sábado, 13 de abril de 2024

Viaje por el noreste del Petén. Parte 2: La Joyanca

Palacio en La Joyanca

En la tienda de Naranjo preguntamos por información del camino a la Joyanca pero, por lo que vimos, probablemente casi nadie ahí sabía de la existencia de ese sitio arqueológico; teníamos dudas del estado de la terracería debido a que debíamos entrar en el carro de Julio. En cambio, nuestros compañeros, los Partida, tenían una camioneta 4x4, por lo que no tendrían ninguna dificultad. Para nuestra suerte, el camino era bastante bueno y pudimos avanzar por un buen rato, tomando algunas otras brechas sin señal alguna, pero yo tenía bien marcada la ruta en mi celular. Avanzamos muy bien hasta encontrarnos bajo una colina donde debía estar el sitio que buscábamos, ahí había camino hacia ambos lados. Nos decidimos por la izquierda, donde se ascendía bastante. La pendiente poco a poco iba haciéndose más pronunciada, llegando el momento que el carro de Julio no pudo subir con nosotros a bordo. Eduardo y yo nos adelantamos a ver si encontrábamos la entrada de La Joyanca, mi primer intento no fue exitoso, pero a la segunda, tanto él como yo llegamos a la caseta de los custodios del lugar.

Estructura principal de La Joyanca
Regresamos a avisarle a los demás que habíamos llegado y Julio pudo llevar su carro hasta la cima de la subida, donde lo dejó estacionado. Así comenzamos nuestra visita, La Joyanca es un sitio del que me enteré estando en el primer semestre de la carrera de Antropología; acudí a la biblioteca central de la UNAM y me dio curiosidad ver algunos libros de arqueología que ahí habían, uno de ellos trataba por completo de este sitio antes desconocido para mí; supe que algún día estaría ahí, y ahora era ese día.

Pudimos ver varios paneles con información y luego me adelanté a fotografiar. Caminé por alrededor de 300 m y llegué a la parte trasera de un par de grandes edificios que bordeaban la plaza central del sitio. A mi izquierda me encontré primero con un gran palacio alargado. Sus escalinatas tenían escalones con huella muy grande y tuvo quizá 7 habitaciones en línea. Junto a esta estructura pude ver un montículo más alto que en su lado izquierdo muestra una subestructura con una rara crestería formada por triángulos; solo uno está visible, pero debió tener más que ahora están debajo de otra etapa constructiva. Ahí dentro pude ver los restos de al menos dos habitaciones que tenían unas raras ventanas rectangulares y alargadas.

Estela en La Joyanca
Continué hacia el otro lado de la plaza, donde había un montículo elevado, me llamó la atención que en el lado más lejano había una terraza con un edificio palaciego que conservaba las partes bajas de sus paredes. Más adelante, caminé por una calzada otros 30 m, llegando a otro grupo arquitectónico más al este. Nuevamente me sorprendió que hubiera ahí otro palacio con arquitectura visible, este tenía forma de "L" y había un edificio más pequeño en su extremo abierto. Un poco más adelante vi un pequeño basamento piramidal y una estela tirada, la cual aún mostraba algunos glifos en su costado

Cuando fui a buscar la entrada del sitio olvidé sacar mi agua del auto, y en este punto del recorrido ya tenía una fuerte sed, por lo que decidí regresar a la plaza central. Mis compañeros quisieron ir a buscar la estela cuando les conté lo que había visto más adelante y yo me tendí en el suelo a descansar un poco, y a tratar de evitar sudar más y perder más agua.

Mono araña en La Joyanca
Después de un rato que me pareció muy largo por las condiciones en las que me encontraba, pude ver algunos monos araña que estaban pasando sobre donde yo estaba. Me entretuve un rato mirándolos, pero después comencé a cansarme de esperar, los demás demoraban. Cuando finalmente aparecieron, nos dirigimos a la casa de los custodios, donde firmamos el libro de registros y nos enteramos que éramos los primeros visitantes en alrededor de 3 meses.

Finalmente salimos del sitio y tomamos el trayecto de regreso a la carretera que va a La Libertad, cortando algo de camino, ya que no regresamos de la misma forma en que llegamos. Los Partida se separaron de nosotros una vez en la ruta pavimentada porque querían hospedarse en Flores, mientras que nosotros íbamos para El Remate. Habíamos pensado pasar a otro sitio más, pero para entonces ya estaba oscureciendo. Pasamos La Libertad, pero después el hambre nos hizo detenernos a cenar en San Benito, a orillas de Flores. Ya era de noche y tardamos en llegar a nuestro hotel, que ya estaba cerrado a esa hora, por fortuna nos estaban esperando porque avisé que llegaríamos tarde; no así a Ernesto y Valeria, quienes se hospedaron al otro lado de la calle, pero donde nadie les abrió. Por fortuna nuestra hospedera pudo contactar al dueño de su hotel y pudieron entrar minutos más tarde. Terminaba el largo trayecto desde la Ciudad de México, al día siguiente iríamos a nuestro lugar de reunión con todos los demás compañeros: Melchor de Mencos, en la frontera con Belice.


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