Kancabchén y las cruces |
Iniciamos un día más con la intención de visitar varios sitios en la región de los Chenes, el primero de ellos sería Kancabchén, el cual está a pie de carretera. Nuevamente subimos al auto esperando que no nos diera problemas como el día anterior pero al ver que ésta vez arrancó a la primera nos dimos cuenta de que las ocasiones que se descargó la batería había sido porque la palanca de los faros se nos atoró en las mangas y se quedaron prendidas sin habernos dado cuenta. No tardamos mucho en llegar a la desviación que debíamos tomar; éste sitio lo había visitado Eduardo antes y me había dicho que me fijara en la única entrada que queda del edificio aún en pie.
Encontrar la estructura fue sencillo, sólo tuvimos que pasar a baja velocidad revisando la orilla de la carretera hasta que vimos sobre una pequeña loma o montículo un arco maya con tres cruces frente a él en las que quizá se realice la representación del viacrucis del poblado cercano.
Frente de la estructura de Kancabchén |
Orillamos el vehículo y sólo tuvimos que dar unos pocos pasos para estar frente al edificio, pudimos ver que solamente era una habitación cuyos muros delantero y trasero, además de uno de los laterales permanecían en pie mientras que el restante que miraba hacia la carretera había caido por completo y dejaba ver el gran arco interior que distinguimos desde el principio. Los muros hasta la altura de la única entrada en algunas partes mostraban las piedras lisas que los recubrían pero la parte superior estaba completamente dañada y sólo mostraba las piedras del relleno, burdamente colocadas y sin labrar. Desde el frente la estructura parecía más pequeña pues el escombro que cubría parcialmente el piso reducía su altura considerablemente.
La gran entrada al edificio de Kancabchén |
Entonces me dirigí frente al único acceso que parecía tener el edificio tal como Eduardo me indicó y recordé que me había dicho unos días antes, cuando visitamos el sitio de Xcatzmil en las afueras de Mérida, que solamente había visto una entrada más profunda que la de aquel lugar precisamente en Kancabchén; ahora yo la tenía frente a mí: el acceso era estrecho y parecía muy bajo por el escombro acumulado en el piso pero desde su inicio hasta el fín tenía quizá más de 3 metros, por lo que necesitaba de tres grandes dinteles hechos con piedras gigantes prácticamente cuadradas, dos de ellas en perfecto estado y la última partida por la mitad, lo que pone en peligro la estabilidad de la fachada de por sí ya dañada del edificio.
Luego de terminar de revisar el sitio, nos dirigimos al cercano poblado de Chanchén, pues teníamos la esperanza de encontrar ahí algún guía para llegar a un sitio homónimo que contiene una torre muy particular. Estuvimos yendo y viniendo por las calles y por la carretera que lleva hacia allá pero aunque preguntamos varias veces, nadie parecía conocer la existencia de la torre; incluso preguntamos por otros lugares pero no obtuvimos ninguna información, por lo que tuvimos que regresar por donde habíamos venido sin resultados.
Montículo del fortín en Iturbide, hoy Vicente Guerrero |
Ésta vez tomamos otra desviación hacia el poblado hoy llamado Vicente Guerrero, pero que desde su fundación a mediados del siglo XIX se llamó Iturbide y que sigue siendo conocido en la región por su nombre original.
Ésta población al igual que varios sitios que ya he mencionado en ésta narración fueron visitados por John Lloyd Stephens y aparece en su libro "Incidentes de viaje en Yucatán". En el centro del lugar ya se pueden apreciar montículos del sitio arqueológico de Dzibilnocac, que se ubica en las afueras, y éstos fueron aprovechados para construir un fortín y unas torres miniatura que sirvieron para vigilar el lugar durante la guerra de castas.
Estructura A-1 de Dzibilnocac |
Tomamos una calle que sale de la esquina de la plaza central y nos llevó directamente a la entrada de la zona arqueológica ya mencionada, la cual está abierta al público. Llegamos a la caseta de servicios y justo en la parte trasera se podía ver un gran montículo con una altura de quizá 15 metros, sin embargo estaba fuera del terreno habilitado a la visita, quedando junto a una casa local y por tanto no ha sido explorado.
A penas tuvimos que caminar un poco para darnos cuenta que Dzibilnocac es un sitio bastante grande, compuesto de muchos montículos pero que no ha sido excavado más que en su estructura principal y actualmente en dos pequeñas plataformas.
Estructura A-1 |
Lo primero que hice fue subirme a un montículo no muy alto para ver de frente la estructura A-1, la cual es un palacio alargado con dos torres a cada lado, prácticamente como los edificios tipo Río Bec, pero a diferencia de éstos últimos, las escalinatas de las torres se pueden subir y los templos que las coronan son reales, es decir, tienen una habitación a la que se podía acceder y ésta estaba cubierta de portadas zoomorfas en sus cuatro muros exteriores, una de ellas casi está completamente destruida pero la otra permanece en pie. En el centro hay recintos que tenían pinturas en las tapas de las bóvedas y por el otro lado tiene una ancha escalinata que llevaba a otro recinto en la parte superior.
Mascarón zoomorfo en una de las torres |
Se puede subir por ésta escalinata y desde la parte de arriba se admiran los mascarones de las torres, uno de los cuales es de los más impresionantes de la región.
Prácticamente el recorrido se reduce a rodear ésta gran estructura, así que al terminar sólo le dí un vistazo a una plataforma circular que parecía recién excavada y pude ver también que a diferencia de fotos más viejas que había visto, la estructura principal ya se encuentra totalmente liberada de escombro y de hierba, lo que se fue logrando paulatinamente con excavaciones que duraron varios años.
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