sábado, 8 de junio de 2024

Viaje por el noreste del Petén. Parte 9: Kinal

Muro en el borde de la Acrópolis
El 25 de marzo despertamos temprano y salimos directo a las camionetas, pensando en desayunar en el camino, ya que nos dirigíamos a los sitios más lejanos de todo el recorrido. La camioneta del frente seguía sin ser arreglada del todo ya que se había agujerado una manguera de combustible, introduciendo aire que debía ser purgado de la línea con cuidado para que pudiera funcionar. Nuevamente me tocó ir en la camioneta de Will, junto con William, Juan y Julio. El camino estaba en condiciones un poco más difíciles que las del día anterior, sin embargo no era nada demasiado complicado, excepto por los árboles caídos que impedían nuestro avance, pero que eran retirados con gran velocidad por los trabajadores que nos acompañaban.

Pasaron un par de horas en las que incluso hubo tramos en que el camino tenía que rodear grandes árboles que representaban un auténtico problema aún con las motosierras, ya que pesaban demasiado como para mover sus pedazos; en algún momento fue más rápido abrir brecha rodeando que retirar un tronco muy grande, aunque todos estos casos eran de tiempo atrás, nosotros no tuvimos que hacer eso.

Pasajes internos en la estructura 38
Luego de un buen rato, nos encontramos con la entrada de Kinal, sitio junto al camino por el que íbamos. Bajamos de las camionetas y entramos por una gran calzada que corría paralela al borde de una gran Acrópolis que aún tenía muros de gran tamaño en su borde; esto parece ser parte de una serie de elementos defensivos. Rodeamos toda esta mole y llegamos a una plaza que estaba en un nivel más bajo de terreno y contaba con montículos más o menos grandes. Mientras todos veían unos muros que aún estaban en pie en este conjunto, Miguel me indicó que más adelante, rodeando por completo la Acrópolis, estaba un saqueo con un mascarón, así que me adelanté para buscarlo con algunos de mis compañeros.

Estuvimos viendo los grandes muros que también aparecieron del otro lado de la Acrópolis, pero no encontrábamos nada que pareciera tener un mascarón. Llegamos hasta una gran subida, donde únicamente yo me animé a subir, diciéndole a los demás que me esperaran abajo. Llegué a la parte alta de la gran Acrópolis, encontrándome con numerosos montículos bajos y algunos restos de muro. Luego de pasar una pequeña plaza, pude ver la entrada a un pasaje interno y aunque dudé un poco en entrar, al final me arrastré con el pecho pegado a la tierra para pasar por la puerta casi enterrada. Adentro había varias cámaras y otra entrada.

Mascarón en subestructura
Era un edificio muy interesante que me llamó mucho la atención, pero ahí no se encontraba el mascarón, por lo que salí y seguí de largo aunque terminé regresando donde estaban las camionetas luego de bajar de la Acrópolis, regresé rodeando por el lado en el que había dejado a mis compañeros, aunque ya no los encontré en el mismo lugar. Caminé regresando por donde habíamos pasado y los encontré en una gran plaza, haciendo cola en un montículo bastante alto que en su parte media tenía un pequeño agujero de saqueo. Ahí le dije a algunos que había localizado algunos pasajes internos, pero no sabía si era buena idea llevar a todo el grupo por lo difícil del ascenso hacia la Acrópolis. Eduardo estaba buscando un recinto abovedado en la estructura 38 que tenía un antiguo grafiti con carácter homosexual y me mostró algunas fotografías que correspondían con lo que yo acababa de ver, por lo que de inmediato quiso ir a ver.

Arco en la estructura 38
Yo lo hice esperar un poco porque quedé bastante atrás en la cola que iba a ver el interior de ese hueco de saqueo, por lo que tuve que esperar un rato para entrar. Finalmente pude pasar y casi de inmediato, a mi izquierda, me encontré con un mascarón algo reducido, hecho con estuco muy blanco, y que muestra un personaje con tocado y pectoral, con un rostro bastante raro, por lo que parece que se hizo sin una técnica artística refinada.

Una vez que salí, volví a dirigirme a la Acrópolis con Eduardo y algunos de los demás compañeros, llegando nuevamente a la estructura con pasajes internos, que ya sin duda identificamos como la número 38, ya que vimos un arco maya que aparecía en las fotografías. Estuvimos buscando en las paredes el grafiti antiguo, pero no pudimos encontrarlo, yo salí a buscar en el montículo y pude encontrar varios accesos a otras cámaras bajo el nivel del suelo. Algunas de ellas debieron conectarse con las primeras y otras estaban quizá en otros pisos de la estructura. Me pareció que se trataba de un laberinto, tal como los que hay en Oxkintok, Toniná, Yaxchilán y Nueva Jerusalén, pero por su estado es difícil tener una idea de su distribución. En algunas de esas entradas casi me colgué de cabeza buscando paredes con estuco, pero era imposible entrar por lo estrecho o por la falta de puntos de apoyo, por lo que solo pude ver desde afuera.

Ahí terminamos nuestro recorrido y regresamos a las camionetas, donde nos esperaban con el desayuno, estábamos por salir hacia uno de los sitios más grandes e impresionantes de todo el viaje.




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