sábado, 17 de agosto de 2024

Viaje por el noreste del Petén. Parte 16 y final: Moral Reforma y fin del viaje

Estructura 14
El sábado 30 de marzo salimos por la mañana con rumbo al sitio de Moral-Reforma, en Balancán. Tuvimos algunos problemas porque la construcción del tren maya nos cortó el paso directo por el camino que tomamos, que era en gran parte terracería. Tuvimos que dar algún rodeo y seguir de largo hasta encontrar un puente que cruzara la vía. Además de eso, no hubo otros incidentes en el camino. Nuevamente Julio quiso manejar y llegamos hasta el sitio que queríamos visitar, encontrándolo desierto.

Nos sorprendió gratamente que la señalética del sitio había sido renovada y contenía muchos datos interesantes, incluso Eduardo se animó a grabar su vídeo del lugar utilizando esa información. Se repitió el patrón de Ceibal, con Julio y yo separados de los demás para visitar el sitio a nuestro ritmo. Tuve el acierto de dirigirme primero a la Estructura 14, la más grande del lugar y que tiene una arquitectura muy peculiar, como juntando tres basamentos piramidales. 

Moral Reforma
Subí a la parte alta y a los basamentos secundarios, luego vi un edificio recién excavado en el costado poniente de la estructura 14. Después me dirigí a las estructuras 1 a 3, las cuales están en la entrada. Después de bajar decidí volar el dron para hacer algunas tomas aéreas. Mientras estaba volando el aparato, llegó mucha gente que se dirigía a las cascadas de Reforma, pero que paraba en el sitio para visitarlo de paso. Los resultados del vuelo me parecieron muy impresionantes, este sitio siempre me ha llamado la atención y me gustó mucho desde mi anterior visita en 2013. 

Dejé para el final la visita de la recién excavada Estructura 6, la cual es un cuadrángulo palaciego con varias habitaciones, aunque los techos han caído casi por completo. La visita terminó cuando nos sentamos a comer paletas de hielo por un rato y luego decidimos tomar la ruta hacia Balancán para ver si el museo regional estaba abierto.

Panel de Santa Elena en el Museo de Balancán
Luego de un corto trayecto arribamos al centro de este poblado y nos sorprendió gratamente encontrar el recinto que queríamos visitar abierto, aunque ninguno de nosotros había podido entrar anteriormente. Ahí dentro pudimos ver varios monumentos de los sitios de Santa Elena y Moral-Reforma, además de unas pocas piezas descontextualizadas.

Decidimos que empezaríamos el regreso, primero a Querétaro, donde dejaríamos a Eduardo, y luego a la Ciudad de México. En un principio se planteó que Ernesto y Valeria se quedarían en Puebla, pero pasaríamos de madrugada por ahí, por lo que no era algo viable. Julio ya estaba cansado, por lo que me tocaría manejar el primer tramo. Ya esperaba con ansias mi turno de pasar al volante, llevábamos horas escuchando a ese par completamente acaramelados con su relación clandestina y tenerlos junto en los asientos traseros ya me había fastidiado. En todos los viajes Ernesto se la pasa hablando con algunas novias o algo parecido, pero tenerlo ahí presencialmente es el colmo. 

Altar 2 de Moral-Reforma
Esta vez tomé el volante y, como siempre que me toca manejar, puse mi música, poniéndome a cantar, con lo que no escuché nada de lo que ocurría atrás. Me sorprendió que Julio no durmiera, se entretuvo viendo vídeos en YouTube, algunos de ellos míos. Tomamos el camino directo a la carretera Villahermosa-Escárcega y luego dimos vuelta hacia la capital de Tabasco, siguiendo por ahí algunas horas. Entramos a la ciudad y pasamos por el centro buscando un restaurante donde hubiera algo vegano que pudiera comer Eduardo, la primera opción estaba cerrada, por lo que tuvimos que seguir hasta una gran plaza comercial, donde él pudo ir a comer sin carne y nosotros optamos por comer hamburguesas. Luego de casi un par de horas volvimos a reunirnos y subimos al auto para seguir con nuestro camino, yo decidí seguir al frente hasta que aguantara, por lo que seguí manejando hacia Cárdenas, Coatzacoalcos y luego tomé la interminable recta de Minatitlán hasta Córdoba. Ahí comencé a sentir cansancio, pero podía continuar un par de horas más, me concentré en el camino y seguí cantando, con lo que me sentí renovado, Valeria me ayudó un poco porque tenía dulces y me ofreció algunos, los que me mantuvieron atento por todo el tiempo que fui el conductor. Pasamos Orizaba y subimos por las cumbres de Maltrata, con sus curvas bastante pronunciadas, ahí ya me fue bastante cansado seguir, aunque no podía parar, por lo que tuve que resistir la última parte y me detuve llegando a la caseta de La Esperanza, ya en Puebla. La noche ya estaba bien entrada y decidí pasar atrás para dormir un rato.

Lápida III de Santa Elena
Julio se encargó del resto del camino a Querétaro, tomó camino a Puebla y luego se desvió por el arco norte en Texmelucan. Teníamos el recuerdo de diciembre, cuando esa carretera la encontramos cerrada y tardamos horas esperando, esta vez no hubo ningún problema. Doblamos en la autopista México-Querétaro y llegamos a esa última ciudad alrededor de las 3 de la mañana, gran parte de ese tiempo estuve dormido. Eduardo bajó sus cosas y entró a su casa para darme un libro que me habían regalado y mandado mediante él, también le regaló uno a cada uno de los demás. Aprovechamos para estirar las piernas un poco, pero no tardamos mucho en salir hacia la Ciudad de México.

Yo estaba por quedarme dormido de nuevo, cuando Julio se orilló en el acotamiento, me dijo que ya no podía mantenerse despierto, por lo que tuve que despabilarme rápido y tomar el volante nuevamente. Me mantuve bien por un buen rato escuchando música y comiendo dulces que todavía traía Valeria, sin embargo me fue imposible frenar el cansancio que ya se había apoderado de mí. Estaba por llegar a la ciudad, ya a unos pocos kilómetros de la caseta de Tepotzotlán, pero decidí parar en una gasolinera para descansar. Julio tampoco se había repuesto, por lo que decidimos dormir un momento ahí. Luego de una hora, el sol comenzaba a salir y salí a comprar un café. Finalmente me sentí despierto para proseguir, por lo que en poco tiempo estábamos entrando a la Ciudad de México. Me dirigí al metro Politécnico, donde nos separaríamos, pero me dijeron que había parado en un sitio de taxis, por lo que me dispuse a regresar un poco en reversa, estaba mirando por el lado izquierdo para no topar con la banqueta cuando sentimos un golpe. Un tipo se estacionó muy salido, por lo que no lo ví por el lado que estaba mirando y no me había fijado por el lado izquierdo ni en la cámara del vehículo, ya que no estoy acostumbrado a ver en la pantalla del panel. El auto de Julio no tenía ningún daño, pero golpeó al otro con el escape y dañó la facia, por lo que tuve que pagar para poder irnos. Pedí un uber hasta mi casa, Ernesto y Valeria se fueron en metro y Julio tomó su auto para ir a su casa. Poco tiempo después terminaba mi recorrido sumamente cansado y casi directo a dormir, a pesar de ser las 7 am. 



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