sábado, 3 de marzo de 2018

Viaje a México y Guatemala pt. 13. Zoh Laguna Sur

Restos entre la vegetación
Iniciamos el 31 de enero temprano, nuestra intención era cerrar el año con 3 sitios arqueológicos nuevos y por ello fuimos a buscar un taxi que nos llevara a los primeros dos, lo conseguimos pronto ya que en Xpujil abundan, el precio fue razonable y nos esperaría mientras recorríamos cada lugar. 

Ya desde antes de salir sabíamos que nuestro amigo Eduardo había salido de Flores en Guatemala y cruzaría Belice para alcanzarnos en donde nos encontrábamos y cenar aquel día juntos; no conseguimos que nos renovaran la habitación que teníamos pero nos dieron una cabaña rústica suficiente para nosotros y más económica, la cual pagamos con una bolsa llena de monedas, pues Ernesto había llevado gran cantidad de cambio que destinamos a los hospedajes y las cenas.
Restos de edificio

Tomamos rumbo a Zoh Laguna, al sur de éste poblado sabíamos por medio de Eduardo que encontraríamos un sitio muy fácil de alcanzar, yo ya lo había localizado previamente y estuve atento para no pasarnos; poco tiempo después el taxista se estacionó en la entrada de una terracería y nosotros subimos a una colina con ligera inclinación siguiendo un sendero que se perdía mucho entre las plantas, sin embargo la maleza no estaba tan cerrada como en otros lugares, por lo que ni siquiera tuve que usar mi machete en ningún momento.

Yo no esperaba encontrar mucho en éste lugar, sin embargo nuevamente fuimos sorprendidos, ya que a unos metros de comenzar nuestra caminata pudimos distinguir una serie de montículos bajos y entre la maleza se veían los restos de un muro que aunque muy destruido, aún se alzaba más de 2 metros del suelo.
Restos de habitación

El muro estaba sobre un montículo alargado y a su alrededor habían otros que rodeaban una plaza que tenía un hueco de forma redonda en el centro que no parecía una excavación, no pudimos identificar lo que era aunque probablemente se trataban de los restos de un altar. 

Seguimos caminando por el área de montículos y nos encontramos con uno que tenía forma bastante irregular, al parecer se trataba de un palacio que tuvo varias habitaciones pues no tenía gran altura y en sus costados había restos de muros e incluso de cámaras abovedadas; la primera de ellas conservaba solamente una sección pequeña de muro y de techo pero la segunda era mucho más profunda. Ahí estaba una habitación que Eduardo nos dijo que buscáramos pues tenía la particularidad de que su bóveda no se parecía a las demás, sino que solamente tenía un muro inclinado y el otro era vertical, por lo que aparenta ser únicamente la mitad de una techumbre maya típica. 
Cámara de la media bóveda

Me asomé en ésta habitación por el estrecho hueco que permitía ingresar y no pude ver el fondo, me decidí a entrar a pesar de no poder ver nada del techo, lo cual fue un tremendo error. Para pasar había que saltar poco más de un metro hacia abajo, con la regla de madera de Ernesto primero revolví el suelo cubierto de hojas secas en búsqueda de vívoras o de otros animales y como no apareció nada bajé hasta ahí creyéndome seguro, a penas había dado un vistazo cuando justo frente a mi cara me encontré con un gran panal de avispas y éstas comenzaron a salir, las escuchaba volar cerca de mí y de inmediato trepé por donde había entrado para salir corriendo lo más rápido que pude y esperando en cualquier momento empezar a sentir los piquetes de éstos insectos; escuchaba uno enredado en mi cabello que zumbaba furioso tratando de alcanzar la piel, sin embargo luego de casi aplastarlo con la regla se fue. Ya me sentía a salvo cuando sentí un aguijón clavarse en mi codo derecho, aunque el grosor de la piel en ese punto amortiguó bastante el dolor; me salió muy barato el error de no revisar el techo de la cámara.
El paredón de Zoh Laguna Sur

Para Ernesto fue muy gracioso verme salir huyendo de ahí, únicamente se hizo a un lado cuando pasé y ninguna avispa se le acercó; ya no nos acercamos a la cámara y no pudimos apreciar más detalles, tan sólo tomamos algunas fotografías un poco lejanas.

Cuando dejé de correr vi un montículo mayor a los que habíamos encontrado hasta ahí, así que luego de tomar aquellas fotos regresamos hacia esa estructura y ahí esperábamos encontrar lo más sobresaliente de Zoh Laguna Sur. No nos equivocábamos pues al rodear el edificio dimos en uno de los lados de un paredón que tenía más de 3 metros de alto y más de 10 metros de largo. Éste alargado muro era la pared trasera de algún edificio y además era bastante grueso a juzgar por lo que se apreciaba en uno de sus lados que estaba derrumbado.
El gran paredón

La gran estructura estaba justo al borde de la colina, por lo que desde el nivel bajo se veía aún más alta e imponente, justo al finalizar la pendiente estaba el camino de terracería que giraba rodeando la elevación del sitio y llegaba hasta donde el taxista nos esperaba, así que no tuvimos que regresar por el camino entre los edificios, sino que todo fue un pequeño paseo por una senda libre de maleza. Así llegamos de nuevo a nuestro punto de partida con la sensación de que habíamos encontrado más de lo que esperábamos en Zoh Laguna Sur y con un piquete de avispa en mi codo que no dolía pero que se convertía en una roncha que dificultaba el movimiento de mi brazo.

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