domingo, 29 de marzo de 2020

Un mes en Campeche pt. 14. Hampolol, Dzitbalché, Nunkiní, Santa Cruz, Tankuché, El Remate y Pomuch

Entrada a El Remate
El jueves 25 de julio se llevó a cabo el segundo y penúltimo recorrido organizado dentro del curso de lengua maya (el último fue a Calakmul unos días después pero a ese yo no asistí), se trató de una serie de visitas a una serie de proyectos realizados por mujeres emprendedoras. 

Por la mañana fuimos a la universidad, llegamos unos minutos tarde pero no hubo problema. Salimos a nuestra primera parada en el cercano Hampolol, dónde ya había estado cuando fui a buscar el sitio de Cansacbé. En ésta ocasión llegamos a una casa donde se elabora una bebida muy parecida al café pero con granos de maíz tostado, ahí desayunamos dicha bebida y tamales.

De ahí nos dirigimos a Dzitbalché, donde nos hablaron sobre los cantares que se hallaron en dicho lugar y que son un documento colonial escrito en maya que narra hechos históricos y legendarios de la región, también pudimos ver algunos locales donde vendían ropa bordada típica.
El Remate

Seguimos hacia un poblado que visité en 2013 junto a mi amigo Julio, Nunkiní, el cual cuenta con un gran sitio arqueológico llamado Xkamayamul. En ésta ocasión únicamente llegamos al centro y nos mostraron como se elaboran varios productos de palma, pero principalmente los importantes petates "pop", antiguos símbolos de la realeza maya que tenían complicados diseños geométricos; un arte que casi se perdió al fallecer la única señora que los elaboraba, pero que fue recientemente recuperado de forma autodidacta por una de sus sobrinas.

De ahí seguimos hacia el parque nacional de los Petenes, primero en el casco de la vieja hacienda de Santa Cruz, donde se lleva a cabo la fabricación completa de los famosos sombreros de jipi japa (a diferencia del mundialmente conocido Bécal, donde ya no se encuentra la materia prima). Ahí pudimos entrar a ver una de las pequeñas cuevas artificiales cuyo ambiente hace que la palma sea óptimamente trabajada.
El Remate

El último proyecto que conocimos fue en Tankuché, donde se obtiene la miel de la abeja melipona y se usa para elaborar diversos productos como jabones y dulces. Esta miel es sumamente cara pero con una calidad muy superior a la normal.

Finalmente llegamos hasta El Remate, un ojo de agua cristalina cuyo fondo está cubierto de pequeñas piedras de un azul turquesa que le da una apariencia de ensueño; ahí estuvimos por un rato nadando a pesar de que la hora de cierre ya había pasado; sin embargo los encargados nos dejaron pasar.

Así emprendimos el regreso justo antes de que comenzara a llover, aún así todavía nos faltaba un último destino.
Tumba en Pomuch

Llegamos a Pomuch poco antes del atardecer, paramos en el centro y pasamos a comprar un pan llamado "de pichón", que nos habían recomendado y que pintaban como una maravilla. Se trata de un pan francés relleno de queso con un poco de picante; Fernando y yo compramos uno pero nos pareció bastante caro y su sabor muy parecido a una torta de queso de la Ciudad de México, por lo que a diferencia de otros platillos que pudimos probar en nuestra estancia, éste no nos encantó.

Para cerrar el día fuimos al cementerio a observar el ritual en el que se extraen los huesos de los difuntos para limpiarlos y luego volverlos a colocar en su nicho. Ésto me dejó una sensación de desengaño, la ceremonia siempre es difundida los días de muertos incluso en televisión internacional como una tradición que realiza todo el poblado, sin embargo nos dijeron que hay personas encargadas de llevarlo a cabo a las que se les paga y que realizan demostraciones para los turistas en cualquier época del año (junto con lo de Bécal me sentí timado). 

Regresamos ya algo tarde y a penas alcanzamos el camión para nuestro lugar de hospedaje. Ese día cerró el curso pero saldríamos de regreso hasta el martes siguiente, luego de 5 semanas en Campeche; aún faltaba la cereza del pastel que llegó el último domingo de la estancia.

lunes, 16 de marzo de 2020

Un mes en Campeche pt. 13. De vuelta a Edzná, playa y recorrido por museos

Gran Acrópolis de Edzná
El 20 de julio me levanté temprano, a pesar de tener un poco de cansancio en las piernas por la caminata del día anterior, salí a hacer otro largo trayecto a pie hasta el aeropuerto. Llegué casi una hora antes de que arribara el vuelo en el que venía Itzel, mi novia, a visitarme unos días (el que como de costumbre estaba retrasado). 

Cuando por fin llegó, salimos a tomar un camión al centro y luego nos dirigimos a dejar sus cosas en la casa donde me hospedaban; en un rato nos preparamos y fuimos a la terminal de autobuses de segunda, donde tomamos el transporte a Seibaplaya. 

Yo no suelo acudir nunca al mar, pero era una ocasión especial. Sabía que las mejores playas de Campeche se encontraban cerca de Ciudad del Carmen, en Isla Aguada o en Sabancuy, pero tomaría mucho tiempo llegar hasta ahí. Por ello que escogimos un punto más cercano que aunque tiene un litoral algo pedregoso, a unos metros de la línea de costa el suelo es de arena fina.
Escalinata jeroglífica en la pequeña acrópolis de Edzná

Ya en el poblado, tomamos un mototaxi a la playa, donde permanecimos algunas horas.

Ya de regreso fue el mismo camino pero al llegar al centro de Seibaplaya todo parecía estar desierto, por fortuna el conductor nos llevó a un lugar donde podíamos comer aunque no había baño y después tuvimos que pedir permiso en una cafetería que aún no terminaba de abrir para poder regresar con un poco más de calma. No encontramos ningún camión así que regresamos en una combi a Campeche y luego fuimos de nueva cuenta a donde me estaba hospedando para llevar las cosas de Itzel y algunas mías al hotel donde ella se quedaría entre el centro y la universidad, ahí me quedaría con ella y por unos días fue más fácil llegar a cualquier parte.

