sábado, 29 de febrero de 2020

Un mes en Campeche pt. 9. Peor es Nada

Crestería de la estructura IV
El domingo 14 de julio Wilberth y yo planeamos realizar un recorrido en su auto, en ésta ocasión no nos acompañó su hermano Iván pero si Fernando. Salimos por la mañana y pasamos a desayunar unas tortas de cochinita; luego de ello emprendimos un largo trayecto hasta el sitio de Peor es Nada, ya cerca de Xpujil y luego de pasar por Hopelchén.

El sitio de Peor es Nada fue reportado por Eric S. Thompson y es uno de los mejores ejemplos de arquitectura tipo Río Bec, pues contiene dos edificios con torres con una regular conservación, además de otros ya muy dañados; a pesar de su fácil ubicación fue difícil de encontrar para mi amigo Eduardo, quien había estado ahí junto con Julio poco antes que nosotros. Fue gracias a Nik Contini (a quien yo había conocido en persona a penas dos o tres días antes, pues se encontraba recopilando documentación en Campeche) que tuvimos las indicaciones adecuadas para poder llegar al lugar.
Estructura IV

Entramos algunos metros por una terracería y dejamos el vehículo, frente a nosotros se encontraba un pequeño cerrito donde sospechábamos se encontraba la estructura V del sitio. Julio me había dado un croquis que indicaba 4 edificios principales numerados de sur a norte, por lo que estábamos en el extremo del sitio.

Decidimos dejar esa estructura para el final y comenzar la búsqueda de las demás. El terreno estaba en parte deforestado, por lo que vimos varios montículos, dos de ellos incluso con una disposición parecida a la de los juegos de pelota; más atrás había que internarse en la selva y eso hicimos, aunque el paso no era muy difícil pues la mayoría de la maleza estaba seca, había mucha hierba en el piso y eso obligaba a levantar mucho los pies para no tropezar, lo que me afectó bastante a la larga debido a mi rodilla aún no recuperada.
Torres de la estructura V

Encontramos una infinidad de senderos que cruzaban la selva y seguimos los que mejor nos parecían; nos encontramos varios montículos sin arquitectura expuesta, algunos con grandes agujeros de saqueo. Peinamos la zona y dimos varias vueltas para volver a ubicar los lugares donde ya habíamos pasado y ubicarnos, pero no encontramos nada destacable. 

Decidimos dirigirnos al sur y tomamos otros tantos senderos que únicamente nos llevaron a varios grupos de grandes montículos, lo que parecía un campamento destartalado y zonas donde la maleza se complicaba mucho.

Varias veces me separé de mis compañeros para abarcar más terreno, pero únicamente seguía encontrando montículos sin arquitectura expuesta, cada vez era más difícil orientarme y constantemente requería de silbar para que me escucharan y me orientaran para poder regresar a los puntos donde ellos estaban.
Torre oriente de la estructura V

Luego de horas de buscar y después de encontrar un conjunto particularmente grande sin nada destacable que observar, yo ya no podía dar un paso más y le dije a los demás que era tiempo de rendirme; Wilberth sin embargo había visto estructuras de gran tamaño delante de nosotros y quiso ir a revisarlas, ahí finalmente encontró lo que parecía una torre muy dañada con un gran agujero de saqueo. Yo pensé que estábamos en la estructura I pero meses después comprobé que en realidad nunca llegamos a dicho edificio, en realidad llegamos a la III, la cual formaba un ángulo recto con la IV, que fue la siguiente que encontramos.

Después de dar la vuelta a la estructura III, no encontramos casi nada visible, pero dimos con su estructura vecina, donde dimos de frente con un gran muro que parecía haber perdido todo el recubrimiento de piedra y mostraba el relleno de mampostería, del otro lado pudimos ver que se trataba en realidad de una enorme y maciza crestería.
Estructura V

Asumiendo que habíamos encontrado las principales estructuras y tremendamente cansados, decidimos regresar a la estructura V, que habíamos dejado pendiente. El camino fue mucho más fácil y además cruzamos por un área donde la selva había sido talada por lo que en pocos minutos llegamos al pequeño cerrito.

Solo tuvimos que caminar unos cuantos metros para ver claramente la silueta de dos torres estilo Río Bec, aunque parecía que habíamos llegado por la parte trasera. En la torre del lado oeste había un enorme tronco caído que se había llevado parte de la pared, en el lado este pudimos ver arranques de bóveda y muros de habitaciones que ya habían caido. Cruzamos hacia el frente del edificio y ahí vimos que había muchos muros en pie pero los cuartos ya se habían desplomado hacía mucho tiempo. Yo estaba agotado y me dolía la pierna, por lo que no pude subir a la parte más alta para ver más de cerca, además había olvidado mi agua y estaba sumamente deshidratado, nunca en ningún otro sitio había estado en unas condiciones tan malas como en Peor es Nada.

Finalmente regresamos al auto mucho tiempo después del que habíamos previsto, pero aún así faltaba visitar otros sitios y seguimos nuestro camino yendo ya de regreso hacia Hopelchén.

miércoles, 26 de febrero de 2020

Un mes en Campeche pt. 8. Museo de arqueología subacuática y Cansacbé

Fuerte de San José el Alto
El 10 de julio acudimos al curso de lengua maya por la mañana como ya se había hecho habitual, después de la salida me dirigí junto con Fernando al fuerte de San José el Alto, donde se encuentra el museo de arqueología subacuática. Tomamos un camión de la universidad al centro y luego no encontramos la ruta que Álvaro nos había indicado, por ello subimos en otra que creíamos que nos acercaría bastante. El resultado fue que nos bajamos cuando notamos que nos estábamos alejando del cerro en el que se encuentra el lugar al que nos dirigíamos y caminamos bastante y en una subida algo pronunciada. Mi pierna estaba mucho mejor que en los anteriores recorridos pero con ésto comenzó a resentirse un poco, aunque muy ligeramente. 

