Rumbo a Santiago Quiotepec |
Desde Teotitlán de Flores Magón tomamos rumbo hacia el sur por una carretera muy sinuosa que sigue el curso de la región de la cañada, en la sierra norte de Oaxaca. Antiguamente ésta era la ruta de acceso desde Tehuacán hasta los valles centrales del estado sureño. Los paisajes se volvían cada vez más agrestes y pintorescos, la vegetación predominante seguía formada por los grandes órganos rodeados de huizaches y biznagas pequeñas a ras de suelo, de cuando en cuando veíamos la corriente de algún río en el fondo de las barrancas y pasamos por algunos pueblos no muy grandes antes de tomar la desviación de terracería hacia Santiago Quiotepec. Una vez ahí, comenzamos a descender entre los cerros hasta que llegamos a un puente sobre un ancho río; ahí Jorge nos dijo que era el mismo que deberíamos cruzar al día siguiente para llegar al sitio arqueológico de Ciudad Vieja, pero por el momento sólo nos limitamos a mirarlo desde el camino.
Iglesia de Santiago Quiotepec |
Un poco más adelante la terracería volvía a ascender para rodear una escarpada pendiente y justo en el punto más alto se dominaba la vista del río, por lo que nos detuvimos para admirar el imponente paisaje que quedaba a nuestros pies; desde ahí ya podíamos ver la cúpula roja de la iglesia central de Santiago Quiotepec y supimos que estábamos cerca de nuestro último destino del viaje. Nuevamente nos pusimos en marcha y seguimos el camino que serpenteaba hasta llegar a las primeras casas del poblado. Ahí no había señal de celular, televisión o incluso de radio por lo que ya nos habíamos dispuesto a pasar el resto del día sin todos esos elementos modernos para sentirnos como en años pasados en los que aún no se inventaban; paramos en la primera casa, donde Jorge ya había estado y prueba de ello es que los habitantes de dicho hogar lo reconocieron.
Atardecer desde el mirador de la cruz |
Nos sorprendió bastante que ahí tenian internet, por lo que no pasamos del todo sin tecnología; mientras pedíamos datos para rentar una cabaña y para conseguir guía que nos llevara a la zona arqueológica al día siguiente, dimos un vistazo a nuestros celulares pues era el único punto donde aquello tendría sentido.
Nos indicaron que la mayordomía de los servicios turísticos pasaba de una familia a otra cada cierto tiempo, por lo que ellos (a diferencia de cuando Jorge estuvo ahí antes) ya no eran los encargados, pero nos indicaron que fueramos a una tienda detrás de la iglesia a preguntar así que eso fue lo que hicimos en seguida.
Cruce del río grande |
Subimos de nuevo al auto para recorrer unas cuantas cuadras al centro del poblado, el cual tiene a penas alrededor de 500 habitantes. Escuchábamos música proveniente del lugar a donde nos dirigíamos y Jorge nos explicó que al no haber radio, había una gran bocina que sonaba para entretener a los lugareños.
Llegamos a la iglesia, la cual no tenía grandes dimensiones, sin embargo se reconocía su antigüedad pues tiene características coloniales, asimismo en su fachada pudimos ver un bloque de piedra que contenía figuras labradas indudablemente prehispánicas y que casi seguramente fue llevada ahí desde la ciudad vieja al otro lado del río. El interior del templo es austero pero nos pareció bastante bonito.
Caminando hacia Ciudad Vieja |
Desde ahí rodeamos y vimos algunas casas pintorescas que quizá eran las más antiguas del lugar, en sus fachadas tenían adosadas varias bancas de cemento, un lugareño entrado en años estaba descansando ahí y luego de saludarnos nos indicó la casa que buscábamos. Aprovechamos para comprar agua en la tienda y la mujer que atendía nos indicó que el encargado y el guía no se encontraban pero que podía vocearlos, lo cual aceptamos. Así pudimos observar otro uso del gran altavoz que estaba justo al otro lado de la calle, mientras nos sentamos en una de las bancas de cemento escuchamos como llamaban al guía del lugar para que acudiera a ofrecer sus servicios, sin embargo el primero que apareció en el lugar fue el encargado de las cabañas y nos indicó que esperáramos un poco para que barriera una de ellas: la más alta y con mejor vista para hospedarnos; aquél día no había otros visitantes en el pueblo así que podíamos darnos ese lujo.
Paredón en el conjunto 2 de Ciudad Vieja |
Mientras eso pasaba, subimos al mirador del lugar, el cual es llamado "de la cruz" porque hay una justo en la cima. Desde ahí podíamos ver de un lado la iglesia y las casas del lugar y del otro una serie de cerros, además del curso del río. Jorge nos indicó una elevación justo en la otra rivera y pudimos ver la gran extensión que tenía, toda ella estuvo cubierta con la Ciudad Vieja de Quiotepec, construida por los Zapotecos y una de las zonas arqueológicas más importantes o quizá la más importante de la región de la cañada, en el norte de Oaxaca.