Al día siguiente me puse de acuerdo con Wilberth para visitar Edzná por la tarde, justo antes del cierre, cuando los turistas ya se hubieran ido casi en su totalidad. Salimos a desayunar al centro pero luego el tremendo calor que hizo aquel día nos obligó a quedarnos en el hotel hasta la hora de ir a tomar la combi al sitio.
Palacio de los 5 pisos

Tardamos mucho esperando pero pudimos subir al último transporte del día, cuando llegamos a Edzná, el custodio, visiblemente molesto, reclamó que el conductor nos hubiera llevado sin advertirnos que no encontraríamos transporte de regreso a esa hora, pero yo le dije que Wilberth estaba esperándonos (él es guía oficial en el sitio) y entonces se calmó y nos dijo que pasáramos.

Nuestro recorrido fue muy tranquilo y con un poco menos de calor que en el horario más habitual, nuevamente pasamos por casi todo el sitio abierto al público exceptuando el grupo de la vieja hechicera. 

La luz vespertina provocó que las escalinatas jeroglíficas resaltaran más y el cielo lucía igual o más hermoso que en la ocasión anterior pues estaba cubierto de nubes de distintas tonalidades. Al final del día, Wilberth nos llevó al centro de Campeche en su auto y conocimos a algunos de sus compañeros, así como a la directora del sitio.
Malecón de Campeche

Los siguientes días tuve el curso por la mañana y por la tarde visitamos el pequeño museo de la puerta de Tierra, cuyo tema son los piratas; igualmente fuimos al museo de arquitectura maya del baluarte de la soledad, al museo de la pirateria en plena plaza de armas y al museo de arqueología subacuática; comimos en el mercado y paseamos por el centro.

El último anochecer que pasamos juntos fuimos al malecón y estuvimos ahí observando el sol ocultarse en el horizonte, el viento era muy fuerte pero el mar estaba tranquilo como todos los días que lo vi durante mi estancia. La tarde siguiente dejamos el hotel y fuimos a mi hospedaje a esperar la hora para ir al aeropuerto; Fernando ya había regresado y se encontraba con Álvaro, así que estuvimos jugando UNO por un rato. Más tarde Itzel y yo nos fuimos en transporte público hasta la terminal aérea.
Con Itzel en el malecón

Cuando ella pasó a la sala de espera yo regresé a mi hospedaje, ya era algo tarde y estaba muy oscuro, temía tener que caminar pero tuve suerte de que al poco tiempo pasó un camión al centro y pude alcanzar también al que iba para la casa donde estábamos. 

Al siguiente día fue la última clase en la universidad, pero aún nos faltaba realizar un recorrido programado y teníamos algo especial para el final de nuestra estancia.

viernes, 13 de marzo de 2020

Un mes en Campeche pt. 12. Las Torres y Xanilá, Yucatán

Estructura oval de Las Torres
El viernes 19 de julio tuvimos día libre en el curso de lengua maya, también era mi cumpleaños así que quería pasarlo por primera vez visitando sitios mayas. Fue muy complicado hacer algún plan por no tener mucho presupuesto y porque ninguno de mis amigos estaba libre.

Me decidí por visitar Cd. Caucel y tratar de recorrer la mayor cantidad posible de sus parques ecoarqueológicos, los cuales conservan vestigios de uno o varios asentamientos que se encontraban en la zona, pero es difícil decir cuales eran sitios individuales o cuales no porque un enorme desarrollo habitacional ya ocupa casi toda la zona. Según los datos que pude reunir, al parecer los sitios principales de Cd. Caucel son Dzonot Xanilá, Xanilá y Anikabil, así que fueron esos los que decidí recorrer al no tener mejores opciones, cualquier otro sitio nuevo me sería casi imposible de visitar por la ausencia de transporte.
Estructuras habitacionales de Las Torres

Comencé por ir a la terminal de segunda y tomé un autobús a Mérida. No tenía ninguna prisa así que no importaba ir puebleando y tardar casi 5 horas, aunque decidí regresar en primera clase para poder quedarme hasta el final del día.

Llegando a Mérida me dirigí a la base de los camiones de Cd. Caucel, decidí bajarme cerca del sitio de Las Torres, el cual está a medio camino entre Xanilá y el sitio que se encuentra en el centro del viejo pueblo de Caucel; es difícil decir a cual de los dos pudo haber pertenecido Las Torres.

Yo ya había pasado por ahí junto con Eduardo y Julio pero habíamos visto únicamente lo que había en una glorieta, que supuestamente eran estructuras habitacionales pero únicamente eran hileras de piedras. Después nos dimos cuenta que a unas cuadras de ahí había edificios mucho más definidos y hacia ahí me dirigí.
Estructura redonda en Las Torres

Encontré varias plataformas redondas y una muy interesante que tenía una planta ovalada sobre lo que parecían una o dos subestructuras, revelando ser el punto más importante del sitio. Lo demás consistía únicamente en los cimientos de varios muros rectos que formaban habitaciones.

El plan original era dirigirme a Dzonot Xanilá, pero debía caminar más de 3 km de ida y regreso y el calor era tremendo. Por ello decidí caminar a Xanilá. 

Así llegué al segundo sitio, el cual es parte de una serie de pequeños asentamientos dispersos al oriente de Yucatán y que son muy antiguos (preclásico medio), éstos tienen en común la presencia de un juego de pelota abierto y una plataforma cuadrada en su lado norte. El de Xanilá es bastante largo aunque sus taludes son bajos, está parcialmente restaurado. También se aprecian algunos montículos pequeños.
Juego de pelota de Xanilá

Mi visita fue muy corta y luego decidí caminar hacia Anikabil, antes de eso me desvié un poco para llegar a Kalax, un parque muy cercano a Xanilá, por lo que debió formar parte del mismo sitio. Ahí no encontré más que un montículo medianamente grande y totalmente destruido, por lo que no tomé fotografías. 

Lo último de mi recorrido fue un largo zigzagueo en Anikabil, pero ahí no encontré más que unos cuantos montículos bajos que no mostraban ningún vestigio de arquitectura visible, por lo que ni siquiera lo agregué a mi lista de sitios visitados.

