Templo de los dinteles |
El último día que estuve con el grupo salimos un poco tarde por aprovechar el desayuno gratis que teníamos en el hostal, pero nuevamente se acumularon retrazos pues nos detuvimos cerca de un banco para que varios del grupo pudieran sacar dinero; cierto es que yo le dejé la dirección del grupo a Quintín y ya iba como un pasajero más, pues estaba bastante desgastado y el día anterior él no había estado; por otro lado Fernando no salió con nosotros, quedándose en Chetumal; Quintín decidió que fuéramos a dejar a una de las chicas a la terminal de autobuses pues debía regresar a la ciudad, sin embargo fuimos a dar al aeropuerto y tuvimos que regresar un poco, después estuvimos esperando un rato pues el padre de la chica la fue a dejar, pero regresaría al autobús para seguir el recorrido. Así salimos rumbo a Dzibanché, pero nuevamente dimos un rodeo pues el autobús tomó el rumbo de Bacalar cuando había que ir hacia Escárcega.
Estructura en la plaza Gann |
Finalmente dimos vuelta en la desviación hacia el pueblo de Morocoy y ahí Quintín, quien ha trabajado arqueológicamente en el sitio y los alrededores, bajó a buscar a un señor conocido suyo cuyo nombre se me ha olvidado, que conocía muy bien el lugar y había participado en muchas temporadas de campo pero no lo encontró, por lo que continuamos hacia la entrada de Dzibanché. Éste sitio es enorme y muy importante, estaba conformado por varios grupos de edificios distintos que se encontraban dispersos, los principales son el Dzibanché (donde nos dirigíamos), Kinichná (también abierto al público), Lamay y Tutil.
Cuando estábamos en la entrada del sitio, el señor que Quintín había ido a buscar nos alcanzó en su camioneta y se ofreció para dar la guía del lugar. Viendo ésto y que el día anterior guié solo en Xunantunich, me sentí libre de recorrer el sitio adelantándome para que no hubiera mucha gente en las fotos, así que me separé del grupo y únicamente Adriana me acompañó pues Ernesto se había quedado en Chetumal para ir a los sitios de Limones, Chacchoben y Oxtankah.
Restos de mascarón en el edificio de los cautivos |
Éste lugar lo había querido recorrer desde hacía mucho tiempo, por lo que por fín llegar ahí me puso muy contento; llegamos primero frente al edificio de los dinteles, que fue el que le dio el nombre al lugar, pues Dzibanché significa "escritura en madera" precisamente porque un dintel de chicozapote de ésta estructura tenía una inscripción jeroglífica.
Subimos a la cima de ésta estructura y pude ver que sus cuerpos parecen tener influencia teotihuacana, pues tienen el típico talud-tablero con que se construía en la gran metrópoli del centro de México. También cabe señalar que se cree que en Dzibanché estuvo instalada la importante y poderosa dinastía Kaan (cabeza de serpiente), quienes derrotaron a Tikal a mediados del clásico y que más tarde se mudaron a Calakmul.
Templo de los Cormoranes |
Bajamos de éste templo y nos dirigimos a la plaza Gann, nombrada así en honor al descubridor del lugar, el médico Tomas Gann, quien recorrió la zona y gran parte de Belice a inicios del siglo XX.
En ésta parte del sitio hay una serie de edificios bajos, sin embargo es muy importante pues en uno de ellos se encontró una escalinata jeroglífica que representaba varios cautivos atados y entre las inscripciones se pudo identificar el glifo emblema de los Kanul, lo que confirmó la presencia de la dinastía en Dzibanché. En éste mismo edificio pudimos ver los restos de un mascarón de estuco, aunque muy deteriorado. A los lados hay plataformas que al parecer tenían arriba construcciones palaciegas y del otro lado de la plaza se encuentra el gran templo de los cormoranes, que se llama así por un vaso que se encontró que tenía pintadas aves de ése tipo.
Costado del templo de los cormoranes |
Éste edificio es bastante alto y su arquitectura es peculiar, pues tiene tres arcos que sobresalen en su escalinata de acceso, la cual es muy alta; los cuerpos están construidos en talud-tablero y en uno de sus costados tiene restos de un gran friso estucado y con color que cubría todo el edificio; lo que da una idea de la belleza y complejidad iconográfica que debió haber tenido en sus tiempos de esplendor.
