Gran Acrópolis de Edzná |
El 20 de julio me levanté temprano, a pesar de tener un poco de cansancio en las piernas por la caminata del día anterior, salí a hacer otro largo trayecto a pie hasta el aeropuerto. Llegué casi una hora antes de que arribara el vuelo en el que venía Itzel, mi novia, a visitarme unos días (el que como de costumbre estaba retrasado).
Cuando por fin llegó, salimos a tomar un camión al centro y luego nos dirigimos a dejar sus cosas en la casa donde me hospedaban; en un rato nos preparamos y fuimos a la terminal de autobuses de segunda, donde tomamos el transporte a Seibaplaya.
Yo no suelo acudir nunca al mar, pero era una ocasión especial. Sabía que las mejores playas de Campeche se encontraban cerca de Ciudad del Carmen, en Isla Aguada o en Sabancuy, pero tomaría mucho tiempo llegar hasta ahí. Por ello que escogimos un punto más cercano que aunque tiene un litoral algo pedregoso, a unos metros de la línea de costa el suelo es de arena fina.
Escalinata jeroglífica en la pequeña acrópolis de Edzná |
Ya en el poblado, tomamos un mototaxi a la playa, donde permanecimos algunas horas.
Ya de regreso fue el mismo camino pero al llegar al centro de Seibaplaya todo parecía estar desierto, por fortuna el conductor nos llevó a un lugar donde podíamos comer aunque no había baño y después tuvimos que pedir permiso en una cafetería que aún no terminaba de abrir para poder regresar con un poco más de calma. No encontramos ningún camión así que regresamos en una combi a Campeche y luego fuimos de nueva cuenta a donde me estaba hospedando para llevar las cosas de Itzel y algunas mías al hotel donde ella se quedaría entre el centro y la universidad, ahí me quedaría con ella y por unos días fue más fácil llegar a cualquier parte.
Al día siguiente me puse de acuerdo con Wilberth para visitar Edzná por la tarde, justo antes del cierre, cuando los turistas ya se hubieran ido casi en su totalidad. Salimos a desayunar al centro pero luego el tremendo calor que hizo aquel día nos obligó a quedarnos en el hotel hasta la hora de ir a tomar la combi al sitio.
Palacio de los 5 pisos |
Tardamos mucho esperando pero pudimos subir al último transporte del día, cuando llegamos a Edzná, el custodio, visiblemente molesto, reclamó que el conductor nos hubiera llevado sin advertirnos que no encontraríamos transporte de regreso a esa hora, pero yo le dije que Wilberth estaba esperándonos (él es guía oficial en el sitio) y entonces se calmó y nos dijo que pasáramos.
Nuestro recorrido fue muy tranquilo y con un poco menos de calor que en el horario más habitual, nuevamente pasamos por casi todo el sitio abierto al público exceptuando el grupo de la vieja hechicera.
La luz vespertina provocó que las escalinatas jeroglíficas resaltaran más y el cielo lucía igual o más hermoso que en la ocasión anterior pues estaba cubierto de nubes de distintas tonalidades. Al final del día, Wilberth nos llevó al centro de Campeche en su auto y conocimos a algunos de sus compañeros, así como a la directora del sitio.
Malecón de Campeche |
Los siguientes días tuve el curso por la mañana y por la tarde visitamos el pequeño museo de la puerta de Tierra, cuyo tema son los piratas; igualmente fuimos al museo de arquitectura maya del baluarte de la soledad, al museo de la pirateria en plena plaza de armas y al museo de arqueología subacuática; comimos en el mercado y paseamos por el centro.
El último anochecer que pasamos juntos fuimos al malecón y estuvimos ahí observando el sol ocultarse en el horizonte, el viento era muy fuerte pero el mar estaba tranquilo como todos los días que lo vi durante mi estancia. La tarde siguiente dejamos el hotel y fuimos a mi hospedaje a esperar la hora para ir al aeropuerto; Fernando ya había regresado y se encontraba con Álvaro, así que estuvimos jugando UNO por un rato. Más tarde Itzel y yo nos fuimos en transporte público hasta la terminal aérea.
Con Itzel en el malecón |
Cuando ella pasó a la sala de espera yo regresé a mi hospedaje, ya era algo tarde y estaba muy oscuro, temía tener que caminar pero tuve suerte de que al poco tiempo pasó un camión al centro y pude alcanzar también al que iba para la casa donde estábamos.
Al siguiente día fue la última clase en la universidad, pero aún nos faltaba realizar un recorrido programado y teníamos algo especial para el final de nuestra estancia.
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