martes, 27 de junio de 2023

Trekking a El Mirador. Parte 4: 20 km de El Tintal a La Muerta

Mono araña en el camino
Esa madrugada comencé a despertarme muy temprano para poder evitar largas filas en el baño del campamento. En Tintal estábamos más de 100 personas entre los grupos que estábamos realizando el trekking, guías, arrieros y cocineras. Esta costumbre mía que siempre aplico en los viajes en grupo dio un resultado inesperado pero interesante. Al regresar de la letrina al campamento, escuché pasos entre la vegetación, muy cerca del sendero; se escuchaban muy fuerte, por lo que me parecía poco probable que se tratara de un depredador, sin embargo, era evidente que el ruido provenía de un animal relativamente grande. Al acercarme vi una silueta blanca con un raro perfil, tardé un momento en identificar el animal que tenía al frente, a escasos 2 metros, pero de inmediato encendí la cámara de mi celular y pude grabar al oso hormiguero que comenzó a subir a un árbol al escucharme cerca.

Montículo en El Jabalí
Un par de horas más tarde, dejamos el equipaje pesado para que lo volvieran a cargar en las mulas, mientras que nosotros desayunábamos. Al igual que en la cena, todo tenía un sazón excelente. Aquí comenzaba a darme cuenta del impresionante trabajo de logística que la gente de Carmelita maneja después de años de realizar estos trekkings: cada día cargaban y descargaban las mulas con el equipaje, montaban las tiendas de campaña y llegaban arrieros con comida y agua muy temprano por la mañana. Las cocineras se levantaban a la misma hora que yo para comenzar a cocinar y luego emprendían el camino al siguiente campamento sobre mulas. Cuando el camino era muy largo, se detenían en puntos de descanso para prepararnos algún refrigerio. Los guías y arrieros que acompañan a los grupos se distribuyen al frente y detrás de la gente, llevan agua suficiente para recargar los recipientes de los participantes y ayudan en todo momento a quienes lo necesiten. Nosotros llevábamos 4 mulas sin carga por si alguien las necesitaba, dos para el grupo en general, una para Juan y una para Erik (quien nunca la utilizó), pero no fueron tocadas hasta el cuarto día.

Estructura 1 de La Muerta
Comenzamos a caminar poco después de las 7 de la mañana, pasando junto a la aguada que proporcionaba agua a Tintal en la época prehispánica. Preparé mi dron, ya que pensaba utilizarlo aquel día. En esta ocasión caminamos cerca de 15 km con un descanso intermedio hasta el campamento El Jabalí, donde paramos para comer unas tostadas excelentes. En el primer descanso aproveché para hacer algunas tomas con el dron por encima de la selva, estuve cerca de arrepentirme porque el viento vencía la fuerza de las hélices, impidiendo que regresara al punto de inicio. Vi con un poco de desesperación como bajaba la batería sin poder acercarlo a donde me encontraba. La solución fue mandarlo a dar un gran rodeo para que llegara a mi ubicación de forma oblicua, esta estrategia fue exitosa y la realicé justo a tiempo para no arriesgar al jaguacóptero a quedar atorado en lo alto de algún árbol.

Estructura 2 de La Muerta
Más tarde nos sorprendió que en El Jabalí tenían incluso refrescos fríos, que, aunque eran un poco
caros, a muchos del grupo les encantó tomar. Yo me mantuve en mi posición de no tomar lujos, así que solo tomé jugo que nos dieron con nuestro refrigerio. Este segundo día también tuve la sensación de estar comiendo en exceso, aunque el esfuerzo que se empezaba a acumular disminuyó la sensación de pesadez. A un lado del campamento, que tenía un edificio de madera con una planta alta, estaba un montículo con un gran saqueo, vestigio de un pequeño asentamiento prehispánico en el lugar.