Estuve tomando varias fotos en ésta plaza e incluso el grupo nos alcanzó, aunque nuevamente nos separamos yendo hacia la plaza central o Xibalbá, la cual se encuentra detrás del templo de los cormoranes. Ahí de inmediato pude ver el edificio más famoso del sitio: el llamado templo del Búho, que si no me equivoco tomó su nombre de un plato que ahí se encontró. Dentro de su estructura se encontró una tumba que tenía una escalinata interna que llevaba a ella, lo cual es muy parecido a su contraparte más famosa construida por Pakal en Palenque.
Templo del Búho |
Ahí podíamos subir también, así que sin dudarlo ascendimos a la cima. El cielo estaba cargado de nubes pintorescas que hacían que el panorama fuera sumamente bello, nuevamente estaba en un sitio arqueológico cubierto por un cielo hermoso, como ya se había hecho costumbre en otros lugares como La Quemada, Tehuacán Viejo o Ciudad Vieja.
Descendimos a la plaza cuando el grupo nos alcanzaba, pero por tercera vez los dejamos atrás cuando fuimos a la plaza detrás de éste último templo, ahí se encuentra la acrópolis del sitio pero está cerrada al público, por lo que no pudimos subir y únicamente rodeamos la plataforma sobre la cual se ubica. Cuando ya íbamos a dirigirnos a la salida, escuchamos que el señor que iba guiando había conseguido permiso para que pasáramos a la plaza Pom, la cual está en un costado de la dicha acrópolis, así que nos juntamos nuevamente con los demás para ir a ver.
Vista desde el templo del Búho |
Ésta plaza es más pequeña que las demás y está rodeada de edificios residenciales con una maraña de habitaciones, una de ellas con restos de decoración pintada en estuco; cuando estábamos ahí unos cuantos monos aulladores estuvieron en un árbol sobre nosotros, por lo que pasamos un rato fotografiándolos mientras se balanceaban de una rama a otra.
Así terminó el recorrido por el grupo Dzibanché, por lo que regresamos a la entrada pasando por detrás del templo de los dinteles.
Volvimos a subir al autobús y nos dirigimos al grupo Kinichná, distante pocos km de donde estábamos, yo quería ver el grupo Lamay, que se encuentra a un lado del camino al pasar, pero me equivoqué de lado en el asiento y a penas alcancé a dar un pequeño vistazo a aquél conjunto, que está muy cubierto de árboles, pero se distinguen algunas paredes de edificios.
Edificios de la plaza Pom |
Cuando llegamos a Kinichná, nuevamente hicimos lo mismo que en Dzibanché; Adriana y yo nos adelantamos al grupo y nos encontramos rápidamente frente a la enorme base de la acrópolis que es el único edificio que se puede visitar en ésta área.
En la parte baja hay una escalinata muy ancha que tiene escalones altos y gruesos, por lo que es cansado subir, en la parte más alta se encuentra el templo superior, junto con dos pequeños templitos a cada lado que miran hacia el centro, un poco más abajo se forma una explanada que al centro tiene el conjunto más alto y también a cada lado hay plataformas que soportan cada una un templo más grande que los laterales altos pero más pequeño que el superior y al igual que éste último miran hacia el frente del edificio.
Acrópolis de Kinichná |
Subimos recorriendo cada nivel de la estructura, el cielo seguía espectacular, por lo que me deleité tomando fotografías; éste edificio era el que más quería visitar en la zona, por lo que en el fondo me encontraba sumamente contento, así llegamos hasta el templo superior y lo rodeamos para ver en su pared trasera una figura de estuco que ahora está ya muy dañada pero que representaba al dios solar K'inich Ahau, lo que dio nombre a éste conjunto arquitectónico, que significa "casa del sol".
Luego de ésta visita, bajamos y pudimos ver que a los lados de la base del edificio también existieron dos grandes mascarones pero ahora es poco lo que se puede apreciar de ellos. Ahí terminamos con la visita del sitio, el itinerario decía que aquél día también iríamos a Kohunlich y Quintín tenía la idea de ir, pero como de costumbre todo fue muy lento y eso no fue posible, era ya bastante tarde para ello y decidimos mejor ir a comer al cercano poblado de Nicolás Bravo.