Luego de más de media hora llegamos a una estatua de Benito Juárez que era nuestra referencia para llegar y en poco tiempo estábamos en el destino.
Cañón junto al fuerte

El fuerte es un pequeño edificio militar que está rodeado por un pozo con una única entrada comunicada con el exterior por un pasillo serpenteante que llega a un puente, desde su costado poniente se domina el litoral con una vista inmejorable; algunos cañones adornan el terraplén que baja hacia el mar.

El museo es sumamente interesante ya que abarca varios temas de la arqueología subacuática tales como la exploración en cuevas y cenotes, ríos, mares y otros cuerpos de agua. Ahí se encuentran piezas que ilustran los descubrimientos relacionados con la prehistoria, los ritos acuáticos prehispánicos, los naufragios coloniales y modernos y los métodos de estudio. Algunas de las piezas más interesantes son una caña de timón que representa un galgo corriendo, un antiguo cañón español y numerosas joyas de oro provenientes de un pecio en el caribe.
Caña de timón en forma de galgo

Decidimos llegar hasta nuestro alojamiento caminando, así cruzamos una de las áreas altas de la ciudad de Campeche y nos dimos una buena cansada por el intenso calor que hacía.

El siguiente sábado no tenía muchas opciones y quería forzar poco mi pierna pues al día siguiente habría un recorrido largo. Fernando se fue a visitar Champotón y su sitio arqueológico y yo decidí ir a buscar Cansacbé, un sitio del que tenía pocas noticias excepto que era enorme, estaba casi desaparecido y se había propuesto que fuera el verdadero asentamiento prehispánico que dio origen a la actual ciudad de Campeche; Wilberth me dio algunas indicaciones, con ello me dirigí a la terminal de segunda y tomé un autobús al cercano Hampolol, en menos de media hora ya había llegado hasta ahí y comencé a caminar hacia el sitio.
Puente antiguo

Después de solo un kilómetro me encontré con un antiguo puente que formaba parte del camino real que llevaba a Mérida; este puente fue construido inequívocamente con piedras de edificios prehispánicos y existen narraciones que mencionan grandes montículos a los costados de la senda que fueron por completo desmantelados para ser usados como material de construcción.

A partir de ahí todo se complicó; de ser una caminata sencilla, el recorrido se convirtió en una lucha contra la maleza. Subí a un pequeño cerro por una brecha muy descuidada, mi avance era sumamente lento y debía usar el machete todo el tiempo. Empecé a pensar que de seguir así debería abortar el intento pero no quería irme sin haber encontrado nada. Luego de media hora estaba en la cima alargada del cerro y me encontré en un terreno más sencillo aunque infestado de mosquitos. Mi pierna comenzaba a doler pero ya no había marcha atrás.
Montículo destruido

Comencé a encontrarme con numerosos montículos que formaban plazas, algunos incluso tenían grandes piedras megalíticas mientras que otros estaban construidos con otras mucho más pequeñas. Ubiqué algunos restos de metates o de otras piezas labradas y lo que parecía un pequeño pozo con boca hexagonal. Además de ello no quedaba absolutamente nada en pie, únicamente algunas piedras alineadas indicaban lo que alguna vez fue una pared. Es triste el estado de este gran sitio, sus edificios ya son simples montículos bajos, terriblemente saqueados y sin forma.

Decidí bajar del cerro por el lado contrario al que subí para no pasar por el mismo camino difícil; fue una excelente idea pues me encontré una brecha de terracería que me llevó directamente a la carretera, ahí esperé por un buen rato a que pasara el autobús de regreso y como era temprano y estaba solo me fui al cine a pasar la tarde.

domingo, 23 de febrero de 2020

Un mes en Campeche pt. 7. Cerro de los Muertos

Río Candelaria
En la camioneta llegamos hasta la casa a orillas del río Candelaria de don Guillermo, comisario de la comunidad de El Tigre; él nos llevaría en su lancha al sitio de Cerro de los Muertos, un lugar que me despertaba aún mayor interés que el mismo Itzamkanac, pues sabía que se había excavado y restaurado algunos edificios pero nunca había visto ni siquiera una fotografía. Igualmente la familia de don Guillermo nos prepararía la comida del día.

Quisimos dirigirnos primero al sitio y se preparó la lancha pero tuvimos un retraso de poco menos de una hora pues justo antes de embarcarnos comenzó a llover bastante fuerte; tuvimos que refugiarnos y aguardar a que disminuyera la intensidad de la precipitación.

Cuando vimos que quizá no cesaría la lluvia pero que continuaría largo rato en forma mucho más leve, nos preparamos para visitar el sitio en esas condiciones y nos prestaron un gran plástico para cubrirnos durante el trayecto. Varios de nuestros compañeros no tenían suéter ni rompevientos y sufrieron de frío, ya que rápidamente estábamos empapados, yo pude resistir bastante bien con la camisa que llevaba; además me arriesgué a llevar la cámara cubierta con todo lo que encontré para tal efecto, además de que nunca voy a ningún sitio maya sin mi capa impermeable.
Estructura principal de Cerro de los Muertos

El trayecto a contra corriente duró poco más de una hora. El río y las nubes presentaban un cuadro hermoso aunque la selva de las riveras hace tiempo que fue completamente arrasada; en algunos tramos habían cañaverales extensos en zonas inundables y vimos numerosos pájaros acuáticos.

Finalmente llegamos a una curva pronunciada del río que provenía del norte y desde ahí veíamos un único cerro que sobresalía del horizonte plano, de inmediato supe que ese punto era nuestro destino.

