Estructura principal de la plaza A-3 |
Cuando desperté al siguiente día tenía ya por cierto que a pesar de que estaba programado ir a Xunantunich y Altún Ha, el segundo sitio no lo habríamos de visitar ya que todo había sido muy lento hasta el momento. Salimos sin embargo más rápido que otras veces, desmontamos el campamento y subimos todo a la camioneta; Quintín y los demás que no tenían pasaporte y que habían llegado hasta ahí con un permiso especial tuvieron que regresar a Flores y después a El Ceibo para alcanzar al camión que nos había llevado antes ahí para irse con ellos a Chetumal y esperar nuestra llegada al terminar el día. Ernesto, Adriana y yo nos despedimos de Eduardo, quien se quedó en Yaxhá para después visitar algunos sitios poco conocidos de la zona y habría de alcanzarnos en año nuevo en Xpujil, ya en Campeche. Nos apresuramos para comenzar rápido pero eso no sirvió de nada pues llegando a la frontera con Belice, había una tremenda fila que provocó que nos tomara 5 horas pasar al otro país vecino del sur; yo no podía creer lo que ocurría con éste viaje pues a todas las dificultades que ya he mencionado en entradas anteriores, ahora se sumaba éste inaudito retraso y además de ello nos trataron mal los agentes fronterizos beliceños, con malas caras y bromas de mal gusto sobre narcotraficantes sinaloenses...
Cuando por fín subimos todas nuestras cosas a la camioneta (la cual pasó mucho más facilmente que nosotros pues tenía placas guatemaltecas y también beliceñas) ya era un hecho que lo único que podríamos visitar sería Xunantunich. Llegamos a la orilla del río Mopán para cruzar al sitio en ferry, la camioneta se formó para subir y el conductor bajó a hablar con un policía, cosa que me pareció muy extraña, pero no tardó Fernando en darme la clave del por qué: me dijo que le ofrecían pasarnos en otro transporte con un pago extra pues la camioneta era muy grande para subir; cosa que me pareció poco creíble pues no habían mas vehículos en la fila y el ferry podía llevar hasta 4 o 6 autos, un peso que superaba el de nuestro transporte solo, definitivamente le dije que no valía la pena y que si ese era el caso recorreríamos el único kilómetro al sitio caminando ya que la visita en el lugar no sería muy larga y ya no teníamos ninguna razón para apresurarnos si no íbamos a Altún Há.
Plaza A-1 |
La reacción de la gente fue de desagrado aunque por distintos motivos, unos por no querer caminar la subida y los demás porque ya había abandonado todo intento de completar el recorrido programado. Me llamó la atención que Fernando no subiera al sitio y se fuera a comer junto con dos o tres personas del grupo, así me quedé solo y me pareció el kilómetro más pesado del viaje pues se sentía en el aire el inconformismo que ya he mencionado. Ernesto me ayudó un poco con el grupo y ésto evitó que mi propio descontento estallara, aunque todo ello se disipó al llegar a Xunantunich, pues la belleza del lugar y el pasto tan cuidado que cubre las plazas hizo que la gente se olvidara de lo demás, algunos querían recorrer, otros sentarse a la sombra de un árbol y por el tamaño reducido del sitio, aunado a la facilidad de encontrarlos, permití que se hicieran las dos cosas.
Costado del Castillo |
Xunantunich tiene una enorme plaza alargada que fue dividida en tres por edificios intermedios; entramos por el cuadrángulo A-3, en cuyo extremo hay un basamento piramidal con varios cuartos en su base y el templo superior, sin embargo no se observa por dónde se subía y ahí comenzamos a apreciar algo que yo no tuve mucho en cuenta la primera vez que estuve ahí en 2014: no se restituyeron elementos en la restauración y en algunas partes los trabajos eran muy deficientes pues encontramos ¡incluso muros que fueron reconstruidos con ladrillos modernos!
Avanzamos a la zona intermedia llamada A-2, ahí hay un gran edificio al que se puede subir, así que ascendimos y teníamos de frente la enorme construcción llamada "El Castillo", que con sus más de 40 metros de altura es la estructura principal del lugar, y que tiene como un "plus" que se puede acceder a su crestería por una escalera hecha por los arqueólogos.
Vista desde El Castillo |
Ahí dí algunos datos del sitio, pero tuve que detenerme a seña de Ernesto, pues un guardia le había indicado que parara o que me sancionarían con una multa, pues únicamente podían trabajar ahí guías beliceños; lo mismo ocurrió con los guatemaltecos en Tikal, aunque aquí eran más estrictos y podían vigilarnos más facilmente, todo el resto del camino nos estuvieron siguiendo y preguntaban quién era el guía, a lo que la gente sólo contestaba que no llevábamos ninguno, algo que les agradecí bastante.
Subimos zigzagueando los niveles del castillo, el cual está en parte sobre la plaza y en parte sobre una gran plataforma, teniendo grandes cuartos en por lo menos tres hileras, tampoco se aprecia la escalinata que permitía el ascenso excepto por la parte más baja del edificio.
En los costados de la estructura hay unos frisos que fueron cubiertos con réplicas de fibra de vidrio, lo cual es típico en los sitios de Belice, pues los elementos de estuco siempre son tratados de esa manera. Así llegamos por la parte trasera al templo superior y subimos al techo, sentándonos un rato apoyados en los restos de crestería que quedan ahí, mirando el hermoso panorama que se muestra alrededor; se puede ver la frontera y los poblados de Melchor de Mencos y Benque Viejo, así como algunas montañas bajas cubiertas de selva. Es uno de los edificios con vista más amplia que conozco en la zona maya y a pesar de que no conocería Altún Ha, me alegraba un poco estar de nuevo en aquél lugar.
Cuando bajamos me sorprendió encontrar a Fernando, quien iba llegando junto con los que se fueron con él a comer, aunque nosotros ya casi terminábamos el recorrido y únicamente nos restaba ir a ver el juego de pelota, lo cual hicimos. Así, después de un rato de descansar en la caseta de ingreso, regresamos al ferry y a la camioneta para después pasar a comer al lugar al que Fernando había ido antes; salimos de ahí cuando el sol se metía y fuimos directo hacia la frontera con México, haciendo únicamente una parada no porque no quisieran ir al baño seguido, sino porque en ésta parte del trayecto no había otros puntos donde pasar. Así pasamos la frontera cuando casi eran las 11 de la noche, aunque en el horario de Quintana Roo ya eran más de las 12.
Ésta vez nos quedamos en un hostal, aunque Ernesto y Quintín (quien ya nos esperaba) se quedaron en otro lugar, una vez instalados lo único que hicimos fue ir a comprar agua y finalmente nos fuimos a descansar, en aquella jornada habíamos estado ya en tres países diferentes.
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