sábado, 17 de febrero de 2018

Viaje a México y Guatemala pt. 9. Kajtún y El Ramonal

Montículo en Kajtún
Al salir de Río Bec, nuestro guía Samuel me dijo que podía llevarnos a otro sitio que tenía estelas, de inmediato supe que se refería a Kajtún, que a diferencia de los grupos del sitio que acabábamos de dejar al parecer fue construido de la forma convencional por un gobernante que contaba con una gran fuerza de trabajo y es un lugar más antiguo que lo demás que se encuentra en el área. Sin dudar le pedimos que nos mostrara el sitio y entonces seguimos el camino de regreso hasta que nos detuvimos junto a un pequeño sendero que se adentraba en la selva. 

Un poco antes, cuando salíamos de Río Bec, nos encontramos con jeep que era una patrulla con policías, lo que nos pareció muy extraño en aquel lugar tan apartado, pero nos saludaron amistosamente y más tarde, al encontrarlos de nueva cuenta en el poblado de Xpujil, supimos que una de sus funciones es evitar el saqueo de sitios arqueológicos, lo que nos pareció muy bien.
Estela en Kajtún

Volviendo a nuestro camino, Samuel no conocía Kajtún, el lugar fue descubierto originalmente por un chiclero a quien llaman Eli y que más tarde fue nuestro guía en otro lugar, él se lo había mostrado a Ezequiel y a su vez éste último había instruído a su hermano para poder llegar, aunque no aseguraba que encontráramos las estelas grabadas que se encuentran ahí, por lo que íbamos con la idea de buscarlas lo mejor que pudiéramos en la selva.

Sólo habíamos caminado unos cuantos metros cuando vimos montículos de buen tamaño que parecían haber sido templos piramidales, y luego de subir a una plataforma rodeada por algunos de ellos, dimos de frente con un monumento tirado en el suelo que tenía árboles creciendo sobre y alrededor de él, sus glifos laterales sin embargo estaban muy claros a pesar de estar cubiertos de musgo fino.

Estela en Kajtún
Al ver ésta piedra inscrita, Adriana dió un grito de sorpresa, Ernesto y yo permanecimos en silencio, pero igualmente estábamos emocionados de encontrarnos algo así entre tanta vegetación. Luego de tomar fotografías comenzamos la búsqueda del resto de monumentos. Comenzamos a avanzar por el sitio, pasando junto a una buena cantidad de montículos y cruzando algunas plazas, Samuel iba al frente buscando pero yo también colaboré metiéndome a la selva en los puntos donde se veían plazas rodeadas de edificios, pues éstas son los lugares donde suelen estar las estelas, les pedía en cada incursión a mis compañeros que aguardaran en el sendero y estuvieran atentos para que me orientaran si perdía la dirección, aunque ésto no fue necesario. Cruzamos tal vez casi todo el sitio y no encontrábamos nada más que montículos, de pronto vimos uno más alto que los demás y supimos que era la estructura principal, del otro lado Samuel nos llamó pues frente a lo que fue su escalinata y que ahora era únicamente un montón de piedras se encontraban otras 3 o 4 estelas.
Estela 1 de Kajtún

Ahí pudimos ver que todas estaban muy dañadas y no se podía apreciar nada de sus grabados, exceptuando la principal, que estaba en pie frente al montículo y que en la base de una de sus caras parecía mostrar un monstruo de la tierra, aunque muy erosionado; sin embargo en sus costados tenía hileras dobles de glifos muy bien conservados  e incluso pude apreciar un glifo emblema en la parte baja, lo que definitivamente indica que en Kajtún hubo un gobernante con el poder sufieciente para levantar edificios de mayor tamaño que los grupos reducidos de Río Bec, además de perpetuar su nombre en piedra, cosa que no ocurrió con sus vecinos.

Nuevamente nos ocupamos en fotografiar éstos monumentos y finalmente regresamos a la camioneta sumamente satisfechos, yo le pedí a Samuel que nos llevara a algún otro lugar en el camino de regreso y ofreció pasar a El Ramonal, el cual yo ya había visitado en el 2014 pero que mis compañeros no conocían, así que lo aceptamos y hacia ahí nos dirigimos.

El Ramonal se encuentra muy cerca de 20 de noviembre, por lo que prácticamente estábamos ya de regreso cuando nos desviamos para llegar ahí, incluso la vez que yo lo visité antes caminé muy poco tiempo para llegar.
Pared trasera de un edificio de El Ramonal

Ahí nos encontramos con una enorme pared trasera de un edificio, éste muro tiene solamente una orilla de columnillas como decoración, todo alrededor de él estaba cubierto completamente de vegetación, aunque menos crecida que cuando estuve ahí antes. Unos metros más adelante y formando un ángulo de 90 grados con ésta pared, se encuentra otro edificio del que también se puede observar el muro trasero, pero éste tiene más ornamentos, entre los que destacan motivos en forma de cruz, que nos recordaban al logo de cierta marca de automóviles y bromeamos bastante por ello.

Luego de contemplar el edificio y de tomar fotografías, subimos a una plataforma detrás de él por uno de sus costados, así llegamos a una plaza que en dos de sus lados está delimitada por las estructuras que vimos desde el otro lado.
Segundo edificio de El Ramonal

El frente de éstos edificios al parecer era muy parecido, con dos habitaciones, una detrás de otra, aunque sus fachadas están totalmente caidas y sólo se pueden apreciar restos de los techos de dichos cuartos. En los lados restantes de la plaza hay otros edificios que también están muy destruidos pero de los que no quedan visibles tampoco los muros traseros como los primeros que vimos. 

Más tarde supe de Eduardo que El Ramonal tiene otros grupos en los campos cercanos, incluso uno de ellos conserva una estela, sin embargo en éste viaje no tuvimos la oportunidad de conocerlos.

Así regresamos a 20 de Noviembre y ahí recogimos nuestras cosas, pues aquella misma tarde Adriana debía regresar a Chetumal para hospedarse ahí y tomar un vuelo a la ciudad de México en la mañana, pues al día siguiente estaría en una boda y no podía faltar.
Estructura destruida en El Ramonal

Yo aún tenía algo de malestar en el estómago, por lo que me tendí en una hamaca que era de nuestro anfitrión Ezequiel, esperábamos algún taxi que llegara al poblado para tomarlo e ir a Xpujil pero ninguno llegaba, Adriana estaba impaciente aunque yo no quería ni moverme. Después de una hora decidí ir con Ernesto a la carretera, distante 6 km para tener mejor posibilidad de encontrar transporte, pero eso no pasó pues una familia con su camioneta pasó y aceptaron llevarnos.

En Xpujil fuimos a comer empanadas que Carlos Uc May, conocido de internet de nosotros pero no en persona hasta ese momento, le había recomendado a Adriana; luego de ello fuimos a acompañarla a tomar un taxi, ella llegó a la capital de Quintana Roo y el mismo Carlos que ahí vive, la llevó a buscar hotel. Mientras tanto Ernesto y yo nos hospedamos en el hotel Calakmul y ahí fuimos a descansar para continuar con el viaje al día siguiente.


 

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