Llegamos hasta un pequeño puerto un tanto destartalado y saltamos a tierra en el borde de la ladera, saqué el tripié de la cámara y lo usé como bastón para cuidar que no me lastimara la pierna en algún resbalón. Subimos el primer tramo del cerro y llegamos hasta una cabaña donde salió un señor a saludarnos. Luego de que don Guillermo cruzara algunas palabras con él, seguimos el recorrido.
Templo superior en la estructura principal

Entramos en un manchón de selva y comenzamos a ver montículos, terrazas y alguns muros ya restaurados pero cubiertos de maleza y difíciles de apreciar y fotografiar. Entre la lluvia y el agua que caía de los árboles era demasiada humedad para sacar la cámara así que usé el celular para documentar.

Según lo que nos dijeron Don Guillermo e Iván, el nombre del sitio se debe a que el intenso saqueo dejó al descubierto varias tumbas, por lo que los huesos terminaron esparcidos por el sitio.

Cuando llegamos a la estructura principal pudimos ver al menos tres fases constructivas que los arqueólogos dejaron visibles, la primera era un fragmento de escalinata que sobresalía sobre la segunda, que era la que representaba casi todo el cuerpo del edificio que podíamos apreciar; finalmente una sanja dejaba ver otra escalinata más antigua que ahora permite el ascenso por un espacio estrecho.
Estructura principal

No podía dejar de fotografiar el edificio así que saqué la cámara, la coloqué en el tripié y cubrí todo con el impermehable, de esa forma pude tomar algunas imágenes mucho más amplias que las que obtuve en el celular.

Subí a la cima de la estructura y ahí me encontré con las bases de los muros del templo que la coronaba. La bajada fue bastante peligrosa por la piedra enlamada y la humedad imperante pero por suerte no hubo ningún contratiempo para ninguno de nosotros.

Lo último que vimos a detalle fue un gran agujero de saqueo en un costado del edificio que dejaba ver un poco de una subestructura, nos contaron que ahí se encontró una tumba. 

Algunas otras estructuras tenían secciones restauradas y podíamos ver partes de muros desde la plaza central del sitio pero era peligroso moverse en esas condiciones y decidimos no subir a los demás edificios.

A orillas del río Candelaria
Caminamos un poco hasta un mirador que dejaba ver una gran extensión de llano y la curva que describía el río Candelaria frente al sitio. Descendimos por otro lado del cerro donde el camino era más difícil que el que usamos para llegar, sin embargo bajamos con mucho cuidado y no hubo problemas. Llegamos hasta la cabaña que vimos al inicio y luego nos dirigimos a un ojo de agua que cuando hay mejor clima es usado como un balneario que tiene una tremenda belleza por sus aguas cristalinas. 

Irónicamente, cuando emprendimos el regreso dejó de llover. El regreso fue un poco más corto porque ya íbamos en el mismo sentido que la corriente; en casa de don Guillermo nos prepararon unas mojarras de río que fueron uno de los mejores pescados que hubiéramos comido y terminamos encantados con el recorrido del día y por el manjar que nos ofrecieron.
Atardecer en Candelaria

Nos despedimos de nuestro anfitrión y regresamos a Candelaria; llegamos al hotel Taxahá justo a tiempo para apreciar uno de los atardeceres más bellos que haya visto en mi vida, algo muy difícil de decir porque en Yucatán he visto bastantes; el ardor rojizo con distintos tonos que tomaron las nubes que permanecían en el cielo era simplemente indescriptible y cambiaba a cada minuto. Además nos permitieron subir a la azotea para apreciarlo mejor.

Era ya de noche cuando nos despedimos de Max y subimos a los autos para regresar a Campeche, el plan original era visitar más lugares e incluso pasar a comprar pan en Champotón pero eso fue imposible ya que regresamos a la ciudadad pasada la media noche. Al día siguiente estaría terriblemente adolorido y con la pierna casi impedida de doblarse pero bien valió la pena el recorrido.

jueves, 20 de febrero de 2020

Un mes en Campeche pt. 6. El Tigre-Itzamkanac

Estructura IV
El domingo 7 de julio nos levantamos muy temprano y antes de las 6 de la mañana Álvaro y Andrei pasaron por Fernando y por mí para salir hacia la zona arqueológica de El Tigre-Itzamkanac. Ellos habían estado trabajando en un proyecto videográfico llamado "los 7 tesoros de Campeche" e iban a grabar en el sitio una entrevista con el arqueólogo Iván Urdapilleta y a realizar algunas tomas con dron. 

Primero paramos en una gasolinera y ahí ya nos esperaban nuestras compañeras Romina y Odaris junto con "Bobby" de la primera generación de la carrera de antropología en la UNAM y Ángeles, de la misma carrera pero en la UACAM. Esperamos ahí por un rato mientras Andrei iba por Johnny, el camarógrafo y llegaba el arqueólogo. Aproveché para comprar una venda en la farmacia, pues mi rodilla seguía casi en las mismas condiciones del día anterior, estuve ahí acomodándome el vendaje hasta que pude caminar mucho mejor, la presión evitaba por completo el dolor aunque no podía doblar demasiado la articulación.
Estructura II desde la cima de la IV

Nos dividimos en los autos de Andrei y de Iván y salimos con rumbo a Escárcega. El camino fue muy tranquilo y llegamos ahí justo a tiempo para pasar a desayunar unos tacos. De ahí nos dirigimos a Candelaria y llegamos antes del medio día al hotel Taxahá, donde recogimos a su dueño Maximiliano, quien nos llevó hacia nuestro destino en su camioneta y nos acompañó el resto del día.

