domingo, 10 de marzo de 2019

Viaje al Puuc Pt. 7. Yo'okop, Quintana Roo

Iglesia colonial de Sabán
Salimos de Uitziná por el mismo camino que tomamos para llegar, después nos dirigimos a Dziuché, que se encuentra ya en territorio de Quintana Roo. Una vez ahí tomamos rumbo a Sabán, donde pasamos junto a una impresionante iglesia colonial parcialmente en ruinas, ya que conserva prácticamente la totalidad de sus muros pero no el techo.

A partir de Sabán utilizamos el odómetro del auto para asegurarnos llegar al siguiente sitio: Yo'okop, cuyo nombre significa literalmente "la aguada". Aún con ello cuando me estacioné en la entrada de una brecha tenía dudas de nuestra posición real; decidí avanzar caminando algunos metros para ver si había algún sendero más prometedor que el primero que encontramos creyendo que era la entrada al sitio pero que se veía bastante cerrado una vez estando parado frente a él.

Yo'okop es un raro asentamiento maya en el centro de la península de Yucatán, en dicha área conozco muy pocos trabajos arqueológicos y únicamente supe del sitio porque Eduardo había ido ahí en el 2014 luego de que lo conocí personalmente y recorrimos varios sitios de la costa de Quintana Roo junto a un grupo completo de amigos.
Estructura principal entre la selva

Caminamos tal vez 300 metros hasta encontrar un sendero que estaba bien marcado y limpio, supusimos que era el correcto porque sabíamos que la gente de Sabán visita el sitio regularmente; frente a él y del otro lado de la carretera parecía haber habido otro camino que estaba ya impasable, creíamos que por ahí se llegaba al grupo B del sitio pero lo dejamos para después.

Entramos al camino bien marcado y podíamos escuchar voces a lo lejos pero sin ver a las personas que debían encontrarse frente a nosotros. Pasó muy poco tiempo cuando pude darme cuenta de que íbamos caminando por un gran Sacbé que subía recto por una pendiente algo pronunciada, a cada lado se distinguían perfectamente los bordes del antiguo camino y más allá profundas cavidades que muy probablemente eran parte de la gran aguada que da nombre al lugar. Sin duda estábamos en la entrada principal del sitio o por lo menos en el camino que se seguía para ir del grupo A (donde nos dirigíamos) al grupo B.
Primer pasaje subterráneo

Luego de subir por más de 100 metros llegamos a una gran zona plana en lo más alto del sitio y justo a nuestra derecha vimos la descomunal silueta de la estructura principal de Yo'okop: se trataba de un montículo mucho más alto que todos los que habíamos visto los días anteriores, incluso recordando mis viajes pasados no pude pensar en más de 4 o 5 sitios que tuvieran montículos de ese tamaño. Los taludes eran sumamente inclinados, sobre todo del lado que identifiqué como el trasero; tal es la forma del edificio que de inmediato me trajo a la mente el arruinado basamento de la estructura III de Tikal.

Sin duda Yo'okop tenía un estilo constructivo de tipo Petén: Templos muy verticales con una altura de más de 20 metros, así como plataformas muy voluminosas que sostienen basamentos en su parte alta, tales como los que hay en la acrópolis sur de Tikal o la acrópolis norte de Yaxhá. Las piedras con las que se construyó Yo'okop no eran megalíticas como muchos sitios yucatecos, sino de tamaño pequeño; más parecidas a las de Cobá, la enorme ciudad que se encuentra ya cercana a la costa pero igualmente distante de donde nos encontrábamos.
Pasaje mayor

En la base de la estructura mayor encontramos los zapatos de las personas que estuvimos escuchando a lo lejos y supimos que estaban en la cima pero no podíamos verlos debido a las copas de los árboles. No quise subir inmediatamente porque no quería que hubiera gente que dificultara la toma de fotografías así que seguimos el recorrido dejando para el final el ascenso.

Nos dirigimos a un edificio mucho más bajo que estaba muy cerca del punto por el que llegamos al sitio, ahí pudimos ver los restos de una escalinata que conservaba unas pocas hileras de escalones, arriba vimos que tenía forma cuadrada y que las orillas de la plataforma superior eran más altas que la parte central, tal vez porque había cuartos por todo el perímetro que ya desaparecieron, justo al centro de todo había un montículo bajo que sobresalía sobre el resto del edificio. No encontramos ningún otro rasgo visible entre la ruina de la estructura, todo se encontraba en el estado más absoluto de destrucción.
Pasaje en la cima de la estructura principal

Desde ahí regresamos a la base de la estructura principal y luego de rodearla nos encontramos del otro lado con una estructura mayor que la que acabábamos de recorrer. Era un gran basamento con base casi cuadrangular y con una altura que fácilmente rebasaba los 8 o 10 metros. Yo tenía especial interés en ese edificio pues ya sabía lo que encontraríamos en él. Subí a la cima y comencé a rodear el montículo sin encontrar nada más que piedras que no permitían ver ninguna forma arquitectónica, al igual que el otro edificio parecía encontrarse completamente en ruinas. Finalmente pude ver en una de las esquinas una oquedad que llevaba a un pasaje donde reconocí la forma de una bóveda maya que descendía a las entradas de la estructura. Esperé a que los demás llegaran ahí y luego Carlos y yo decidimos entrar. La boca del pasaje era estrecha y tenía restos de derrumbe que dificultaban el paso, luego pudimos ver que estábamos bajando por una escalera interna algo dañada. No podíamos ponernos completamente de pie pues el techo era muy bajo y la bóveda estrecha; solo unos cuantos metros adelante el paso estaba bloqueado.

