba que ya se quería ir, la prisa de mis compañeros me molestó porque normalmente yo voy al frente y siempre los voy esperando, esta vez iba al final y no querían esperarme, además de que ya no quedaba nada más que hacer, excepto regresar a dormir. Eduardo y Miguel me dijeron que ahí cerca estaba otro par de estelas que no había visto, así que fui rápidamente a fotografiarlas, una de ellas era un monumento sumamente tardío que solo fue esgrafiado, sin tallarse nunca, un monumento trazado pero incompleto, algo que nunca habíamos visto. 

Templos laterales de la Estructura A3
Fui el primero del grupo final que llegó a las camionetas, Juan estaba reclamando la tardanza y yo que ya estaba molesto por escuchar sus gritos lo encaré, sin embargo la discusión duró poco y en cinco minutos estábamos bromeando nuevamente en la camioneta de Will, ya emprendiendo el regreso con la última luz del día. Por un buen rato fuimos al frente de la caravana a pesar de que era la primera vez que estábamos ahí, pero Will recordaba bien el camino y Julio estuvo revisando la distancia en su celular, aún cuando no tenía marcada la ruta. Los demás creyeron que seguíamos un GPS, cuando todo fue por intuición. Más o menos a medio trayecto vimos un gran animal al centro del camino, lo veíamos desde atrás, por lo que en un principio no distinguimos lo que era, luego giró un poco y dio una vuelta brusca para escapar hacia la selva del lado izquierdo; su trompa no daba lugar a dudas, habíamos visto una enorme danta o tapir. Más adelante pasamos por un área donde el camino tenía grandes surcos y aún tenía un poco de lodo debajo de una costra seca, ahí Will no salió a tiempo y nos atascamos. 

De inmediato otra de las camionetas se puso al frente y sacaron un lazo para remolcar, pero no aguantó y se reventó dando un latigazo que por fortuna no golpeó a nadie. Will sacó una cuerda que traía, bastante mas resistente, y sin mucho problema pudieron sacarnos del atasco, tan solo faltaban unos pocos kilómetros para el campamento. Unos cuantos minutos después estábamos de regreso, nos sentamos a cenar y finalmente nos retiramos a dormir después de un largo y sumamente satisfactorio día.





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