Finalmente y luego de alrededor de una hora más de camino llegamos a El Tigre-Itzamkanac, el único sitio abierto al público en Campeche que no había visitado; la llegada es tan complicada en transporte público que ni siquiera había considerado esa visita en ninguno de mis viajes. El sitio tuvo una larga ocupación desde finales del preclásico hasta la llegada de los españoles, cuando formaba parte del señorío de Acalan-Tixchel, controlando el comercio por la región de los ríos. En sus cercanías mandó Hernán Cortés a ejecutar a Cuauhtémoc, el último tlatoani mexica, esto ocurrió durante el viaje que realizó el conquistador español a Honduras, conocido entonces como "las hibueras".
Mascarón sobre la plataforma de la estructura I

Mientras nuestros amigos grababan, Fernando y yo pasamos por el juego de pelota y seguimos de largo hasta la estructura IV, la cual es la mayor y la más alejada abierta al público. El edificio es muy particular pues tiene una escalinata estrecha con grandes alfardas, algo que únicamente había visto antes en Moral-Reforma, Tabasco. En la cima pude ver que en alguna etapa constructiva anterior a la que se observa actualmente, la cima era triádica, con plataformas a cada lado del templo principal.

La estructura desplanta sobre una gran plataforma que soporta varios edificios de pequeño tamaño, me inclino a pensar que estos últimos fueron adiciones tardías y por su magnitud y estilo probablemente hayan sido añadidos durante el posclásico, cuando ya no se llevaban a cabo grandes construcciones en casi ninguna parte del área maya.
Estructura I y plataforma circular

Desde la cima de la estructura IV podíamos ver claramente la estructura II, la cual se encuentra ahora totalmente cubierta de vegetación. Iván nos contó que parecía que ese edificio tenía mala suerte ya que la cima había sido excavada y restaurada pero siempre que intentaban liberar el resto había algún problema y el proyecto era interrumpido.

Regresamos hacia otra gran plataforma que soporta la estructura I, la cual me recordó un poco al templo del jaguar de Lamanai, en Belice.

Subimos y vimos a nuestros amigos terminando de grabar su vídeo, entonces pudimos apreciar los mascarones que se encuentran en un pequeño edificio frente al principal. Se trata de rostros, probablemente solares, que a diferencia de otros cuyo personaje es siempre joven, representan a un anciano; este tipo de ornamentos son típicos del clásico temprano.
Gran mascarón en la estructura I

Sobre el cuerpo de la estructura I vimos también un enorme mascarón de estuco con ornamentos bellamente conservados en su lado izquierdo, los cuales representan una orejera redonda, una serpiente con las fauces abiertas y otros elementos de apariencia redondeada. A diferencia de los demás, el rostro de éste no parecía ser humano, probablemente representara un ser mitológico como los que se encuentran en la famosa estructura E-VII-Sub de Uaxactún.

De ahí fui a observar la estructura circular que se encuentra también sobre la gran plataforma, es muy baja pero se parece bastante a otras que he visto en Uxmal y Edzná; su forma y tamaño parecieran situarla en el posclásico, a diferencia de los mascarones de estuco, mucho más tempranos y que para entonces estaban cubiertos por ampliaciones de los edificios que los contenían.
Estructura I

Justo acababan de terminar el vídeo cuando subí a la cima de la estructura I, desde ahí también podía ver la II y una gran extensión de campo abierto que había sido talado para la cría de ganado. A lo lejos podía ver el río Candelaria.

Ahí terminé mi recorrido, la rodilla se había comportado bien aunque me daba algunas molestias al subir escaleras; decidí sentarme junto al juego de pelota mientras mis compañeros se dirigían a la estructura IV, estuve ahí un buen rato en soledad, escuchando a las aves y admirando el paisaje. Después fui a platicar un poco junto a la camioneta con Maximiliano y luego de un rato llegaron todos los demás y nos dirigimos al poblado actual de El Tigre, aún planeábamos visitar un sitio más.



martes, 18 de febrero de 2020

Un mes en Campeche pt. 5. Xcucsuc y Xpambehaltún

Base de una estructura en Xcucsuc
Recorrimos unos pocos kilómetros a partir de Xcalachetzimin para buscar nuevamente Xcucsuc, un sitio al que había creído llegar a inicios de año junto con Adriana y Julio pero que después de una revisión resultó ser en realidad Xpambehaltún.

En esta ocasión comenzamos a buscar el lugar un poco más al sur que en la vez anterior, creyendo que encontraríamos un edificio en pie dentro de alguno de los pequeños manchones de selva que se encuentran rodeados de tierras de cultivo. Incluso nos separamos para abarcar más terreno pero únicamente encontramos algunos montículos.

Llegamos a una zona por la que pasé meses antes y dónde la maleza no me había dejado ver más que la base de un edificio, ahora estaba tan limpio de vegetación que claramente apreciamos varios montículos, algunos con restos de arranques de muro o jambas y dinteles caádos.
Lo que queda del grupo central de Xcucsuc

Era tal la destrucción que creímos que todo el sitio se encontraba ya casi desaparecido, pero meses más tarde en una nueva revisión supe que la estructura en pie que buscábamos no se encontraba en el área visitada (que en verdad era la parte central de Xcucsuc), sino que estaba a unos metros al sur de Xpambehaltún; esto me hizo convencerme de que el tan buscado edificio en realidad nunca fue parte de Xcucsuc sino de su vecino más occidental.

Ya que nos encontrábamos muy cerca de la parte que había visitado de Xpambehaltún, aprovechamos para que Wilberth e Iván lo conocieran; avanzamos un poco en el auto y luego caminamos unos metros hasta llegar a las estructuras. Ahí volví a encontrar la bella habitación donde meses antes habían unas crías de zopilote (que ya se habían ido) y la rara decoración del friso con barras verticales de estuco.
Xpambehaltún

De inmediato me puse a buscar unos glifos con pintura que me habían indicado que estaban ahí y no tardé en encontrarlos, sin embargo el estado de conservación de dichos elementos es muy malo y a penas pueden apreciarse.