Así regresé al centro de Mérida no sin antes cruzar frente al casco de una antigua hacienda cerca de Anikabil. A penas llegué a tiempo para visitar a mi amigo Stephan Merk en su casa. Cuando llegué me puse a revisar mi celular para verificar la dirección y un par de policías en su patrulla comenzaron a interrogarme sobre el motivo de mi presencia, lo cual me molestó bastante ya que ni siquiera había hecho nada más que caminar hasta ahí; en ese mismo momento Stephan salió y me dejaron en paz.
Pequeños montículos en Anikabil

Pasamos una buena parte de la tarde platicando sobre sitios mayas en una extraña mezcla de español e inglés, y pude ver un poco del gran archivo de Stephan, quien es probablemente el mayor explorador de sitios mayas que ha existido, además de que cuenta con varias publicaciones, entre ellas dos volúmenes de su libro "The long silence".

Después de eso nos despedimos y fui al centro de Mérida a buscar libros, aunque no compré ninguno. De ahí caminé a la terminal de autobuses y regresé a Campeche, donde llegué cerca de la media noche; ya que no quería gastar mucho decidí cruzar casi toda la ciudad caminando, por lo que llegué de madrugada sin haber tenido ningún problema y con mi pierna lastimada ya totalmente repuesta. Fernando había salido también a Yucatán, así que me encontraba solo por el momento.

domingo, 8 de marzo de 2020

Un mes en Campeche Pt. 11. Hecelchakán, Dzotchén y Xkalumkín

Dintel de Xkalumkín
El jueves 18 de julio se llevó a cabo uno de los dos recorridos que estaban programados para el curso de lengua maya. Nos reunimos en la UACAM y subimos a uno de sus autobuses para dirigirnos a Hecelchakán; ahí pasamos a desayunar los famosos tacos de cochinita del centro y luego nos ofrecieron una visita guiada en el Museo de Arqueología Maya del Camino Real, el cual había visitado algún tiempo antes.

Antes de seguir el recorrido, algunos de nosotros pasamos al mercado, donde compré pitahayas, fruta que estaba en temporada y que prácticamente todas las semanas reabastecía debido a que nunca antes había estado en Campeche en la época en que abunda y me había encantado su sabor.

Subimos de nueva cuenta al autobús y hubo un pequeño percance en el que debido al poco espacio para salir y al retroceder un poco, el camión golpeó a un taxi y tuvimos que esperar un rato mientras el conductor llegaba a un arreglo para podernos retirar.
Palacio de los cilindros

La siguiente parada fue en el cercano pueblo de Dzotchén; ahí visitamos una primaria bilingüe donde hubo algunos juegos, recorrimos el casco de la exhacienda que se encuentra en el centro y nos ofrecieron una comida con tamales, incluso cosecharon una sandía que tenían en su huerto para compartirla con nosotros. Ahí tenía ganas de ir a visitar a Don Mariano, quien me había guiado junto con Julio al sitio de Chelemí y a algunas estructuras mayas dentro de Dzotchén pero no tuve tiempo.

Ya por la tarde subimos de nueva cuenta al autobús, aunque algunos de mis compañeros seguían en la primaria y parecían no querer irse, hasta que pasamos frente a la primaria y después de un rato pudimos seguir hacia Xkalumkín, un sitio maya que yo ya conocía pero que iba a aprovechar para sacar fotografías pues las que tenía del 2013 fueron tomadas con una cámara muy austera y la que llevaba ahora era mucho mejor.
Grupo de la serie inicial

Cuando llegamos pude ver que en la entrada habían colocado varios monumentos con grabados que no recordaba haber visto antes, entre ellos estelas, dinteles o jambas y columnas. Asimismo bajo un pequeño techo seguían las piezas procedentes del sitio cercano de Xcombec, que había visto junto con Julio en el 2013. 

Como suele ocurrir cuando hay mucha gente, y ya que mi rodilla estaba casi completamente restablecida, decidí adelantarme para tomar fotografías sin personas, aún así me sorprendió que me encontré con varias familias locales que estaban paseando por todo el sitio abierto al público y tuve que esperar varias veces para poder realizar las tomas que quería.

Primero llegué al palacio de los cilindros, el cual tiene una escalinata volada que lleva a su parte superior aunque no se observan restos de habitaciones en la planta alta, el friso está decorado con columnillas que le dan su nombre.
Edificio del cerrito

El siguiente conjunto fue una plaza rodeada por montículos destruidos, pero ahí pude ver los restos de una fachada entre el escombro. Un poco más allá llegué al grupo de la serie inicial, donde había un edificio que tenía glifos alrededor de su entrada principal, por desgracia ya no se encuentran ahí pero se pueden apreciar en el Museo de la Arquitectura Maya del Baluarte de la Soledad en Campeche, Campeche. 

Desde ahí me encontré con algunos compañeros que se habían adelantado también y seguimos el recorrido juntos. Pasamos por un cenote ya seco y finalmente llegamos al edificio del dintel, el cual solo conserva parte de la fachada. Desde ahí se ven grandes plataformas con restos de arquitectura en su parte alta, sin embargo se encuentran fuera del área abierta al público y la maleza hace que sea casi imposible acercarse; por otro lado se puede tener una idea de que el sitio es mucho más grande de lo que parece y estaba distribuido tanto en la planicie como en los cerros que la rodean.
Vista hacia el norte del sitio

Ya yendo de regreso a la entrada, Fernando y yo subimos al edificio que se encuentra sobre un pequeño cerro, el cual también tenía una escalinata volada que permitía subir a su parte alta, aunque al igual que el palacio de los cilindros no se observan cuartos ahí. Una vez arriba nos dimos cuenta de que la cima del pequeño cerrito seguía hacia la parte trasera del edificio y vimos algunos restos de paredes justo al borde de la elevación. Decidimos ir a ver a pesar de la maleza y la piedra suelta que cubría todo y dificultaba bastante caminar, cuando estábamos por llegar hasta los vestigios, nuestra compañera Zeltzin nos alcanzó en la cima y quiso pasar con nosotros; solo pudimos ver como una piedra, que ya se había rodado cuando yo pasé, se deslizó por completo y provocó que ella cayera dando incluso una rotación que hizo que pareciera desde donde estábamos que había caído de cabeza. Regresamos preocupados a ayudarle y vimos que se había raspado la rodilla, algo mucho más leve que lo que me imaginé al ver su caída pero aún así la sangre comenzó a escurrir por su pierna.

