Después de salir de Palmillas, regresamos hacia Cuitláhuac y a partir de ahí entramos a una carretera secundaria, más allá dimos vuelta en una terracería y seguimos algunos kilómetros. Habíamos tenido dudas sobre el camino a tomar para llegar al sitio arqueológico de Cuauhtochco ya que éste se encuentra rodeado por el río Jamapa y es necesario cruzarlo, en nuestros mapas aparecía otro acceso que cruzaba por un puente vehicular pero varios kilómetros río abajo; Jorge sugirió que llegaramos al poblado de Santiago Huatusco y preguntáramos por el sitio antes de decidir, yo prefería ir directo en el auto hasta donde llegáramos pero sabía que cruzar el río a pie (si se podía) sería el camino más agradable y espectacular así que acepté su propuesta; a penas un poco antes de llegar al poblado ya teníamos una vista hermosísima: dimos una vuelta prácticamente en "u" para tomar la entrada a Huatusco y frente a nosotros vimos una serie de cañadas y abruptos paredones totalmente verdes, sobre la elevación más grande se distinguía la figura rectangular del gran templo de Cuauhtochco.
Río Jamapa |
Comenzamos a ver un caserío donde no se distinguían muchas personas; finalmente llegamos a la plaza central de Santiago Huatusco, se trataba de un campo muy verde frente a una iglesia que en su frente se veía bastante reciente pero que en la parte trasera mostraba muros y una capilla lateral que parecían coloniales, habían dos calles junto al edificio y más allá estaban las paredes casi verticales de los cerros circundantes. Entramos a la iglesia y vimos que el interior también parecía haber sido añadido recientemente mientras que la capilla lateral estaba cerrada y servía como una especie de desván. Al salir vimos en la casa de enfrente algunos jóvenes y les preguntamos la forma de llegar al sitio arqueológico, nos indicaron que debíamos bajar al río y cruzarlo para luego ascender del otro lado; no sacamos mucha información pero al menos sabíamos que el nivel del agua era bajo y seguro para pasar.
Cruce del río Jamapa |
Nos encontramos con una gran dificultad un poco más adelante cuando paramos en la única tienda que vimos en el pueblito: no habíamos comprado agua antes y ahora solamente encontramos pequeñas botellas de refresco que no serían suficientes. Platicamos con la señora que atendía el lugar y con un cliente que se veía algo crudo y nos dijeron que era posible llegar a Cuauhtochco pero que el camino era muy complicado, que difícilmente lo encontraríamos si no teníamos guía. La cosa pintaba mal pero al final nosotros decidimos ir de todas maneras con un refresco cada quien y el gps de los teléfonos celulares. Subimos al auto y seguimos por un camino cada vez más difícil hasta que vimos el curso del río reflejando el intenso azul del cielo. Un poco antes de eso encontramos un joven que se lavaba la cara en un pequeño arroyo, le preguntamos si podía guiarnos al sitio y contestó que no había desayunado pero que podía alcanzarnos después, nosotros no creimos que eso pasara así que abandonamos la idea de buscar guía y emprendimos la marcha solos.
Restos de muro defensivo |
Una vez que bajamos a la orilla del río Jamapa pudimos ver que Cuauhtochco era una fortaleza impresionante: del otro lado se alzaban unas tremendas paredes verticales y el gps nos indicaba que arriba de ellas y unos metros más allá estaba nuestro destino, por consejo de los lugareños y por lo que veíamos en el mapa decidimos seguir la orilla río abajo hasta llegar a un meandro donde parecía existir una subida segura; desde un principio éste camino fue muy complicado, caminamos entre un plantío de limones que cerraba el paso muchas veces, no queríamos usar el machete y había espinas en las ramas, sin embargo el olor era sumamente agradable. Un poco más adelante nos encontramos con que el paso se estrechaba mucho y lo único que había era un sendero entre espesa vegetación que nos cerraba el paso a cada momento, el calor y la humedad eran intensos y había que subir y bajar continuamente entre las grandes piedras que cubrían la rivera.
Montículo en la plaza baja de Cuauhtochco |
Comenzamos a preocuparnos porque la dificultad para avanzar era terrible, el sudor nos corría por la cara y nuestros refrescos comenzaban a mermar, el sol ya estaba subiendo bastante y si no conseguíamos salir de esa selva lo mejor sería regresar e intentar por otro camino.
Cuando ya estábamos considerando volver, en el mapa vimos que unos metros frente a nosotros debía haber una especie de playón o espacio abierto así que avanzamos y nos encontramos con que en una curva del río la orilla se ampliaba mucho y quedaba libre de vegetación pues estaba cubierta de cantos rodados y arena, finalmente tuvimos paso libre aunque las botas se nos hundían en el terreno, la siguiente curva que formaba el curso del agua tenía un paso donde el río pasaba sobre muchas piedras y bajaba mucho su profundidad, incluso vimos a dos lugareños que en ese momento estaban por llegar a la orilla opuesta.
Templo principal de Cuauhtochco |
Pasamos por el mismo lugar sin quitarnos las botas ni alzarnos los pantalones, el calor era intenso y el agua tenía una temperatura muy agradable así que no nos importó llevar los pies mojados además de que se secaron muy rápido. Hablando con los dos lugareños que habíamos visto nos indicaron que había una senda que usaba el ganado para subir a lo alto del cerro donde está el sitio, así que a partir de ahí comenzamos a caminar por una senda muy bien marcada que parecía cruzar un espacio plano, de pronto nos encontramos con otro camino que parecía ascender así que dimos vuelta ahí, supimos que era la dirección correcta pues la pendiente se volvió pronunciada muy pronto y vimos que estábamos muy cerca de la pared vertical que caía hasta la orilla del río, finalmente nos convencimos de que llegaríamos a Cuauhtochco cuando encontramos restos de muros defensivos que alguna vez restringieron el único paso natural que llegaba al lugar por el sur.