Aproveché para tomar algunas fotografías y luego de una rápida visita regresamos al auto. Era más tarde que lo planeado y decidimos emprender el regreso a Campeche pero desviarnos un poco para recorrer un sitio llamado Xcochá. Tomamos una terracería que estaba en buen estado y que no nos presentó problemas para avanzar a buena velocidad, más tarde dimos vuelta en un camino mucho más difícil y llegamos hasta la base de unos cerros en los que suponíamos que se encontraban algunas estructuras todavía en pie. Había que subir para verificar pero ya nos encontrábamos bastante desgastados, Iván y Wilberth prefirieron avanzar un poco más por el camino a ver si podían ver algo mientras yo ascendía.
Decoración en Xpambehaltún

Crucé un poco de maleza y a penas dí unos pasos sobre la ladera de uno de los cerros cuando sentí un fuerte dolor en la parte interna de la rodilla izquierda, intenté seguir subiendo pero me era imposible dar un solo paso al frente con esa pierna; luego de parar y hacer dos intentos me convencí de que era inútil y podía lastimarme severamente, así que regresé al carro. Debido a todo esto no completamos la visita a Xcochá y regresamos a Campeche para comer. Todo el camino estuve preocupado de que mi lesión fuera algo grave ya que me impedía levantar la rodilla del suelo, aunque aún me permitía caminar sobre terreno plano sin mayor problema. Al día siguiente habría un interesante recorrido y no quería perdérmelo. 

Llegamos a la casa donde me hospedaba y comimos un poco de lo que teníamos en el refrigerador. Wilberth e Iván se fueron y yo me quedé acostado en la hamaca sin que mi rodilla mejorara. Así me mantuve hasta que Fernando regresó ya por la noche y preparamos nuestro siguiente recorrido, por nada del mundo me quedaría en Campeche al día siguiente.

domingo, 16 de febrero de 2020

Un mes en Campeche pt. 4. Xcalachetzimin

Subiendo al cerro
El sábado 6 de julio me encontré con mi amigo Wilberth, quien me presentó a su hermano Iván; habíamos planeado hacer algunos recorridos los fines de semana durante mi estancia en Campeche y comenzamos por el norte del estado. En ésta ocasión Fernando se había ido a Yucatán por lo que no nos acompañó.

Salimos por la mañana en el auto de Wilberth y nos dirigimos primero a Hecelchakán, donde desayunamos unos tacos de la famosa cochinita que se vende en el centro del poblado. Desde ahí tomamos la carretera a Bolonchén y luego nos desviamos por un camino rural en la búsqueda de Xcalachetzimin, un enigmático sitio que según mis datos debía contener algo de arquitectura en pie y cuyo nombre significa "corral de madera para caballos", probablemente porque así se llama el pequeño valle adyacente al cerro en el que se encuentran los vestigios prehispánicos. Yo tenía unas coordenadas que mostraron ser imprecisas ya que fueron tomadas hace varios años, cuando los gps no eran muy exactos.
Montículos en el cerro grande

Llegamos hasta la base de unos cerros contiguos, el primero de ellos era muy pequeño pero Iván y Wilberth señalaron que arriba parecía haber piedras de estructura, yo no creía que en esa elevación tan pequeña estuviera el sitio ya que detrás había un cerro más grande que parecía más prometedor, además las coordenadas parecían apuntar a ese segundo accidente geográfico. Pasamos por el camino rodeando el primer cerro pequeño y dejamos el auto junto a un campo de cultivo al pie del cerro grande.

Emprendimos una subida que fue un tanto difícil por la maleza crecida, pero teníamos machetes y estábamos decididos a encontrar el sitio, de entre mis amigos exploradores únicamente Stephan había estado ahí. Subimos por un buen rato y por momentos parecía que estábamos en el camino correcto porque aparecían algunos montículos pequeños y terrazas muy destruidas.
Estructura principal de Xcalachetzimin

La cima era muy larga y aplanada, avanzamos bastante por ahí, nos atoramos en lugares terriblemente enmontados, encontramos montículos destruidos, batallamos con el gps de los celulares de Wilberth e Iván y cambiamos de dirección en múltiples ocasiones, pero únicamente nos encontramos con una plaza rodeada de estructuras más grandes pero completamente destruidas, solo pudimos ver un dintel colapsado y algunas piedras alineadas.

Comenzamos a bajar por otro camino tratando de abarcar la mayor área posible (aunque "camino" únicamente es un decir, pues íbamos abriéndonos paso a machetazos). Nuevamente vimos algunos montículos y terrazas pero nada digno de mención. Parecía que nuestra búsqueda era un fracaso luego de un par de horas agotadoras subiendo y bajando por las laderas de ese cerro grande; decidimos regresar al auto y seguir nuestro camino.
Estructura principal de Xcalachetzimin

A penas habíamos avanzado unos metros rodeando el cerro pequeño cuando Wilberth e Iván vieron una estructura en su cima; al llegar no alzamos la vista en ese punto, únicamente haciendo eso nos habríamos ahorrado toda esa caminata y pérdida de tiempo innecesaria pero yo estaba convencido de que el cerro grande debía ser el lugar correcto, claramente estaba equivocado.

Dejamos el carro estacionado a un lado del camino y subimos. Ahí arriba vimos un edificio muy peculiar porque al inspeccionarlo de cerca pudimos ver que tenía 5 o más habitaciones alineadas una tras otra pero no divididas entre sí por sus lados más cortos como casi siempre ocurre, éstas se juntaban en sus lados largos; por lo general en edificios con crujías paralelas como estas únicamente hay dos o tres, nunca 5. Por desgracia la estructura estaba al borde de la ladera y gran parte había colapsado y rodado hacia el valle, solo quedaba la mitad más cercana a la cima y mostraba todas las bóvedas de los medios cuartos que sobrevivían, dentro de los cuales habían muchas avispas. En una de las habitaciones pudimos ver una franja de pintura azul maya con crema.
Estructura superior de Xcalachetzimin

Subiendo un poco más encontramos varias sartenejas tiradas y luego una estructura con habitaciones parcialmente en pie pero mucho más dañada que la anterior. Ya en el otro lado de la cima, que bajaba para unirse al cerro grande, vimos los restos de otro edificio con solamente un fragmento de bóveda pero que conservaba la esquina trasera y mostraba claramente su estilo puuc temprano, bastante antiguo en comparación con otros sitios de la región.