Luego de bajar nos dirigimos al autobús, donde casi nadie más se encontraba, Zeltzin se dirigió a limpiar su herida y por fortuna encontré entre mis cosas una pequeña botella de alcohol en gel que ayudó a que no se le infectara. A los pocos días su rodilla ya estaba mucho mejor. 

Regresamos a Campeche cuando ya había caído la noche, al día siguiente (viernes) no tendríamos curso, algo muy conveniente para mí pues sería el día de mi cumpleaños y quería pasarlo en algún sitio maya.

martes, 3 de marzo de 2020

Un mes en Campeche Pt. 10. Xpulyaxché

Montículo principal
Llegamos hasta el poblado de Pakchén y tomamos una terracería que llegaba hasta unos viejos campos de cultivo que parecían abandonados desde años atrás; mi información aparentaba que la llegada a Xpulyaxché sería muy sencilla pero la tremenda maleza que apareció frente a nosotros amenazó con impedirnos acceder al sitio a pesar de encontrarnos a menos de 100 metros.

El cansancio que nos dejó Peor es Nada había disminuido bastante luego de estar sentados un buen rato en el auto y tomar bastante agua así que decidimos intentar cruzar el campo a punta de machetazos. Luego de un buen rato logramos llegar al borde de los campos, el cual estaba marcado por una alambrada. Una vez en la selva la maleza era mucho menos abundante debido a la poca luz que pasa a través del follaje de los árboles de mayor tamaño que crecen ahí.

Al poco tiempo nos encontramos un gran montículo que resultó ser la estructura principal; se trata de un edificio raro para la zona de los Chenes en la que nos encontrábamos, debido a que ahí casi no existen templos piramidales como éste. Por el tamaño de las piedras de la construcción parece ser que es anterior al desarrollo del estilo arquitectónico regional.

Restos de templo superior
Lo primero que vimos fueron unas enormes piedras que formaban dos o tres escalones y subimos hasta la cima, donde nos encontramos con algunos pocos restos de paredes pertenecientes al templo superior, su construcción parece mucho más fina que la del basamento, dando a pensar que fue un añadido posterior o que perteneció a una etapa más tardía de la que no se conserva nada más visible.

Lo más impresionante fue que al bajar por otro de los lados nos encontramos con una sección muy bien conservada de otra escalinata megalítica, la cual solo tuvimos que limpiar mínimamente para fotografiarla, en su parte inferior tenía un hueco que a primera vista parecía parte de una entrada pero luego nos dimos cuenta de que únicamente se trataba del espacio que dejó una gran roca que había sido retirada probablemente por saqueadores y que yacía a unos metros ya partida por la mitad.

Escalinata megalítica
Rodeamos toda la estructura y con ello comprobamos que en las cuatro caras tenía esas enormes escalinatas, aunque ya era muy poco lo que se podía apreciar de las restantes. Sabíamos que había más arquitectura expuesta e incluso una estela (otro elemento raro en la zona de los Chenes), pero al no encontrar nada más en un examen rápido decidimos terminar la visita debido al cansancio acumulado y a que todavía queríamos llegar hasta el sitio de Dzehkabtún.

Volvimos al auto y llegamos hasta una terracería que nos llevó a unos extensos campos de cultivo que son utilizados actualmente. El camino se volvía difícil pues en lugar de ser de tierra firme blanca o sascab, en un momento pasó a ser de tierra roja muy resbaladiza y blanda. Estábamos a aproximadamente 1 km de llegar a Dzehkabtún cuando vimos pasar a algunos jóvenes en motocicleta, volteamos a saludarlos y, luego de ese instante de distracción, Wilberth perdió el trazo seco del camino y el auto se deslizó a un charco y rápidamente se atascó. Las llantas del lado derecho se hundieron en el fango hasta unos 15 centímetros y por ello bajamos a intentar sacarlo empujando.
El atardecer en los campos

De inmediato se nos hundieron los pies hasta los tobillos en lodo, no podíamos aplicar mucha fuerza pues terminábamos deslizándonos y ensuciándonos más. Intentamos con Wilberth y conmigo conduciendo y fue inútil. Empezamos a recolectar pasto seco y hierba para intentar colocarlos bajo las llantas para dar tracción pero también fue infructuoso. Comenzábamos a estar en una situación bastante precaria: el pueblo más cercano estaba a una hora o más caminando y comenzaba a hacerse tarde. Nuestra última idea surgió al darnos cuenta que bajo 20 o 30 cm de lodo parecía que la tierra era compacta; decidimos escarbar con las manos hasta quitar todo el lodo posible y liberar un "riel" de tierra compacta para sacar por ahí el auto en reversa. Todo pareció resultar aunque la hierba que habíamos puesto en lugar de ayudar nos volvía a atascar y tuvimos que hacer varios intentos cavando más y avanzando un poco adelante para tomar impulso hacia atrás. En un momento que el auto ya estaba a punto de salir volvió a deslizarse hacia el lodo pero ya teníamos claro como salir, luego de un buen rato y un esfuerzo tremendo logramos poner las cuatro llantas en tierra compacta. Terminamos tan sucios que tuvimos que subir descalzos al vehículo para no llenarlo aún más de lodo; por último olvidamos los machetes en el suelo y tuvimos que regresar por ellos, a cambio tuvimos una hermosa vista del atardecer en medio del campo.

Regresamos a Campeche más tarde de lo que habíamos planeado y hubo que darle un trapazo al auto para que estuviera un poco decente. Así terminó un fin de semana de interesantes exploraciones.

sábado, 29 de febrero de 2020

Un mes en Campeche pt. 9. Peor es Nada

Crestería de la estructura IV
El domingo 14 de julio Wilberth y yo planeamos realizar un recorrido en su auto, en ésta ocasión no nos acompañó su hermano Iván pero si Fernando. Salimos por la mañana y pasamos a desayunar unas tortas de cochinita; luego de ello emprendimos un largo trayecto hasta el sitio de Peor es Nada, ya cerca de Xpujil y luego de pasar por Hopelchén.

