sábado, 23 de febrero de 2019

Viaje por el Puuc. Pt. 4. Cucá, Yucatán

Estructura II
Después de salir de Aké, tomamos rumbo de vuelta hacia Mérida, unos kilómetros antes de llegar a la ciudad dimos vuelta en un camino de terracería y avanzamos por ahí mientras las condiciones lo permitieron. Por espacio de 2 km no tuvimos problemas, aquí fue donde por primera vez en el viaje tuve que usar por completo los recursos con los que contábamos (el odómetro del auto y la brújula) así como el sentido de la orientación y los mapas con los que contaba ya que aún no tengo un gps que me facilite las cosas. 

Teníamos que entrar 3 km por la brecha pero el último de ellos decidimos caminarlo debido a que la vegetación se cerraba dejando en algunos tramos apenas espacio para el paso de una o dos personas; veíamos albarradas hacia ambos lados y en el suelo de pronto se notaba que pasábamos sobre viejos muros, lo que me confundía y hacía más difícil la orientación ya que el sitio que buscábamos, Cucá, posee dos murallas concéntricas; el nombre, según los datos que conseguí, podría traducirse como "ardilla de agua", denominación bastante extraña ya que desconozco algún animal que sea llamado así.
Fragmento de jamba, dintel o estela lisa

Cuando calculaba que habíamos completado la distancia de 3 km vimos un sendero que entraba hacia el poniente tal como las fotos aéreas indicaban, sin embargo la maleza no permitía percibir nada más allá de 4 o 5 metros y quise verificar que no fuera un camino equivocado; le dije a Adriana que esperara ahí y seguí por un buen tramo en el camino donde estábamos sin encontrar rastro de otros senderos, a lo lejos se veía una elevación llena de árboles que supuse era el centro de Cucá.

Regresé donde estaba Adriana y entonces entramos en el otro sendero, a penas habíamos avanzado un poco cuando se perdía el rastro del camino y la hierba alta, los arbustos y las espinas complicaban por completo el paso; aún no compraba un machete por lo que fue una dificultad mayor, tuvimos que avanzar abriendo paso con brazos y piernas, sin embargo aunque era muy complicado no era algo imposible como suele ocurrir en otras ocasiones.
Restos de arquitectura en la estructura V

Como el camino se perdía muy fácil, improvisé una marca quitando el folder rojo con el que protegía los datos impresos del sitio que traía conmigo, la amarré en un tronco con fibras de algunas plantas y confié nuestra suerte a la brújula y al sol. Existe una regla importante cuando se camina por bosques o selvas que dicta no salir del sendero, en éste caso eso implicaba no llegar al sitio así que decidí que la romperíamos, el camino por el que entramos en un principio nos daba la seguridad de regresar sin problema si lo buscábamos caminando hacia el este. El trayecto me costó sangre, ya que en algún momento Adriana se dio cuenta de que un hilillo rojo corría por mi brazo e incluso llegó a manchar las hojas con el mapa, fue algo muy extraño pues al limpiarme con alcohol no pude encontrar la herida.

Encontrar Cucá y su edificio con arquitectura en pie se convirtió en uno de los mayores retos con los que me he encontrado desde que comencé a explorar sitios arqueológicos... luego de avanzar muy lentamente nos encontramos con una elevación hecha de piedras que se alargaba hacia ambos lados; de inmediato me dí cuenta de que estábamos sobre la muralla externa del sitio y me ocupé en definir el punto en el que habíamos llegado usando la brújula, me costó bastante trabajo ya que en un principio había colocado el mapa al revés.
Pórtico en pie en la estructura V

Una plataforma muy destruida nos permitió saber que estábamos en la esquina noreste del lugar, el mapa fue sumamente útil ya que a partir de ahí comenzamos a saltar de un montículo a otro, cruzando la maleza que los separaba con gran dificultad, hasta llegar a la muralla interna. Unos metros más adelante nos encontramos con la enorme mole de la estructura II, la cual tiene alrededor de 15 metros de altura y un largo de más de 30, justo en el punto en el que arribamos se encontraba una gran piedra recargada en el tronco de un arbusto que crecía junto a ella; no pudimos identificar si se trataba de un fragmento de dintel, jamba o estela pero en su parte central había rastros de lo que pudo haber sido alguna figura labrada, aunque también hay una gran probabilidad de que fuera solamente una rugosidad natural producida por la erosión. Usamos la piedra como marcador para saber por donde salir del sitio más tarde.