No encontramos nada más en pie pero desde luego que lo que vimos ya valía el esfuerzo que habíamos realizado buscando el sitio. Así regresamos con mucho mejor ánimo al auto y nos dirigimos a buscar un sitio que no había encontrado en mi primer intento medio año antes.


viernes, 14 de febrero de 2020

Un mes en Campeche, pt. 3. Edzná y Museo de la Arquitectura Maya

Templo de los 5 pisos
El domingo 30 de junio nuestro anfitrión Álvaro nos invitó a recorrer Edzná junto con él y Dimitri, a quien conocimos aquel día y que amablemente nos llevó en su auto. 

Salimos por la mañana y luego de menos de una hora llegamos a uno de mis sitios mayas favoritos, con el que cerré mi primer viaje en solitario en el 2012 y al que regresé menos de un año después en compañía de mi amigo Julio y sus padres. Desde entonces no había estado ahí y en ese tiempo hubo algunos trabajos que no había visto, como la liberación total del templo de los 5 pisos y la restauración de estructuras cercanas al Nohochná.

Entramos directamente al grupo principal del sitio y pasamos por el patio de los embajadores y la plataforma de los cuchillos, Álvaro nos contó que había tenido la oportunidad de hacer algunos trabajos con sus compañeros de antropología de la UACAM en esa área. 
Templo del sur

Subimos a la plataforma de la gran acrópolis y estuvimos ahí un largo rato que aproveché para tomar fotografías de detalles que antes no había apreciado. El templo de los 5 pisos se convirtió en mi principal objetivo ya que de un momento a otro las nubes crearon cuadros espectaculares que no podía dejar de mirar.

Pasamos por el juego de pelota y el templo del sur y luego nos dirigimos a la estructura de los mascarones, los cuales son más pequeños que los de otros sitios que he visto pero se encuentran muy bien conservados.

Llegamos a la pequeña acrópolis y ahí me di cuenta de que la estructura principal del conjunto tenía una escalinata jeroglífica similar a la del palacio de los 5 pisos pero un poco más tosca y posiblemente desordenada. aparentando haber sido reutilizada de algún edificio más antiguo.
La vieja hechicera

Nuestro siguiente punto a visitar fue la larga estructura llamada Nohochná "casa grande", que tiene una vista privilegiada de la gran acrópolis. Detrás de ella vimos una bonita estructura que estaba en plena restauración 6 años atrás y que ahora veía con los trabajos finalizados, me sorprendió que Dimitri me dijera que habiendo estado bastantes veces en Edzná, nunca supo de la existencia de este edificio.

Finalizamos haciendo la caminata de 800 metros hasta el grupo de la vieja hechicera, cuyo edificio principal tiene solamente el primer cuerpo libre de vegetación, aunque el templo superior se encuentra restaurado y oculto por los árboles que crecen sobre el basamento.

Regresamos a Campeche y al día siguiente comenzó el curso de lengua maya, únicamente teníamos clase de 9 am a 1 pm y el resto del tiempo estuvimos libres. Nos pasábamos buena parte de las tardes entre semana meciéndonos en las hamacas o comprando víveres.
Máscara de jade procedente de Calakmul

Después del primer martes de clase y antes de regresar a nuestro alojamiento, Fernando y yo fuimos al centro de la ciudad a visitar el Museo de la Arquitectura Maya, ubicado en el baluarte de la Soledad. 

En mis anteriores visitas no había podido visitar ningún museo así que tenía mucho interés en ir a todos los que pudiera aunque el del fuerte de San Miguel para mi mala suerte se encontraba cerrado por remodelación.

El Museo de la Arquitectura Maya es un poco pequeño pero muy interesante; en su acervo tiene numerosos monumentos y fragmentos arquitectónicos procedentes de todo el estado, divididos en salas que muestran las regiones Chenes, Puuc, Río Bec y Petén. 

La principal atracción fue la recientemente inaugurada sala explicativa que fue habilitada para presentar una impresionante máscara de jade procedente de Calakmul. Toda la museografía y en especial la de esta última sala es espectacular, quedé sorprendido gratamente por los recintos campechanos.


miércoles, 12 de febrero de 2020

Un mes en Campeche, pt. 2. Nohochná y Bacalar, Quintana Roo

Lado poniente de la estructura de Nohochná
Al día siguiente (29 de julio), tomamos nuestras cosas y subimos a un camión que nos llevó a Nicolás Bravo, ya en Quintana Roo. Cuando llegamos eran alrededor de las 8 de la mañana y lo primero que hicimos fue entrar en una pequeña fonda y pedir permiso para dejar nuestro equipaje, para más tarde regresar y comer ahí mismo. 

Dejamos todo excepto agua, celulares, cámara y machetes. Caminamos por un rato siguiendo la carretera y luego dimos vuelta en un camino de terracería. Por un buen rato seguimos recto y pasamos entre una cantidad impresionante de montículos. Toda la zona estaba dividida en espacios rodeados por empalizadas que contenían una pequeña plataforma que posiblemente sostuvo alguna vez las antiguas casas; podíamos darnos una idea de la enorme extensión que tuvo el sitio de Nicolás Bravo (el cual yo visité dos años antes), ya que estos conjuntos estaban uno tras otro y de cuando en cuando aparecían estructuras más grandes que posiblemente fueran públicas, aunque estaban completamente destruidas y no podíamos apreciar sus características.
Lado oriental de Nohochná

Estuve revisando nuestra posición gracias al gps del celular de Fernando y mi brújula. Nos aproximábamos a un punto donde debíamos tomar otro camino cuando vimos que una camioneta venía hacia nosotros, luego se detuvo mientras sus dos ocupantes nos saludaban y preguntaban a dónde íbamos; les respondí que buscaba el sitio de Plazuelas (como lo conocen en la zona) y amablemente nos dieron indicaciones.