El sitio de Peor es Nada fue reportado por Eric S. Thompson y es uno de los mejores ejemplos de arquitectura tipo Río Bec, pues contiene dos edificios con torres con una regular conservación, además de otros ya muy dañados; a pesar de su fácil ubicación fue difícil de encontrar para mi amigo Eduardo, quien había estado ahí junto con Julio poco antes que nosotros. Fue gracias a Nik Contini (a quien yo había conocido en persona a penas dos o tres días antes, pues se encontraba recopilando documentación en Campeche) que tuvimos las indicaciones adecuadas para poder llegar al lugar.
Estructura IV

Entramos algunos metros por una terracería y dejamos el vehículo, frente a nosotros se encontraba un pequeño cerrito donde sospechábamos se encontraba la estructura V del sitio. Julio me había dado un croquis que indicaba 4 edificios principales numerados de sur a norte, por lo que estábamos en el extremo del sitio.

Decidimos dejar esa estructura para el final y comenzar la búsqueda de las demás. El terreno estaba en parte deforestado, por lo que vimos varios montículos, dos de ellos incluso con una disposición parecida a la de los juegos de pelota; más atrás había que internarse en la selva y eso hicimos, aunque el paso no era muy difícil pues la mayoría de la maleza estaba seca, había mucha hierba en el piso y eso obligaba a levantar mucho los pies para no tropezar, lo que me afectó bastante a la larga debido a mi rodilla aún no recuperada.
Torres de la estructura V

Encontramos una infinidad de senderos que cruzaban la selva y seguimos los que mejor nos parecían; nos encontramos varios montículos sin arquitectura expuesta, algunos con grandes agujeros de saqueo. Peinamos la zona y dimos varias vueltas para volver a ubicar los lugares donde ya habíamos pasado y ubicarnos, pero no encontramos nada destacable. 

Decidimos dirigirnos al sur y tomamos otros tantos senderos que únicamente nos llevaron a varios grupos de grandes montículos, lo que parecía un campamento destartalado y zonas donde la maleza se complicaba mucho.

Varias veces me separé de mis compañeros para abarcar más terreno, pero únicamente seguía encontrando montículos sin arquitectura expuesta, cada vez era más difícil orientarme y constantemente requería de silbar para que me escucharan y me orientaran para poder regresar a los puntos donde ellos estaban.
Torre oriente de la estructura V

Luego de horas de buscar y después de encontrar un conjunto particularmente grande sin nada destacable que observar, yo ya no podía dar un paso más y le dije a los demás que era tiempo de rendirme; Wilberth sin embargo había visto estructuras de gran tamaño delante de nosotros y quiso ir a revisarlas, ahí finalmente encontró lo que parecía una torre muy dañada con un gran agujero de saqueo. Yo pensé que estábamos en la estructura I pero meses después comprobé que en realidad nunca llegamos a dicho edificio, en realidad llegamos a la III, la cual formaba un ángulo recto con la IV, que fue la siguiente que encontramos.

Después de dar la vuelta a la estructura III, no encontramos casi nada visible, pero dimos con su estructura vecina, donde dimos de frente con un gran muro que parecía haber perdido todo el recubrimiento de piedra y mostraba el relleno de mampostería, del otro lado pudimos ver que se trataba en realidad de una enorme y maciza crestería.
Estructura V

Asumiendo que habíamos encontrado las principales estructuras y tremendamente cansados, decidimos regresar a la estructura V, que habíamos dejado pendiente. El camino fue mucho más fácil y además cruzamos por un área donde la selva había sido talada por lo que en pocos minutos llegamos al pequeño cerrito.

Solo tuvimos que caminar unos cuantos metros para ver claramente la silueta de dos torres estilo Río Bec, aunque parecía que habíamos llegado por la parte trasera. En la torre del lado oeste había un enorme tronco caído que se había llevado parte de la pared, en el lado este pudimos ver arranques de bóveda y muros de habitaciones que ya habían caido. Cruzamos hacia el frente del edificio y ahí vimos que había muchos muros en pie pero los cuartos ya se habían desplomado hacía mucho tiempo. Yo estaba agotado y me dolía la pierna, por lo que no pude subir a la parte más alta para ver más de cerca, además había olvidado mi agua y estaba sumamente deshidratado, nunca en ningún otro sitio había estado en unas condiciones tan malas como en Peor es Nada.

Finalmente regresamos al auto mucho tiempo después del que habíamos previsto, pero aún así faltaba visitar otros sitios y seguimos nuestro camino yendo ya de regreso hacia Hopelchén.

miércoles, 26 de febrero de 2020

Un mes en Campeche pt. 8. Museo de arqueología subacuática y Cansacbé

Fuerte de San José el Alto
El 10 de julio acudimos al curso de lengua maya por la mañana como ya se había hecho habitual, después de la salida me dirigí junto con Fernando al fuerte de San José el Alto, donde se encuentra el museo de arqueología subacuática. Tomamos un camión de la universidad al centro y luego no encontramos la ruta que Álvaro nos había indicado, por ello subimos en otra que creíamos que nos acercaría bastante. El resultado fue que nos bajamos cuando notamos que nos estábamos alejando del cerro en el que se encuentra el lugar al que nos dirigíamos y caminamos bastante y en una subida algo pronunciada. Mi pierna estaba mucho mejor que en los anteriores recorridos pero con ésto comenzó a resentirse un poco, aunque muy ligeramente. 

Luego de más de media hora llegamos a una estatua de Benito Juárez que era nuestra referencia para llegar y en poco tiempo estábamos en el destino.
Cañón junto al fuerte

El fuerte es un pequeño edificio militar que está rodeado por un pozo con una única entrada comunicada con el exterior por un pasillo serpenteante que llega a un puente, desde su costado poniente se domina el litoral con una vista inmejorable; algunos cañones adornan el terraplén que baja hacia el mar.