Supe que ese no era el pasaje que buscaba pues lo que conocía era un túnel mucho más largo que Eduardo no pudo recorrer en su totalidad por llegar hasta un punto donde había una gran oquedad cuyo descenso parecía ser peligroso. Regresamos a la parte superior y comenzamos la búsqueda de otra entrada. A los pocos metros encontramos signos de otros pasajes ya derrumbados e incluso en algún punto a Carlos se le hundió la pierna en una pequeña oquedad que quizá fue parte de otro corredor interno. Nos sorprendió bastante la presencia de estos elementos, pues actualmente no se encuentran pasillos así en ningún sitio de tipo Petén, exceptuando raros ejemplos de tumbas parecidas a la de Pakal en Palenque. Solamente en un sitio había visto tal cantidad de pasajes internos: Nicolás Bravo en la zona de Río Bec.
Pasaje en la cima de la estructura principal

Finalmente me topé con una entrada mucho más ancha y alta que la anterior y nuevamente esperé a los demás para entrar junto con Carlos y con linterna en mano (que por cierto olvidé la mía y por fortuna Adriana tenía 2 a la mano). Ahora sí pude reconocer la escalinata interna que Eduardo había bajado más de 4 años antes; los escalones eran altos y delgados, lo que hacía peligroso el descenso pero la bóveda permitía permanecer erguido todo el tiempo. 

Nos llevamos una sorpresa al llegar al fondo, pues ahí Eduardo giró a la derecha para encontrar la oquedad a la que no pudo bajar; nosotros solo vimos el camino totalmente bloqueado por tierra y arena que no parecían provenir de ningún derrumbe pues el pasaje hasta ahí se encontraba en excelente estado. Nos quedamos con la duda de si los integrantes del proyecto arqueológico que se desarrolló en el lugar habían bloqueado el paso o si fue gente local, solamente pude hacer conjeturas pensando en que se selló para estudiarlo en el futuro o quizá la causa de ello fue algún accidente.
Vista desde la estructura principal

Salimos de ahí y luego de otra revisión rápida al edificio no pudimos encontrar otros pasajes visibles. Regresamos a la estructura principal y vimos que las personas que escuchábamos de cuando en cuando seguían arriba. Decidimos subir ya de todos modos y entonces los encontramos bajando: eran un grupo de 4 adolescentes, dos de ellos iban descalsos, algo que nos sorprendió bastante por la dificultad para caminar por estos lugares. 

El ascenso fue muy complicado por la tremenda inclinación, tuvimos que hacerlo con mucho cuidado porque una caída podría haber sido mortal por la altura que íbamos tomando. Finalmente llegamos a la cima y vimos los restos de otro pasaje interno que llegaba hasta arriba y que está ya casi totalmente cubierto de tierra. La vista desde ahí era tremendamente bella. La selva se extendía por todas partes hasta donde alcanzaba la vista y únicamente se veía interrumpida por el área de la gran aguada, la cual estaba cubierta de hierba o pasto que contrastaba con el resto del horizonte.
Restos de escalinata

Estuvimos ahí un rato hasta que decidimos regresar. Bajamos con aún más cautela que el ascenso y luego regresamos hasta el auto. Habíamos revisado la entrada que llevaba al grupo B pero fue imposible pasar, Carlos y yo decidimos intentar llegar ahí por la brecha donde nos estacionamos. Caminamos unos metros y al ver que la dirección parecía ser correcta seguimos de frente, incluso tomamos otros caminos en dos o tres intersecciones que encontramos y estuvimos buscando por un buen rato. 

De hecho si llegamos al grupo B porque vimos varios montículos, pero las estructuras principales permanecieron fuera de nuestra vista hasta que llegamos a un pozo moderno que tenía una gran profundidad y decidimos regresar. 

El camino de regreso fue directo hasta Oxkutzcab, excepto porque al llegar a Peto seguí de largo hacia el poblado en lugar de continuar por la carretera y tuvimos que dar vuelta en U para volver. La noche ya había caído cuando finalmente arribamos a nuestro destino y decidimos ir directamente a comer cerca del mercado. Luego de ello por fin pasamos a comprar un machete y algunas provisiones para la noche y el día siguiente, el cual sería mucho más nutrido que los dos que ya habían transcurrido...

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