Vista desde la acrópolis de Kinichná |
No tardamos mucho en llegar a destino, pero si tuvimos algunos problemas para encontrar donde comer, pues un lugar donde vendían pollo ya no tenía suficiente para el grupo, después encontramos otra pequeña fonda que servía caldos y tamales, consultamos al grupo y aceptaron aquel menú, por lo que luego de comprar el poco pollo que quedaba, se dirigieron al segundo lugar.
Mientras ésto sucedía, Adriana y yo aprovechamos para caminar unas pocas cuadras y conocer una estructura maya que se encuentra dentro del poblado: se trata de un edificio tipo Río Bec, bastante cubierto de vegetación y rodeado por una malla metálica, pero aún se pueden apreciar las paredes de dos torres que flanquean a una serie de habitaciones colapsadas, de las que quedan solamente los muros traseros.
Base de la acrópolis de Kinichná |
En los alrededores hay muchas más estructuras pero no las visitamos aquel día pues esperábamos a Ernesto, así que alcanzamos a los demás para comer, Fernando había llegado también; al terminar fuimos al autobús por nuestras cosas y para despedirnos; Adriana y yo habíamos de quedarnos ahí, pues seguiríamos nuestro recorrido con Ernesto mientras que el resto del grupo pasaba los días restantes en la laguna de Bacalar y en la playa de Mahahual; ahí ya no se requería de un guía para los sitios arqueológicos, así que antes de comenzar el recorrido ya estaba decidido que en éste punto nos separaríamos. Así terminaba de mi parte aquel viaje en grupo que tantos meses antes habíamos imaginado Neftalí, Fernando y yo, por un momento tuve sentimientos encontrados, se logró hacer el trayecto aún con todos los problemas que pasamos y la ausencia de Nefta, Fernando hizo un buen trabajo con la logística del transporte y los hoteles y junto con Quintín también lograron juntar suficiente gente, gracias a lo cual seguimos adelante, pero por otro lado un itinerario que era perfectamente realizable que diseñé con Neftalí pensando en no ser muy cargado no se había cumplido para nada por los motivos más diversos.
Estructura maya en Nicolás Bravo |
Ningún día se había completado, en Palenque no fuimos al museo, la pifia de Yaxchilán con los costros extra en Bonampak, una visita apresuradísima en Aguateca, la mitad del grupo no conoció Yaxhá y los otros no estuvieron en el Remate y no habíamos ido a Altún Ha ni a Kohunlich. Únicamente en Tikal, Dzibanché y Xunantunich habíamos tenido visitas sin apresurarnos y no hubo día en que no pasara disgustos por ver como se iba el tiempo y se imposibilitaba completar lo programado, además de los problemas con los cajeros de Flores y la estresante navidad que pasamos... cosa que jamás antes había pasado en ningún viaje en el que hubiera participado, por lo cual todo el tiempo tuve una sensación desagradable que no desapareció hasta que aquella tarde junto con Adriana bajamos del autobús, entramos a una tienda que estaba en frente y compré un machete, pues de ahora en adelante los sitios a visitar eran mucho más complicados. Vimos al grupo alejarse mientras nosotros tranquilamente nos sentábamos en una especie de parada junto a la carretera a esperar a Ernesto, quien llegó ya cuando había anochecido, ahí estuvimos platicando mientras yo intentaba afilar mi reciente adquisición, cosa que fue imposible pues como después supe, al ser nuevo tenía un recubrimiento muy duro que no dejaba actuar la lima que usaba para tal efecto.
Una vez estuvimos los tres, tomamos un taxi hacia la comunidad de 20 de noviembre, ahí yo había contactado al guía Ezequiel Cahuich, que había hecho arreglos para que al siguiente día llegaramos a un importante sitio cercano. Una vez en el poblado, nos dieron lugar en una casita casi desocupada para poner nuestras tiendas de campaña, también nos prepararon panuchos para la cena y brindamos un poco pues nos esperaba un gran recorrido y después de todo, ya habíamos llegado hasta ahí...
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