jueves, 22 de junio de 2023

Trekking a El Mirador. Parte 3: Primeros 20 km de caminata. De Carmelita a El Tintal

Por la mañana, antes de las 5, mi enojo se había esfumado por la emoción de iniciar por fin el tan esperado trekking a El Mirador. Hacía 11 años que me había enterado de su existencia y 23 desde que vi por primera vez un dibujo de aquel sitio del Preclásico, mientras me preguntaba en dónde podría encontrarse algo así. Jorge, en cambio, seguía molesto, pero esas sensaciones se fueron diluyendo después de cruzar a Flores en lancha, atravesamos la isla caminando con nuestras mochilas y nos encontramos frente al puente de entrada con Eduardo, que ya nos esperaba junto a la camioneta que nos llevaría a Carmelita, el último poblado al norte y donde se comienza la caminata.

Al poco tiempo estábamos todos en camino, recorriendo un largo trayecto por terracería y pasando un par de controles donde había que registrarse. Finalmente, llegamos hasta Carmelita, dejamos el equipaje que cargarían las mulas y pasamos a desayunar. Una vez terminada la comida, alistamos nuestra agua para el camino y nos reunimos en el centro de visitantes. Dos guatemaltecos se unieron a nuestro grupo porque no habían alcanzado al suyo, estuvieron con nosotros un par de días y luego se integraron con sus compañeros.

Conocimos a nuestros guías Antonio y Ronald, a nuestro arriero Fabián y a las cocineras que nos acompañaron en todo el trekking. Finalmente comenzamos a caminar pasando las 10:30 de la mañana.

El camino se internaba entre los árboles casi de inmediato, por lo que no tuvimos que estar expuestos al sol directo en ningún momento. Eso era muy bueno porque el calor estaba cerca de los 40°C. Este primer tramo puede ser recorrido con vehículos y esto lo aprovechan para llevar suministros al campamento de Tintal, el cual es el mejor equipado de todos los que visitamos durante el trekking; sin embargo, la desventaja es que el suelo que pisábamos estaba tremendamente disparejo y lleno de surcos de llantas que se habían hecho sobre lodo luego de alguna lluvia, y que ahora estaban duros y teníamos que pasarlos haciendo equilibrio.

Después de caminar unos 13 km, nos encontramos con un área abierta entre los árboles, ahí habían colocado sillones de madera para descansar, una adición muy reciente y que gran parte de nuestro grupo aprovechó. Yo preferí sentarme sobre un tronco partido, quería tener las menores comodidades posibles, estando en la selva en esta caminata tan larga. Ahí nos dieron algunos sándwiches que tenían un excelente sabor; aunque, para mi gusto, entre el desayuno y este aperitivo, había comido demasiado y me sentía un poco pesado.

Luego del descanso, reanudamos la marcha y comenzamos a encontrarnos con cada vez más montículos, todos llenos de trincheras de saqueo, algo que vimos en todas y cada una de las estructuras que encontramos, sin ninguna excepción.

Pasando los 18 km comencé a adelantarme al grupo, intentando llegar un poco antes para grabar mis clips de vídeo sin gente, sin embargo ahí hubo algunas bifurcaciones del camino, por lo que tenía que esperar al guía para saber por dónde seguir.

En la entrada al sitio nos reunimos todos, esperando a los más rezagados. Después volví a adelantarme, alcanzando a grabar solamente el gran juego de pelota del sitio, uno de los más grandes del área maya. Caminamos un poco por el área central, rodeada por un foso que alguna vez tuvo agua, algo muy parecido a Becán, aunque El Tintal es más antiguo, ya que data del Preclásico.

Salimos por otro camino y llegamos al campamento, ahí nos acomodamos en nuestras tiendas y luego regresamos un poco hacia el sitio para subir a la estructura Henequén, donde observaríamos el atardecer. El nombre de Tintal se debe a que en el área se encontraba una gran cantidad de árboles de palo de tinte, no hay estructuras con arquitectura visible, solamente montículos, algunos de gran tamaño.

Mientras subíamos, me quedé atrás para tomar una foto. Frente a mí pasó Eduardo y luego Mónica. Cuando iba ya detrás de ellos, Eduardo perdió el equilibrio y cayó hacia atrás, comenzando a rodar sobre su espalda y llevándose consigo a Mónica. De alguna manera que no alcanzo a comprender, di un salto al frente y quedé casi tendido en el talud de la estructura, con los brazos alcancé a detener a ambos, por lo que la caída no continuó y solamente quedamos con algunos golpes. Fue un accidente peligroso, ya que había estacas en los escalones de madera para ascender y una piedra de buen tamaño me golpeó en una pierna, aunque no sentí el impacto.

Ya arriba se nos pasó el susto y miramos el primer atardecer del trekking, aunque no había nube alguna y únicamente en el horizonte se observaba una capa de humo, producto de la temporada de quema de los campos de cultivo, lo que hacía que no fuera un crepúsculo muy espectacular. Permanecimos algún rato más y tomé unas cuantas fotos de las estrellas, aunque no resultaron muy vistosas.

Finalmente regresamos al campamento, tomamos la cena, que tuvo un excelente sazón y nos retiramos a dormir ya tarde, después de estar conversando un buen rato.



No hay comentarios:

Publicar un comentario