Cartucho glífico con un templo piramidal muy borrado |
La semana final de la práctica de campo decidimos ir a buscar por nuestra cuenta unas pinturas rupestres de las que habíamos oído hablar varias veces y que se encuentran en el cercano sitio de San José de los Laureles.
En dicha ocasión únicamente fuimos el equipo encargado de la nopalera y el monte (Fabiola, Yaelin, Fernando, Andreas y yo). Nos levantamos temprano para ir a tomar una combi que nos llevara al centro del pueblito. El lugar está en un terreno más elevado que Tlayacapan y desde ahí podíamos ver bastante bien los cerros que habíamos recorrido anteriormente y otros que se encuentran en las cercanías. Lo primero que hicimos fue buscar a alguien que nos diera indicaciones; luego de ello recorrimos una de las calles principales hasta llegar al campo, de ahí el camino serpenteaba un poco entre zonas de cultivo de nopal. No tuvimos mucho problema en encontrar el sendero que llevaba al sitio rupestre ya que encontramos algunas personas trabajando cerca de ahí.
El sitio blanco de San José de los Laureles |
Tomamos un caminito muy pintoresco que cruzaba arroyos y pasaba junto a pequeñas barrancas llenas de vegetación; luego de un rato sospechamos que algo andaba mal puesto que no encontrábamos el sitio y nos habían dicho que se ubicaba bastante cerca, por fortuna nos encontramos con alguien que estaba arando una pequeña parcela y nos dijo que debíamos haber cambiado de sendero bastantes metros más atrás.
Regresamos y luego de desviarnos dimos con un puente bastante maltrecho que se veía peligroso pero aún así lo pasamos, más adelante llegamos a unas paredes de roca con una escalera hecha con ángulos de varilla empotrados, un poco más allá nos encontramos con el primer panel de pinturas, las cuales eran rojas y representaban personajes y cartuchos glíficos, uno de ellos tiene la representación de un templo en su parte central pero está muy dañado.
Exconvento de Oaxtepec |
Estuvimos buscando un buen rato el llamado "sitio blanco", con las mayores pinturas del lugar, Fernando subió bastante en el cerro donde nos encontrábamos pero luego nos dimos cuenta que lo que queríamos ver estaba un poco más abajo. Ahí vimos un abrigo rocoso que contenía una gran cantidad de pinturas en blanco y algunos otros colores; lo más llamativo era una gran espiral, rostros, venados y círculos. Había muchos restos de rituales actuales llevados a cabo ahí y estuvimos documentando el lugar por un buen rato. Regresamos por el mismo camino y alcanzamos a llegar a Tlayacapan justo a tiempo para comer con el resto de los compañeros.
Unos días después llevaron a todos los que queríamos tomar la especialidad de arqueología a realizar recolección de material en superficie en un pequeño sitio en Oaxtepec. Primero paramos en el exconvento del poblado y de ahí llegamos un terreno baldío donde se encontró alguna vez la casa de la cacica local, que vivió ahí justo después de la conquista.
Basamento en Xapela |
El sitio es conocido como Xapela y no se encontraba registrado; estaba en gran peligro por la construcción de casas que ya habían arrasado gran parte del lugar.
Recorrimos los restos de la casa colonial y nos dividieron para recoger cerámica en el terreno. En el lado que me tocó había un montículo que sobresalía; los arqueólogos encargados creían que se trataba de una pequeña capilla caída pero luego de inspeccionarlo y de mapearlo encontramos el borde de una escalinata. Por las características y la orientación del edificio se llegó a la conclusión de que debió tratarse de un templo prehispánico sobre el cual se construyó la edificación colonial, además de ello toda la cerámica que encontramos era anterior a la llegada de los españoles, lo que recorría hacia atrás el periodo de ocupación del sitio.
Vista desde el Sombrerito |
En los últimos días de práctica Andreas estuvo insistiendo en que subiéramos al cerro del Sombrerito, como ya no teníamos muchas ganas de ir se fue solo y lo que nos contó nos animó a acompañarlo.
Este último recorrido lo realizamos Fabiola, Romina, Elizabeth, Fernando, Andreas, mi tocayo Mario y yo. Subimos por la tarde al cerro de la ventanilla y desde ahí llegamos luego de una subida algo empinada a la base de la formación que da nombre al cerro, la cual parece un sombrero de copa. Por la parte sur encontramos una escalera de metal que llegaba a la cima, pero estaba sumamente floja y se sentía bastante peligrosa. Pese a ello, y a que en la cima había un ave muerta que olía horrible, estuvimos un buen rato arriba con una de las mejores vistas de la zona. Solamente empezamos el descenso cuando el atardecer ya pintaba todo el paisaje de rojo y comenzaba a menguar la luz del día.
En la cima del cerro del sombrerito |
La segunda mitad del camino de regreso fue un tanto difícil porque ya estaba bastante oscuro, incluso nos detuvimos en la ventanilla y dirigimos las lámparas que teníamos hacia el campamento y nuestros compañeros nos contestaron haciendo lo mismo desde el techo.
Así finaliza mi relato acerca de los recorridos que efectuamos en el monte y los sitios arqueológicos cercanos a Tlayacapan aunque también realizamos trabajo de campo, entrevistas, mapeo y caminatas; jugamos futbol varios días y un poco de basquetbol (en las canchas encontramos restos de navajillas de obsidiana).
Cuando regresamos tuvimos que caminar varias cuadras para subir al autobús porque era muy difícil que volviera a entrar a las pequeñas calles del pueblo y llegamos a la ciudad a la hora de comer.
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