Dimos vuelta en la entrada a un rancho y ahí nos encontramos con otro señor, el cual nos dijo que el camino que llevaba al sitio estaba ya desaparecido, no se usaba desde hacía muchos años, incluso una alambrada lo cruzaba justo en su inicio; sin embargo indicó que era posible llegar si lográbamos distinguir la zona por donde se pasaba anteriormente. Nos acompañó hasta el final de su terreno y de ahí seguimos por un campo un tanto complicado.
Lado poniente de Nohochná

La zona parecía haber sido quemada recientemente pero estaba llena de arbustos secos que parecían haber sido sembrados regularmente, a parte de eso no había hierbas ni pastos altos. Me fue imposible distinguir el viejo camino pero se podía pasar sin mucho trabajo a campo traviesa; nos olvidamos del sendero y nos guiamos con la brújula, verificando cada cierto tiempo la posición en el celular de Fernando. La mayor dificultad fue cruzar dos pequeños manchones de selva, pero luego de ello pudimos ver a la distancia la gran estructura que habíamos ido a buscar. El sitio había sido descubierto por Maurice de Perigny a inicios del siglo XX y no ha sido visitado casi por ningún especialista en todo ese tiempo. Su descubridor le llamó Nohochná, "la casa grande". Mis amigos Julio y Eduardo llegaron ahí meses antes pero les costó demasiado trabajo pues la maleza estaba sumamente alta y entraron por el lado contrario al nuestro, donde había más manchones de selva.
Estructura de Nohochná

Llegamos por el frente del único edificio con arquitectura visible del lugar; en un primer momento no distinguimos anda más que los restos de alguna habitación muy dañada. Al dar vuelta por el lado sur pudimos ver la parte trasera, la cual es única: se distinguía una gran torre al centro con aposentos a cada lado; dicha torre tenía las típicas escalinatas simuladas del estilo Río Bec, pero en una disposición inusitada pues había tres de ellas sobre el mismo cuerpo, el cual era sumamente ancho y que casi seguramente soportaba tres templos simulados, cada uno sobre las hileras verticales de escaleras, con el central en una posición más prominente que los otros dos. Una gran parte de la pared había caido o estaba en serio riesgo de colapso pero se podía apreciar lo suficiente para darse una idea de la apariencia antigua del edificio.

Hacía un calor tremendo pues aunque hubiera nubes el sol caía a plomo, no pasamos mucho tiempo apreciando la torre porque no había ninguna sombra. Pasamos al frente del edificio y nos sentamos bajo su cobijo a descansar por un rato, llevábamos ya más de 8 km recorridos sin parar.
Nohochná

Después de recuperar el aliento, me puse a observar el edificio para tratar de comprender su disposición tan rara. Pude ver que por lo menos hubo dos pisos de habitaciones que estaban comunicados por pasajes internos con escaleras estrechas, las cuales permitían también llegar al nivel superior de la torre, que tenía las mismas escalinatas simuladas que en su lado trasero. Sin duda se trataba de un edificio sin par y sumamente complejo, pero se estaba desmoronando rápidamente, los muros prácticamente se estaban pulverizando y en poco tiempo no quedarán más que escombros.
Bacalar

Subimos a una de las entradas de los pasajes internos, éste se distinguía claramente desde afuera por ser una cavidad abovedada que conducía quizá a habitaciones del segundo piso ya completamente desaparecidas. Llevaba a una estrecha escalera que bajaba y se internaba en la estructura, más adelante giraba a la izquierda y desembocaba en un recinto más amplio que según mis amigos tenía un hueco en el suelo que dejaba al descubierto a lo que pudo haber sido una tumba saqueada. Nosotros no pudimos pasar hasta ahí porque al aproximarnos comenzamos a escuchar un fuerte ruido que parecía el de muchas aves gritando. Había algo extraño porque el sonido era muy monótono, parecía mantenerse siempre al mismo volumen y variando regularmente. El desconcierto fue grande y tuve temor de encontrarme con fauna peligrosa, por ello decidimos salir. Días más tarde alguien me mostró por internet un vídeo en el que una cucaracha gigante hacía un ruido idéntico...
Bacalar

Después de un rato decidimos emprender el regreso por el lado contrario al que usamos para entrar; en poco tiempo nos encontramos con varios jóvenes que estaban quemando forraje, uno de ellos nos acompañó hasta un camino de terracería y gracias a ello evitamos un difícil cruce por la selva. A partir de ahí solo tuvimos que caminar recto, aunque el camino fue cada vez más arduo por el calor que aumentaba al paso de los minutos y por la acumulación de distancia que llegó a los 17 o 18 km.

Regresamos a la fonda y desayunamos con avidez. Nos apresuramos a alcanzar una combi a Chetumal y una vez en la terminal solo nos cambiamos a otra que iba a Bacalar, lugar que yo no conocía y que Fernando quería visitar.

Bajamos sobre la carretera y luego de caminar un rato decidimos entrar a uno de los balnearios públicos. Bacalar no necesita presentación, quedamos encantados por la belleza de la laguna y sobre todo por la calidez de las aguas, la cual ayudó a que nuestras piernas cansadas se reconfortaran rápidamente. 

Visitamos el fuerte y tuvimos problemas para encontrar un lugar donde comer porque ya era un poco tarde, empezó a llover antes de eso y terminamos bastante mojados. Luego quedamos atrapados en el negocio de comida por un fuerte aguacero que no duró más de media hora.