Nos sentamos a descansar un rato, incluso Eduardo se quedó dormido, por lo que a algunos nos pareció que paramos demasiado tiempo. Estábamos ya impacientes porque el siguiente esfuerzo nos llevaría hasta La Muerta, ya en la entrada del Mirador, el sitio principal del viaje.

Interior de la Estructura 2
Comenzamos a caminar el último tramo, encontrándonos con un gran muro a un lado del sendero; no supimos decir si era parte de una estructura o era un borde del sacbé que estábamos recorriendo, ya que íbamos sobre el antiguo camino blanco que unía a El Tintal con El Mirador, el cual era bastante ancho y en algunos lugares tenía más de 5m de altura sobre el terreno circundante. Gracias a que los vehículos ya no pasan en ese sector, el sendero era mucho más fácil de caminar que el día anterior.

Los últimos 2 km, Jorge y yo nos adelantamos apretando bastante el paso, esto nos dio tiempo de grabar un video en el letrero de entrada al Mirador y volar el dron un poco sobre los únicos dos edificios excavados de La Muerta. Estas dos estructuras son del Clásico Tardío, por lo que no formaron parte del enorme sitio Preclásico que es ahora su vecino. Alrededor nos encontramos con varios montículos pequeños.

El grupo nos alcanzó y tuve que esperar por ratos para poder terminar mi vídeo sin tanta gente en las tomas, el espacio era muy pequeño para nuestro gran número. Primero me dirigí a la Estructura 2, la cual es reportada como un laberinto con cámaras subterráneas. Al recorrerlo no me pareció tan laberíntico; en realidad son varias cámaras paralelas unidas por pasillos que están enterradas por etapas constructivas posteriores, después se construyó un segundo piso más o menos similar y finalmente todo fue cubierto por un edificio piramidal que incluso tenía acceso por el lado contrario al que tuvo en un principio.

Monumento 1 de La Muerta
Finalmente subí a la vecina Estructura 1, la cual fue muy dañada pero aún se puede apreciar que es una
especie de Templo 1 de Tikal, pero en miniatura. Anteriormente estas dos estructuras eran las únicas que estaban casi completamente consolidadas en todo el recorrido, pero ahora quedaría muy sorprendido por el trabajo que se ha desarrollado en toda la zona que recorrimos en el trekking.

Después de esta breve visita, caminamos algunos metros hasta el llamado petrograbado de La Muerta. En realidad se trata de un altar fragmentado y se ha llamado Monumento 1. Está muy dañado, pero aún se puede ver un poco de un gran rostro de deidad y algunos glifos. Entre estos últimos se encuentra el glifo emblema de la cabeza de serpiente, usado por los gobernantes de Calakmul. Esto ha sido utilizado para argumentar que El Mirador fue cabecera de ese reino en el Preclásico, sin embargo, hay que tener en cuenta que este monumento es del Clásico, cuando esa urbe ya estaba abandonada y Calakmul tenía una gran influencia en toda la región del Petén, por lo que es muy común encontrar su emblema.

Un poco más adelante nos encontramos con una estela lisa, otro monumento de La Muerta. Este fue el último punto antes de llegar al punto culminante del trekking: El Mirador.



jueves, 22 de junio de 2023

Trekking a El Mirador. Parte 3: Primeros 20 km de caminata. De Carmelita a El Tintal

Por la mañana, antes de las 5, mi enojo se había esfumado por la emoción de iniciar por fin el tan esperado trekking a El Mirador. Hacía 11 años que me había enterado de su existencia y 23 desde que vi por primera vez un dibujo de aquel sitio del Preclásico, mientras me preguntaba en dónde podría encontrarse algo así. Jorge, en cambio, seguía molesto, pero esas sensaciones se fueron diluyendo después de cruzar a Flores en lancha, atravesamos la isla caminando con nuestras mochilas y nos encontramos frente al puente de entrada con Eduardo, que ya nos esperaba junto a la camioneta que nos llevaría a Carmelita, el último poblado al norte y donde se comienza la caminata.