El museo es sumamente interesante ya que abarca varios temas de la arqueología subacuática tales como la exploración en cuevas y cenotes, ríos, mares y otros cuerpos de agua. Ahí se encuentran piezas que ilustran los descubrimientos relacionados con la prehistoria, los ritos acuáticos prehispánicos, los naufragios coloniales y modernos y los métodos de estudio. Algunas de las piezas más interesantes son una caña de timón que representa un galgo corriendo, un antiguo cañón español y numerosas joyas de oro provenientes de un pecio en el caribe.
Caña de timón en forma de galgo

Decidimos llegar hasta nuestro alojamiento caminando, así cruzamos una de las áreas altas de la ciudad de Campeche y nos dimos una buena cansada por el intenso calor que hacía.

El siguiente sábado no tenía muchas opciones y quería forzar poco mi pierna pues al día siguiente habría un recorrido largo. Fernando se fue a visitar Champotón y su sitio arqueológico y yo decidí ir a buscar Cansacbé, un sitio del que tenía pocas noticias excepto que era enorme, estaba casi desaparecido y se había propuesto que fuera el verdadero asentamiento prehispánico que dio origen a la actual ciudad de Campeche; Wilberth me dio algunas indicaciones, con ello me dirigí a la terminal de segunda y tomé un autobús al cercano Hampolol, en menos de media hora ya había llegado hasta ahí y comencé a caminar hacia el sitio.
Puente antiguo

Después de solo un kilómetro me encontré con un antiguo puente que formaba parte del camino real que llevaba a Mérida; este puente fue construido inequívocamente con piedras de edificios prehispánicos y existen narraciones que mencionan grandes montículos a los costados de la senda que fueron por completo desmantelados para ser usados como material de construcción.

A partir de ahí todo se complicó; de ser una caminata sencilla, el recorrido se convirtió en una lucha contra la maleza. Subí a un pequeño cerro por una brecha muy descuidada, mi avance era sumamente lento y debía usar el machete todo el tiempo. Empecé a pensar que de seguir así debería abortar el intento pero no quería irme sin haber encontrado nada. Luego de media hora estaba en la cima alargada del cerro y me encontré en un terreno más sencillo aunque infestado de mosquitos. Mi pierna comenzaba a doler pero ya no había marcha atrás.
Montículo destruido

Comencé a encontrarme con numerosos montículos que formaban plazas, algunos incluso tenían grandes piedras megalíticas mientras que otros estaban construidos con otras mucho más pequeñas. Ubiqué algunos restos de metates o de otras piezas labradas y lo que parecía un pequeño pozo con boca hexagonal. Además de ello no quedaba absolutamente nada en pie, únicamente algunas piedras alineadas indicaban lo que alguna vez fue una pared. Es triste el estado de este gran sitio, sus edificios ya son simples montículos bajos, terriblemente saqueados y sin forma.

Decidí bajar del cerro por el lado contrario al que subí para no pasar por el mismo camino difícil; fue una excelente idea pues me encontré una brecha de terracería que me llevó directamente a la carretera, ahí esperé por un buen rato a que pasara el autobús de regreso y como era temprano y estaba solo me fui al cine a pasar la tarde.

domingo, 23 de febrero de 2020

Un mes en Campeche pt. 7. Cerro de los Muertos

Río Candelaria
En la camioneta llegamos hasta la casa a orillas del río Candelaria de don Guillermo, comisario de la comunidad de El Tigre; él nos llevaría en su lancha al sitio de Cerro de los Muertos, un lugar que me despertaba aún mayor interés que el mismo Itzamkanac, pues sabía que se había excavado y restaurado algunos edificios pero nunca había visto ni siquiera una fotografía. Igualmente la familia de don Guillermo nos prepararía la comida del día.

Quisimos dirigirnos primero al sitio y se preparó la lancha pero tuvimos un retraso de poco menos de una hora pues justo antes de embarcarnos comenzó a llover bastante fuerte; tuvimos que refugiarnos y aguardar a que disminuyera la intensidad de la precipitación.

Cuando vimos que quizá no cesaría la lluvia pero que continuaría largo rato en forma mucho más leve, nos preparamos para visitar el sitio en esas condiciones y nos prestaron un gran plástico para cubrirnos durante el trayecto. Varios de nuestros compañeros no tenían suéter ni rompevientos y sufrieron de frío, ya que rápidamente estábamos empapados, yo pude resistir bastante bien con la camisa que llevaba; además me arriesgué a llevar la cámara cubierta con todo lo que encontré para tal efecto, además de que nunca voy a ningún sitio maya sin mi capa impermeable.
Estructura principal de Cerro de los Muertos

El trayecto a contra corriente duró poco más de una hora. El río y las nubes presentaban un cuadro hermoso aunque la selva de las riveras hace tiempo que fue completamente arrasada; en algunos tramos habían cañaverales extensos en zonas inundables y vimos numerosos pájaros acuáticos.

Finalmente llegamos a una curva pronunciada del río que provenía del norte y desde ahí veíamos un único cerro que sobresalía del horizonte plano, de inmediato supe que ese punto era nuestro destino.

Llegamos hasta un pequeño puerto un tanto destartalado y saltamos a tierra en el borde de la ladera, saqué el tripié de la cámara y lo usé como bastón para cuidar que no me lastimara la pierna en algún resbalón. Subimos el primer tramo del cerro y llegamos hasta una cabaña donde salió un señor a saludarnos. Luego de que don Guillermo cruzara algunas palabras con él, seguimos el recorrido.
Templo superior en la estructura principal

Entramos en un manchón de selva y comenzamos a ver montículos, terrazas y alguns muros ya restaurados pero cubiertos de maleza y difíciles de apreciar y fotografiar. Entre la lluvia y el agua que caía de los árboles era demasiada humedad para sacar la cámara así que usé el celular para documentar.

Según lo que nos dijeron Don Guillermo e Iván, el nombre del sitio se debe a que el intenso saqueo dejó al descubierto varias tumbas, por lo que los huesos terminaron esparcidos por el sitio.

