Costado de la crestería |
Primero pasamos por la Plaza Central de Nakbé y volvimos a
tomar la calzada hacia el grupo Noreste. Casi llegando a los edificios de ese
conjunto nos encontramos con una desviación hacia el norte que estaba señalada
como el camino a La Muralla. Valeria y yo estábamos al frente y nos pidieron
que alguno de los dos liderara y marcara el paso. A estas alturas estaba viendo
los resultados de mi entrenamiento de un año caminando en la ciudad, subiendo
cerros y recorriendo sitios; me parecía que nadie se había preparado tanto como
yo y que podía recorrer el camino (que entonces creía que tenía 8 km) en apenas
72 minutos o incluso menos, pero pensé que los demás no podrían seguirme el
paso. Le dije a Valeria que ella liderara y de todas maneras su ritmo fue descomunal,
tomando en cuenta que para entonces ya teníamos encima más de 100 km en total,
contando los recorridos por los sitios. En una hora ya habíamos recorrido más
de 5 km.
La Muralla |
Estructura con crestería |
Subimos un poco y llegamos hasta la base de un edificio
terriblemente destruido, nada podíamos apreciar de su fachada ni de sus
habitaciones, únicamente se apreciaba un montículo con numerosos huecos de
saqueo.
Sin embargo, La Muralla fue la cereza del pastel llamado
Trekking a El Mirador. Sobre esta estructura arruinada se levanta una monumental
e impresionante crestería que se eleva casi 10 m y tiene un ancho que quizá
supere los 20 m. Se puede apreciar las ranuras que tiene cada sección de este
muro y varios segmentos en los que se aprecian decoraciones en estuco. También
se distinguen piernas y cuerpos de personajes.
La Muralla |
Cuando estuvimos a punto de irnos, pudimos ver un par de
tucanes que estaban posados sobre un árbol cercano y les tomé algunas
fotografías y vídeo. Así emprendimos el regreso, justo con la luz disminuyendo,
pero casi todo el trayecto fue en total oscuridad. No había pasado mucho tiempo
cuando Eduardo tropezó fuertemente con una raíz, lo que provocó que se
rompieran tres uñas de su pie derecho, sin embargo continuó, aunque tropezó de
nuevo y tuvo una aparatosa caída, afortunadamente esta no tuvo consecuencias,
aparte de un fuerte golpe en su brazo.
Tucán en La Muralla |
La mayoría de nosotros llegaron muy mermados hasta el
campamento, aunque Valeria y yo parecíamos aún enteros y llegué cantando junto
con Ernesto, al igual que al entrar a El Mirador. Nos encontramos con algunos
de nuestros compañeros que nos estaban esperando y cenamos antes de irnos a
descansar, el día siguiente era, sin duda, el más difícil de todos, y ahora
tendríamos que afrontarlo con el grupo completo. Me tomé un tiempo para revisar
mi par de ampollas, que ahora parecían minúsculas; y para echar talco en mi
pierna rozada, la cual me preocupaba para el día siguiente, por fortuna el
talco que tenía eliminó toda molestia.
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