Al poco tiempo estábamos todos en camino, recorriendo un largo trayecto por terracería y pasando un par de controles donde había que registrarse. Finalmente, llegamos hasta Carmelita, dejamos el equipaje que cargarían las mulas y pasamos a desayunar. Una vez terminada la comida, alistamos nuestra agua para el camino y nos reunimos en el centro de visitantes. Dos guatemaltecos se unieron a nuestro grupo porque no habían alcanzado al suyo, estuvieron con nosotros un par de días y luego se integraron con sus compañeros.

Conocimos a nuestros guías Antonio y Ronald, a nuestro arriero Fabián y a las cocineras que nos acompañaron en todo el trekking. Finalmente comenzamos a caminar pasando las 10:30 de la mañana.

El camino se internaba entre los árboles casi de inmediato, por lo que no tuvimos que estar expuestos al sol directo en ningún momento. Eso era muy bueno porque el calor estaba cerca de los 40°C. Este primer tramo puede ser recorrido con vehículos y esto lo aprovechan para llevar suministros al campamento de Tintal, el cual es el mejor equipado de todos los que visitamos durante el trekking; sin embargo, la desventaja es que el suelo que pisábamos estaba tremendamente disparejo y lleno de surcos de llantas que se habían hecho sobre lodo luego de alguna lluvia, y que ahora estaban duros y teníamos que pasarlos haciendo equilibrio.

Después de caminar unos 13 km, nos encontramos con un área abierta entre los árboles, ahí habían colocado sillones de madera para descansar, una adición muy reciente y que gran parte de nuestro grupo aprovechó. Yo preferí sentarme sobre un tronco partido, quería tener las menores comodidades posibles, estando en la selva en esta caminata tan larga. Ahí nos dieron algunos sándwiches que tenían un excelente sabor; aunque, para mi gusto, entre el desayuno y este aperitivo, había comido demasiado y me sentía un poco pesado.

Luego del descanso, reanudamos la marcha y comenzamos a encontrarnos con cada vez más montículos, todos llenos de trincheras de saqueo, algo que vimos en todas y cada una de las estructuras que encontramos, sin ninguna excepción.

Pasando los 18 km comencé a adelantarme al grupo, intentando llegar un poco antes para grabar mis clips de vídeo sin gente, sin embargo ahí hubo algunas bifurcaciones del camino, por lo que tenía que esperar al guía para saber por dónde seguir.

En la entrada al sitio nos reunimos todos, esperando a los más rezagados. Después volví a adelantarme, alcanzando a grabar solamente el gran juego de pelota del sitio, uno de los más grandes del área maya. Caminamos un poco por el área central, rodeada por un foso que alguna vez tuvo agua, algo muy parecido a Becán, aunque El Tintal es más antiguo, ya que data del Preclásico.

Salimos por otro camino y llegamos al campamento, ahí nos acomodamos en nuestras tiendas y luego regresamos un poco hacia el sitio para subir a la estructura Henequén, donde observaríamos el atardecer. El nombre de Tintal se debe a que en el área se encontraba una gran cantidad de árboles de palo de tinte, no hay estructuras con arquitectura visible, solamente montículos, algunos de gran tamaño.

Mientras subíamos, me quedé atrás para tomar una foto. Frente a mí pasó Eduardo y luego Mónica. Cuando iba ya detrás de ellos, Eduardo perdió el equilibrio y cayó hacia atrás, comenzando a rodar sobre su espalda y llevándose consigo a Mónica. De alguna manera que no alcanzo a comprender, di un salto al frente y quedé casi tendido en el talud de la estructura, con los brazos alcancé a detener a ambos, por lo que la caída no continuó y solamente quedamos con algunos golpes. Fue un accidente peligroso, ya que había estacas en los escalones de madera para ascender y una piedra de buen tamaño me golpeó en una pierna, aunque no sentí el impacto.