El paisaje que nos rodeaba era hermosísimo y pintoresco, tenía tonos marrones y grisáceos en el suelo que también resaltaban en los empinados acantilados que en varios lugares caían a pico hasta el río; la cubierta vegetal estaba verde por la temporada de lluvias que recién terminaba y resaltaba el color casi azulado de los enormes órganos que cubrían todas las laderas. Más abajo el río tenía un bello color aguamarina; todo enmarcado por un cielo profundamente azul surcado de nubes muy claras.
Estructura en el conjunto 3 de Ciudad Vieja |
Frente al mirador estaban las cabañas, me sorprendió que a pesar de lo pequeño del poblado contara con un hospedaje tan acogedor, aquellas construcciones parecían muy limpias y sencillas pero con muy buen gusto. Nos instalamos en la que nos asignaron y poco después el guía del pueblo llegó y acordamos que saldríamos a las 6 de la mañana del día siguiente a recorrer los vestigios arqueológicos; también acudió a la casa que visitamos primero para pedirles que nos prepararan la cena para un poco más tarde.
Luego de un rato volvimos a subir al mirador pues el atardecer pintó de rojo las nubes y el horizonte, dando al cuadro que teníamos frente a nosotros una belleza aún mayor, la cual aún no terminó cuando todo se oscureció pues al mirar hacia el lado contrario pudimos ver una enorme luna casi totalmente llena que aparecía detrás de los cerros, el viento entonces era tan fuerte que hacía que perdiera el equilibrio si me mantenía de pie.
Estructuras en el conjunto 3 de Ciudad Vieja |
Regresamos caminando a la entrada del poblado y ya nos habían preparado una sencilla pero muy rica cena con quesadillas, café y una salsa excelente y luego de estar ahí un rato aprovechando el internet, nos retiramos a la cabaña a descansar, yo dormí de inmediato pues me encontraba enfermo de gripe; Ernesto y Jorge se quedaron despiertos hasta ya entrada la madrugada.
Poco antes de las 6 nos preparamos para salir y encontramos a nuestro guía justo en la entrada a las cabañas, aún no amanecía y a penas empezaba a clarear el cielo, pero había suficiente luz como para caminar sin necesidad de linternas; así bajamos hasta la orilla del río, cruzando algunas calles de Quiotepec, un riachuelo con agua cristalina y una zona cubierta con pequeñas dunas de blanca arena.
Estructura en el conjunto 3 |
No existe ningún puente en la zona para cruzar así que debía ser a pie, ésto no se puede hacer en época de lluvias pues el nivel del agua sube varios metros. Debido a que no queríamos mojarnos los pantalones, cruzamos en ropa interior a excepción de Ernesto, quien fue el único que tomó en cuenta ésto y llevó un short y chanclas que no se fueran con la corriente. En cambio yo sufrí bastante por las piedras del fondo al pasar descalso, sin embargo fue una excelente experiencia pues nunca antes nos había tocado visitar una zona arqueológica a la que se tuviera que llegar cruzando un río a pie.
Del otro lado volvimos a vestirnos, estaba un poco nublado pero la temperatura era muy agradable, así que no tuvimos frío ni muchas incomodidades después de tan mojado inicio de recorrido a pesar de que en algunos puntos el agua nos llegó hasta el estómago.
Tumba en el conjunto 4 |
Llegamos a un área cubierta de arena más o menos plana que tenía ya los primeros montículos prehispánicos, esta zona baja era la más antigua de la ciudad vieja y más tarde supimos que además de plataformas habitacionales también contenía estructuras grandes y un juego de pelota.
Luego de unos 200 metros llegamos a la ladera rocosa del cerro y comenzamos a ascender hasta alcanzar un sendero señalizado que los lugareños habilitaron para la visita, a partir de ahí comenzamos a ver restos de muros con sus piedras bien alineadas, algunos montículos y escalones, de pronto nos topamos con una gran pared que tenía unas franjas decorativas muy características de los edificios zapotecas, fue el primer vistazo de una estructura excavada y desde ahí ya podíamos ver que el lugar fue muy importante en su tiempo.
Conjunto 4 |
El cerro formaba una rampa natural que llevaba a su parte más alta y a lo largo de ésta había algunos pasajes algo estrechos y también explanadas de distintos tamaños; en la primera de ellas nos encontramos con una tumba a la que entramos para ver que tenía forma de un pequeño pasillo con nichos en cada extremo y a ambos lados formando una cruz. Su altura era más de metro y medio, una pequeña parte de su techo había sido retirada para poder ingresar y tenía arquitectura muy sencilla.
Desde ahí ya veíamos que la ladera se hacía cada vez mas escarpada y que muchos de los desfiladeros fueron reforzados con muros artificiales que les daban mayor estabilidad y recubrían el talud en muchos lugares.