Cuando llegamos a la estructura principal pudimos ver al menos tres fases constructivas que los arqueólogos dejaron visibles, la primera era un fragmento de escalinata que sobresalía sobre la segunda, que era la que representaba casi todo el cuerpo del edificio que podíamos apreciar; finalmente una sanja dejaba ver otra escalinata más antigua que ahora permite el ascenso por un espacio estrecho.
Estructura principal

No podía dejar de fotografiar el edificio así que saqué la cámara, la coloqué en el tripié y cubrí todo con el impermehable, de esa forma pude tomar algunas imágenes mucho más amplias que las que obtuve en el celular.

Subí a la cima de la estructura y ahí me encontré con las bases de los muros del templo que la coronaba. La bajada fue bastante peligrosa por la piedra enlamada y la humedad imperante pero por suerte no hubo ningún contratiempo para ninguno de nosotros.

Lo último que vimos a detalle fue un gran agujero de saqueo en un costado del edificio que dejaba ver un poco de una subestructura, nos contaron que ahí se encontró una tumba. 

Algunas otras estructuras tenían secciones restauradas y podíamos ver partes de muros desde la plaza central del sitio pero era peligroso moverse en esas condiciones y decidimos no subir a los demás edificios.

A orillas del río Candelaria
Caminamos un poco hasta un mirador que dejaba ver una gran extensión de llano y la curva que describía el río Candelaria frente al sitio. Descendimos por otro lado del cerro donde el camino era más difícil que el que usamos para llegar, sin embargo bajamos con mucho cuidado y no hubo problemas. Llegamos hasta la cabaña que vimos al inicio y luego nos dirigimos a un ojo de agua que cuando hay mejor clima es usado como un balneario que tiene una tremenda belleza por sus aguas cristalinas. 

Irónicamente, cuando emprendimos el regreso dejó de llover. El regreso fue un poco más corto porque ya íbamos en el mismo sentido que la corriente; en casa de don Guillermo nos prepararon unas mojarras de río que fueron uno de los mejores pescados que hubiéramos comido y terminamos encantados con el recorrido del día y por el manjar que nos ofrecieron.
Atardecer en Candelaria

Nos despedimos de nuestro anfitrión y regresamos a Candelaria; llegamos al hotel Taxahá justo a tiempo para apreciar uno de los atardeceres más bellos que haya visto en mi vida, algo muy difícil de decir porque en Yucatán he visto bastantes; el ardor rojizo con distintos tonos que tomaron las nubes que permanecían en el cielo era simplemente indescriptible y cambiaba a cada minuto. Además nos permitieron subir a la azotea para apreciarlo mejor.

Era ya de noche cuando nos despedimos de Max y subimos a los autos para regresar a Campeche, el plan original era visitar más lugares e incluso pasar a comprar pan en Champotón pero eso fue imposible ya que regresamos a la ciudadad pasada la media noche. Al día siguiente estaría terriblemente adolorido y con la pierna casi impedida de doblarse pero bien valió la pena el recorrido.

jueves, 20 de febrero de 2020

Un mes en Campeche pt. 6. El Tigre-Itzamkanac

Estructura IV
El domingo 7 de julio nos levantamos muy temprano y antes de las 6 de la mañana Álvaro y Andrei pasaron por Fernando y por mí para salir hacia la zona arqueológica de El Tigre-Itzamkanac. Ellos habían estado trabajando en un proyecto videográfico llamado "los 7 tesoros de Campeche" e iban a grabar en el sitio una entrevista con el arqueólogo Iván Urdapilleta y a realizar algunas tomas con dron. 

Primero paramos en una gasolinera y ahí ya nos esperaban nuestras compañeras Romina y Odaris junto con "Bobby" de la primera generación de la carrera de antropología en la UNAM y Ángeles, de la misma carrera pero en la UACAM. Esperamos ahí por un rato mientras Andrei iba por Johnny, el camarógrafo y llegaba el arqueólogo. Aproveché para comprar una venda en la farmacia, pues mi rodilla seguía casi en las mismas condiciones del día anterior, estuve ahí acomodándome el vendaje hasta que pude caminar mucho mejor, la presión evitaba por completo el dolor aunque no podía doblar demasiado la articulación.
Estructura II desde la cima de la IV

Nos dividimos en los autos de Andrei y de Iván y salimos con rumbo a Escárcega. El camino fue muy tranquilo y llegamos ahí justo a tiempo para pasar a desayunar unos tacos. De ahí nos dirigimos a Candelaria y llegamos antes del medio día al hotel Taxahá, donde recogimos a su dueño Maximiliano, quien nos llevó hacia nuestro destino en su camioneta y nos acompañó el resto del día.

Finalmente y luego de alrededor de una hora más de camino llegamos a El Tigre-Itzamkanac, el único sitio abierto al público en Campeche que no había visitado; la llegada es tan complicada en transporte público que ni siquiera había considerado esa visita en ninguno de mis viajes. El sitio tuvo una larga ocupación desde finales del preclásico hasta la llegada de los españoles, cuando formaba parte del señorío de Acalan-Tixchel, controlando el comercio por la región de los ríos. En sus cercanías mandó Hernán Cortés a ejecutar a Cuauhtémoc, el último tlatoani mexica, esto ocurrió durante el viaje que realizó el conquistador español a Honduras, conocido entonces como "las hibueras".
Mascarón sobre la plataforma de la estructura I

Mientras nuestros amigos grababan, Fernando y yo pasamos por el juego de pelota y seguimos de largo hasta la estructura IV, la cual es la mayor y la más alejada abierta al público. El edificio es muy particular pues tiene una escalinata estrecha con grandes alfardas, algo que únicamente había visto antes en Moral-Reforma, Tabasco. En la cima pude ver que en alguna etapa constructiva anterior a la que se observa actualmente, la cima era triádica, con plataformas a cada lado del templo principal.

La estructura desplanta sobre una gran plataforma que soporta varios edificios de pequeño tamaño, me inclino a pensar que estos últimos fueron adiciones tardías y por su magnitud y estilo probablemente hayan sido añadidos durante el posclásico, cuando ya no se llevaban a cabo grandes construcciones en casi ninguna parte del área maya.
Estructura I y plataforma circular

Desde la cima de la estructura IV podíamos ver claramente la estructura II, la cual se encuentra ahora totalmente cubierta de vegetación. Iván nos contó que parecía que ese edificio tenía mala suerte ya que la cima había sido excavada y restaurada pero siempre que intentaban liberar el resto había algún problema y el proyecto era interrumpido.

