miércoles, 31 de mayo de 2017

Viaje a Yucatán y Campeche pt. 5. Xtohil e Ikil

Estructura en Xtohil
Empezamos el cuarto día de nuestro viaje salimos de Mérida con el equipaje en la cajuela del carro pues no había cupo en el hotel donde estábamos y pensábamos hospedarnos en otra parte del estado aquella noche. 

Ya que en los días anteriores fracasó el plan de que Xkipché fuera el sitio número 400 de Eduardo, tocó en suerte que éste número lo alcanzara en un sitio que no prometía prácticamente nada. Íbamos rumbo a Yaxcabá y de pronto pasamos junto a algunos montículos de buen tamaño, pero Julio que ya había estado ahí sabía que había una estructura excavada cerca aunque no pudimos verla entre la maleza a pesar de hallarse a pocos metros de la carretera, tuvimos que regresar por el camino cuando nos convencimos de habernos pasado y luego de regresar de nuevo en el sentido original al fín alcanzamos a ver las piedras entre la vegetación. Aunque nos pareció que el centro del sitio de Xtohil estaba unos metros atrás, ahí vimos una estructura pequeña que tenía en pie a penas algunos muros muy dañados y podía verse el espacio que ocupaba un cuarto mientras que la parte trasera seguía en ruinas convertida en montículo.
Montículos de Xtohil

Julio se esmeró en limpiar ésta pequeña estructura con el machete y luego de ello felicitamos a Eduardo por sus cuatro centenas de sitios mayas visitados pero como lo que había que ver ahí era poco, unos momentos después regresábamos por la carretera para observar los grandes montículos. En un campo despejado de árboles habían tres o más de ellos con alturas que rondaban los 5 metros, y frente a éste espacio abierto, entre un manchón de selva se veían grandes plataformas y restos de edificios más grandes. En uno de ellos encontramos pocos vestigios de paredes y nada mas, toda la arquitectura del sitio había caído en completa ruina a excepción de la habitación que vimos primero.

Escalinata volada sobre bóveda maya en Ikil
Volvimos a subir al auto para ir hasta Yaxuná, un sitio arqueológico que alguna vez estuvo abierto al público, yo sabía que íbamos a pasar muy cerca de otro lugar llamado Ikil, el cual Julio y Eduardo ya conocían, así que les pedí que nos detuviéramos ahí un rato. Su respuesta fue que no recordaban bien donde había que entrar pero que lo podíamos intentar, sin embargo les dí la sorpresa de que yo sabía exactamente su ubicación, así que sin ningún problema dimos con la terracería que conduce hasta ahí.

Dejamos el carro y avanzamos caminando los últimos metros, mis compañeros me decían que me preparara para ver un sitio increíble y sus palabras se quedaron cortas ante lo que vimos ahí: luego de una curva en el sendero dimos de lleno con una mole enorme que roza los 40 m de alto, era la estructura no abierta al público más grande que hubiera visto en todos mis viajes y aunque yo me imaginé que tendría una pendiente similar al castillo de Kukulcán en Chichén Itzá, ésta era mucho más pronunciada, tanto que me recordaba a la del templo I de Tikal. 
Entrada al templo superior de Ikil

La inclinación era tal que la subida es muy peligrosa, no crecen tantos árboles sobre los que pudiéramos sostenernos, la tierra que cubre el montículo es resbalosa y cualquier piedra que rueda llega sin problema hasta la base alcanzando gran velocidad, con lo que un golpe podría ocasionar serias lesiones y ¡qué decir de la caída si llegáramos a rodar cuesta abajo!.

A penas habíamos subido un poco cuando me mostraron un falso arco maya que pasaba por debajo de una rampa que reconocí como una escalinata, en otro de los costados había una más y más arriba otras; ya cerca de la cima ví la esquina de un templo o de un cuerpo del basamento construida con grandes piedras redondeadas.
Restos del templo superior del Ikil

Ya arriba pude darme una idea más real de cómo era el edificio: vimos restos de una pared que rodeaba el templo superior y una mole central que parecía ser maciza, al rodearla pude ver que tenía entradas en dos de sus lados; la pared externa por uno de sus costados conservaba una entrada diferente a todas las que había visto en la zona maya pues sus piedras eran enormes y tenía forma trapezoidal, algo que me recordó a las construcciones incas que había visto en Perú un mes antes; en dos de los otros lados pude apreciar que existieron entradas similares aunque ya derrumbadas y en el restante un pórtico con tres accesos que a penas se mantenían tambaleantes al borde del tremendo talud. Una vez visto todo ésto llegué a la conclusión de que el templo superior debió ser muy parecido al de Chichén Itzá, pues su planta era casi idéntica con sus entradas a los cuatro puntos cardinales y un pórtico en la principal; además de un pasillo que rodea a la habitación central cuadrada. Otra cosa que ví desde ahí es que frente a cada acceso existía una escalinata igual a las demás, con dos o tres arcos que las atravezaban por debajo en cada una. 
Pórtico del templo superior de Ikil

Éste enorme templo es superior en altura a aquél de Chichén Itzá y me pareció bastante particular por sus características únicas que parecían mezclar al famoso sitio Yucateco con los del Petén de Guatemala, además de sus extrañas escalinatas; todo lo anterior me hizo lamentar que no se haya estudiado hasta ahora gran cosa del sitio de Ikil pues debió ser muy importante teniendo una estructura de ese tamaño. 

La bajada fue aún más difícil que el ascenso pero logramos llegar sanos y salvos al piso; una vez ahí perdimos por unos instantes la orientación para llegar al sendero y tuvimos que atravezar un pequeño espacio de selva bastante complicado de pasar pero finalmente regresamos al auto y seguimos con el rumbo original con la esperanza de visitar algunos sitios desconocidos para los tres...


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