Ya arriba se nos pasó el susto y miramos el primer atardecer del trekking, aunque no había nube alguna y únicamente en el horizonte se observaba una capa de humo, producto de la temporada de quema de los campos de cultivo, lo que hacía que no fuera un crepúsculo muy espectacular. Permanecimos algún rato más y tomé unas cuantas fotos de las estrellas, aunque no resultaron muy vistosas.

Finalmente regresamos al campamento, tomamos la cena, que tuvo un excelente sazón y nos retiramos a dormir ya tarde, después de estar conversando un buen rato.



viernes, 16 de junio de 2023

Trekking al Mirador. Parte 2: Nakum

El 1 de abril me desperté temprano para salir junto con Adriana, William padre e hijo, Thomas, Leonardo y Juan hacia el Parque Nacional Yaxhá-Nakum-Naranjo. William hijo había comprado una nueva camioneta 4x4 y la usaríamos para llegar hasta Nakum, 14 km de terracería más adelante de Yaxhá.

Amanecer en Flores
Paramos a desayunar pasando Ixlú, aunque yo no comí nada, acostumbrado a desayunar poco y más tarde, prefería no sentirme pesado. Llegamos a la entrada del Parque Nacional un rato después de que había abierto, entramos en el centro de visitantes para pagar la entrada y registrarnos. Yo pregunté a uno de los guías del lugar sobre la entrada a Nakum y nos dijo que si teníamos cuidado seguramente podríamos llegar hasta ahí; así es que emprendimos el recorrido por nuestra cuenta.

El camino estaba bastante dañado, más tarde nos enteramos que fue por culpa de vehículos de rally que habían pasado poco antes. En muchas secciones la llanta de refacción, bajo la parte trasera de la camioneta, rozaba con el piso; sin embargo todo se encontraba seco, por lo que nunca hubo peligro de quedar atascados, aún así la marcha fue muy lenta, ya que William manejaba con mucha precaución.

Estructura E

Una vez que llegamos, nos registramos con los custodios y comenzamos el recorrido por el impresionante sitio de Nakum, comenzando por la plaza central, donde nos encontramos con un juego de pelota y la estructura C, un templo al estilo de los de Tikal, aunque solamente su parte superior muestra arquitectura parcialmente en pie, el basamento está convertido en un montículo, frente a ella se encuentra una estela con grandes glifos muy geométricos.

A partir de ahí nos separamos, yo subí por la estructura D, un palacio muy alargado que da entrada a la Acrópolis Sur del sitio. Este conjunto es impresionante: sobre una plataforma se encuentran 10 patios rodeados de edificios. En el primero, al lado oeste, se encuentra la bella Estructura E, una de las más vistosas del sitio, con su base, que tenía cuartos ya derrumbados, y un templo superior en forma de "C". Al fondo, en el sur del mismo patio está la Estructura G y detrás de la misma se encuentra la imponente Estructura Y, la que alcanza la mayor altura y en su explanada superior conserva restos de un palacio y otro basamento con cuartos que aún muestran grafitis prehispánicos.

Estructura G

Ahí arriba me encontré a casi todos mis compañeros y a Adriana, con quien realicé el resto del recorrido. Bajamos por el oeste y pudimos apreciar desde arriba la Estructura N, una de las más restauradas del lugar. Una vez ahí nos encontramos con un complejo edificio con varios cuartos, algunos restos de un friso del que solo quedan los colmillos de un par de serpientes, y dos detalles inusuales: un cuarto pequeño con una gran ventana circular y unas bóvedas de cañón internas. Entre las estructuras mayas, este tipo de bóveda no fue utilizado, exceptuando algunos pocos ejemplos en Nakum, Calakmul y La Muñeca, todos en el Petén.