Vista desde el conjunto 4 |
Después de subir un poco más nos encontramos con una plaza, en cada extremo tenía un edificio con 5 metros de altura aproximadamente, el primero de ellos con una escalinata doble muy empinada que me recordó a las de edificios en los altos de Guatemala; en su parte superior había una plataforma con una sola escalinata mucho más ancha y algunos restos de lo que debía haber sido el templo que coronaba el edificio. La estructura al fondo de la plaza era muy cuadrada con una amplia escalinata y paredes prácticamente verticales. Del lado izquierdo había un edificio muy parecido a éste último pero más pequeño que en su parte trasera estaba ya fuera de la plaza y era sostenido por una gran pared que descendía por la ladera empinada. En el lado derecho no había construcciones pues la plaza terminaba en el borde de un acantilado.
Vista del conjunto 3 desde el 4 |
Pasando el edificio del fondo, pudimos ver que junto a él había otro más pequeño muy cuadrado también, formando un pasillo entre ellos que daba acceso a la parte más alta del sitio. Una nueva terraza contenía una tumba que debió ser enorme a juzgar por los grandes monolitos que se observaban y que fueron parte de su techo que yacía ya colapsado, por lo que no se podía acceder a ella. Nuestro guía nos dijo que por dentro tenía pasillos como un laberinto, por lo que probablemente fue parecida a las tumbas que se encuentran en los conjuntos principales de Mitla, muchos kilómetros más al sur, pero construida por miembros de la misma cultura zapoteca. Ésta parte del sitio estaba ya muy alta sobre el nivel del río y mostraba una bella vista hacia el actual pueblo de Santiago Quiotepec, enmarcado por el río grande que parecía aún más azul verdoso desde ahí.
El cerro de Ciudad Vieja al centro |
Finalmente llegamos a la base del conjunto principal, estaba delimitado por una enorme pared de entre 12 y 15 metros de altura y al pie de ésta vimos otra tumba en forma de cruz con nichos en cada punta, aunque ésta tenía parte de su recubrimiento de estuco y hasta un poco de pintura mural roja. Mostraba el nicho principal adornado como la fachada de un pequeño templo y daba una idea de como debieron ser los edificios del lugar cuando estaban en pie, hoy en día no queda ningún templo, todos han caido y en su lugar dejaron montículos de tierra, solo se pueden apreciar algunos basamentos piramidales y muros.
Vista desde Ciudad Vieja |
Ya en la plaza superior que coronaba todo el cerro, pudimos ver un gran juego de pelota, mayor que todos los que recuerdo en el estado de Oaxaca, que aunque no está excavado muestra sus taludes laterales y sus cabeceras muy claramente; desde ahí veíamos dos plazas con edificios sumamente monumentales: grandes plataformas con más de 6 metros de altura que delimitaban dos patios mayores que los que habíamos observado más abajo. Sobre la estructura más alta parecía haber existido un palacio con un patio pequeño al centro a juzgar por la forma de los montículos que dejaron los cuartos al derrumbarse y la vista era magnífica pues permitía ver hacia todos los ángulos, ahí pudimos ver por fín el otro lado del cerro, donde corría el río grande y se juntaba con otro más pequeño llamado río salado que bajaba por un cañón entre las montañas.
Vista desde el conjunto 4 |
Comenzamos a descender por el lado contrario, pasamos al borde de un gran acantilado y desde ahí podíamos ver la plaza del conjunto que vimos con las estructuras excavadas, detrás de ella el río serpenteaba hacia el horizonte dibujando una serpiente clara en el entorno rojizo y verde. La cúpula de la iglesia de Santiago Quiotepec era un pequeño semicírculo rojo que sobresalía al otro lado del río y las montañas se extendían hasta donde la vista llegaba. El paisaje natural era muy diferente al de otros lugares que hubiera visitado pero sumamente bello, no podíamos sino detenernos ahí a observar mientras el fuerte viento nos despeinaba. Así seguimos el descenso y seguimos encontrando grandes muros y restos de estructuras que no habíamos notado en el ascenso.
Llegamos hasta el río y nuevamente cruzamos, aunque el punto donde lo hicimos fue un poco más alejado del poblado, ahí el agua de pronto subía de nivel y me llegó al pecho. Regresamos al poblado y nuevamente nos esperaban para desayunar huevos con chorizo y frijoles a pesar de que ya eran las 12 del día. Luego de ello acomodamos nuestras cosas, subimos al auto y nos despedimos de todos nuestros anfitriones con una sensación de alegría y ganas de volver alguna vez. Nos dieron folletos en los que vimos que la región tiene muchos atractivos para visitar y luego nos dirigimos de regreso al poblado de Tecomavaca para buscar un museo comunal que estaba cerrado. Así tomamos rumbo a Puebla y queríamos ver la salida de la luna pero la neblina en el camino lo impidió así que seguimos de largo hasta la ciudad de México, terminaba así un corto pero memorable recorrido.