Regresamos hacia otra gran plataforma que soporta la estructura I, la cual me recordó un poco al templo del jaguar de Lamanai, en Belice.

Subimos y vimos a nuestros amigos terminando de grabar su vídeo, entonces pudimos apreciar los mascarones que se encuentran en un pequeño edificio frente al principal. Se trata de rostros, probablemente solares, que a diferencia de otros cuyo personaje es siempre joven, representan a un anciano; este tipo de ornamentos son típicos del clásico temprano.
Gran mascarón en la estructura I

Sobre el cuerpo de la estructura I vimos también un enorme mascarón de estuco con ornamentos bellamente conservados en su lado izquierdo, los cuales representan una orejera redonda, una serpiente con las fauces abiertas y otros elementos de apariencia redondeada. A diferencia de los demás, el rostro de éste no parecía ser humano, probablemente representara un ser mitológico como los que se encuentran en la famosa estructura E-VII-Sub de Uaxactún.

De ahí fui a observar la estructura circular que se encuentra también sobre la gran plataforma, es muy baja pero se parece bastante a otras que he visto en Uxmal y Edzná; su forma y tamaño parecieran situarla en el posclásico, a diferencia de los mascarones de estuco, mucho más tempranos y que para entonces estaban cubiertos por ampliaciones de los edificios que los contenían.
Estructura I

Justo acababan de terminar el vídeo cuando subí a la cima de la estructura I, desde ahí también podía ver la II y una gran extensión de campo abierto que había sido talado para la cría de ganado. A lo lejos podía ver el río Candelaria.

Ahí terminé mi recorrido, la rodilla se había comportado bien aunque me daba algunas molestias al subir escaleras; decidí sentarme junto al juego de pelota mientras mis compañeros se dirigían a la estructura IV, estuve ahí un buen rato en soledad, escuchando a las aves y admirando el paisaje. Después fui a platicar un poco junto a la camioneta con Maximiliano y luego de un rato llegaron todos los demás y nos dirigimos al poblado actual de El Tigre, aún planeábamos visitar un sitio más.



martes, 18 de febrero de 2020

Un mes en Campeche pt. 5. Xcucsuc y Xpambehaltún

Base de una estructura en Xcucsuc
Recorrimos unos pocos kilómetros a partir de Xcalachetzimin para buscar nuevamente Xcucsuc, un sitio al que había creído llegar a inicios de año junto con Adriana y Julio pero que después de una revisión resultó ser en realidad Xpambehaltún.

En esta ocasión comenzamos a buscar el lugar un poco más al sur que en la vez anterior, creyendo que encontraríamos un edificio en pie dentro de alguno de los pequeños manchones de selva que se encuentran rodeados de tierras de cultivo. Incluso nos separamos para abarcar más terreno pero únicamente encontramos algunos montículos.

Llegamos a una zona por la que pasé meses antes y dónde la maleza no me había dejado ver más que la base de un edificio, ahora estaba tan limpio de vegetación que claramente apreciamos varios montículos, algunos con restos de arranques de muro o jambas y dinteles caádos.
Lo que queda del grupo central de Xcucsuc

Era tal la destrucción que creímos que todo el sitio se encontraba ya casi desaparecido, pero meses más tarde en una nueva revisión supe que la estructura en pie que buscábamos no se encontraba en el área visitada (que en verdad era la parte central de Xcucsuc), sino que estaba a unos metros al sur de Xpambehaltún; esto me hizo convencerme de que el tan buscado edificio en realidad nunca fue parte de Xcucsuc sino de su vecino más occidental.

Ya que nos encontrábamos muy cerca de la parte que había visitado de Xpambehaltún, aprovechamos para que Wilberth e Iván lo conocieran; avanzamos un poco en el auto y luego caminamos unos metros hasta llegar a las estructuras. Ahí volví a encontrar la bella habitación donde meses antes habían unas crías de zopilote (que ya se habían ido) y la rara decoración del friso con barras verticales de estuco.
Xpambehaltún

De inmediato me puse a buscar unos glifos con pintura que me habían indicado que estaban ahí y no tardé en encontrarlos, sin embargo el estado de conservación de dichos elementos es muy malo y a penas pueden apreciarse.

Aproveché para tomar algunas fotografías y luego de una rápida visita regresamos al auto. Era más tarde que lo planeado y decidimos emprender el regreso a Campeche pero desviarnos un poco para recorrer un sitio llamado Xcochá. Tomamos una terracería que estaba en buen estado y que no nos presentó problemas para avanzar a buena velocidad, más tarde dimos vuelta en un camino mucho más difícil y llegamos hasta la base de unos cerros en los que suponíamos que se encontraban algunas estructuras todavía en pie. Había que subir para verificar pero ya nos encontrábamos bastante desgastados, Iván y Wilberth prefirieron avanzar un poco más por el camino a ver si podían ver algo mientras yo ascendía.
Decoración en Xpambehaltún

Crucé un poco de maleza y a penas dí unos pasos sobre la ladera de uno de los cerros cuando sentí un fuerte dolor en la parte interna de la rodilla izquierda, intenté seguir subiendo pero me era imposible dar un solo paso al frente con esa pierna; luego de parar y hacer dos intentos me convencí de que era inútil y podía lastimarme severamente, así que regresé al carro. Debido a todo esto no completamos la visita a Xcochá y regresamos a Campeche para comer. Todo el camino estuve preocupado de que mi lesión fuera algo grave ya que me impedía levantar la rodilla del suelo, aunque aún me permitía caminar sobre terreno plano sin mayor problema. Al día siguiente habría un interesante recorrido y no quería perdérmelo. 

Llegamos a la casa donde me hospedaba y comimos un poco de lo que teníamos en el refrigerador. Wilberth e Iván se fueron y yo me quedé acostado en la hamaca sin que mi rodilla mejorara. Así me mantuve hasta que Fernando regresó ya por la noche y preparamos nuestro siguiente recorrido, por nada del mundo me quedaría en Campeche al día siguiente.