Tarántula en Cuauhtochco |
La subida era pesada, Jorge y Ernesto casi habían terminado con su respectivo refresco (aunque Jorge había encontrado un suero en su carro, fruto de algún día posterior a una borrachera), yo casi no había tomado nada pero comenzaba a tener la boca seca; tal dificultad se nos olvidó cuando vimos la cima totalmente limpia y libre de vegetación, yo esperaba ver en cualquier momento el templo principal pero el espacio al que llegamos solamente mostraba algunos montículos muy destruidos, por un instante estuve un tanto confundido pero luego levanté la vista y varios metros más adelante, sobre una elevación aún mayor se veía el edificio prehispánico que buscábamos.
Éste primer espacio era una plaza muy amplia con montículos, casi no se veía nada de arquitectura expuesta exceptuando algunos muros de cantos rodados que permanecían en su lugar bien alineados.
Posible edificación colonial |
Subimos la última cuesta y con una gran emoción llegamos frente al templo principal de Cuauhtochco. Al acercarnos vimos una buena cantidad de zopilotes que habían alzado el vuelo y se alejaron por el lado contrario al que llegamos; era increíble que el lugar estaba casi libre de maleza y el edificio mostraba sus detalles claramente, del lado por el que llegamos había también una serie de montículos bajos alineados con un costado del edificio principal. Se trata de la única estructura hecha en estilo totalmente mexica que se conserva en tan buenas condiciones y que incluso aún sostiene gran parte de su templo superior, un detalle que en otros lugares del centro de México jamás sobrevivió; además de ello aún muestra gran cantidad de su recubrimiento de estuco y algunas decoraciones en los frisos de la parte superior. Éste lugar fue documentado a principios del siglo XIX por el capitán de dragones Guillermo Dupaix e incluso se tiene un grabado que lo muestra aún más completo que ahora, por lo que fue usado como modelo para reconstruir sitios como Santa Cecilia Acatitlán o hipotéticamente incluso la gran México-Tenochtitlan.
Templo mayor de Cuauhtochco |
El lugar es llamado también Huatusco o El Fortín; al llegar me senté frente al templo mayor y grabé una dedicatoria a nuestro amigo Neftalí, ahora quedaba cumplido el último pendiente que habíamos dejado antes de su fallecimiento y me costó trabajo contener las lágrimas que se agolparon en mis ojos. La voz de Ernesto me sacó de mi introspección pues le escuché decir que había encontrado una tarántula y quise ir a verla, era un animal pequeño pero muy bonito: las patas y todos sus apéndices eran negros pero el torso era rojizo y la panza mostraba líneas alternadas en negro y naranja con el centro en otro tono rojizo más oscuro, de inmediato quise fotografiarla y entonces me di cuenta que era bastante agresiva pues con cualquier movimiento se ponía en guardia e incluso incrementó la dificultad para enfocarla pues arremetía contra mí cada vez que le apuntaba con la cámara.
Vista de Cuauhtochco |
Frente a donde estaba la araña vimos un gran pozo de saqueo en la pared del edificio que mostraba dos o tres etapas constructivas, dimos la vuelta y encontramos una edificación un tanto extraña que aún tenía muros sobre una plataforma, después de revisarla no creímos que fuera prehispánica aunque si parecía muy antigua, por lo que probablemente sea colonial.
Finalmente subimos por la empinada escalinata del templo mayor, sus escalones eran muy estrechos y hechos con cantos rodados que en algunas partes aún estaban recubiertos de estuco; el templo superior aún tenía incrustados fragmentos de madera que creaban un techo plano de dicho material a la mitad de la altura de las paredes, los muros parecían incluso como si hubieran sido edificados con ladrillos, algo sorprendente aunque no tenemos ningún punto de comparación al tratarse de un ejemplo único.
Vista del río Jamapa |
Cuando estábamos a punto de bajar del edificio, el joven que habíamos encontrado en el camino llegó hasta ahí y nos ofreció una gran botella de agua con hielo, ya habíamos olvidado la sed pero el camino de regreso sería muy caluroso, así que nos salvó de una posible deshidratación. Su nombre es Miguel González y nos contó que el sitio está tan limpio porque a veces pasa por ahí el ejército aunque también algunas tardes y noches se escucha pasar cuatrimotos que podrían pertenecer a narcos.
Después de bajar del edificio nos encontramos con los restos de una cabeza de serpiente que quizá decoraba el muro del templo y en la parte trasera del mismo una piedra con grabados que quizá representaban escamas y parte del rostro de otro reptil. Emprendimos el regreso guiados por Miguel y pudimos ver en varios puntos el borde del acantilado con el río Jamapa en el fondo y una extensa vista cubierta completamente de vegetación, bajamos por el mismo camino y cruzamos por otra parte del mismo vado la corriente de agua, ahí nuestro guía rellenó la botella directamente del río y vimos que el líquido estaba muy limpio y fresco. El camino que tomamos hacia Santiago Huatusco fue casi el mismo que seguimos en el sentido contrario, por lo que vimos que no estábamos tan perdidos; el calor en los últimos metros era ya tremendo pero llegamos enteros hasta el camino donde pasamos con el auto y regresamos a la misma tienda para comprar más refrescos, ahí la misma señora que vimos en la mañana nos contó que el cliente crudo que no nos quiso llevar le había dicho que temía que lo fuéramos a secuestrar... Así terminamos el recorrido despidiéndonos de la señora y de Miguel y salimos por el mismo camino por el que llegamos rumbo a nuestro siguiente destino.
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