Debíamos regresar por la mañana a Campeche y eso fue muy complicado porque no encontramos transporte a Xpujil. Finalmente decidimos tomar un autobús a Chetumal, esperamos 3 horas ahí y luego pudimos llegar ya muy tarde a nuestro punto de partida del día. Nuevamente tuvimos que aguardar bastante hasta las 4 de la mañana y entonces tomamos el autobús que llevaba a Campeche cruzando los Chenes. Antes del medio día habíamos regresado.

lunes, 10 de febrero de 2020

Un mes en Campeche, pt. 1. Becán, Chicanná y Xpuhil II

Estructura IX, Becán
Prácticamente al regresar de la práctica de campo en Tlayacapan, se presentó la oportunidad de ir a tomar un curso de lengua maya en la Universidad Autónoma de Campeche por parte de la carrera de antropología. En un principio no había decidido ir pero el ofrecimiento de transporte a cargo de la escuela y hospedaje por parte de los estudiantes de la institución anfitriona me convencieron. 

El curso comenzaría el 1 de julio y por motivos de logística salimos de la Ciudad de México el 27 de junio. Pasamos todo el día en carretera parando varias veces al baño y una a comer en la Tinaja, Veracruz; llegamos hasta Villahermosa y ahí nos hospedamos en un lugar que me traía algunos de los peores recuerdos de mi vida. Dicha ciudad nunca me ha gustado y ahora estaba en una condición peor que nunca pues una buena parte del centro estaba cerrada con el pavimento de las calles levantado; al anochecer parecía locación de película de terror: silenciosa y desierta.
Estructura X, Becán

Al día siguiente volvimos a subir al autobús y llegamos sin paradas largas hasta Campeche. Ahí nos dieron la bienvenida y me dijeron que a Fernando y a mí nos hospedaría nuestro nuevo amigo Álvaro Aldahir. Nos quedamos en una casa perteneciente a uno de sus tíos donde estuvimos muy cómodos: teníamos baño, lavadero, una pequeña cocina improvisada, sillones y hamacas.

Por la tarde-noche nos juntamos casi todos en un bar del centro. Fernando y yo fuimos los primeros en retirarnos a dormir porque habíamos comprado boletos para ir a Xpujil muy temprano al día siguiente y aprovechar el fin de semana antes de comenzar el curso. 

El trayecto fue bastante largo pero al medio día ya estábamos en nuestro destino. Conseguimos habitación en el hotel más cercano a la terminal y tomamos otro autobús que en 10 minutos nos dejó en la entrada de Becán.
Estructura XX de Chicanná

Era mi cuarta visita al sitio y me dediqué a tomar fotografías. Nuestro recorrido inició por la estructura IV y el pasaje abovedado de la V y de ahí subimos a los grandes edificios número XVIII y IX, el primero con sus torres gigantes de estilo Río Bec y el segundo totalmente petenero.

Dimos la vuelta al edificio X con su multitud de habitaciones, llegamos al juego de pelota y regresamos a la entrada pasando por la plaza que forman las estructuras I, II, III y IV.

Me sorprendió bastante que el área contigua al sitio había sido quemada y se podían ver claramente varios montículos que en mis anteriores visitas estaban completamente cubiertos de vegetación. 

Tal como en todas las ocasiones anteriores, Becán me dejó una grata impresión pues es un sitio muy interesante y lleno de detalles.
Estructura II de Chicanná

Cuando salimos del sitio era ya algo tarde, teníamos la opción de visitar el cercano Chicanná pero necesitábamos transporte (caminando no daría tiempo). Justo en el límite de la espera pasó un taxi y le pedimos al conductor que nos esperara en la entrada de Chicanná para no tener problemas al regresar a Xpujil.

Al igual que con Becán, al ya haber estado ahí varias veces antes me dio la oportunidad de buscar mejores fotos. El recorrido es muy corto por lo que lo realizamos en poco más de media hora.

Llegamos primero a la estructura XX, la cual tenía portadas zoomorfas en sus dos plantas principales y una gran cantidad de cuartos que hoy están bastante dañados. Pasamos por las estructuras XV y XVI, que solo conservan las bases de los muros y luego llegamos a la plaza principal, rodeada de los edificios I a IV. Ahí nos encontramos con la impresionante portada zoomorfa que es la imagen más famosa del sitio.
Grupo III de Xpujil

Terminamos frente a la estructura VI, con su gran fragmento de crestería y nos dirigimos a la salida.

Aún quedaba mucho tiempo de luz de día así que decidimos hacer un recorrido por varios grupos del sitio de Xpuhil. Comenzamos por el III, el cual está muy cerca de la carretera Escárcega-Chetumal; en mis múltiples visitas pude ver el proceso de excavación y restauración desde que solo había montículos hasta ahora, cuando casi en su totalidad está liberado y muestra numerosas estructuras de tipo habitacional que rodean al menos 4 patios.

De ahí nos dirigimos al grupo conocido como "El Kitam", que se encuentra en lo alto de una loma; únicamente una estructura está restaurada y tiene algunas decoraciones de estuco; detrás de ella hay una plaza con montículos en sus 4 lados, uno de ellos con un agujero que permite observar una cámara abovedada muy bien conservada.
Grupo II de Xpuhil

Para cerrar el día caminamos al grupo II, el cual se encuentra entre la selva. Me sorprendió el avance de las construcciones actuales, las cuales se habían comido una franja de más de 10 metros que anteriormente estaban cubiertos de vegetación. A pesar de los cambios fue bastante fácil llegar porque el sendero estaba bastante más amplio que antes y el lugar se encontraba mucho más limpio de maleza.

Algo que parecía preocupante fue la gran sequía que azotaba la región, por todo el camino vimos los campos secos y la vegetación prácticamente sin follaje, lo que dejaba ver una cantidad impresionante de montículos que parecían cubrir una extensión sin fin.

Después de visitar el grupo II, con su bella crestería, regresamos al hotel y decidimos el itinerario del día siguiente, que sería complicado y nutrido.