A partir de este punto las cosas se complicaron nuevamente, yo ya sabía que solamente en un edificio había arquitectura visible aunque en el mapa no estaba indicado claramente.
Habitación con techo colapsado

Comenzamos a recorrer todas las grandes estructuras que veíamos dibujadas, la mayoría de los edificios sobrepasaban los 10 m de altura y tres de ellos llegaban a los 15 con bases bastante alargadas. Estuvimos rodeando un montículo tras otro, subiendo a varios y no encontramos ni rastro de algo en pie, únicamente los restos de derrumbe de los edificios completamente destruidos, cuyas piedras amenazaban con rodar hasta el suelo cada vez que pisábamos.

El cansancio ya estaba haciendo mella en nosotros y le dije a Adriana que me esperara en el ángulo que formaban dos estructuras que delimitaban una plaza. Llegué a un enorme edificio detrás de los ya mencionados y vi algunas piedras alineadas que marcaban la existencia de algunos muros en pie pero era realmente poco lo que se apreciaba y a pesar de subir a la cima de la estructura no pude ver nada más.

Pasé por varios montículos más, ya mis piernas temblaban por el desgaste de caminar entre piedras sueltas, tenía todos los músculos del cuerpo tensos y el estómago oprimido me daba malestar; iba diciéndome a mi mismo que el sitio me estaba exprimiendo las fuerzas e incluso Adriana me escuchó mientras lo hacía. Ya eran las 4 de la tarde, debíamos salir de ahí en menos de una hora para evitar quedar en la oscuridad, ya pensaba que sería necesario regresar a buscar al día siguiente. En mi mente conversaba con mi amigo Neftalí, recordando el día que llegamos al sitio de Rancho Ojo de Agua en Chiapas, un lugar muy problemático, incluso le pedía que me ayudara de alguna manera a encontrar la estructura en pie pues yo ya me sentía desfalleciente.
Estructura V

Al final solo faltaba revisar la estructura I, regresé donde estaba Adriana y fuimos hacia allá, ella se quedó en la base del edificio y yo subí a la cima para otra vez no encontrar nada. Le grité para decirle que me sentaría un rato pues ya no podía dar un paso más y mientras estaba ahí me di cuenta que tenía señal de celular, busqué en internet para revisar un reporte del sitio y ahí pude ver que lo que buscábamos estaba en la estructura V. Bajé de donde estaba y regresamos sobre nuestros pasos, el montículo al que nos dirigíamos era el mismo en el que había visto unos pocos restos de muros, incluso había ascendido sin ver nada pero esta vez llegamos por el lado contrario al que había visto antes. Al mirar la parte media de la pendiente ¡ahí estaba el pórtico que tanto habíamos buscado!. A una altura de aproximadamente 6 o 7 m sobre el nivel de la plaza se encontraban dos columnas que sostenían 3 grandes dinteles sobre los que había aún parte de la fachada de lo que fue una habitación, las piedras de recubrimiento y adorno habían desaparecido ya casi en su totalidad. Del lado izquierdo se alcanzaba a ver entre el escombro que hubo alguna vez otra habitación muy similar ahora cubierta. Toda la bóveda se había venido abajo pero aún se podían apreciar las paredes internas detrás del pórtico.

Maní
Estuvimos ahí un rato tomando fotografías y luego de ello tuvimos que irnos porque comenzaba a caer la tarde. La salida, como suele ocurrir, fue mucho más fácil que la entrada: llegamos a la piedra en la base de la estructura II, de ahí a la muralla interna y luego a la plataforma en el muro externo. Desde ese punto la maleza se componía de manchones de pastizal muy alto entre arbustos que hacían imposible distinguir marcas de sendero o incluso pasar en línea recta, creí que no encontraríamos el camino por el que entramos y mi marca improvisada con el folder sería imposible de ubicar, pero de repente Adriana llamó mi atención y señaló el lugar donde lo habíamos dejado. Solamente nos habíamos desviado de la ruta que seguimos al entrar por 5 m. Unos segundos después estábamos de vuelta en el camino principal.

Llegamos hasta el auto y salimos a la carretera justo cuando la última claridad del día se estaba extinguiendo, luego de ello tomamos camino hacia Peto y avanzamos cerca de 70 km hasta la desviación de Maní, llegamos hasta aquel pueblo pues queríamos ver el lugar donde en el año de 1562 fue realizado un auto de fe por órdenes de Diego de Landa en el que se quemaron cientos de códices mayas. Ahí tomamos fotos del antiguo convento y encontramos una serie de piezas sueltas en la pared de un comercio.
Piezas sueltas en Maní

Todavía pasamos a cenar, ya que no habíamos comido nada más que snaks durante el día. Por fin tuvimos la oportunidad de comer panuchos y luego de ello seguimos nuestro camino hasta nuestro hotel base en Oxkutzcab. Ahí nos esperaba nuestro amigo Carlos junto con su novia Paola, estuvimos todavía un rato revisando los sitios que visitaríamos al día siguiente y finalmente nos fuimos a dormir. A penas era el primer día de visitas a sitios mayas y había sido bastante ajetreado. 


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