Rodeamos la Estructura Y por su parte trasera y pasamos por los patios 5, 7, 9 y 10, en el noveno nos encontramos con los restos de varios edificios parcialmente restaurados, entre ellos un baño de vapor. Por el camino nos encontramos con los Williams y con Thomas, quienes nos dijeron que había un camino por detrás de la Acrópolis y que llevaba a otro edificio muy grande.

Estructura N
Bajamos entonces por el lado sur (trasero) y caminamos por un gran sendero muy bien marcado. Evitamos algunos caminos por las laderas porque no queríamos lastimarnos en alguna caída o resbalón. Al día siguiente comenzaríamos con la gran caminata a El Mirador.

Nos encontramos con un enorme edificio que me pareció sumamente similar al Templo III de Tikal, incluso con una estela al frente, un basamento muy vertical completamente cubierto y restos de templo superior. Esta es la Estructura U, al lado oriente del grupo sur de Nakum. Más al norte llegamos a la Estructura V, también cubierta en su parte baja, aunque queda gran parte del templo superior con su interior recubierto de estuco prístino.

Terminamos regresando a la plaza principal, la primera que encontramos, por el lado contrario al inicio. Ahí subí finalmente a la Estructura A, con un basamento alargado y un templo superior que tiene una gran crestería con algunos ornamentos visibles, una habitación en pie sumamente delgada y un par de bóvedas de cañón muy anchas que fueron rellenadas por los arqueólogos para que no colapsen. Un conjunto muy inusual.

Baño de vapor

Para terminar, me dirigí rápidamente al Grupo Norte, aunque ahí solamente me encontré con una gran plaza rodeada de montículos, algunos fragmentos de estela y un templo superior parcialmente descubierto.

El regreso hacia Yaxhá fue más rápido que la ida, ya William tenía mucha más confianza para pasar los vados. Hicimos un recorrido completo a Yaxhá, el cual es mi sitio favorito y era la tercera vez que recorría. Terminamos en la cima de la Estructura 216, mirando el atardecer, y salimos de ahí ya a oscuras. Habíamos encontrado en un momento a todo el resto del grupo, excepto Erik (quien visitó El Chal) y Carlos (quien llegó por la noche a nuestro hotel). Al final solo Jorge, Nath y Rosa se quedaron con nosotros, Adriana y yo regresamos con ellos, mientras que los Williams, Thomas y Juan regresaron en la camioneta.

Estructura A

Llegamos a nuestro hotel y cenamos muy cerca, sin cruzar a la isla de Flores. En la noche hubo muchos problemas, primero por conseguir una lancha que nos llevara a la isla y caminar lo menos posible hasta el punto de reunión para el día siguiente; y después porque Jorge no tenía donde dejar su auto. Después de mucho discutir decidió dejarlo junto a nuestro hotel, donde había cámaras de vigilancia, pero ya para entonces me había llevado un gran enojo.

 




miércoles, 14 de junio de 2023

La expedición más esperada: trekking al Mirador. Parte 1: De la Ciudad de México a Flores

Después de más de una década de desear visitar el ya legendario sitio maya de El Mirador y habiendo pasado contratiempos que pospusieron el viaje indefinidamente, incluso después de atravesar una pandemia mundial, finalmente llegó el 30 de marzo de 2023, día elegido para comenzar el viaje que me llevaría de regreso a la selva del Petén, en Guatemala.

Fue un día sumamente largo, tenía ya todo listo para mi partida pero primero me tocó trabajar. El cumpleaños de mi jefa, la Dra. Lourdes se acercaba y ya no la veríamos pronto, así que Romina (mi compañera y amiga) y yo decidimos que le compraríamos un pequeño pastel, siendo yo el designado para pasar a comprarlo antes de llegar. Después de mi parada en el centro comercial, acudí al cubículo donde he pasado ya casi dos años haciendo trabajo arqueológico de gabinete, mi primer empleo formal en el área. Me encontré con la novedad de que, tanto la Dra. como Romina, estaban en la clase que mi jefa imparte los jueves; no quise interrumpir, así que me quedé solo preparando la bibliografía para un artículo que tenemos en preparación.

