Fuerte de San José el Alto |
El 10 de julio acudimos al curso de lengua maya por la mañana como ya se había hecho habitual, después de la salida me dirigí junto con Fernando al fuerte de San José el Alto, donde se encuentra el museo de arqueología subacuática. Tomamos un camión de la universidad al centro y luego no encontramos la ruta que Álvaro nos había indicado, por ello subimos en otra que creíamos que nos acercaría bastante. El resultado fue que nos bajamos cuando notamos que nos estábamos alejando del cerro en el que se encuentra el lugar al que nos dirigíamos y caminamos bastante y en una subida algo pronunciada. Mi pierna estaba mucho mejor que en los anteriores recorridos pero con ésto comenzó a resentirse un poco, aunque muy ligeramente.
Luego de más de media hora llegamos a una estatua de Benito Juárez que era nuestra referencia para llegar y en poco tiempo estábamos en el destino.
Cañón junto al fuerte |
El fuerte es un pequeño edificio militar que está rodeado por un pozo con una única entrada comunicada con el exterior por un pasillo serpenteante que llega a un puente, desde su costado poniente se domina el litoral con una vista inmejorable; algunos cañones adornan el terraplén que baja hacia el mar.
El museo es sumamente interesante ya que abarca varios temas de la arqueología subacuática tales como la exploración en cuevas y cenotes, ríos, mares y otros cuerpos de agua. Ahí se encuentran piezas que ilustran los descubrimientos relacionados con la prehistoria, los ritos acuáticos prehispánicos, los naufragios coloniales y modernos y los métodos de estudio. Algunas de las piezas más interesantes son una caña de timón que representa un galgo corriendo, un antiguo cañón español y numerosas joyas de oro provenientes de un pecio en el caribe.
Caña de timón en forma de galgo |
Decidimos llegar hasta nuestro alojamiento caminando, así cruzamos una de las áreas altas de la ciudad de Campeche y nos dimos una buena cansada por el intenso calor que hacía.
El siguiente sábado no tenía muchas opciones y quería forzar poco mi pierna pues al día siguiente habría un recorrido largo. Fernando se fue a visitar Champotón y su sitio arqueológico y yo decidí ir a buscar Cansacbé, un sitio del que tenía pocas noticias excepto que era enorme, estaba casi desaparecido y se había propuesto que fuera el verdadero asentamiento prehispánico que dio origen a la actual ciudad de Campeche; Wilberth me dio algunas indicaciones, con ello me dirigí a la terminal de segunda y tomé un autobús al cercano Hampolol, en menos de media hora ya había llegado hasta ahí y comencé a caminar hacia el sitio.
Puente antiguo |
Después de solo un kilómetro me encontré con un antiguo puente que formaba parte del camino real que llevaba a Mérida; este puente fue construido inequívocamente con piedras de edificios prehispánicos y existen narraciones que mencionan grandes montículos a los costados de la senda que fueron por completo desmantelados para ser usados como material de construcción.
A partir de ahí todo se complicó; de ser una caminata sencilla, el recorrido se convirtió en una lucha contra la maleza. Subí a un pequeño cerro por una brecha muy descuidada, mi avance era sumamente lento y debía usar el machete todo el tiempo. Empecé a pensar que de seguir así debería abortar el intento pero no quería irme sin haber encontrado nada. Luego de media hora estaba en la cima alargada del cerro y me encontré en un terreno más sencillo aunque infestado de mosquitos. Mi pierna comenzaba a doler pero ya no había marcha atrás.
Montículo destruido |
Comencé a encontrarme con numerosos montículos que formaban plazas, algunos incluso tenían grandes piedras megalíticas mientras que otros estaban construidos con otras mucho más pequeñas. Ubiqué algunos restos de metates o de otras piezas labradas y lo que parecía un pequeño pozo con boca hexagonal. Además de ello no quedaba absolutamente nada en pie, únicamente algunas piedras alineadas indicaban lo que alguna vez fue una pared. Es triste el estado de este gran sitio, sus edificios ya son simples montículos bajos, terriblemente saqueados y sin forma.
Decidí bajar del cerro por el lado contrario al que subí para no pasar por el mismo camino difícil; fue una excelente idea pues me encontré una brecha de terracería que me llevó directamente a la carretera, ahí esperé por un buen rato a que pasara el autobús de regreso y como era temprano y estaba solo me fui al cine a pasar la tarde.
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