A medio día Romina salió casi corriendo, ya que tenía un compromiso. Antes de irse pasó a despedirse de mí y a desearme un buen viaje, ella sabía bien cuánto había esperado ese día; más tarde nuestra jefa también salió y le entregué el pastel que compramos poco antes de que también se retirara. Fueron dos alegres despedidas para unas vacaciones de dos semanas, con muchos buenos deseos y abrazos cálidos. No puedo comenzar mi relato sin mencionar que este, mi primer trabajo como arqueólogo, es para mí como vivir en un sueño. Aunque es bastante humilde, alcanzó para que realizara mi viaje: yo nunca había sido feliz con ningún empleo, ahora lo soy y me siento sumamente orgulloso de compartir mi tiempo y aprender de dos personas a quienes quiero y admiro profundamente, y que trabajan tan apasionadamente como yo.

Pero ahí no termina el ensueño en el que vivo todos los días. Yo no me marché de inmediato; Perla, quien me invitó a trabajar en este lugar en primera instancia, y con quien doy algunas clases en la universidad como profesor adjunto, también saldría de viaje, así que me invitó a comer junto con las tesistas de posgrado. Después de un rato de espera, fuimos a un pequeño restaurante de mariscos y brindamos con cerveza. La plática fue muy agradable, nuevamente me sentí muy afortunado de estar ahí... a ambos nos desearon feliz viaje y luego tuve que marcharme con algo de prisa para ir a mi casa por mi equipaje. Además de mi trabajo, convivo con muchas personas interesantes con quienes tengo un trato muy amigable. Si bien la academia es un lugar donde la gente suele destrozarse entre sí, yo no estoy inmerso en ello y he venido a caer en un lugar muy agradable para mí.

Llegué a mi casa algo apresurado, apenas tuve tiempo para acomodar los últimos detalles, revisar las reservaciones de hotel y despedirme de mi papá. Dejé un tremendo desorden en mi cuarto, el cual no volvería a ver en 11 días.

No quise gastar en taxi, tendría que ahorrar todo lo posible para más tarde, así que anduve en camión para ir a encontrarme con mi amigo Jorge, quien manejaría todo el camino hasta Flores, el punto de encuentro con todo el grupo que realizaría el trekking. Esperé un poco a que saliera de su trabajo y de ahí nos dirigimos en su auto hasta su casa, donde ya nos esperaba Nath, su novia, que también iría con nosotros al viaje.

Estuvimos viendo un rato la televisión, pero había que dormir algunas horas, por lo que nos fuimos a acostar temprano, habiéndonos enterado de que Ernesto, otro de los participantes del viaje, había salido ya en autobús rumbo a Villahermosa. Yo ansiaba darle alcance, aunque teníamos que esperar aún algunas horas.

Poco después de las 2 de la mañana, Adriana, la cuarta de las participantes del viaje que viajaría en el auto de Jorge con nosotros, nos mandó mensaje diciendo que ya estaba por llegar donde nos encontrábamos. Edson, su novio y compañero nuestro en viejos proyectos, la había llevado en carro; conversamos un poco y acomodamos todo para salir a comenzar el viaje. Nos despedimos de Edson y tomamos rumbo primero hacia Tlalpan, había que pasar a recoger a Rosa, la última ocupante del auto para completar las 5 plazas. Ella es amiga de Jorge; Adriana y yo no la conocíamos hasta entonces, y había sido la última de todo el grupo del trekking que se agregó al viaje, apenas un par de días antes. Una afortunada adición, ya que disfrutó bastante el recorrido y fue una compañera agradable y entusiasta.

Finalmente tomábamos rumbo hacia Flores, en Guatemala. No podía creer que estuviera pasando por fin y pasé casi todo el tiempo mirando el paisaje y platicando. Siempre me gusta manejar, pero Jorge jamás soltaría el volante de su auto y aguantó muy bien todo el trayecto. Tomamos la salida a Puebla, atravesamos esa ciudad y seguimos hasta las Cumbres de Maltrata, las cuales estaban libres de neblina, lo que hizo bastante sencillo su cruce. Más tarde, en La Tinaja, tomamos la desviación hacia Coatzacoalcos y justo ahí nos alcanzó el amanecer. Ese tramo siempre me da sueño, así que, como buen pasajero, me quedé dormido por única ocasión en el trayecto. Desperté cerca de Acayucan y no volví a pegar los ojos, ahí Jorge llamó a Ernesto, quien nos dijo que estaba por llegar a Villahermosa, a pesar de tener muchas horas de ventaja estábamos por alcanzarlo.

Más adelante tomamos rumbo a también a Villahermosa, la cual evitamos mediante su libramiento; avanzamos hacia Catazajá y después dimos vuelta en la carretera hacia Tenosique. Nos encontramos con la faraónica obra del tren maya, de la cual no opinaré. Pasado el medio día entramos a la carretera hacia la frontera de El Ceibo, ya veíamos el objetivo mucho más cerca. Jorge y yo cantábamos a todo pulmón e incluso paramos un poco para que yo grabara el letrero de la última población del lado mexicano: Sueños de oro.

El cruce de la frontera fue un poco tardado porque había una fila de personas, pero sin mayor problema. Mientras los demás sellábamos nuestra salida en la aduana mexicana, Jorge se adelantó para arreglar el cruce del auto. Justo ahí nos encontramos con Ernesto y Valeria, quienes acababan de llegar y tomarían un colectivo hacia Flores, les habíamos dado alcance con más de 8 horas de desventaja. El transporte público es mucho más lento que Jorge manejando...


Cuando pasamos a sellar nuestra entrada a Guatemala ya todo el trámite del vehículo estaba terminado, así que volvimos a abordar para continuar a Flores. Este trayecto fue mucho más lento, a pesar de que la carretera estaba en mejores condiciones que en México, había topes (llamados túmulos ahí) sumamente altos que obligaban a disminuir mucho la velocidad. Ya era tarde cuando llegamos por fin a la capital del departamento de Petén, decidimos ir directamente a comer y nos adelantamos a todos los demás en el restaurante bar que era el punto de encuentro. Llegamos ahí justo al atardecer, por lo que pudimos grabar y fotografiar al sol poniéndose sobre el lago Petén Itzá.

Mientras comíamos, poco a poco fueron llegando los demás participantes del trekking, quienes ya habían llegado a Flores por la mañana y en días anteriores: Eduardo y Mónica, de Querétaro, Erik, de Nueva Zelanda, William padre e hijo y Thomas, de Mérida, Marcia, de Argentina, Juan, de Laredo y Leonardo, de la Ciudad de México. Ya entrada la noche, cuando estábamos por irnos (teníamos que rodear un brazo del lago en el auto para llegar a nuestro hotel), finalmente llegaron Ernesto y Valeria, luego de varias horas desde la frontera. Únicamente faltaba Carlos, de Chetumal, un viejo amigo que no había visto en algunos años, pero él llegaría al día siguiente por la tarde.

Después de un rato alcanzamos a los yucatecos, a Marcia y a Juan en el hotel, ya que estábamos hospedados en el mismo, y ellos cruzaron el lago en lancha para llegar ahí, un trayecto de 5 minutos, mientras que el rodeo en auto era de más de 20. Nuestra habitación tenía un problema con el baño, el cual se arregló al día siguiente, pero gracias a eso nos rebajaron a la mitad el precio de la primera noche. Antes de irme a dormir disfruté de una bella vista nocturna de Flores desde la orilla norte del lago. Por cuarta ocasión estaba ahí, y en el viaje más esperado desde que comencé a visitar sitios mayas en 2012.